Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 12

Epílogo: Motivando

En el largo invierno.

“Uf… no creo que pueda acostumbrarme a esa pequeña y horrible personalidad tuya.” Claudia, habiéndose despertado antes del amanecer de una de sus pesadillas inducidas por el Pan-Dora, fue a ducharse en un intento de lavar el frío persistente de sus sueños.

Desde que se dio cuenta de la verdad, sus pesadillas se volvieron más intensas. O para decirlo más concretamente, ahora incluso Ayato estaba entre sus asesinos. Dicho esto, las situaciones eran tan artificiales que resultaban risibles, con la única cosa notable de ellas siendo su pura vulgaridad.

Aún así, ella no permitiría que sus sueños la perturbaran.

Al dejar que el agua la bañara, la pesadilla que se había apoderado de ella hasta un momento antes no era más que un débil ruido, un dolor sordo que se desvanecía en la nada.

“Todavía te necesito, así que me aferraré a ti todo el tiempo que sea necesario.” Mientras se secaba el pelo desde su asiento al lado de la cama, murmuraba suavemente para sí misma, como para poner su sentido de determinación en palabras. “Pero… me pregunto si no es ya demasiado tarde…”

Fuera de su ventana, la pálida luz del amanecer comenzó a derramarse sobre el horizonte del este.

Cuando el sol alcanzara su cénit, la última Festa de esta temporada estaría en marcha.

“Buena suerte a todos… ahora, especialmente”.

Sus esfuerzos en los últimos meses no han sido en vano.

Al menos, era justo decir que había descubierto la identidad de Lamina Mortis.

Sin embargo, todavía no tenía ninguna prueba.

Además, si ella tenía razón, si era realmente él, ese conocimiento sólo pondría a Galaxy en una posición aún más difícil. Después de todo, él era nominalmente uno de sus propios ejecutivos. Además, dado que era el presidente ejecutivo de la Festa, Galaxy no podría tomar medidas contra él por sí misma. La situación, sin duda, acorralaría aún más a su madre.

Su mayor problema, sin embargo, era que todavía no habían podido localizar el paradero de Varda-Vaos. La mayor prioridad de galaxy era la recuperación o destrucción del Orga Lux; comparado con eso, Lamina Mortis era poco más que una distracción para la fundación. No veían el sentido de aprehenderlo si eso significaba que Varda iba a escapar.

“Al menos, así es como lo ve Galaxy”, dijo Claudia con una risa amarga.

En cualquier caso, había una alta probabilidad de que hiciera su movimiento en algún momento de las próximas dos semanas. Dado todo lo que ella había aprendido sobre él y sus planes, eso era bastante obvio. La pregunta era cuándo, exactamente, lo haría.

No querría dejar nada al azar.

“…En cualquier caso, el Lindvolus de este año va a ser un problema. Para los concursantes y para todos los demás también.”

Siendo así, ella haría lo que pudiera para manejar los asuntos en el exterior.

Cuando terminó de peinarse y se encaminó a su camerino, se asintió a sí misma con renovada confianza.

***

“¿Eh…? ¿Ya es de día?” Saya se preguntaba mientras se abría paso en su laboratorio de investigación y desarrollo en el bloque del puerto de Seidoukan, comprobando el tiempo sólo para descubrir que el día realmente había comenzado.

Mirando hacia un rincón de la habitación, notó que su ayudante, Nueko Kuzukura, todavía vestida con su bata blanca, se había quedado profundamente dormida. Nueko había sido indispensable en el desarrollo de los nuevos Luxes. Saya no era el tipo de persona que socializaba proactivamente con los demás, pero fuera de los miembros del Equipo Enfield, Nueko era probablemente su amiga más cercana.

“¿Todavía estás aquí?” una voz llamada como el padre de Saya, Souichi, apareció de repente ante ella.

O más bien, un holograma de él lo hizo.

“No puedo decir que pasar la noche en vela sea un uso particularmente eficiente de tus recursos. Para empezar, hoy es el primer día del Lindvolus.”

