Tensei Shitara Slime Datta Ken (NL)

Volumen 2

Capitulo 6: Aquel que Devora Todo

Parte 1

Era un espectáculo para la vista.

Mantuve mi vigilancia en el campo de batalla desde arriba, observando la realidad que se desarrollaba en el suelo. Destellos de luz corrían de esquina a esquina, derribando a docenas de orcos a la vez. Un fuerte rugido retumbó en el cielo cuando apareció algo negro en forma de cúpula, luego desapareció después de unos segundos y no dejó nada más que un montón de vidrio fundido en la tierra.

Todos los orcos debieron haber sido quemados hasta las cenizas. Sabía lo que había sucedido con bastante facilidad, pero sentía que mi corazón aún tenía problemas para aceptarlo. Antes de que pudiera, los tornados se arremolinaban a través del campo, enviando fuertes vientos en todas direcciones y quemando vivos a los orcos con rayos. Parecía que uno de los orcos con armadura negra había sido incinerado o destrozado.

Mi honesta evaluación de todo esto era: ¿Qué demonios?

 Con cada golpe de su espada, Shion estaba cortando grandes cantidades de orcos. Su espada brillaba con un tenue tono púrpura, infundido en su aura. Un destello del mismo color se disparaba en el aire con cada corte, rebanando a los soldados orcos por la mitad mediante las ondas de choque. La espada no era más amable con aquellos a los que golpeaba físicamente—algunos literalmente explotaban. Un solo corte tenía un alcance de más o menos seis metros, cortando a todos los que tuvieran la mala suerte de estar en su camino.

Ella sonrió con gracia y atractivo mientras bailaba a través de las hordas de orcos. Los ataques seguían llegando, sin interrupciones, y ni un solo orco podía poner una pezuña en ella.

Su fuerza era simplemente abrumadora.

Pero hubo un par de otros chicos en la batalla que hicieron que Shion pareciera una completa novata. Aquellos eran Benimaru y Ranga.

Vamos a abordar primero a Benimaru. ¿Qué estaba pasando con esa espeluznante cúpula negra? Tenía una vaga idea cuando lo vi por primera vez, lo admito. Una combinación de mi Control de Flamas, Flama Oscura y Barrera a Distancia, supuse. Él utilizó una barrera para congelar el espacio, Control de Flamas para acelerar el movimiento de partículas en el interior, y luego Flama Oscura para convertir las partículas alteradas en llamas abrasadoras. Cocinaría instantáneamente cualquier cosa dentro de ese espacio cerrado, como el Flare Circle de Ifrit, pero a un rango aún mayor. Desapareciendo en el espacio de dos segundos, pero con temperaturas tan altas, era más que suficiente.

Era una estrategia muy eficiente, y lo bueno, era que, a diferencia de una bomba nuclear, no afectaba a la zona exterior. Ni una sola onda de choque o explosión de energía se escapaba de la barrera. Debió haberla colocado cuidadosamente para controlar la temperatura interior, y solo pude imaginar lo caliente que debe haber sido. De ninguna manera alguien podría haber sobrevivido.

El único problema real, supuse, era la forma en que tomó esta habilidad increíblemente peligrosa—la desarrolló él mismo, más tarde la oí, llamándola Hellflare—y la lanzó sin pensarlo dos veces.

Ahora para el otro chico—er, lobo. Ranga.

Transformarme en un Tempest Starwolf de la nada era algo raro, pensé, pero fue la habilidad que inmediatamente desató lo que realmente me desconcertó.

Supongo que así es como se supone que debes usar Relámpago Oscuro, sin poner ningún límite en ello. E incluso controló el viento para potenciar sus efectos. Diablos. ¿Qué era eso?

Respuesta. Considero que el individuo Ranga combinó Relámpago Oscuro con la habilidad extra Control de Viento, aprovechando las diferencias de temperatura y presión atmosférica para crear ráfagas de corrientes ascendentes y descendentes, causando así los torbellinos.

 Huh. Genial. No lo entiendo.

¿Entonces generó tornados para atacar a un rango más amplio de lo que podía con solo un relámpago? Bueno, seguro que funcionó. Golpeó una sección entera de la horda de orcos.

