Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 13

Capítulo 6: Los Preliminares III

Parte 2

“Supongo que hay que felicitarte, ¿no?”

Hilda, bajando por el oscuro pasillo hacia su cuarto de preparación después de la entrevista con el ganador, se detuvo al ver a las dos figuras que la esperaban. Una la conocía bien, la otra nunca la había visto antes.

“¡Neh-heh-heh-heh! No, en absoluto, deberías guardar ese sentimiento para más tarde, ¡para después de que yo haya ganado el campeonato!”

La primera de las mujeres, la que conoció -Ernesta Kühne- le lanzó una amplia sonrisa. “Estás tan rebosante de confianza como siempre.” Se rió. “Te ves un poco temblorosa ahora, sin embargo… ¿Supongo que eso no es nuevo para ti?”

“Analizé los datos de ese Orga Lux antes del combate, por supuesto, y preparé un antídoto en consecuencia. Aunque, debo decir, fue más fuerte de lo que esperaba.”

Se dio cuenta de que había sido un error intentar absorber ese ataque. Si el dispositivo que se había preparado para llevar sobre su cabeza hubiera funcionado como estaba diseñado, habría sido capaz de soportarlo sin ninguna consecuencia negativa, pero como estaba ahora, estaba en mal estado. Había hecho algunos ajustes menores hace poco tiempo para estabilizar su rendimiento, pero tendría que perfeccionarlo antes del próximo combate.

“¿Viniste aquí para observar mi debut en la arena? Tendrás que compartir tus impresiones conmigo.”

En esto, la sonrisa de Ernesta se desvaneció por completo. “Esa habilidad tuya… es la fuerza misma, ¿no?”

“¡En efecto! ¡Sí, tu discernimiento es tan claro como siempre! Siempre he pensado que las habilidades de Stregas y Dantes son más que un poco injustas, ya que usan poderes como el fuego, el rayo y similares. Así que esto es probablemente una manifestación de mi sensibilidad en ese sentido.”

La recién descubierta habilidad Strega de Hilda era simplemente eso: ser capaz de
manipular el poder en sí mismo. Se asemejaba a la telequinesis a un nivel amplio, pero esa similitud era sólo superficial.

“…Así que eso te convierte en la segunda Strega artificial, después de Orphelia Landlufen. Si las felicitaciones están en orden, supongo que eso es lo que debemos elogiar.”

“¡Keh-heh-heh-heh! En ese caso, no hay necesidad de contenerse!”

Había sido capaz de reiniciar con éxito su Proyecto Hércules, con su objetivo de crear Genestella artificiales, y ya había funcionado sin problemas para producir el Strega más fuerte de la historia. Además, su segundo experimento, utilizándose a sí misma como sujeto de prueba, había sido un completo éxito, aunque, en sentido estricto, siempre había sido una Genestella, por lo que simplemente se había transformado en una Strega. Como tal, la siguiente etapa requeriría usar una persona promedio como sujeto de prueba.

Por eso había entrado en el Lindvolus, para poder usar su deseo de quitarse los grilletes que Ayato Amagiri le había puesto y recuperar su libertad.

“En ese caso, ¿por qué no mencionaste nada de eso durante tu entrevista?” Ernesta preguntó.

De hecho, Hilda ni siquiera había tocado el Proyecto Hércules en su entrevista ganadora y había desviado incluso las preguntas relacionadas con sus propios poderes.

“Todavía es demasiado pronto, por supuesto. Revelaré todo a su debido tiempo, una vez que tenga pruebas de que la nueva fase del proyecto supera a la anterior.”

“…¿Te refieres a una vez que hayas derrotado a Orphelia Landlufen?”

“En efecto. ¡Si voy a ganar este torneo, ese es un obstáculo que tendrá que ser eliminado!”

“¡Realmente estás rebosante de confianza!” Ernesta se rió.

“¡Keh-heh-heh-heh! Tal vez un poco.”

