Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 15: Un Efímero Nuevo Juego Plus

Capítulo 10: Vida y Muerte

Parte 1

La montaña no era especialmente empinada y el clima era bueno. El viaje habría sido como una escalada en grupo a no ser por los dragones. Cuando un millar de personas marchan en filas, las bestias salvajes tienden a no acercarse. A menos que sea el más poderoso de todos los animales, el dragón, del que se dice que no tiene más depredadores que los de su propia especie.

Tomó hasta la noche llegar a la cima, afortunadamente sin avistamientos de dragones durante ese tiempo.

Mirando hacia el este, se veía una gran ciudad. No era Altana. Damuro. En el tiempo en que el Reino de Arabakia prosperaba al norte de las Montañas Tenryu, Damuro era la ciudad central de su región más al sur. Y cuando Damuro cayó, la victoria de la Alianza de los Reyes y la derrota de la humanidad quedaron grabadas en piedra.

Después de eso, Damuro se convirtió en una guarida de goblins, dividida en la Nueva Ciudad en el oeste y la Vieja Ciudad en el este. La Vieja Ciudad había estado descuidada durante más de 100 años y todavía estaba en ruinas. Según Mary, estaba habitada por los goblins que eran derrotados en las luchas entre facciones de la ciudad, junto con otros marginados. La Nueva Ciudad que había sido reconstruida por los goblins era, en una palabra, extraña. Parecía más un enorme hormiguero que una ciudad, con edificios de gran altura mezclados en el medio.

La Fuerza Expedicionaria se dirigió hacia el este, bajando la montaña, tomando descansos en el camino. No querían pasar la noche en la ladera de la montaña, así que incluso si el sol se ocultaba en el camino, tendrían que seguir adelante y rezar para que no aparecieran dragones.

Los soldados habían comenzado saltando sobre sus propias sombras o jugando, pero ahora avanzaban en silencio. Incluso si comenzaban a quejarse: «Estoy cansado, no puedo aguantar más», nadie los iba a cargar en la espalda ni a tirar de ellos de la mano. Si no caminaban por sus propios pies, se quedarían en la ladera de una montaña donde podría haber dragones.

Una vez que estuvieron sobre la montaña, la Fuerza Expedicionaria comenzó a actuar un poco más como un ejército de verdad. ¿Podría haber sido por eso que el general Jin Mogis eligió esa ruta? Obviamente, si hubieran aparecido dragones, habría habido demasiado caos para que las tropas aprendieran algo, así que tal vez Haruhiro lo estaba pensando demasiado.

Así es.

No aparecieron dragones.

La Fuerza Expedicionaria finalmente terminó de descender la montaña a altas horas de la noche, y la mayoría de los soldados se derrumbaron dondequiera que estuvieran y dormían como rocas.

Haruhiro y su grupo también estaban exhaustos, pero no se durmieron de inmediato. Este era el momento de preparar una cama, por mínima que fuera, y descansar adecuadamente. Si se iban a la cama con hambre, su sueño sería superficial, por lo que primero tenían que comer algo, y si no apagaban su sed, no dormirían bien.

Mientras Haruhiro y los demás se preparaban para irse a dormir, el general Mogis caminaba tranquilamente entre los soldados. La gran mayoría de los hombres estaban inconscientes y no se movían. Era un poco espeluznante, la forma en que el general se veía como si estuviera caminando por un campo de muertos.

No, no era así; era inquietante.

El general tarareaba mientras se alejaba.

Se estaba divirtiendo descaradamente.

—… ¿Seguro de que ese tipo no está loco? —susurró Kuzaku.

El general había optado por cruzar la montaña, apostando a que no aparecieran dragones, para entrenar a sus hombres. Tal vez no era eso. Habría estado bien con la aparición de dragones. De hecho, quería que así fuera. Los dragones atacarían y los hombres correrían de izquierda a derecha, presos del pánico, mientras los mataban uno tras otro. ¿Jin Mogis había querido ver cómo se desarrollaba esa escena? Sonriendo y tarareando mientras miraba…

Eso era absurdo.