Sin embargo, consumió una tonelada de su magia, así que dudé que se produjera un segundo golpe. Lo cual, quiero decir, si pudiera disparar cosas como esas consecutivamente, creo que deberíamos redefinir todo sobre cómo funcionaba la guerra en este planeta.

Calibrar todo esto me hizo darme cuenta de algo. Los frenos que había estado aplicando inconscientemente sobre mí mismo todo este tiempo—ellos no tenían nada de eso. No hay un concepto de limitar las habilidades que son un poco demasiado peligrosas para desatar y solo las lanzan, así como así, contra los enemigos. Eso era algo que se daba en el mundo de supervivencia del más apto en el que nacieron, me imaginé, y en realidad, tal vez yo era el único extraño. Apestaría si me contuviera y mis amigos pagaran el precio por ello.

En mi viejo mundo, había un acuerdo tácito de que, sí, tenemos todas estas armas devastadoras y esas cosas, pero en realidad no podemos usarlas. Eran más un método de disuasión. ¿Pero era realmente ese el caso? ¿Para qué gastar tanto dinero en armas que nunca podrías usar? ¿Tomando todo ese tiempo para desarrollarlas? Están diseñadas para ser lanzadas cuando los tiempos lo requieran, ¿no? Y si no se supone que debas usarlas en ciudadanos inocentes, ¿de repente estaba bien usarlas en el campo de batalla? Creo que, si te explotaran los sesos en una guerra, probablemente no te importaría mucho el arma que lo hizo, donde sea que termines.

Tal vez ese era el punto. Necesitabas mostrarle a la gente que eras fuerte si tus armas alguna vez iban a servir como elemento disuasorio. Tal vez no haya nada de malo en eso, en realidad. Mira a Ranga, por ejemplo—está sentado allí, observando, y nadie se atreve a acercarse a él. Están tan disuadidos como es posible.

Divagué distraídamente por un tiempo.

La batalla se había librado durante unas dos horas.

Benimaru había disparado cuatro ataques de esa cúpula oscura. Ni siquiera él podía desplegarlos en rápida sucesión, pero supongo que no agotaban gran parte de su energía. El ataque de Ranga, mientras tanto, estaba demostrando ser más que algo de una vez. Supongo que puso su todo en ello, lo que explicaba su actual silencio. Ciertamente ayudó de todos modos a que sus oponentes se sometieran.

Cuando vi a un montón de orcos corriendo en pánico, tratando de no quedar atrapados en el rango del ataque de Shion, decidí analizar la situación un poco. Me sentía extrañamente tranquilo ahora. Benimaru decidió dónde atacar primero, pero yo tenía la máxima autoridad sobre a dónde ir al final. Quería golpear al enemigo con fuerza en un lugar específico, atrayendo a nuestros enemigos a Shion y golpearlos donde más les doliera.

Hakurou estaba ocupado manejando a los enemigos de clase comandante por mí, y casi no llamaría a eso una batalla. Se acercó a ellos sin hacer ruido y los cortó en cuadritos en un instante. La habilidad única Hambriento permitía que los ejércitos aumentaran la fuerza de su líder al consumir a los muertos, por lo que hacer que los cuerpos se desvanecieran era aparentemente una prioridad para él, lo cual aprecié.

¿Parte de su Arte Voluntad Íntegra, tal vez? Podía verlo liberar un aura de su palma, quemando los cadáveres—o derritiéndolos, mejor dicho.

Continuamos por esas líneas por un tiempo, mientras observaba a un comandante enemigo y enviaba a Hakurou para borrarlo. Estábamos abrumando al ejército de orcos, con cero bajas de nuestro lado. Seguí mi observación, tratando de ser lo más eficiente posible.

Incluso los orcos más ansiosos se dieron cuenta de que los papeles se habían invertido, estaba seguro. No estaban atacando tan frenéticamente como lo hacían antes. Se mantenían alejados de Benimaru y Ranga, expandiendo sus formaciones para que no quedarse agrupados.

En ese momento, los orcos habían sufrido alrededor del 20 % de bajas. Más de cuarenta mil habían perdido la vida. Y no fue hasta entonces que el centro del enemigo—el Orc Lord—finalmente tomó acción.

