Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 1

Capitulo 10: Damuro

 

 

Confesaron sus pecados a Yume y Shihoru, postrándose en el suelo mientras se disculpaban profusamente.

Haruhiro, Manato y Moguzo sí, solo ellos.

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Ranta dijo: “¡No vi nada, así que dejen de quejarse!” Disgustando a todos con su agresiva falta de contrición. Sin embargo, fue más allá de eso. Yume y Shihoru comenzaron a ignorar resueltamente la existencia de Ranta.

Haruhiro no podía decir con certeza si eso había empeorado su trabajo en equipo o no, pero probablemente no tenía ningún efecto real.

Al día siguiente, un día después de eso y un día después de eso, Haruhiro y los demás prácticamente no ganaron nada. Y por “prácricamente nada,” eso significaba que sus ingresos estaban cerca de cero. De acuerdo, seamos francos, era cero.

Haruhiro no se atrevía a preguntar a sus camaradas sobre sus bolsillos, por lo que no tenía una idea completa de sus finanzas. Sin embargo, la suya la sabía con meticuloso detalle.

Durante los tres días, tenía 14 cobres en rojo, 13 cobres en rojo y 12 cobres en rojo, para un total de 39 cobres en rojo. Si no incluía el cobre que debía en cuotas de depósito, los activos totales de Haruhiro incluían una plata y 49 cobres.


Sus esperanzas de comprar artículos de primera necesidad en el mercado, o de comprar un nuevo par de ropa interior, hacía tiempo que desaparecieron. Por supuesto, cuando se trataba de su esperanza de mudarse a un lugar mejor que el alojamiento de soldados voluntarios, sería presuntuoso incluso soñar con algo que estaba más allá de sus posibilidades. Había reducido un cobre en sus gastos de comida por día, pero, ¿qué tan bajo podría conseguirlas? Esa era la mayor preocupación para él en este momento.

El impacto de pasar tres días sin ingresos fue grande, tan increíblemente grande que desde que volvimos a la casa de hospedaje  y nos bañamos hoy, nadie ha dicho ni una palabra.

Todos los demás estaban acostados en sus camas. Tal vez  ya estaban dormidos.

No, probablemente no. Ninguno de ellos podría ser tan denso como para poder dormir profundamente bajo las condiciones actuales. Bueno, o al menos eso pensaba, pero Ranta estaba roncando.

Vaya. Haruhiro estaba tan disgustado que se remontó a una especie de admiración. Bueno, yo también debería cerrar los ojos. Todo este pensamiento no me está haciendo ningún bien. De todos modos, algo bueno podría suceder mañana. El hoy ha terminado ahora. No puedo hacer nada al respecto. Mañana es lo importante ahora. ¿Qué haré mañana? Darlo todo e ir a buscar presas. Tengo que ganar algo, incluso si solo es un cobre. Supongo que uno no es suficiente. Sí, eso no está bien. Ganaré mucho. Tanto como pueda. Tengo que hacer algo antes de que se agote el dinero.

Mientras daba vueltas y más vueltas, escuchaba a alguien levantarse en la litera debajo de él.

“…¿Manato?”

“Sí.”

“¿Estás despierto? Aún es de noche. O más bien, la noche acaba de comenzar. ¿Estás yendo al baño o algo así?”

“No,” parecía que Manato había salido de la cama. “Voy a salir un poco. Probablemente no necesite decir esto, pero volveré, así que no te preocupes.”

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“Eh. ¿Vas a salir… a esta hora de la noche?”

“La noche recién comienza,” Manato sonrió levemente. “Nos vemos más tarde. Debes estar cansado. No me esperes. Adelante y duerme.”

“Oh, está bien.” Haruhiro asintió, luego se le ocurrió que tal vez no debería dejar ir a Manato solo. Pero, en el momento en que lo hizo, Manato ya había salido de la habitación.

