Ore ga Heroine o Tasukegite

Volumen 12

Prologo 1-3: Sherlyn Doteyes

¡Wooooo, wooooo, wooooo!

La alarma antirrobo sonaba con fuerza. Se superponía a las sirenas de la policía en un terrible coro de gemidos electrónicos.

Una multitud de espectadores se reunió frente al importante museo de arte, provocando una conmoción por un robo. Algunos policías groseros gritaban a los periodistas y las masas que clamaban.

“Qué poco elegante”.

Mirando hacia abajo desde la torre más alta de la ciudad, la ladrona que acababa de apoderarse del mayor tesoro del museo de arte dejó escapar un suspiro exasperado.

El nombre de esta ladrona era Sherlyn Doteyes. Sin embargo, no era así como se llamaba a sí misma. Prefería mucho el término ladrona fantasma. Hubo varios artículos de chismes y personas que incluso se refirieron a ella como un caballero ladrón. Eso se debió a cómo usó sus talentos. Ella tomó su botín y lo vendió para dar dinero a los pobres, o algunas veces robó artículos particulares para devolverlos a sus legítimos dueños. Pero a ella tampoco le gustaba mucho ese título. Todavía prefería que la llamaran ladrona fantasma.

Cuando le dijo esto a un amigo una vez, ese amigo le preguntó por qué. Sherlyn respondió: “Porque la ladrona fantasma suena mucho más elegante, ¿no crees?”

Del mismo modo, el hecho de que llevara una capa llamativa y un sombrero de seda se debía simplemente a que creía que era el atuendo apropiado para la profesión.

“Ahora entonces…”

Agitando el ala de su sombrero de seda, Sherlyn recogió el tesoro que había dejado en el suelo a su lado. El tesoro que había recogido esta vez era una corona rescatada de las profundidades del Pacífico.

“Hmm, la placa de exhibición decía que se trataba de la corona de un rey, pero también es lo suficientemente pequeña como para hacerse pasar por la tiara de una reina”.

Quizás fue diseñado para ser usado tanto por hombres como por mujeres. No es que eso realmente afectó su valor. La pieza fue absolutamente exquisita. En comparación con los maravillosos adornos descritos en la literatura, la artesanía de esta corona superó con creces cualquier cosa hecha en la misma época.

Hubo dudas de que fuera simplemente una falsificación moderna, pero la evaluación reveló que era genuina. De lo contrario, no me habría molestado en robarlo.

Debido a la tecnología y la habilidad imposibles que se habrían requerido para fabricarlo, los periódicos de todo el mundo lo habían informado como una “parte nueva”, aumentando instantáneamente su valor varios miles de veces. Sin embargo, todos los periódicos hablaban de algo más que de su precio… La maldición de la corona.

“Bueno, es un cuento popular”.

Se rumoreaba que cualquiera que llevara la corona moriría, pero eran simplemente rumores. Muchos de esos objetos de valor estaban envueltos en una mística similar. Pero despertó la curiosidad de Sherlyn, y lo miró con atención mientras lo giraba alrededor de su dedo.

Intentemos ponerlo.

Fue una decisión un poco impulsiva, mitad por el deseo de probar la maldición y mitad por el deseo de probarse una tiara tan hermosa por sí misma. Tarareando caprichosamente, Sherlyn se quitó el sombrero de seda y se colocó la corona en la cabeza.

“Oh, encaja perfectamente”.

No tenía un espejo para verlo por sí misma, pero le sentaba bien. Y seguramente se veía tan bien como se sentía. Probablemente podría mezclarse con la realeza en Inglaterra sin problemas en este momento.

Cuando lo pensó de esa manera, se sintió un poco reacia a separarse de él, pero así tenía que ser. Con solo pensar en todas las familias pobres a las que podría ayudar cercándola, sabía que este sería el final de su farsa real.

“Ahora que todos los oficiales se han reunido, creo que es hora de salir. De todos modos, el comprador me espera en el puerto”.

Sherlyn se puso de pie y se sacudió suavemente el polvo de la capa. “Oh, no puedo olvidar guardar esto”.

Recordando que todavía tenía la corona puesta, Sherlyn fue a quitársela. Sin embargo…

“¿Hm? … ¿Eh?”

No saldría. “¿Eh? ¿Qué?”

No importa cómo tirara de él, era como si se hubiera soldado a su piel y no se moviera.

“¡Ow…!”

Tal vez fue su imaginación, pero sentía que la corona se estaba ajustando gradualmente…

“¡¿Qué?! ¡Espera, ¿esto es realmente una maldición?! ¡Tienes que estar bromeando!”

Los gritos de Sherlyn resonaron en el cielo nocturno coloreado de rojo por las luces intermitentes de los coches de policía de abajo.