Antes de reiniciar el Proyecto Hércules, Orphelia Landlufen había sido su único éxito, pero al mismo tiempo, ese éxito había sido una irregularidad que no había podido reproducir.

Ahora, sin embargo, la situación había cambiado.

Ahora ella misma era el éxito definitivo, demostrando de una vez por todas que el proceso era realmente reproducible.

“¡Hmph! ¡Lena es la que va a ganar!” exclamó la joven escondida a la sombra de Ernesta, inflando sus mejillas.

“Querida mía… ¿Y quién podría ser?”

“Prototipo de títere autónomo LN-T, Lenaty. Va a ganar el Lindvolus como mi sustituto”.

“¿Oh? ¡En efecto!”

Ernesta e Hilda se quedaron de pie frente a frente por un breve momento, cada una mirando a la otra con una sonrisa inquebrantable.

Ernesta era la única persona cuyo talento Hilda estaba dispuesta a reconocer como igual al suyo. Las clases de investigación de Allekant pueden haber servido como terreno de cultivo para los incompetentes, pero Ernesta era diferente, Ernesta, estaba dispuesta a admitir, que era una genio. De hecho, mientras que sus títeres autónomos Ardy y Rimcy que había usado en el Phoenix eran todavía toscos, estaban innegablemente llenos de promesas. La tecnología necesaria para controlar la urm-manadita usando inteligencia artificial parecía estar tomando un enfoque diferente para entrar en el mismo dominio en el que ella misma estaba comenzando a incursionar.

“Ella debe ser una gran modelo, si estás dispuesta a hablar así. Déjame echar un vistazo.”

Hilda no pudo evitar estar intrigada por la más reciente creación de Ernesta. Sin embargo, cuando intentó poner su mano debajo de la mejilla de Lenaty para levantar su cara, la pequeña figura la abofeteó.

“¡Qué asco! ¡No toques a Lena!” Lenaty gruñó, casi como un animal amenazado.

“Oh Dios, parece que no le gusto del todo. Bueno, no puedo decir que yo haya gustado alguna vez a los niños o a los animales… …pero pensar que hasta los que son como una simple muñeca se sienten así…”

“¡Lena no es una muñeca!”

Con eso, los ojos de Lenaty parecían cambiar de color, y un enorme Lux en forma de espada se manifestó en su mano derecha. Era notablemente desproporcionada comparada con su pequeño cuerpo, la empuñadura por sí sola parecía tener casi la mitad de la longitud de su altura.

“Mamá, ¿puedo romperla?”

La hoja brillante, que fácilmente excedía los dos metros de longitud, era demasiado grande incluso para caber dentro del estrecho pasillo, su punta sobresalía en la pared lejana.

“¿Oh? A juzgar por la estructura que rodea el núcleo, eso parece ser obra de Camilla Pareto. Aunque, es un diseño muy atrevido para ella…”

“¡Yargh!”

Antes de que Hilda terminara de hablar, Lenaty lanzó su gran cuchillo contra la pared.
Despreocupada, Hilda usó su poder para retenerla, o eso pensó.

“¿Oh?”

La amplia cuchillada, de hecho, se detuvo, pero entonces…

“¡Yarrrrrrrrgh!” Lenaty lloró, sacudiéndola.

Hilda saltó rápidamente hacia atrás pero apenas impidió que la punta de esa larga hoja la rebanara limpiamente. El dobladillo de su bata de laboratorio cayó suavemente al suelo.

“¡Esto es una sorpresa! ¡Qué poder! O mejor dicho, ¡qué urm-manadita! Supongo que hay múltiples núcleos instalados en ella.”

“¿Me pregunto?” Ernesta respondió con una sonrisa demasiado amplia.

“Pero no es muy disciplinada, ¿verdad?”

“Eso duele, oírte decir eso… Pero supongo que no se puede evitar. Tengo que estar de acuerdo con ella. Eres un poco asquerosa”.

“¡Keh-heh-heh-heh! Qué cosa tan desagradable dices. Estoy acostumbrada, sin embargo,” respondió Hilda, todavía mirando a Lenaty.