Para calmar su ansiedad, entabló una conversación con Moguzo, que aún no se había dormido, hablando sobre esto y aquello, pero en algún momento, Haruhiro se quedó dormido. Cuando se despertó, Manato había regresado. Incluso había salido de la cama antes que él.

“Buenos días, Haruhiro. Quiero intentar ir a un lugar nuevo hoy. ¿Qué piensas?”

Anoche, Manato había ido a la Tarberna Sherry, un lugar en la Calle Jardín de Flores donde se reunían soldados voluntarios. Mientras estuvo ahí, algunas personas lo trataron con bebidas, mientras que otros prácticamente lo obligaron a tomarlas. Manato no entró en detalles, pero debió haber sido bastante caro.

“Podrías haberme llevado contigo,” intentó decir Haruhiro.

“Haruhiro, ¿puedes beber?” Preguntó Manato en respuesta.

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“No lo sé,” Haruhiro inclinó su cabeza en contemplación. “¿He bebido antes? Tal vez no.”

“Bueno, en cuanto a mí,” sonrió maliciosamente Manato. “Resulta que tal vez me guste. Entonces, tal vez parte de la razón por la que fui fue porque quería beber.”

Todos estaban enfermos y cansados del bosque en este punto, por lo que no hubo resistencia a la propuesta de Manato cuando lo hizo.

A unos cuatro kilómetros al noroeste de Altana, a poco más de una hora de camino, había una ciudad.

Bueno, no, sería más correcto decir que había lo que una vez fue una ciudad. Al menos por el momento, nadie vivía ahí. Ningún humano, eso es.

El ochenta por ciento del muro defensivo que una vez había protegido la ciudad se había derrumbado. Más de la mitad de los edificios se habían derrumbado, probablemente entre el setenta y el ochenta por ciento. Estaba lleno de escombros, con malezas creciendo en algunos lugares. Había espadas y lanzas oxidadas por ahí, algunas de ellas clavadas en el suelo. Aún más aterrador eran los esqueletos diseminados por todas partes.

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Había algún tipo de animal, no podían decidir si era un gato o un perro, caminando sobre los techos y las paredes derruidas, pero se escapó inmediatamente cuando intentaron acercarse. Había cuervos graznando por todas partes. Cuando miraron hacia la fuente, encontraron que una ruina se había convertido en el hogar de decenas de cuervos, posiblemente más.

Hace mucho tiempo, Damuro había sido la segunda ciudad más grande de Arabakia. Había sido mucho más grande que Altana. Sin embargo, las fuerzas aliadas del Rey No-Vivo la habían invadido y devastado, poniéndola bajo control de los no-muertos.

Las cosas eran diferentes ahora. Después de la ruptura del Imperio Imortal, los goblins, que una vez habían sido una raza de esclavos sin rey, se rebelaron y expulsaron a los no-muertos para hacer suya la ciudad. Ahora, Damuro era una guarida de goblins.

Sin embargo, la esquina sureste de Damuro, llamada la Vieja Ciudad, se había quedado sin mantenimiento y había caído en ruinas. Aun así, no era el caso de que no hubiera goblins en la Vieja Ciudad de Damuro. Los había.

“…Solo hay uno… ¿Creo?”

Haruhiro se había escondido detrás de una pared que parecía colapsar si apoyaba todo su peso en ella, espiando en una casa que le faltaba el techo y una pared. Él era un ladrón, por lo que se estaba convirtiendo gradualmente en la persona del grupo para explorar, pero no había aprendido las habilidades de escabullirse o robar, por lo que en realidad era solo un tipo ordinario que podía abrir cerraduras con la habilidad Picking. Se preguntaba si realmente era sensato que él se ocupara de esto.

