Otome Game no Hametsu Flag shika nai Akuyaku Reijou ni Tensei shite shimatta… (NL)

Volumen 8

Capítulo 4: El Baile

Parte 2

Sus ojos azules estaban húmedos por las lágrimas y estaba claramente asustada. Esa vista me llenó de adrenalina.

¡Tengo que salvarla! Pensé, y traté de golpear la ventana, que, desafortunadamente, resultó ser más resistente de lo que había imaginado. Hacen que parezca tan fácil en las novelas y en la televisión…

“Oye, ¡¿Quién eres tú?! ¡¿Y qué estás haciendo aquí?!” Me gritó el hombre después de abrir la ventana.

Esta era la oportunidad perfecta para entrar, y lo hice, pero no sin antes empujar al hombre frente a mí tan fuerte como pude. Esto lo tomó por sorpresa y cayó al suelo. Luego corrí hacia María, quien me miraba con sorpresa en sus ojos. Afortunadamente, aunque parecía asustada, me sentí aliviada al ver que su ropa y su cabello no estaban despeinados.

Me paré frente a ella y les di a los hombres la mirada más dura que pude reunir.

“¡¿Qué creen que están haciendo?!” Le grité.

El hombre parecía desconcertado por mi repentina aparición.

“¿Y quién te crees que eres?”

“¡Soy amiga de esta chica y no perdonaré a nadie que la lastime!” Dije, sin apartar la mirada del rubio.

“¿Amiga? ¿También eres una sirvienta? ¿Con ropa tan andrajosa como esa?” Dijo mientras me miraba con creciente sospecha.

Incluso los sirvientes llevaban mejores ropas de lo habitual para la Asamblea, y aquí estaba yo con mi vestido, destrozado y hecho jirones por escalar un árbol, y mi cabello hecho un nido de ratas. Si viera a alguien con ese aspecto, también tendría que asumir que había estado involucrado en un accidente o algo así.

“¡Es una larga historia!” Dije, tratando de disculpar mi atuendo.

Mientras tanto, el hombre en el suelo se había puesto de pie y caminaba hacia nosotros.

“¡¿Q- Qué está pasando?! ¡Esta chica de aspecto sucio acaba de saltar por la ventana! ¡Debe ser una ladrona!” Dijo groseramente.

“¡Oye! ¿A quién llamas ladrona? ¡Y eres de los que hablan después de traer a María aquí a la fuerza! ¡Criminales!” Grité de vuelta.

El rubio de repente se echó a reír.

“En verdad, ¿de qué estás hablando? Somos nobles y esta es una sirvienta. Podemos hacer lo que queramos con ella, y eso no es un crimen.” Dijo, demostrando que era uno de los estúpidos nobles de los que estaba hablando Cezar. Su teoría era 100% correcta.

No podía mantener la calma después de escuchar lo que había dicho.

“¿Eh? ¿De qué estás hablando? ¡Te haré saber que aquí en Sorcié no puedes hacer lo que quieras con nadie, ni siquiera con los sirvientes! ¡Nobles ignorantes de tercera clase!” Grité enojada y el rostro del hombre se puso rojo.

“¿Cómo te atreves, una humilde sirviente, a hablar con nosotros los nobles? ¡Esto no será perdonado!” Dijo, y levantó su brazo hacia mí, preparándose para golpearme.

“¡Lady Katarina!” Dijo María, que se cubría detrás de mí.

¿Qué debo hacer? Podría esquivar esto si lo intentara, pero luego María sería golpeada…

 Decidí que mi única opción era resistir el golpe sin moverme para salvar a mi amiga.

¡Bam! Escuché el fuerte ruido de algo rompiéndose.

Miré a mi alrededor y descubrí que la puerta se había roto con tanta fuerza que básicamente se había convertido en polvo. Me quedé inmóvil, tratando de procesar lo que había sucedido. El rubio también lo miró, con el brazo todavía levantado frente a mí.