Haruhiro estaba bastante cansado, por lo que probablemente solo estaba complaciendo a tontas fantasías.

Cuando salió el sol, Haruhiro se despertó de inmediato, pero pasó bastante tiempo antes de que lo hicieran los soldados de la Fuerza Expedicionaria.

Partieron cerca del mediodía, y cuando habían marchado cuatro kilómetros al sureste, el sol ya se estaba poniendo.

Altana estaba a unos diez kilómetros al este de aquí.

A partir de este momento, se trataba principalmente de arboledas, llanuras abiertas y pantanos. Si marchaban con un ejército de mil hombres, serían vistos desde una gran distancia. Si querían lanzar un ataque sorpresa contra Altana, tenían que cruzar la tierra con una marcha forzada por la noche y  de un solo empujón.

El general Mogis ordenó al ejército que se mantuviera alerta y luego llamó a Neal, el explorador, a Anthony y al grupo de Haruhiro.

—Tengo una misión importante que ustedes deben llevar a cabo. Quiero que se pongan en contacto con nuestros agentes que deberían estar escondidos en territorio enemigo y recopilar información.

—¿Escondidos? —preguntó Haruhiro—. Por territorio enemigo, te refieres a Altana, ¿verdad? ¿Eso significa que hay gente en Altana?

El general simplemente miró a Haruhiro, sin decir nada.

—Si no los han encontrado —respondió Anthony—. En el caso de que Altana fuera ocupada por el enemigo, un pequeño número de personas debían permanecer dentro de la ciudad, esperando apoyo.

—Eso suponiendo que siguieron las reglas —agregó Neal.

—Confirmar eso es parte de la misión —dijo el general con indiferencia, pero parecía peligroso.

No, indudablemente iba a ser realmente peligroso.

Honestamente, no le gustaba. Pero si esas eran las órdenes del general, no podía negarse.

Haruhiro pensó por un momento antes de abrir la boca.

—¿Tal vez deberíamos mantener nuestros números al mínimo absoluto?

El general guardó silencio. Estaba mirando a Haruhiro.

—Estoy bien preparado para la tarea, pero si traigo a personas conmigo, solo se interpondrán en el camino.

—Soy una sacerdotisa —dijo Mary—. Si alguien se lesiona, seré útil. Creo que yo también debería ir.

Mary probablemente no era un especialista en operaciones encubiertas, pero también estaba la cuestión de sus recuerdos. Al final, iba a necesitar que ella viniera.

—Yo… —Kuzaku comenzó a decir, luego gimió—. Me encantaría ir, pero podría causarte problemas…

Tampoco había ninguna razón por la que necesitaran desesperadamente que Setora y Kiichi vinieran con ellos.

—Está bien, Mary, yo… Anthony-san y Neal-san. —Haruhiro miró al general—. ¿Qué tal así?

Cuando Haruhiro miró a los ojos oxidados del general Mogis, sintió inquietud por alguna razón. La expresión del hombre era difícil de interpretar. ¿Estaba tramando algo horrible? Haruhiro no podía evitar sospechar.

El general asintió.

—Muy bien. Partan de una vez.

Justo cuando salían, Kuzaku se quejó.

—Nos vamos a quedar atrás, ¿eh? Yo también quería ir.

—Tú mismo dijiste que podrías causar problemas.

—Bueno, sí. Podría causarle problemas, pero aún quiero estar ahí. Sé que es contradictorio. Pero es válido, ¿verdad?

—No. —Setora no se andaba con rodeos—. Kiichi y yo podríamos ser una cosa, pero tú y Shihoru podrían terminar estorbando. Haruhiro tomó la decisión correcta.