Los goblins de barro, como el que habían derribado en el bosque, aparentemente eran una variedad de goblins. Y el goblin aquí ciertamente se parecía al goblin de barro. Pero este tenía una piel de color verde amarillenta y no estaba sucio. Incluso tenía ropa, y llevaba un garrote o algo así en la cintura. La bolsa colgada de su hombro debería ser una bolsa de goblin. El goblin de barro había mantenido sus objetos de valor en una cuerda alrededor de su cuello, pero estos goblins llevaban bolsas como esa alrededor. Habían escuchado que uno de los rasgos de los goblins era que ponían ahí cualquier cosa valiosa que tenían, llevándola con ellos todo el tiempo.

El goblin estaba sentado, de espaldas a la pared, con los brazos cruzados. Su cara estaba echada hacia abajo, con los ojos cerrados. Todavía era de día, ¿pero estaba tomando una siesta? Eso era lo que parecía.

Haruhiro rápidamente, pero tan silenciosamente como pudo, se dirigió hacia donde los demás estaban esperando.

“Un goblin. Parece que está dormido.”

“Bien, vamos a matarlo,” Manato asintió con una mirada sombría. “Como Moguzo tiene en una cota de malla, no puede evitar hacer ruido. Entonces, primero Haruhiro, Ranta y yo nos acercaremos. Moguzo, Yume y Shihoru se unirán después de eso. Si podemos acercarnos sin despertar al goblin, los tres lo terminaremos. Si se despierta, Yume, usa tu arco, y Shihoru, usa magia para apuntar desde la distancia. Moguzu, cargarás por adelantado. Si se convierte en una batalla directa, utilizaremos la misma formación que la última vez. Todos lo rodearán para que no pueda escapar.”

Todos asintieron a la vez. Habiendo pasado tres días sin nada de ingresos, incluso Ranta era una imagen de seriedad.

Con Manato tomando la delantera, los tres se pusieron en camino. Llegaron a la casa lo suficientemente rápido, pero era todo lo que vendría después lo que tomaría tiempo. La casa estaba llena de escombros, y no podían darse el lujo de pisar cualquier cosa. Terminaron haciendo ruido varias veces, y tomó más tiempo de lo esperado. Estaban lo suficientemente cerca ahora que con otro paso o dos, el goblin estaría en rango de ataque.

Moguzo y los demás estaban justo afuera de la casa. Manato miró a su vez a Haruhiro, luego a Ranta. Ranta se señaló a sí mismo.

Haruhiro no estaba seguro de dejar esto a Ranta, pero Manato lo saludó con la mano, la señal para hacerlo. Ranta respiró hondo y se acercó al goblin. Sin levantarla primero, apuñaló su espada larga en el pecho del goblin.

El goblin gruñó, y sus ojos se abrieron de golpe. Vio a Haruhiro, luego entendió lo que le había sucedido. El goblin gritó, extendiendo la mano hacia la cara de Ranta.

Ranta se inclinó hacia atrás, entonces, Manato gritó: “¡No puedes hacer eso!” A él. Al mismo tiempo, sacó su bastón corto, golpeando y apuñalando al goblin con el repetidas veces.

“¡Maldición…!” Ranta empujó su espada larga y la giró.

Haruhiro no pudo hacer nada. Si se acercaba, probablemente se pondría en el camino de Manato y Ranta. El goblin continuó retorciéndose en agonía, gritando lo que debía haber sido un torrente de abuso verbal a medida que se debilitaba y debilitaba. El goblin de barro había dado tal batalla, pero cuando se les sorprendía durmiendo, ¿esto era lo mejor que podían reunir? Finalmente, dejó de sacudirse.

“…¿Está muerto?” Ranta se asomó a la cara del goblin, sus hombros se agitaban con fuertes respiraciones. Haruhiro imaginó al goblin revivir y luego arrancarle la nariz a Ranta con sus dientes, pero no sucedió. Manato cerró los ojos, haciendo el signo del hexagrama. Parecía que se había terminado.

Moguzo, Yume y Shihoru entraron a la casa.

Ranta plantó un pie sobre el pecho del goblin y tiró de su espada larga para liberarla. “Tengo que cortar una garra o algo. Vicio vicio…” murmuró para sí mismo.

