Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 5

Capítulo 7: Al Continente Central

Parte 3

Therese Latria era la cuarta hija de la familia Latria, una piedra angular de la nobleza Millis. También era una caballera muy prometedora que había ganado el rango de capitán de los Caballeros Templarios a una edad muy joven.

El Conde Latria era su padre. Y Zenith Greyrat era su hermana.

Cuando se enteró de que yo era pariente de sangre de Therese, el rostro del duque Bakshiel adoptó una expresión de resignación. Con un suspiro de renuencia, aceptó renunciar a la tarifa para el pasaje de mi grupo al continente central.

En ese momento, estaba en una posada en Puerto Oeste, envuelto en los brazos de Therese.

Sólo Eris, Therese y yo estábamos en la habitación en ese momento. Tal vez al sentir que las cosas se pondrían incómodas si se quedaba, Ruijerd se había escabullido por el momento. “Sabes, Rudeus, mi hermana me contó todo sobre ti en sus cartas.”

“¿Realmente lo hizo? ¿Qué dijo de mí?”

“Que eres adorable, principalmente. No puedo decir que esa fue la primera palabra que me vino a la mente cuando te vi en esa oficina, pero ahora lo entiendo. Eres muy guapo, ¡está bien!” Incluso mientras hablaba, Therese acariciaba su cara cariñosamente contra la parte posterior de mi cuello.

Esta fue una experiencia un poco inusual para mí. Durante los últimos trece años, bastantes personas me habían descrito como “espeluznante”, “insolente” o “sospechoso”, pero Zenith tuvo que ser la única que me llamó lindo.

En cualquier caso… a pesar de que actualmente estaba siendo abrazado por una hermosa mujer con grandes pechos, por alguna extraña razón la pistola entre mis piernas no estaba lista para disparar ninguna moneda.

¿Fue sólo porque era mi pariente? “Therese, ¿puedes soltar ya a Rudeus?”

Eris nos miraba con la barbilla apoyada en una mano, tamborileando sus dedos irritados contra la mesa. ¿Era esto un poco de celos, tal vez? No era fácil ser un playboy…

“Puedo entender cómo se siente, Srta. Eris, pero no se sabe cuándo volveré a ver a Rudeus. Y para cuando nos reunamos, probablemente habrá perdido todos los vestigios de la belleza que ahora posee. Mis más sinceras disculpas, pero me gustaría hacer algunos recuerdos con él mientras pueda.” Therese procedió a acariciarme con el hocico más vigorosamente que antes, sin mostrar ningún signo de arrepentimiento.

“¿Puedo preguntar por qué le hablas tan educadamente a Eris?” “Porque le debo la vida”.

Eso despertó mi interés.

El día que Eris salió a cazar goblins cerca de Millishion, aparentemente rescató a Therese de un grupo de asesinos que la rodeaban. Therese había estado de guardia defendiendo a cierto “personaje importante” en ese momento; si Eris no hubiera aparecido cuando lo hizo, tanto Therese como su encargada habrían perdido sus vidas.

Todo esto era nuevo para mí. Cuando miré a Eris, tenía una expresión ligeramente avergonzada en su cara. “Lo siento. Olvidé decirte algo de esto…”

Por lo que me dijo Eris, una vez que regresó a la posada y vio lo deprimido que estaba, se había olvidado de todo lo demás que había ocurrido ese día. Fue básicamente mi culpa, ¿eh? En ese caso, no podía quejarme realmente.

Therese seguía acariciándome como una loca, por cierto. Como estaba sentada detrás de

mí, era difícil decirlo con seguridad, pero apostaría a que la mujer tenía una expresión bastante alegre en su cara. Definitivamente era un poco incómodo. Quiero decir, tenía a una mujer presionando sus pechos contra mí y no estaba ni remotamente excitado. Fue una sensación muy… desconocida.

“En serio, sin embargo. Eres demasiado lindo, Rudeus. ¡Podría comerte!”

“Lo siento, ¿eso significa que quieres acostarte conmigo?”

La respuesta de Therese a este modesto intento de humor fue cubrir mi boca con su mano. “Definitivamente eres más lindo cuando te quedas callado. Escucharte hablar me recuerda a Paul Greyrat.”

Parecía que mi tía no era una gran fan de mi padre. Acariciándome como a un cachorro, se adelantó y cambió el tema.

“De todos modos… el comandante Gash nunca cambia, ¿eh? Debía saber cómo reaccionaría el duque Bakshiel ante una carta así, pero se adelantó y la escribió de todos modos”.