“Sólo estaba haciendo los ajustes finales. Y además, no tengo un combate hoy, así que está bien”, respondió Saya, girando hacia un soporte de Lux sobredimensionado colocado en el centro de la habitación. Dentro había uno de los nuevos modelos Lux que había construido con la ayuda de su padre y Nueko.

“No puedo dejar de impresionarme con esta joven genio que he criado. Ahora veo que venir a Seidoukan fue la decisión correcta. Has crecido, Saya.”

“Mm-hmm”. Saya resplandeció, inflando su pecho ante el cumplido.

“Ahora sólo necesitas crecer un poco más por fuera. Estoy seguro de que a Ayato también le encantaría.”

“…ya estoy creciendo lo suficientemente rápido.”

“¿En qué sentido?”

“…mi cabello, por ejemplo.”

De hecho, le había crecido el pelo considerablemente en los últimos meses.

“…Ahhh.” Souichi dejó escapar un exagerado suspiro.

Ante esta respuesta, Saya hizo que le diera una patada en la espinilla, pero, por supuesto, su pie atravesó el holograma.

Nueko fue la que sugirió que se dejara crecer el cabello. “¡Le quitarás a Ayato los pies con lo linda que eres!”, había dicho. Pero además, Saya también lo había hecho por sí misma.

“Sé que es un poco tarde para preguntar, pero ¿qué te hizo pensar en un arma tan exorbitante? Y encima de eso, decidió aumentar la producción de nuevo, mucho más allá de sus especificaciones originales. No deberías necesitar nada tan poderoso sólo para ganar la Festa”.

“…¿te preguntas eso, aún sabiendo que perdí en las semifinales en el Phoenix?”

“¡Ah…! N-no, no quiero decir…”

Saya se encontró con una débil sonrisa mientras veía a su padre buscar a tientas las palabras.

De hecho, su objetivo original había sido vengarse de la marioneta que la había derrotado la última vez. Para ello, necesitaba un arma con suficiente poder para atravesar el escudo defensivo de Ardy con un ataque frontal completo.

Pero la razón por la que había aumentado su poder más allá de ese nivel era para ayudar a Ayato.

Después de todo, se las había arreglado para terminar en problemas una vez más, esta vez quedando atrapado en el punto de mira de un enemigo increíblemente poderoso.

Ayato y Haruka no podían derrotar a este oponente solos. Necesitaban armas más fuertes, cuanto más poderosas mejor.

El enemigo de Ayato era su enemigo. Saya tampoco mostraría piedad a cualquiera que usara la vida de Haruka como moneda de cambio como ellos.

“Bueno, será mejor que vuelva a mi dormitorio y me prepare. No puedo ir a la Festa con este aspecto”, dijo mientras se ponía el gigantesco soporte Lux, más alto incluso que ella misma, en su espalda.

“¡Cuídate!” Souichi dijo con el pulgar hacia arriba cuando la despidió.

***

Kirin corría sola por el sendero a la orilla del lago, con su figura vestida con ropa deportiva envuelta en la niebla.

El cielo del este había empezado a brillar, aunque el aire de la mañana en el invierno todavía era mordazmente frío.

“Haaah… Haaah…”

Se movía casi sin pensar, su respiración era regular y sin perturbaciones. Su cabello plateado, peinado con una cola de caballo, se movía a izquierda y derecha con gracia, como su nombre.

Desde que conoció al padre de Ayato, Masatsugu, Kirin había centrado sus esfuerzos exclusivamente en los tipos de entrenamiento más fundamentales.

Naturalmente, se había centrado en la coordinación con sus compañeros de equipo durante su entrenamiento del año pasado en la preparación para los Gryps, así que en cierto modo, era bueno volver a este tipo de entrenamiento básico y agotador que se podía llevar a cabo en solitario.

Por supuesto, ella todavía se dedicaba a los combates de entrenamiento práctico regulares con Ayato y los demás, pero pasaba la mayor parte de sus días repitiendo y puliendo por sí misma estas técnicas más básicas.

Después de todo, ella sabía que el destino que quería alcanzar, la fuerza que quería obtener, estaba al final de este largo camino.