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Manato retiró con delicadeza la bolsa del goblin que colgaba de su hombro. La abrió, vertiendo el contenido. Los ojos de Haruhiro se abrieron.

“¡Monedas de plata!”

Tal vez a los goblins les gustaba coleccionar monedas humanas. Y, más que eso, a diferencia de la moneda del goblin de barro, estas estaban libres de agujeros. Había cuatro monedas de plata sin daños. Cuatro platas. También había una roca que era transpatente como el cristal. Además, algunos huesos. No sabían de qué animal provenían, pero eran huesos de dedos u otros huesos delgados.
“¡Ohhh!” Los ojos de Yume se abrieron de par en par. “Increíble. Es un nuevo récord, ¿no? Sin embargo, es solo nuestra segunda vez.”

“…Cuatro monedas de plata,” dijo Shihoru, parpadeando repetidamente. Al parecer, ella no sabía qué decir.

Moguzo dejó escapar un gemido de sorpresa y luego mantuvo la boca cerrada.

Manato miró al cielo. Con un suspiro, dijo: “Todavía no es suficiente,” sacudiendo la cabeza. “Tenemos que seguir así. Resultó ser fácil esta vez, pero no siempre será así. Manténganse alerta, y busquemos nuestro próximo objetivo.”

“¡Oh, vamos!” Ranta le dio una palmada a Manato en la espalda. “¡No seas tan cuadrado! Acabamos de tener una gran victoria. ¡Todo gracias a mí! ¿Cuál es el problema en celebrar un poco?”

Manato frunció el ceño por un momento, pero rápidamente volvió a sonreír. “Supongo que tienes razón. No me importa que lo celebres un poco. Hiciste un buen trabajo, Ranta.”

“Lo sé, ¿verdad? ¿Verdad? Soy increíble, ¿verdad? Especialmente la forma en que puse la espada a ese goblin con una sonrisa cruel y despiadada. Debo haberme visto como un auténtico caballero oscuro, ¿eh?”

Haruhiro dijo: “Naa,” agitando su mano. “Parecías tan frenético como siempre, Ranta.”

“¡Idiota! ¡Estuve genial como un pepino! ¿Hombre, a dónde estabas mirando? ¡Oh, lo sé! ¡Eso es lo que fue! ¡No pudiste verlo con esos ojos soñolientos tuyos!”

“Ya has metido esa broma en el suelo, no voy a darte una respuesta cada vez. Lo siento.”

“¡Dame una respuesta! ¡Tienes que responder! ¡Me estás haciendo sentir un poco lamentable aquí!”

Todos se rieron por un momento. Después, hicieron lo que Manato sugirió, preparándose para lo que venía mientras buscaban su próximo objetivo.

Su primer día en la Vieja Ciudad de Damuro fue sin problemas. Cuando consideraron sus días hasta el momento, la forma en que pasó fue tan fácil que los asustó.

Por la noche, Haruhiro y los demás habían derrotado a un total de cuatro goblins, incluido el que habían atrapado durmiendo. De sus cuatro bolsas de goblins, habían adquirido una suma total de ocho monedas de plata, una piedra transparente, una piedra negra, una piedra rojiza, varios huesos y colmillos, algo parecido a una llave, un engranaje y algún tipo de herraje metálico. Cuando lo vendieron todo, su botín llegó a un total de diez monedas de plata y 45 cobres. Dividido en seis partes, cada uno recibió una plata y 74 cobres, con un sobrante. La comida y el alojamiento ese día les costaron 15 cobres, por lo que los activos totales de Haruhiro eran de tres monedas de plata y ocho cobres. Si mañana también funcionaba sin problemas, se había prometido un par de calzoncillos y un cuchillo.

Sin embargo, el día siguiente fue bastante malo. Cuando encontraron un grupo de cinco goblins, Ranta dijo que deberían atacarlos, pero votaron, y la mayoría que quería evitar la pelea lo invalidaron. A menos que cogieran a una de las criaturas por sorpresa, un solo goblin era difícil y dos era riesgoso, por lo que asumir cinco era imposible. Haruhiro pensó que retroceder era la elección correcta ahí.