—Pero Setora-san, no creo que sea por eso que Haruhiro lo hizo. Es menos que seamos un estorbo y más que, en el fondo, él está preocupado por nosotros. Es ese impulso paternal de mantenernos fuera de peligro, ¿sabes? Oh, supongo que no es nuestro padre, ¿eh? Entonces es una preocupación normal.

—Hombre, no —le dijo Haruhiro—. Es que simplemente estarías en el camino. Eres enorme.

—Oh, vamos…. ¿Eh? ¿En serio? ¡Digo, sé que soy demasiado grande, pero…!

Shihoru tiró de la manga de Haruhiro.

—… Cuídate.

Haruhiro se sintió un poco avergonzado y apartó la mirada de Shihoru.

—… Sí.

—Tú también, Mary —agregó Shihoru.

—Lo haré —dijo Mary, sus labios se crisparon para darle una leve sonrisa—. Gracias.

El grupo de cuatro partió poco después.

Había campos de cultivo y pastizales repartidos por el sur de Altana, y como granjas aquí y allá, aunque no lo suficientes como para llegar a ser pueblos. Ahora que habían tomado Altana, los campos habían sido arrasados ​​y no había ganado a la vista. Los granjeros habían huido o habían sido asesinados. Evidentemente, las casas estaban todas vacías. Tampoco había señales de goblins acechando a su alrededor.

Después de que se puso el sol, Haruhiro y los demás pusieron un pie dentro de una de las granjas. Era una casa de madera maciza con techo de paja, pero no se parecía a ninguna de las demás. El interior estaba destrozado. Eso era obra de orcos o goblins, sin duda.

—¿Dónde es? —Haruhiro le preguntó a Anthony.

Anthony dijo—: Por aquí —y llevó a Haruhiro a la cocina. Sin embargo, no estaba separada del resto de la casa de ninguna manera. Solo había un horno y una mesa para preparar la comida en una esquina de la habitación.

Anthony ayudó a Haruhiro a apartar la mesa de la cocina. Había una puerta secreta escondida en la pared detrás de la mesa.

Cuando abrieron la puerta oculta, había un pequeño cuarto estrecho que apestaba a polvo y moho. Dentro habían barriles, cajas y herramientas viejas, pero tenían que ser distractores.

Anthony y Haruhiro sacaron los barriles y otras cosas del cuarto y quitaron todas las baldosas de piedra del suelo.

Finalmente, apareció una entrada que se parecía a un pozo.

—Tiene 50 años, por lo que he oído —dijo Anthony mientras se secaba el sudor de la frente—. Se supone que también hay otros, pero este es el único que conozco.

—Parece que algo va a salir de eso. —Neal señaló el pasillo con la barbilla—. Van primero.

Anthony, Haruhiro, Mary y luego Neal fueron la orden de marcha del grupo mientras bajaban.

Había agarraderos de metal en las paredes para enganchar las manos y los pies, pero tuvieron que continuar hacia abajo por un tiempo. Realmente era como un pozo, y solo lo suficientemente grande para que una sola persona entrara a la vez.

—Los agarraderos han comenzado a aflojarse en algunos lugares. Tengan cuidado. —Tan pronto como Anthony dijo eso—: ¡Wah! —gritó sorprendido—. Eso fue peligroso. Uno se cayó.

A pesar de eso, todos lograron bajar por la parte vertical, y después de eso había un túnel de menos de un metro de ancho, y lo suficientemente bajo como para que incluso Haruhiro, que no era particularmente alto, tuviera que agachar la cabeza. Se vio obligado a agacharse mientras caminaba, por lo que era bastante difícil.

Anthony, que estaba al frente del grupo, llevaba una pequeña linterna. Esa era su única luz.

—Se esconden y esperan refuerzos que ni siquiera pueden estar seguros de que vendrán, ¿eh? —Neal resopló—. Ese es un trabajo perdido si alguna vez escuché de uno así. Yo no lo haría. Esperemos que la gente de la frontera tenga un poco más de coraje.

