Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 5

Interludio 2: El Regreso A Casa De Roxy

Más o menos al mismo tiempo que Rudeus y su grupo zarpaban de Millis, Roxy Migurdia regresaba a su ciudad natal por primera vez en muchos años.

El pueblo de Migurdia no había cambiado en absoluto. Y todos los que ella conocía allí se veían casi iguales también. Había más residentes que antes, quizás, pero seguía siendo un lugar inquietantemente tranquilo.

A Roxy no le había parecido extraño este silencio de niña, pero ahora que había viajado por todo el mundo, podía decir con confianza que era muy inusual. No se oía ni una sola voz hablando en este pueblo. Y sin embargo, su gente se comunicaba perfectamente.

Cuando los residentes de la aldea vieron a Roxy, se quedaron mirándola fijamente. Ella sabía que intentaban hablarle por telepatía, la única habilidad innata que diferenciaba a la raza Migurd de otros demonios. Pero ella no podía decir lo que estaban diciendo. Todo lo que podía distinguir era una especie de zumbido débil. Roxy no podía responder a sus palabras.

Después de un tiempo, sus padres aparecieron. Los años tampoco los habían cambiado. Recibieron a su hija con palabras alegres y le preguntaron si había venido hasta aquí sola con voces llenas de preocupación.

Elinalise y Talhand habían elegido esperar fuera del pueblo. Quizás pensaron que ella preferiría tener algo de privacidad para esto.

Roxy les contó a sus padres sobre sus viajes con una voz tranquila y desapasionada. Expresaron su sorpresa ante su historia, y con alivio en sus rostros, le dijeron que se quedara todo el tiempo que quisiera.

Pero Roxy se sintió como una extraña aquí, incluso mientras hablaba con sus propios padres. Sus palabras de preocupación y bienvenida fueron todas pronunciadas en un idioma que les era extraño. Su gente nunca dijo nada verdaderamente importante con sus bocas, especialmente cuando querían expresar amor o afecto.

Era totalmente posible que sus padres estuvieran sinceramente preocupados por ella desde el fondo de sus corazones, pero no tenían forma de transmitir eso a Roxy. Ella no podía usar la telepatía, así que sus mensajes no podían llegar a ella.

Eso la hacía sentir terriblemente sola.

Quedarse aquí por cualquier período de tiempo sería muy doloroso. Se restregaba en la nariz el hecho de que no formaba parte de los Migurd, así que decidió volver a salir inmediatamente.

“¿Ya te vas?”, preguntó su padre, con una expresión de preocupación.

“Sí”.

“¿No puedes al menos quedarte una sola noche?”

Roxy sacudió su cabeza sin expresión.

“Lo siento, pero este viaje es realmente urgente. Sólo pasaba por aquí ya que estaba cerca.”

“¿Cuándo puedes volver de nuevo, querida?”

“No lo sé”, respondió Roxy honestamente.

“Puede que no vuelva en absoluto”.

Ahora le tocaba a su madre parecer preocupada.

“Roxy… seguramente puedes hacerte el tiempo para visitarnos cada veinte años o así?”

“Supongo”, contestó, su tono poco comprometido.

“Tal vez me pase por aquí dentro de los próximos cincuenta años, entonces.”

“¿En serio? ¿Lo prometes? Estaremos esperando, entonces.”

“Muy bien”, dijo Roxy, asintiendo ambiguamente.

En ese momento, notó que su madre había empezado a llorar en silencio.

“¿Mamá…?”

“Oh, lo siento. Me dije a mí misma que no iba a llorar, pero… lo siento, querida…”

Al ver esas lágrimas, algo se abrió paso dentro de Roxy. Antes de que se diera cuenta, estaba abrazando a su madre con fuerza, y entonces su padre los abrazó a ambos.

En ese momento Roxy finalmente se dio cuenta de que las palabras y el lenguaje estaban lejos de todo. Al final, se quedó en el pueblo de Migurd durante unos tres días. Y por primera vez en mucho tiempo, se las arregló para relajarse un poco.

***

El “Maestro de la Perrera” de Dead End era, de hecho, Rudeus Greyrat. A Roxy le había llevado algún tiempo admitir esto ante sí misma.

Después de llegar al Continente Demoníaco, su grupo había viajado constantemente hacia el norte en busca de información sobre Rudeus. Cuanto más al norte iban, más gente reconocía su nombre.

Roxy se estaba acercando, pero al mismo tiempo, parecía que había algo raro en esto. Todos los que habían visto a Rudeus lo describieron de manera que se superponía con las historias sobre los imitadores del Dead End. Varias veces en el curso de su viaje, Talhand señaló que este niño humano que podía hacer hechizos en silencio sonaba exactamente como el Maestro de la Perrera de ese grupo.

En realidad, Roxy se había dado cuenta de esto por sí misma en una etapa temprana. No quería admitir para sí misma que se había cruzado con su pupilo en el camino sin siquiera darse cuenta.