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Sin embargo, después de eso, no detectaron ningún grupo de dos o menos hasta el final del día, cuando se estaban preparando para regresar a casa y se encontraron cara a cara con un solo goblin. Como resultado, hicieron una plata ese día

Solo una plata

Sin embargo, si lo pensaba de esa manera, Haruhiro sentía que estaba maldito. Podrían haberse ido en rojo, pero en cambio habían hecho una plata. Haruhiro decidió mirarlo de esa manera. La ropa interior y el cuchillo podían esperar hasta obtener más ganancias.

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En su tercer día en la Vieja Ciudad de Damuro, intentaron hacer un mapa simple mientras buscaban goblins. Había sido idea de Manato, y también había conseguido el pequeño cuaderno y lápices que habían usado para hacerlo. Manato dijo que si conseguían la disposición del terreno, tomando notas sobre dónde estaban los goblins, estaba garantizado que sería útil.

De cualquier manera, era muy divertido caminar por la Vieja Ciudad, mapeándola metódicamente. Diciendo: “Vamos por ese siguiente camino,” o bien, “no hemos ido por ese camino todavía,” vamos, naturalmente comenzarían a formar objetivos. Ellos conocían los caminos también. Cuando ingresaban a un área no asignada, los ponía al límite, y cuando estaban en un lugar que ya tenían en su mapa, podían relajarse un poco. Ese día, derrotaron a tres goblins, y una vez que se vendió el botín, obtuvieron 72 cobres cada uno.

No lo dejaron subir a sus cabezas. No estaban ganando nucho dinero.

Sin embargo, Yume y Shihoru habían dicho que querían ir de compras, por lo que Haruhiro también andaba por el mercado. Mientras miraba, se encontró con un par de ropa interior de tela. Regateó con todas sus fuerzas, pero incluso un par usado costaba 25 cobres. Tenía cosas que cargar ahora, por lo que compró un bolso para llevar todo por necesidad. Había un buen número de unidades usados a un precio razonable, por lo que compró uno de aspecto duradero hecho de cáñamo por 30 cobres. Comparado con la ropa interior, el bolso parecía una verdadera ganga.

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Después de regresar a la casa de alojamiento de soldados voluntarios, todos hablaron juntos sobre lo que habían comprado, dónde lo habían comprado y qué querían comprar a continuación. Realmente se metieron en eso, así que tuvieron problemas para dormir después. Una vez que Ranta, que había estado parloteando incesantemente hasta hace no mucho tiempo, de repente se quedó dormido, respirando suavemente. No pasó mucho tiempo antes de que se escuchara a Moguzo roncar también. Haruhiro trató de quedarse dormido. Estaba exhausto, incluso soñoliento, pero por alguna razón, su conciencia no intentaba descender a las profundidades del sueño.

“Manato,” intentó llamar, y, como era de esperar, Manato estaba despierto y respondió con un: “¿Sí?”

Haruhiro estaba feliz de recibir una respuesta y todo, pero realmente no tenía nada que decirle. Bueno, eso no era verdad; tenían mucho de qué hablar. Él simplemente no podía llegar a algo tan rápido. Pero permanecer callado demasiado tiempo sería extraño. Tenía que decir algo.

Después de aferrar apresuradamente algo para decir, “Gracias,” fue lo que salió, y estaba avergonzado.

“¿Por qué fue eso tan de repente?” Manato se rió. “Soy el que debería estar agradecido.”

“¿Eh? ¿Estás agradecido…? ¿Por qué?”

“Por todo, por ser mis camaradas. Estoy agradecido por eso. Estoy seguro de que cuando lo digo así, probablemente parezca mentira, pero realmente me siento así.”