—La gente de la frontera —dijo Anthony con un tono fuerte—, tiene los nervios más fuertes que ustedes los del continente. Eso es seguro.

Neal se rió un poco.

—Podrías tener razón.

—La tengo —respondió Anthony.

El túnel debe haber estado evitando lugares donde la roca era demasiado dura. Era muy retorcido. No había forma de saber cuándo terminaría.

Haruhiro comprobaba de vez en cuando cómo estaba Mary. Cada vez, ella le asentía con la cabeza, como diciendo que estaba bien.

—¿A dónde se conecta esto? —Haruhiro le preguntó a Anthony.

—Al gremio de los caballeros oscuros en el Poblado del Oseste.

—Los caballeros oscuros. Poblado del Oeste… —repitió Haruhiro pensativo.

Como recordaba, Mary les había dicho que un antiguo camarada suyo, Ranta, había sido un caballero oscuro. Poblado del Oeste. No estaba seguro, pero probablemente era el lado occidental de Altana. Tal vez eso era obvio.

—A juzgar por lo lejos que hemos caminado, ya deberíamos estar bajo Altana —dijo Anthony.

Caminaron una buena distancia más después de eso. Cuando llegaron a una pared de roca, Anthony se detuvo.

Neal soltó una risa amarga.

—Oh, vamos…

—No saques conclusiones precipitadas. —Anthony dejó de agacharse y estiró la espalda.

¿No se golpearía la cabeza? Parecía que el techo era más alto ahí.

Anthony se enganchó la linterna a la cintura.

—Está bien, tendremos que escalar. Síganme.

A diferencia de la entrada, aquí no había agarraderos de metal, por lo que tenían que apoyar las manos y los pies contra las paredes y subir lentamente.

Después de subir unos dos metros, se conectaba a un agujero que iba de lado. Si gateaban, apenas podían encajar en él. Era incluso más estrecho que el túnel por el que habían pasado antes, pero estaba reforzado con piedra.

—Esta es la salida —dijo Anthony, luego comenzó a golpear algo.

¿Estaba bloqueada con solo una delgada barrera de piedra? Anthony la derribó con fuerza bruta.

Cuando salieron, estaban en una gran habitación abierta hecha de piedra.

Anthony tomó la linterna de su cintura y la sostuvo en su mano, iluminándola.

¿Esas eran estatuas alineadas en la pared? Había figuras que no eran del todo humanas o bestias paradas sobre pedestales. Había en una variedad de tamaños. Algunas eran del tamaño de una persona, mientras que otras eran la mitad.

Luego estaba una cosa espeluznante que no pudo identificar al principio; pensó que era el cadáver de algún tipo de criatura, pero era una vela. Innumerables velas se habían derretido y luego endurecido juntas, asumiendo esa forma espantosa que ahora dominaba el suelo de esta habitación.

—Adoración de Skullhell, ¿eh? —Neal miró una de las estatuas y se encogió de hombros—. Es de mal gusto. Humanos adorando al dios de la muerte.

Anthony parecía que estaba a punto de decir algo.

—Hay… —Haruhiro se tensó. Había sacado su daga sin darse cuenta—. ¿Hay alguien ahí?

Camino al fondo de la habitación. ¿También era una estatua?

No. Eso no era una estatua.

Se movía.

Se levantó.

—O-O-O-O Oscuridad, O-O-O-O S-Señor del Vicio.

Habló.

Esa era una voz humana.

—… ¡¿Un sobreviviente?! —Neal sacó su daga y se preparó.

—No… —Anthony puso su linterna en el suelo y sacó su espada.

—¡No lo es! —gritó Mary.

—D-D-Demon C-C-Call —dijo alguien con una voz increíblemente ronca.

Una cosa como una nube púrpura comenzó a formar un vórtice en la oscuridad.

Esa masa que giraba como un remolino pronto tomó una forma específica.