Galgard Nash Vennik era, de hecho, el hombre al mando de los Caballeros Misioneros de Millis. Esta orden era esencialmente una fuerza mercenaria que enviaba a jóvenes caballeros a regiones turbulentas del mundo, donde podían ganar experiencia real de combate mientras difundían las enseñanzas de la Iglesia de Millis. En la actualidad, se encontraban en medio de campañas, y habían regresado a Millis para reforzar sus filas con nuevos reclutas.

El amigo de Ruijerd, Gash, alias Galgard, había sido su líder durante algún tiempo. Había sobrevivido a una desastrosa expedición al Continente Demoníaco como un joven caballero, y en las décadas siguientes, había reformado su orden para convertirla en la fuerza más fuerte que jamás haya existido. Era un hombre brusco y tranquilo que rara vez sonreía, pero también era conocido por su justicia e imparcialidad incluso con el peor de los villanos.

En Millis, nadie se consideraba un caballero de pleno derecho hasta que había experimentado al menos una expedición con los Caballeros Misioneros. Estas campañas eran a menudo muy peligrosas. Pero con Gash a cargo, más del noventa por ciento de los jóvenes caballeros enviados regresaron vivos. Esta fue la razón por la que muchos lo aclamaron como el comandante más grande que la orden había conocido. Cada caballero de las tres órdenes militares sagradas respetaba profundamente a Gash. Muchos incluso le debían sus vidas.

“Por supuesto, también es famoso por escribir poco y decir menos.”

En el campo de batalla, daba órdenes rápidamente y con precisión, pero en la mayoría de los casos era demasiado apático para devolver el saludo de un oficial. Casi nunca escribía cartas de ningún tipo, y sólo informes con sello de goma que otros escribían. Tan poca gente había visto su letra que los documentos falsos circulaban rutinariamente a su nombre.

Ruijerd lo había descrito como un hombre hablador y apasionado. Pero, por supuesto, Ruijerd era bastante reservado. Tal vez sus estándares de “hablador” diferían de los nuestros… o tal vez Gash actuaba de manera diferente a su alrededor.

“Bien, mira”, interrumpió Eris. “¿Vas a dejarlo ir alguna vez?”

Pude ver que la chica estaba a unos cinco segundos de romperse en este punto, así que finalmente me escabullí de las garras de Therese.

“Aww… mi agradable y cálido Rudeus…” Mi tía se veía ligeramente desconsolada, pero yo

no era la almohada de su cuerpo. Y no es que estuviera disfrutando de la experiencia, de todas formas.

“¡Ven aquí, Rudeus!”

Tal como se ordenó, me senté junto a Eris. Ella rápidamente me tomó de la mano. “Um…”

En segundos, la chica se sonrojó hasta las puntas de las orejas. Mirando a un lado de su cara mientras miraba hacia delante, no pude evitar sonreír.

Therese, por otro lado, estaba ocupada golpeando una almohada en la cama. Es comprensible, pero ¿por qué no golpear la pared en su lugar? Eso es mucho más satisfactorio, según mi experiencia.

“Hah… disfruten de su juventud mientras la tengan, niños.” Therese sacudió la cabeza con un suspiro, y luego nos miró con una expresión más seria. “Bien. Hay una cosa de la que quería advertirte, Rudeus. Puede que no importe demasiado, ya que estás a punto de dejar a Millis, pero creo que debes ser consciente de ello.”

Se detuvo un momento después de esta larga entrada, y luego continuó con firmeza: “Sería más inteligente no mencionar la palabra Superd dentro de las fronteras de este país”.

“¿Por qué?”

“Una de las enseñanzas más antiguas de la Iglesia de Millis sostiene que la humanidad demoníaca debe ser totalmente expulsada.”

Específicamente, esto significaba que todos los demonios debían ser expulsados del Continente de Millis. Era una doctrina muerta que pocos tomaban en serio, pero los Caballeros Templarios aún se esforzaban por ponerla en práctica. Y por supuesto, los Superd eran particularmente infames, incluso entre las razas demoníacas. Si se corría la voz de que uno se movía a través de Millis, los Caballeros venían tras él con todo lo que tenían, incluso si no era realmente lo que decía ser.

“Dado todo lo que ha hecho por ti y Eris, tengo que hacer una excepción en su caso. Pero normalmente, no habría pasado por alto esto.”

“No seas ridícula”, dijo Eris fríamente. “Nunca le ganarías a Ruijerd ni en un millón de años, no importa cuánta gente le lances.”