Pero mientras corría a lo largo de la orilla del lago, se encontró recordando con cariño aquellos días antes del Phoenix.

Me pregunto cuánto he progresado desde entonces…

En esos momentos, siempre terminaba cuestionándose así.

Había adquirido nuevas técnicas y habilidades, y había crecido tanto física como mentalmente. Como espadachina, como persona, se había vuelto mucho más fuerte de lo que había sido en ese entonces.

Ella entendía eso.

Y aún así, había muchas cosas en el mundo que simplemente estaban fuera de su control.

Ni siquiera había sido capaz de ayudar a la persona más importante para ella.

Y ahora el Lindvolus ya ha ¡comenzado…!

Se mordió el labio en la desilusión pero rápidamente sacudió su cabeza mientras regresaba a sus sentidos.

Bien… Todavía hay tiempo.

Claudia y Helga parecían seguir adelante con una nueva estrategia programada para coincidir con la ceremonia de apertura del torneo.

En ese caso, todo lo que podía hacer ahora era pulir el borde de su espada.

El filo de la espada que era Kirin Toudou.

Pero como una vez más llegó a la misma conclusión…

“¿¡Huh-whaaa…!?”

Tratando de desviarse del sendero para no toparse con un gato que había aparecido delante de ella, se encontró tropezando.

Se las arregló para evitar caer de pie, pero tardó un poco más de tiempo en recuperar el equilibrio.

La razón de eso… era que ahora había un poco más de peso en su pecho.

“Aunque ya no necesitaba crecer más aquí…”

Ella dijo algo similar una vez y recordó que Julis y Saya la miraban fijamente de una forma que no habían hecho antes o después. Y entonces Claudia también se involucró, y cuando Ayato trató de que se calmaran…

Sin darse cuenta, se encontró sonrojada.

No era sólo ella, todos estaban pensando en el otro.

Por eso sabía que estarían bien.

***

“…Ah, llegó aquí de una sola pieza.”

“¡Gracias a Dios! ¡Me preocupaba que no llegara a tiempo!” Flora, al otro lado de la ventana aérea, había florecido en una dulce joven, pero mientras aplaudía con las manos juntas, sonriendo alegremente, estaba claro que todavía poseía una inocencia infantil.

El paquete que había llegado la noche anterior descansaba abierto en el regazo de Julis.

Dentro había un hermoso pasador, con forma de un par de elegantes alas.

“¡Es un regalo de todos los del orfanato! ¡Todos estamos rezando para que ganes! Todos los niños y las hermanas, Su Majestad, también, ¡todos aquí en Lieseltania te están apoyando! ¡Así que hazlo lo mejor que puedas!”

“…Ah, gracias”, respondió Julis, desviando la mirada mientras trataba de evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos.

“¿Princesa…?”

“Estoy bien, de verdad. No te preocupes por mí”. Habiéndose compuesto a sí misma, Julis se giró hacia Flora en la ventana aérea. “Estoy agradecida por el apoyo de todos. Tomaré la corona, se lo prometo. Sólo espera y verás.”

Julis se preguntaba si su risa confiada sonaba auténtica. También se preguntaba qué tan bien se las arreglaba para parecerse a la Julis-Alexia von Riessfeld que todos creían conocer.

“¡Claro! ¡Creo en ti!” Flora le mostró una deslumbrante y radiante sonrisa.

Julis entrecerró los ojos en un intento de devolverle la sonrisa. “Bien entonces”, dijo ella, cortando la transmisión, y dejó escapar un profundo suspiro.

Se dio una palmada en las mejillas con las dos manos como para despertarse, antes de ponerse delante del espejo y probar el adorno de pelo que Flora y los demás le habían enviado.

¿Qué se suponía que debía hacer?

Todavía no había sido capaz de resolver las cosas. Ni con Orfelia, ni con Ayato, ni con Haruka.

Con todo aún sin resolver, un sentimiento de miedo nunca falló dentro de ella con el mero pensamiento de llegar a una decisión.

Pero por mucho que se torturara, la realidad de la situación no cambiaría.