Le había estado molestando por un tiempo, había algo incongruente en el comportamiento de la marioneta.

Ernesta rodeó su marioneta con sus brazos por detrás.

“¡Mamá! ¡Déjame ir!”

“Vamos, vamos, ten paciencia, Lenaty. Pronto tendrás una oportunidad. No quieres desperdiciar tu energía aquí, ¿verdad?” Ernesta remarcó.

“¡No! ¡Quiero romperla!” Lenaty se quejó, haciendo berrinches.

Mientras la miraba fijamente, Hilda se encontró con una idea.

“¡Ha-ha…! No me digas, Ernesta…”

“¿Eh? ¿De qué estás hablando?”

“Esta niña no está bajo tu control, ¿verdad?” Hilda preguntó.

En ese momento, Ernesta sonrió con una sonrisa genuina, completamente diferente de la expresión que había mostrado hasta ahora. “Eh… Tienes buen ojo. Supongo que por eso te llaman Magnum Opus.”

“¿Oh? Es sólo instinto. Simplemente se me ocurrió que es el tipo de cosa que harías”.

“En efecto. No creé a Lenaty para que siguiera mis órdenes. No, ella no está diseñada para seguir las órdenes de nadie. La hice pensar por sí misma, decidir por sí misma, y crecer por sí misma. Y, por supuesto, tampoco he creado ninguna función restrictiva”. Ernesta se detuvo allí, acariciando amorosamente a Lenaty en la cabeza, antes de continuar en voz baja: “Quiero decir, ¿qué sentido tendría? Aunque tuviera la capacidad de actuar libremente, si tuviera que acatar algún tipo de sistema de restricción, seguiría siendo una máquina. Pero mis marionetas son más que eso”.

“¡Keh-heh-heh-heh! Esto puede sonar extraño viniendo de mí… pero realmente estás loca, Ernesta. Esa muñeca tuya podría matarte en cualquier momento. Podría entrar en las tribunas y masacrar a todo el mundo. ¿Y no vas a asumir ninguna responsabilidad por eso?”

“¡Lena nunca haría eso!” respondió la marioneta, claramente ofendida.

Hilda, sin embargo, no le hizo caso. “¡Ah, pero qué… qué espléndido! Sí, muy impresionante, muy impresionante! ¡Realmente eres como yo!”

Esa era la verdadera naturaleza de Ernesta Kühne.

Esa era la locura de Ernesta Kühne.

Había un mundo más allá de la era actual esperando que extendieran la mano y lo tocaran, y parecía que Hilda no era la única que lo miraba.

“¡Heh-heh! No quiero que me metan en el mismo saco… Pero bueno, no puedo negarlo. De todas formas…” Ernesta se detuvo allí, estrechando sus ojos. “¿Cómo evitaste exactamente el ataque de Lenaty hace un momento?”

“¿Ah…?”

“Puede que seas una Genestella, pero nunca antes has intentado entrenar tu cuerpo, ¿tengo razón? Nadie que entre en el Lindvolus sin ningún tipo de entrenamiento debería ser capaz de evitar los ataques de Lenaty.”

Sí, Ernesta era realmente perspicaz.

Se golpeó los dedos contra la cabeza antes de continuar, con un tono de voz mortalmente frío: “Esos auriculares gigantes tuyos son del Proyecto de Instalación de Habilidades, ¿no?”

“¡Qué perspicaz eres! Sí, de hecho lo son. Yo estaba, después de todo, ayudando en ese proyecto durante el tiempo que estuve fuera de mi verdadero trabajo. Así que hice que uno de mis estudiantes pusiera en uso parte de la tecnología nacida de él.”

“En otras palabras, lo robaste.”

“Qué cosa tan vergonzosa dices. Yo fui quien hizo que ese proyecto tuviera algo de utilidad práctica. Es sólo una compensación por mis esfuerzos”.