“Supongo que puede tener razón en eso, Srta. Eris”, dijo Therese, sonriendo irónicamente. “Pero me temo que los Caballeros Templarios son un grupo de fanáticos. Incluido yo misma. Lucharíamos en esa batalla, aunque supiéramos que no tenemos ninguna posibilidad”.

Aparentemente había bastantes personas así entre los Santos Caballeros de Millis. Y así, enfatizó, debemos ser muy cuidadosos si alguna vez regresamos a este continente.

Todo este incidente nos hizo ver lo arraigados que estaban los prejuicios de la humanidad hacia los demonios. Sentí que podría ser difícil trabajar en la reputación del Superd de aquí en adelante.

Además, si alguien se entera de que venero a Roxy como si fuera una diosa, podría terminar siendo torturado por un inquisidor o algo así. Probablemente era mejor mantener mi religión personal para mí mismo.

***

Nuestro viaje a través del mar fue suave esta vez.

Mi tía se aseguró de que estuviéramos bien preparados para el viaje. No sólo nos proporcionó todas las provisiones que necesitábamos, sino que también nos dio algún tipo de medicina para el mareo. Tenía la impresión de que la medicina era un campo descuidado en este mundo, pero evidentemente, no dependían de la magia curativa para todo. Había remedios para este tipo de enfermedades, al menos.

Dicho esto, tales medicinas no eran baratas. Menos mal que tenía parientes en las altas esferas.

Therese tuvo especial cuidado en acomodar todas las necesidades de Eris. Siempre había cierta hostilidad en sus ojos cuando miraba a Ruijerd, pero ¿qué se puede hacer? La gente no cambia toda su perspectiva del mundo de la noche a la mañana.

Gracias a la medicina que Therese había adquirido, Eris pasó la mayor parte de nuestro viaje ligeramente incómoda en lugar de completamente miserable. Lo que significaba que no me rogaba que usara “Curación” con ella todo el tiempo.

Para ser perfectamente honesto, eso era un poco decepcionante. Esperaba verla mansa y suave de nuevo. Pero por el lado positivo, mi super metro no se cargó, nunca liberé a mi Lobo Búster, y Eris no necesitaba golpearme con un Sunny Punch. Era el típico asunto de siempre.

Eris parecía estar un poco ansiosa después de la última vez, sin embargo, ya que se pegó a mí como el pegamento una vez que subimos al barco. Definitivamente no era “mansa” en ningún momento, pero al menos pude verla saltando de alegría mientras mirábamos el mar. Eso fue suficiente para mí.

Uno de los marineros aprovechó la oportunidad para burlarse de nosotros. “¡Hola, tortolitos!

¿Se van a casar en el Reino del Rey Dragón o qué?”

“Puedes apostar”, dije, poniendo un brazo alrededor de los hombros de Eris con una sonrisa. “Va a ser una boda loca.”

En este punto, Eris me golpeó en la cara. “¡Es demasiado pronto para que nos casemos,

estúpido!”

A pesar de la violencia, no parecía muy disgustada por la idea en sí, a juzgar por la forma en que se movió después. La parte de la “burla pública” fue probablemente el tema principal.

Si quería sacar este tema, debería ser en un lugar agradable y tranquilo, con sólo nosotros dos, y sólo una vez que se hubiera establecido el ambiente adecuado. Eris era ya un monstruo de espadachín, pero seguía siendo una doncella inocente cuando se trataba de un romance.

Aún así… el matrimonio, ¿eh?

Philip y los otros ciertamente habían tratado de empujarnos a los dos juntos. Pero ahora, nadie sabía siquiera dónde estaban. Paul dijo que no fuera demasiado optimista…

No fue sólo Philip, Sauros y compañía, por supuesto. Zenith, Lilia y la pequeña Aisha también seguían desaparecidos. Tampoco había noticias de Sylphie. Diablos, ni siquiera sabíamos si Ghislaine seguía viva. Había tantas razones para estar ansiosos.

Aún así, no podía dejarme hundir en el pesimismo. Para cuando volviéramos a Fittoa, quizá todos nos estarían esperando allí, sanos y salvos.

Sabía que la idea era absurda. Sabía que no era ni remotamente probable. Pero al mismo tiempo, arrancarme el pelo con preocupación no iba a servir de nada en este momento. Eso era lo que me decía a mí mismo, al menos.

Para bien o para mal, habíamos dejado atrás el Continente de Millis.