Por muy doloroso que fuera, el plazo para tomar una decisión se acercaba rápidamente.

“Pero hasta entonces… voy a salir adelante. No voy a dejar que nada tan estúpido como el destino se interponga en mi camino…”

No, no iba a rendirse tan fácilmente.

Eso fue lo que se juró a sí misma. Terminó de atarse el cabello y metió la mano en el cajón de la cómoda, de donde sacó un pañuelo que acercó a su pecho.

***

Ayato estaba esperando fuera de la puerta principal que conduce a la Academia Seidoukan cuando la luz del amanecer comenzó a romper la niebla de la mañana.

“Buenos días, Ayato”, le gritó Haruka cálidamente, su débil figura emergiendo de la niebla.

“Buenos días, Haru.”

“Siento haberte llamado aquí tan temprano. No se me permite entrar en el terreno de la escuela, y no podré ir a animarte hoy, así que pensé… bueno, quería hacerte saber que estaré contigo todo el camino.”

Haruka, ahora un oficial de Stjarnagarm, no podría haber lucido más natural en su uniforme.

Con el Lindvolus de este año siendo el más esperado de la historia, la afluencia de turistas a Asterisk había dejado todos los hoteles y casas de alojamiento completamente reservados, y aunque el torneo aún no había comenzado apropiadamente, ya había habido más problemas en toda la ciudad que en la última Festa. La guardia de la ciudad, ya perennemente escasa de personal, tenía las manos ocupadas.

Además, Haruka y Helga continuaban su investigación sobre Lamina Mortis y sus socios.

“No te preocupes por eso. Acabo de terminar mi entrenamiento matutino de todos modos.”

“Ah… Espera, espera un segundo.” Haruka se inclinó repentinamente hacia delante,
mirándole fijamente a la cara.

“¿Eh? ¿Qué es…?”

“Hmm, deberías tener un poco más de cuidado con tu apariencia. Pensé lo mismo cuando vi las grabaciones del Phoenix y los Gryps, en realidad…”

“¿En serio…?”

Tenía que admitir que no había pensado mucho en ello.

“Por lo menos, puedes hacer algo con tu cabello… Ven aquí”, dijo, antes de empezar a alisarlo para él.

Ayato se encontró de repente recordando el momento en que Julis había hecho algo muy similar en este mismo lugar. Se sentía como si hubiera pasado mucho tiempo, pero al mismo tiempo, estaba tan cerca de su corazón.

Julis…

Desde que le dijo que entraría en el torneo, Julis pareció distanciarse de él, y de Claudia, Saya y Kirin también. Por supuesto, todavía se saludaban cada vez que se veían, pero apenas habían almorzado o entrenado juntos en los últimos meses.

Ella tenía sus razones para hacerlo, no podía renunciar a ganar el torneo.

Al igual que no podía renunciar a hacer todo lo que estuviera a su alcance para mantener a Haruka a salvo.

Y el hecho de que ella no hubiera hablado de ello con él, sin duda significaba que era algo que no podía discutir.

En ese caso, él…

“Hey. No pongas esa cara”, dijo Haruka, presionando sus dos manos contra sus mejillas como si fuera un bebé. “Esa no es forma de mirar para alguien que espera ganar un grand slam.”

“Haruka…” Mientras le daba una palmadita en la mejilla, eso fue todo lo que se atrevió a decir.

“Todo irá bien.”

Ayato miró hacia arriba. De alguna manera, esas palabras fueron suficientes para aligerar sus hombros.

“Todo saldrá bien. Para ti, para mí… y para Julis, también.”

“…Correcto. Gracias.”

Haruka no le echó la culpa de su situación actual, ni a él, ni a ella misma. Ella sabía cuánto le dolería a él si lo hacía.

Por eso mantuvo sus palabras de despedida simples: “Bueno, entonces… puedes hacerlo, Ayato.”

“Haré lo mejor que pueda”. Esa respuesta igualmente apagada fue todo lo que se atrevió a decir.

Por ahora, al menos.

-FIN DEL VOLUMEN 12-