El Proyecto de Instalación de Habilidades fue diseñado originalmente para copiar datos y técnicas de combate del Maestro Espadachín de segunda generación Gilbert Premelin, anteriormente de la clase práctica de la Academia Allekant, a otros combatientes. En teoría, debería haber sido posible producir en masa luchadores con el repertorio de técnicas de Premelin, pero los sujetos fueron incapaces de procesar todo adecuadamente y terminaron siendo muy volátiles psicológicamente. Eventualmente, alcanzó un estado en el que uno de esos sujetos asesinó a un transeúnte inocente.

“Aunque, debo decir, dudo que ese frágil cuerpo tuyo esté a la altura de las habilidades de nuestro maestro espadachín.”

“Somos bastante parecidos en ese aspecto, ¿no? Algo me dice que tú tampoco has perdido el tiempo trabajando en tu cuerpo. ¿No?”

“Hmm, a diferencia de ti, tengo un poco de carne en los huesos.”

“…y precisamente qué se supone que significa eso?”

Pero incluso Hilda podía ver que estaban perdiendo de vista su tema principal.

“Bueno, de todos modos, la reestructuración física es nuestra especialidad en el Tenorio. Sucede que me he sometido a una cierta cantidad de temple, y por desagradable y apresurado que haya sido, este cuerpo mío puede replicar los movimientos de Premelin sin causar ningún daño indebido”.

“¿Oh? ¿Un cuerpo remodelado basado en los procesos de Tenorio? Eso debe ser increíble”.

“En efecto. Soy una verdadera Übermensch. ¡Keh-heh-heh-heh!”

Con las abrumadoras habilidades Strega que había recibido del Proyecto Hércules, y con la habilidad de lucha de Premelin del Proyecto de Instalación de Habilidades, era realmente insuperable.

“…El talento a posteriori supera los dones a priori. Ese es tu lema en el Tenorio, ¿no?”

“Oh, tienes una buena memoria. Precisamente.”

El mundo estaba desequilibrado e injusto.

Ya fuera una Genestella, un Strega o un Dante, si uno estaba dotado de fuerza física,
agilidad o belleza, desde el mismo momento en que nació, siempre se estaba comparando a las personas con otras, y de ese proceso de medición, unos pocos individuos selectos verdaderamente destacados llegarían a la cima, y la gran mayoría se quedaría fuera. Y sin embargo, era este último grupo, una mayoría, sobre el que giraban las ruedas de la sociedad. Era un estado verdaderamente deplorable de las cosas.

Si esa impotente y poco iluminada mayoría podía ser levantada, entonces había esperanza de que este vulgar mundo suyo pudiera ser iluminado de alguna manera.

Ese era el principio rector de Tenorio.

“Bueno, no tengo ningún deseo de hablar de tu dogma”, dijo Ernesta. “Sin embargo… seré yo, y Lenaty, quien gane este torneo. Te lo prometo.”

“¡Keh-heh-heh-heh! ¡En ese caso, vamos a resolver esto en el escenario…! Ah, si tan solo.”

“…si tan sólo…”

“No, no tengo ganas de golpear a esa niña tuya ahora mismo.”

Tanto ella como Lenaty sin duda saldrían adelante en los preliminares -Hilda no tenía ninguna duda al respecto-.

Sin embargo…

“Ha-ha, ¿es esa tu legendaria intuición la que habla?”

“En efecto, algo así”, respondió Hilda con claridad.

A Ernesta le temblaban los hombros por diversión. “Realmente eres un dolor con el que tratar. Supongo que siempre lo he sabido”.

“¡Keh-heh-heh-heh! Estoy segura de que nuestro buen amigo Shuuma preferiría que no acabáramos peleando entre nosotras… …pero supongo que tendremos que esperar y ver, ¿no? Hagamos lo mejor que podamos, las dos”.

“Sí. Para la Academia.”

“En efecto. Para Allekant”.

Y con esas fingidas palabras de aliento, las dos se separaron.

Ninguna de ellas sabía aún que sería la última vez que se encontrarían cara a cara en el Domo Sirius.