Y luego, vi una cara familiar entrar por la puerta, la del príncipe Jeord, rubio y de ojos azules.

¿Y por qué esta él aquí? Pensé, y, cuando nuestras miradas se encontraron, primero pareció horrorizado y luego me miró con tanta frialdad que empecé a temblar.

Después de eso, se movió tan rápido como el viento y alcanzó al hombre frente a mí, tomándolo del brazo e inmovilizándolo.

“¡Aghhh!” Gritó de dolor, pero la expresión de Jeord no cambió. No se parecía en nada al Jeord que había conocido desde que éramos niños.

Todavía estaba pensando en qué decir cuando Keith entró y se paró a mi lado.

“No te preocupes, Nee-san, ahora todo estará bien.”

Su rostro estaba pálido. Mientras me cubría con su chaqueta, le temblaban las manos.

¿K-Keith? ¿Qué pasa? 

Incluso parecía que dudaba en tocarme, y yo no tenía idea de cuál era el problema.

Jeord luego habló con el rubio.

“Te has atrevido a hacerle algo atroz a mi prometida, y por este pecado pagarás con tu vida. Te quemaré por tanto tiempo que ni tus huesos permanecerán intactos.” Dijo con una voz aterradora, y convocó una llama en la palma de su mano.

Fue entonces cuando finalmente entendí lo que estaba pasando. ¿Creen que este hombre me hizo cosas?

Eso también habría explicado la reacción de Keith. Mi cabello y mi vestido estaban desordenados, pero esto era porque me había subido a un árbol… Más importante aún, si no actuaba rápidamente, Jeord asesinaría a ese hombre. ¡Tengo que detenerlo!

“¡Espera! ¡Él no me hizo nada!”

Mientras gritaba, vi que la llama en la mano de Jeord se hacía más grande. y luego cayó una lluvia de agua, apagándola.

“Cálmate. ¿Tienes alguna idea de lo que podría pasar si usaras magia en un noble extranjero?”

Fue Alan quien dijo eso, agarrando el brazo de su hermano. Probablemente había usado magia de agua para bloquear la magia de fuego de Jeord.

Jeord, mojado y enojado, miró a Alan.

“Le han hecho cosas atroces a mi Katarina. Merecen morir y lo harán de mi mano. Los convertiré en cenizas.”

“Trata de calmarte. Katarina acaba de decir que no le hicieron nada.” Dijo Alan mientras me señalaba.

Jeord me miró y luego volvió a mirar a su hermano.

“¿Viste su ropa? ¿Su cabello? ¿Cómo puede ser eso cierto?”

Lo siento, Jeord, hice todo esto yo misma… 

“No se puso así porque alguien le hizo algo, se arruinó el vestido y el cabello trepando un árbol. Mira todas las ramas y hojas pegadas a ella.” Dijo Alan mientras me miraba con una mezcla de lástima y disgusto.

Jeord tiró al rubio a un lado y caminó hacia mí.

“¿Realmente no te hicieron nada?”

“S-Sí. Como dijo el príncipe Alan, trepe un árbol.” Respondí, y su expresión volvió a la que siempre había conocido.

Me sentí aliviada al verlo volver a la normalidad, pero solo dijo: “Ya veo…” Y dejó caer los hombros. Me recordó a un padre cansado que miraba a su hijo rebelde, y de repente sentí pena por hacer que se preocupara tanto.

Cuando Keith suspiró a mi lado, me sentí aún más apenada. Torpemente miré a mi alrededor y noté que el hombre rubio, después de ser golpeado contra el piso por Jeord, se había desmayado. El otro hombre también estaba tendido en el suelo.

¿Qué le pasó? Pensé, y miré a Keith en silencio.

“Lo acabo de noquear.” Explicó cuando nuestras miradas se encontraron.

“L-Lady Katarina.” Escuché una voz débil venir detrás de mí y me di la vuelta de inmediato. Los ojos de María estaban llenos de lágrimas y estaba agarrando el dobladillo de su vestido.

“María, ¿estás bien? ¡¿Te hicieron algo?!”