El Orc Lord, un monstruo con cabeza de cerdo que redefinía la fealdad, llegó al frente. Él tenía dos generales orcos con él, ambos claramente un nivel por encima de los orcos de antes. Sus opacos ojos amarillos rebosaban de odio, y podía ver sus auras desde aquí arriba.

Benimaru, Shion, Hakurou y Ranga ahora estaban alineados para enfrentarlos. Incluso Souei estaba allí ahora, junto a Benimaru. Ellos estaban claramente listos para la acción.

Así que, ¿qué tan fuerte es este Orc Lord? No tenía ni idea, en serio, pero parecía que todos los poderes que ganaba empezaban a hacerle perder el control de su propia personalidad. Tal vez por eso llegó tan tarde al reaccionar ante nosotros. No estaba tan seguro de que tuviera que preocuparme mucho por él.

De cualquier manera, sin embargo, no podíamos dejar que se volviera más fuerte. Ahora que Benimaru y todos los demás habían llegado, me di cuenta de que cuanto antes lo venciéramos, mejor. Saqué mi máscara de mi bolsillo y me la puse. Hora de enseñarle una lección, pensé mientras descendía al suelo.

Justo cuando estaba a punto de tocar tierra…

Tiiiiiing.

… se escuchó un ruido agudo y penetrante. Mientras resonaba en mi mente, mi Percepción Mágica notó que algo volaba hacia el área a alta velocidad—apuntando directamente a la mitad del pantano donde los dos ejércitos estaban luchando.

Era un hombre, vestido de forma bastante extraña y con un aura alarmantemente fuerte. Uno de esos demonios de alto nivel sobre los que había estado escuchando. Aterricé en el suelo, siguiendo su rastro, Ranga y Benimaru se pusieron a mi lado.

El hombre nos dio una mirada de reojo.

“¡¿Qué diablos está pasando aquí?!” gritó, tomando una pose como si fuera un manga.

“¡¿Quién se atreve a interrumpir los planes del gran Gelmud en persona?!”

Creo que tenía una idea de lo que estábamos tratando. Este era el chico malo, ¿verdad? Lo sabía. Y la forma en que reveló quién era sin que nadie le preguntara indicaba que también podría ser un poco idiota.

Parecía de nivel subordinado, pero no quería juzgar este libro por su portada. Su ropa era rara, pero cada componente parecía ser mágico por naturaleza. Será mejor que no baje mi guardia, pensé. Si tuviera que adivinar, este era el tipo que estaba poniendo al Orc Lord contra la población general. Y ahora que sus planes estaban yendo mal, se veía seriamente enojado.

“¡G-Gelmud-sama!” tartamudeó Gabiru mientras corría hacia él.

“¡Nunca hubiera esperado que vendría en mi ayuda en un momento como éste!”

Gelmud solo lo miró de la manera en que alguien miraría una pila gigante de basura.

“¡Ustedes inútiles desperdicios de espacio!” escupió a los orcos que lo rodeaban.

“¡¡Si te hubieras comido estas estúpidas lagartijas y otros forrajes y hubieras evolucionado a un rey demonio, entonces yo, el gran Gelmud, no tendría que estar aquí ahora mismo!!”

Bueno, eso es un poco cruel. ¿Entiende lo que está diciendo, en serio? ¿Quiere decir que los hombres lagarto y los goblins estaban solo destinados a ser alimento para el Orc Lord? No es que me importe, pero…

… Espera, ¿no he oído el nombre de Gelmud antes?

 Entendido. Mi información indica que el demonio que le dio al goblin llamado Rigur, se llamaba a sí mismo Gelmud.

Oh, cierto. Gelmud fue el tipo que nombró al primer Rigur, el hermano mayor del actual. ¿También nombró a Gabiru? El propio hombre lagarto habló antes de que yo pudiera seguir con la pregunta.

“¿Comer estas… lagartijas? Ja… ¡jajaja! Hablando de su humor negro, ¿eh? Encontrará que todavía estoy perfectamente sano y fuerte, Gelmud-sama. Desde que me concedió un nombre, he hecho todo lo posible por ejercer todo el potencial de mis habilidades…”

Ah, así que era él. ¿Pero nombrar a un monstruo solo para que el Orc Lord pudiera consumirlo? Eso… tiene mucho sentido, en realidad. Comer un monstruo nombrado con habilidades y fuerza mejoradas y todo eso, haría al Orc Lord mucho más poderoso.