Sin embargo, cuando llegaron a la ciudad de Rikarisu, no tuvo más remedio que hacerlo. En esa ciudad, se enteró del “Incidente Dead End” que tuvo lugar allí hace dos años. También escuchó la historia de un hombre llamado Nokopara, con quien una vez estuvo en un grupo. Dado lo que sus padres le habían dicho cuando pasó por su pueblo… todas las piezas encajan. Roxy simplemente tuvo que admitir la verdad.

El Maestro de la Perrera tenía que ser Rudeus.

***

En ese momento, Roxy estaba en un bar de Rikarisu con su antigua camarada Nokopara.

Cuando ella le preguntó por Rudeus, al principio él dudó en decir mucho. Parecía que en algún momento había adoptado una línea de trabajo algo irrespetuosa. Sin embargo, Roxy no iba a juzgarlo por eso. En el Continente Demoníaco, hacías lo que tenías que hacer si querías sobrevivir.

“Ya veo… Así que Blaze murió en el trabajo, ¿eh?”

“Sí. El pobre bastardo fue tragado entero por una cobra de sangre roja.”

Habían pasado años desde que Roxy dejó el Continente Demoníaco; los dos tenían mucho que hacer para ponerse al día. Y aún así, se encontraron hablando sobre todo de los viejos tiempos.

Cerrando los ojos, Roxy pensó en Blaze. El hombre tenía cara de cerdo y boca sucia; había maldecido a Roxy cada vez que se equivocaba. Aún así, en el fondo no era un mal tipo, y no podrías haber pedido un guerrero más confiable.

Según Nokopara, Blaze era el líder veterano de un grupo de aventureros de categoría B en el momento de su muerte. En el continente demoníaco, ese no fue un logro pequeño. Roxy estaba impresionada de lo lejos que había llegado su viejo colega de lengua afilada. Al mismo tiempo, sin embargo, su grupo fue aparentemente llamado Super Blazers. ¿En serio? El hombre nunca fue bueno para nombrar cosas.

En cualquier caso, Nokopara dijo que el monstruo que acabó con el equipo de veteranos de Blaze fue asesinado por Rudeus y su grupo, que acababan de formar su propio grupo. En otras palabras, había derribado a un monstruo de rango A justo después de convertirse en aventurero.

No había ninguna posibilidad de que Roxy lo lograra en su momento. Pero sonaba como

Rudeus, sí. El pensamiento puso una pequeña sonrisa en su cara.

Bebiendo de su bebida, un licor típicamente fuerte del Continente Demoníaco, Nokopara murmuró: “Realmente has cambiado, Roxy”.

Roxy miró su reflejo en la bebida y se preguntó si era cierto.

“¿Lo he hecho? Es difícil para mí decirlo”.

“Sí. Pareces mucho más adulta de lo que solías ser.”

“¿Qué? ¿Te estás burlando de mí o algo así?” Cuando empezó a aventurarse con Nokopara y Blaze, Roxy ya parecía una Migurd adulta. Su rostro y su figura no habían cambiado significativamente desde entonces. Era perfectamente consciente de que se veía muy parecida.

“¡No, hablo en serio! Es, como, tu vibración general, supongo. Solías parecerte más a una niña, ¿sabes?”

“Bueno, he dejado atrás muchos años desde entonces, ¿sabes? Aunque no lo parezca.” Roxy se encogió de hombros, se metió un puñado de bocadillos asados en la boca y crujió. Estas cosas eran en realidad semillas de Stone Treant. No las encontraba particularmente sabrosas, pero por alguna razón era difícil dejar de metérselas en la boca una vez que empezabas.

“Esto es exactamente de lo que estoy hablando, sin embargo. En aquellos tiempos, solías estar desesperado por que todos pensaran en ti como alguien mayor. Probablemente estarías en las nubes si dijera algo así.”

“¿Es eso cierto…? Sí, supongo que fui así durante un tiempo.”

Eso fue cuando no entendía bien sus propias habilidades y limitaciones. En esos días, Roxy había trabajado furiosamente para convencer a la gente de que era una adulta y alguien a quien tomar en serio. Se jactaba de su talento como maga y su competencia en todos los aspectos de la magia. Insistió en que era capaz de todo.

Su opinión de sí misma había sido completamente invertida desde entonces, pero la reputación que había construido continuaba extendiéndose por sí sola. En estos días, parecía que la gente esperaba que hiciera cosas que no podía hacer. Había recibido muchas reacciones sorprendentes de la gente del Continente Demoníaco cuando les dijo que era la antigua profesora de Rudeus. Por alguna razón, el chico había estado diciendo a todo el mundo que debía sus habilidades a “las enseñanzas de su maestra”. Naturalmente, asumieron que Roxy también debía ser capaz de hacer hechizos silenciosos, lo que definitivamente no era capaz de hacer.