“… Estoy bien, sí. No lograron hacerme nada.” Dijo.

Ya me sentí aliviada cuando había visto que su ropa y su cabello no se veían desordenados, pero escucharlo directamente de ella me hacía sentir mucho mejor.

“¡Estoy tan feliz!” Dije y la abracé, y ella comenzó a sollozar en mis brazos.

Incluso si no le habían hecho nada, ser perseguida así debió haber sido realmente aterrador.

 La abracé más fuerte y le acaricié la espalda.

“Está bien, María. No te preocupes, ahora todo estará bien.”

Después de un rato, cuando casi había dejado de llorar, Nicol entró repentinamente en la habitación.

“Lamento irrumpir cuando todavía están tratando de arreglar las cosas, pero esta no es la mejor situación para ser vistos. Por favor, regresen a sus habitaciones.” Dijo con su habitual falta de emoción, y me di cuenta que Sora estaba de pie detrás de él.

Más tarde escuché de Keith que, dado que desaparecí casi al mismo tiempo que María, se habían dividido en dos grupos para buscarnos.

“Sora acompañará a la señorita María, y Keith acompañará a la Lady Katarina. Y Alan, por favor acompaña a tu hermano. Me ocuparé de este incidente y de estos dos hombres.” Continuó Nicol.

Al verlo dar órdenes de ese modo, entendí por qué la gente decía que él era el principal candidato para ser el próximo canciller del rey.

Todos acordamos hacer lo que dijo, excepto Jeord.

“¿Por qué necesito que Alan me acompañe?” Preguntó.

“Lo sabes bastante bien.” Dijo Nicol, mirando al príncipe sin mover un solo músculo de su cara. Eso fue suficiente para persuadirlo. En este tipo de situación, parecía que Nicol era más fuerte que Jeord.

Todos volvimos a nuestras habitaciones según las instrucciones. Como no podía caminar por el castillo en ese estado, Nicol me dio algo que pensé que era una especie de traje étnico, algo así como un poncho, que podía usar encima de mi vestido.

Al salir de la habitación, vi a Cezar apoyado contra una pared en el pasillo. Cuando pasamos junto a él, bajó levemente la cabeza y Keith hizo lo mismo en respuesta. Yo hice lo mismo.

“¿No te dije que te quedaras allí?” Escuché a Cezar susurrar tan bajo que sólo yo pude escucharlo. Pero cuando me volví para mirarlo, ya estaba mirando hacia otro lado.

“¿Qué pasa, Nee-san?” Preguntó Keith, confundido.

“No es nada.” Dije, y volvimos a mi habitación.

Inmediatamente me quité el vestido tipo poncho que me había regalado Nicol.

“¡Esto está tan mal ventilado! Ya me siento mejor con sólo quitármelo.” Dije, estirándome.

“Nee-san… ¿Entiendes la gravedad de lo que acaba de pasar? Esos dos hombres podrían haberte hecho daño. Afortunadamente, todo terminó bien, pero ¿cómo puedes estar tan relajada?”

“Lo siento…” Dije, bajando la cabeza, ya que tenía toda la razón.

Incluso yo, tan densa como era, sabía lo peligroso que había sido. Si no fuera por Jeord y Keith, no sabía cómo habría terminado.

“Entiendo que estabas preocupada por María, pero por favor, trata de confiar más en mí… y en todas las personas que te rodean.” Dijo Keith, agarrando mis dos manos.

“Estaba realmente preocupado por ti…” Continuó con voz temblorosa.

Estaba mirando hacia abajo y no pude ver su rostro, pero sonaba como si estuviera llorando. Nunca lo había visto así, y me di cuenta de lo miserable que se sentía por mi culpa.

“Lo siento, Keith.” Me disculpé de nuevo mientras agarraba con fuerza sus manos temblorosas.

“Y gracias por salvarme.” Finalmente miró hacia arriba y asintió lentamente.