Pero, ¿por qué no nombrar al Orc Lord entonces? Mucho del modus operandi de este tipo todavía tenía poco sentido para mí.

“¿Huh? Oh. Tú, ¿Gabiru?” preguntó Gelmud mientras reflexionaba sobre esto.

“Desearía que hubieras alimentado tú mismo al Orc Lord antes… Tan torpe e inútil como eres, ¿todavía te molestas en rondar por este mundo? Bueno, que así sea. Ahora que estoy aquí, podría ayudarte a ir a tu tumba. Gabiru, te ordeno que te conviertas en la fuerza del Orc Lord. ¡Tu muerte será la cosa más grande que hayas hecho por mí!”

Él estaba gesticulando salvajemente hacia el Orc Lord ahora. El Orc Lord no se movió. Simplemente miró a Gelmud con los ojos hundidos y abrió su boca.

“Evolucionar… en rey demonio… ¿Qué es eso…?”

“¡Dahh! Tu cerebro debe ser del tamaño de una nuez”, reflexionó Gelmud.

“Parece que todas las presas han evitado por completo tu cerebro y han ido directamente a tus músculos. Estamos fuera de tiempo. Tengo prohibido meterme en esto… pero no tengo otra opción”.

Él giró sus ojos inyectados en sangre hacia Gabiru, mostrando una palma abierta. Entonces, sin más advertencia, gritó “¡Muere!” y lanzó un rayo de magia.

“¡Cuidado, Gabiru-sama!”

“¡Al, al suelo!”

Un pequeño grupo de hombres lagarto se apresuró hacia Gabiru para protegerlo, formando un escudo viviente al darse cuenta del peligro. Ese único rayo mágico fue suficiente para lanzarlos dos metros en el aire. Pero no mató a ninguno de ellos. Ya sea que la fuerza de la explosión se disipara entre todos los cuerpos o si los hombres lagarto eran realmente tan duros, nadie fue asesinado por ello. Gravemente heridos, sí, pero muy vivos.

“¡¿Qu-Qué está—?” exclamó Gabiru.

“¡Gelmud-sama, ¿por qué hizo tal cosa…?!”

Así que él estaba usando y abusando de Gabiru todo este tiempo, y ahora que las cosas no iban perfectamente según el plan, ¿lo iba a matar? Algo me dijo que probablemente no me llevaría muy bien con este tipo Gelmud.

El rostro de Gabiru se retorció en desesperación, traicionado por la única persona en este mundo en la que creía.

“¡G-Gabiru-sama, es demasiado peligroso!” le aconsejó uno de sus soldados heridos.

“Por favor, salga de aquí lo más rápido que pueda”.

Ciertamente tenía algunas personas agradables bajo sus órdenes—o tal vez era más como que Gabiru era un gran jefe para ellos. Juzgando por el estado de las cosas cuando llegué, él no había utilizado a los goblins como los peones desechables como esperaba que lo hiciera. Tal vez los estaba usando como defensa táctica de primera línea, pero podía ver que tenía una buena razón para ello.

El comandante querido, ¿huh…?

“Ustedes arrogantes razas inferiores… ¡Si desean morir tan urgentemente, los mataré a ustedes en este momento! ¡¡Tal vez finalmente me sean útiles una vez que estén en el estómago del Orc Lord!!”

Gelmud comenzó a enfocar su aura por encima de su cabeza, intentando lanzar un rayo mágico aún más poderoso. ¿O era magia? Porque casi no se demoró en invocarlo. Todo lo que hizo fue cerrar sus ojos y reunir su magia en un punto particular del aire. No es que importara.

Avancé frente a los hombres lagarto—y frente a Gabiru, quien ahora estaba cavando para proteger a sus hombres, incluso en medio de su actual aturdimiento. Sabía que él no podía ver mi rostro a través de la máscara.

¿Qué piensa Gabiru de mí en este momento? No pude expulsar el pensamiento.

¿Por qué yo estaba de pie frente a él? Esa era una pregunta muy fácil—porque él me agradaba. Y quería ayudarlo.

Esa era la única razón, y eso era todo lo que yo realmente necesitaba. No tendría miedo de hacer lo que quería en vida—de hecho, me lo había jurado a mí mismo.