“No, no creo que mientas, pero…” Haruhiro se mordió el interior de la mejilla derecha, pensando. “¿Cómo debería poner esto? Siempre estamos confiando en ti. Si no hubieras estado ahí para nosotros, hubiéramos tenido serios problemas. Dependiendo de cómo hayan ido las cosas, tal vez ya no estuvieramos vivos en este punto.”

“Eso va en ambos sentidos. Sin ti y los demás, no se sabe lo que podría haberme pasado. No nos encontramos en una situación en la que puedas sobrevivir por tu cuenta, te das cuenta.”

Haruhiro dudó si decir esto o no, pero no era bueno ocultando sus sentimientos. Le faltaba la paciencia. “…Ahora, no quiero que tomes esto por el camino equivocado, pero creo que podrías haber encontrado a muchas personas dispuestas a ser tus camaradas. Al pedirle a alguien que te permita unirse a su grupo, por ejemplo.”

“¿Un grupo de soldados voluntarios? Honestamente, la idea nunca se me pasó por la cabeza. Sabes, probablemente no soy del tipo que puede aguantar tener que inclinar la cabeza a los demás. Relaciones jerárquicas también. Dudo que sea bueno para manejarlos. Sin embargo, no recuerdo lo que estaba haciendo antes de venir aquí, así que no estoy seguro.”

“Ah…” Ahora que lo mencionaba, eso es verdad. Cuando Haruhiro trataba de recordar su pasado, era como agarrar algo suave y esponjoso. Nunca mantuvo su forma. Había olvidado ese hecho por completo. Tal vez simplemente no había tenido el margen para pensar en eso.

“Puede ser lo mismo para mí,” admitió.

“De alguna manera…” Manato se detuvo ahí, dudando por un segundo. “De alguna manera, siento que no soy del tipo de persona que alguien debería tratar como camarada.”

“Eso no es…”

Eso no es verdad, creo. Creo, pero no puedo decirlo directamente. Solo conozco a Manato como lo ha sido desde que vine aquí. Eso es todo lo que Manato sabe sobre sí mismo también.

Incluso Manato no conocía a Manato. Por supuesto, era lo mismo con Haruhiro. Cuanto más pensaba, menos entendía. Por lo tanto, era mejor no pensar en eso en absoluto. Nada vendrá de pensar en eso. Después de todo, no podía recordar nada.

Él tenía cosas que hacer. Cosas que tenía que hacer para vivir. Necesitaba ganar dinero.

“En cuanto a cómo era el pasado de Manato,” dijo Haruhiro con alegría forzada, “no importa. A nadie le importa. Es el actual Manato ese es nuestro camarada. Eres como nuestro líder. Estaríamos en problemas sin ti aquí para nosotros.”

“Necesito del resto de ustedes también.”

Haruhiro asintió. Pero Manato estaba en la litera debajo de él, por lo que Manato no vería el asentimiento. Tenía que decirlo en voz alta. Pero, ¿qué podría decir…? Mientras se preguntaba, Manato se echó a reír.

“Aún así, es muy extraño. Todo esto. ¿Qué estamos haciendo? Espadas y magia. Es como si estuviéramos en un juego o algo así.”





“Un juego, eh. Tienes raz—” Haruhiro parpadeó, luego inclinó su cabeza en confusión. “Un juego, ¿qué es eso…?”

“¿Eh?” Manato pensó profundamente por un momento también. “…No lo sé. Pero eso es lo que dije justo ahora. ‘Es como un juego.’ Me vino a la mente en ese momento.”

“Bueno, cuando lo dijiste, sentí que tenías razón. Pero, ¿qué tipo de juego? Un juego…”

Algo se sentía mal. Estaba en la punta de su lengua, pero no podía hacer que saliera, ese tipo de sentimiento desagradable. Aún así, sintió que deberían poner fin a esta conversación. Tenían cosas más grandes de qué preocuparse. Haruhiro y los demás irían a la Vieja Ciudad de Damuro nuevamente mañana.

Él bostezó. Se sentía como si finalmente podría dormir.

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