Después de eso, Anne y las otras sirvientas vinieron a arreglarme el cabello y el vestido, mientras se preocupaban y se quejaban alternativamente de mí. Pasé mucho tiempo disculpándome. Me cambiaron el vestido por uno nuevo, sacaron todas las ramas y hojas de mi cabello y me volvieron a dejar presentable. Luego fui a buscar a Jeord y los demás.

Después de todos los problemas que había causado, no había tenido tiempo de disculparme adecuadamente y agradecerles, y quería hacerlo ahora.

Keith y las sirvientas me acompañaron (sin darme voz en el asunto), y fui a donde estaba descansando Jeord— una habitación vacía.

Después de romper esa puerta y sujetar a ese hombre, su ropa se había ensuciado y estaba en esa habitación cambiándose.

Justo cuando llegamos, Alan salió de la habitación.

“Oh, otra vez te ves decente.” Comentó cuando me vio.

Le dije lo que quería decirle a todos los involucrados.

“Príncipe Alan, lamento mucho lo que sucedió y estoy muy agradecida por tu ayuda.” Le dije, bajando la cabeza en una profunda reverencia.

“No es broma.” Dijo, haciendo un ovillo en una comisura de la boca.

“No sé qué te pasa. Debes estar loca para empezar a trepar a un árbol durante un baile.”

“Ugh… Tienes razón.” Dije, bajando la cabeza de nuevo. Hoy realmente no podría discutir con él, ni con nadie más.

“Pero ahora estás a salvo, y eso es lo que cuenta.”

Su voz sonaba más amable de lo habitual y, cuando miré su rostro, noté la misma expresión de preocupación que había visto antes en mi hermano.

“Cuando entré en esa habitación, Jeord y Keith ya estaban enloqueciendo, así que logré mantener la calma cuando te vi con ese aspecto. Pero si yo hubiese sido el primero en entrar, no sé si podría haber hecho lo mismo. Probablemente yo también me hubiese puesto igual… Eso es lo mucho que estaba preocupado por ti. Y no sólo yo, también los demás.” Dijo sin una pizca de humor en su voz.

Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había escuchado esas palabras en una sola noche.

“Lo siento…” Dije, y en broma golpeó mi cabeza con su puño.

“Bueno, te has disculpado más que suficiente. Ahora, por favor, ve y trata de calmar a ese otro tipo.” Dijo, señalando la puerta.

“Ese otro tipo… ¿Te refieres al Príncipe Jeord?”

“Sí, está echando humo. Tal vez puedas calmarlo lo suficiente como para que al menos pueda volver al baile.” Dijo con una risita.

¿Echando humo? ¿Qué querrá decir?

 Tal vez estaba enojado por mi imprudencia. O tal vez estaba enojado porque rompí la promesa de quedarme donde pudiera verme. ¿Cómo podría yo, entre todas las personas, calmarlo?

No estaba tan segura de que las cosas saldrían bien, pero ahora no había vuelta atrás, e incluso Keith no dijo que no debería hacerlo.

“Ah, y cuando termines, también ve a hablar con Mary y Sophia. Cuando desapareciste, estaban tan preocupadas que querían andar buscándote, así que tuvimos que obligarlas a sentarse y esperar.”

Tenía que disculparme con mucha gente.

“No podemos tener a dos príncipes desaparecidos a la vez durante tanto tiempo, así que volveré al baile. Haz tu mejor esfuerzo.” Dijo Alan, saludándome mientras se alejaba hacia el pasillo.

“… Keith, ¿también vienes?” Le pregunté.

“Quisiera… Pero a juzgar por su reacción anterior, creo que deberías ir a verlo tú sola.”

“¡¿Entonces debería estar sola mientras él se enoja conmigo?!”

“No creo que se enoje contigo, pero en cuanto a sus payasadas habituales… creo que no intentará nada en este momento. Esperaré aquí, cerca de la puerta, para poder entrar siempre que ocurra algo.”

Después de decir eso, hizo un gesto hacia la habitación y, con miedo, llamé a la puerta.