Tal vez el propio maestro de Roxy, que una vez la menospreció en los términos más duros, había experimentado sentimientos similares a estos. Si ese era el caso, Roxy se sentía mal por cómo había respondido. Era algo difícil ser el mentor de alguien con más talento que tú.

Aparentemente, tenías que experimentar esto por ti mismo antes de entenderlo realmente.

En el caso de Roxy, fue una fuente de vergüenza así como de orgullo. Ella ya no quería que Rudeus dejara de llamarla su maestra, pero por alguna razón, el hecho de que él ignorara totalmente sus órdenes en ese punto la hizo bastante feliz.

“De todas formas, no has cambiado nada, Nokopara”.

“¿Ah, sí?”

“Sí. Excepto físicamente, por supuesto”.

El hombre siempre había sido codicioso de dinero y tenía una tendencia a aprovecharse de los débiles, y obviamente ese seguía siendo el caso. En aquellos días, Roxy había pensado a menudo que era la última persona a la que quería hacer su enemigo.

“Oye, ¿qué se supone que significa eso? ¿Insinúa que ya estoy viejo y arrugado?”

“Claro, podrías decirlo así. Te has hecho viejo, Nokopara. Y arrugado.”

“¡ha! ¡Tienes la boca abierta, chica!” Nokopara soltó una risa sarcástica y luego suspiró.

“Amigo, esto realmente me hace recordar…”

“Sé lo que quieres decir”.

En los viejos tiempos, habría habido otros dos en esta mesa: un chico que siempre estaba maldiciendo furiosamente a Nokopara, y otro chico que rompía sus peleas con un suspiro. Esos dos ya se habían ido, dejando sólo dos ex-aventureros de mediana edad.

Es cierto que uno de ellos no había envejecido demasiado debido a su raza, pero los viejos tiempos no iban a volver. Eso era seguro.

Los dos terminaron recordando en el bar durante horas, hasta que Nokopara finalmente se emborrachó en la mesa.

Roxy había visto a sus padres, y ahora un viejo conocido. Sólo eso significaba que su viaje hasta aquí no había sido una pérdida de tiempo. Estaba muy, muy feliz de haber venido.

***

¿Rudeus ya había llegado a Millishion? Roxy se preguntó. Asumiendo que se cruzaron en Puerto Viento, es probable que haya dejado este continente hace seis meses. La temporada de lluvias estaba a punto de comenzar, cierto… pero la Carretera de la Espada Sagrada era un camino seguro y fácil de seguir. A menos que se hubiera detenido en un asentamiento de elfos o enanos, su grupo seguramente ya habría llegado a la ciudad.

En otras palabras, no tenía que buscarlo en primer lugar. Tal y como Paul había asumido en esa carta, el chico estaba bien por su cuenta. Se había abierto camino a través de todo el continente demoníaco en poco tiempo, junto con la chica “Eris” con la que se teletransportó. La mayoría de los viajeros habrían sido presa de sus peligros o habrían luchado por progresar, pero él lo había hecho parecer fácil. Además de todo, de alguna manera había reclutado en su grupo a un miembro de la raza Superd que Roxy siempre había temido.

“Tu pupilo es un chico impresionante, Roxy”.

“En efecto. Apenas puedo creer que sea realmente el hijo de Paul”. Elinalise y Talhand también estaban llenos de cumplidos.

La forma en que Roxy veía las cosas, sin embargo, no importaba de quién era el alumno o el hijo de Rudeus. El chico había sido un prodigio desde el principio. Podría haber hecho esto muy bien, aunque ella nunca lo hubiera conocido.

Pero dejando todo eso a un lado…

“¿Qué haremos ahora, entonces?”

Roxy se detuvo para considerar la pregunta de Elinalise. El objetivo inicial de este viaje había sido encontrar a Rudeus, pero probablemente ya estaba a salvo en Millishion. Roxy tenía muchas ganas de verlo, pero al mismo tiempo, no quería abandonar su objetivo más amplio.

“Busquemos en la región noroeste del Continente Demoníaco”.

Habían localizado a Rudeus, pero los otros tres miembros de su familia seguían desaparecidos. En el camino hacia aquí, ya habían encontrado un número de humanos desplazados de la región de Fittoa; probablemente había algunos en el noroeste también.

“¿Segura que no quieres ir a ver a tu alumno?” preguntó Talhand.

“Sí, estoy segura”, dijo Roxy con un ligero asentimiento. Para empezar, ¿qué pasaría si él se diera cuenta de que ella había pasado de largo sin darse cuenta? Eso sería demasiado humillante. Su posición como su “maestra” ya era bastante inestable.

“Hay muchas ciudades en el Continente Demoníaco que aún no hemos comprobado. Sigamos moviéndonos a través de ellas una por una, como hemos estado haciendo.”

Talhand y Elinalise se miraron y se rieron. De una forma u otra, el viaje de Roxy Migurdia no había terminado todavía.