Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 9

Capítulo 8: Noche

Parte 1

“¡Claudia!” Ayato ignoró el intenso dolor que corría por su cuerpo mientras se lanzaba para tomarla en sus brazos.

Una de las negras cuchillas de lanzamiento de Bujinsai estaba alojada en lo profundo de su pecho, sangre que se filtraba profusamente por la herida para empapar su andrajoso uniforme.

“…¿Estás bien, Ayato…?” Claudia preguntó débilmente, extendiendo una mano para cepillar su mejilla mientras ella le mostraba una suave sonrisa.

“¡Estoy bien…! Pero tú, Claudia, tú estás…”, comenzó Ayato, antes de encontrarse sin palabras. Estaba en una condición peligrosa.

“Ah…. Lo siento, Ayato… Por favor, no pongas esa cara… No has hecho nada malo… Pero supongo… Supongo que no es bueno que yo diga eso ahora… Lo siento, Ayato, de verdad…” A pesar de su situación, a pesar de lo que decía, su rostro tenía una expresión de satisfacción que Ayato nunca había visto antes. “Soy…. egoísta de mi parte… Pero finalmente… he sido capaz de llegar a este punto en el tiempo…”

“¡Claudia! ¡Aguanta!” Ayato presionó contra la herida para intentar detener la hemorragia, pero no ayudó.

“Claro…. Probablemente no sabes… cuánto tiempo he estado esperando por este… Por este momento… que vi en mis sueños…” Ella se estaba debilitando por momentos, su voz ronca.

Sus ojos ya habían perdido la concentración.

Las lágrimas habían empezado a brotar de las esquinas de sus ojos, casi indistinguibles de la lluvia torrencial.

“Ah…. Estoy tan feliz, Ayato… Para mí, este… Este maravilloso momento… No importa cuánto tiempo pase… Este sentimiento… Para siempre…” Pero con eso, la mano que rozaba su mejilla perdió su fuerza, cayendo silenciosamente al suelo.

“¡Claudia!” Ayato volvió a gritar.

Pero parecía que sólo había perdido el conocimiento.

La herida era grave, pero si podía llevarla al hospital de inmediato, aún podría haber tiempo. La reputación de la directora Jan Korbel no estaba fuera de lugar.

Sin embargo

“Heh-heh… Supongo que la suerte finalmente se está moviendo hacia mí…” Bujinsai se rió, sus hombros temblando mientras se tambaleaba hacia delante.

“Tch…!” Ayato le devolvió la mirada.

“Nuestro objetivo siempre fue esa jovencita”. Sus ojos brillaban peligrosamente, el viejo se inclinó para recuperar su bastón, todo ello sin apartar la mirada de los dos estudiantes. “Pero ahora que hemos llegado a esto, no estaré satisfecho hasta que tome tu cabeza, también…”

Bujinsai, al parecer, no estaba de humor para dejarlo ir.

Parecía que había sufrido graves heridas, pero Ayato había llegado a su límite.

Ayato no tenía idea de cuánto tiempo sería capaz de resistirse a él, pero no podía simplemente sentarse y no hacer nada.

Tengo que salir de aquí, cueste lo que cueste, y llevar a Claudia al hospital….

“¿Hmmm…?”

Pero antes de que Bujinsai pudiese alcanzarle, una figura vestida de negro apareció repentinamente tras él, susurrándole algo al oído.

“—”

“¿Qué…?” La cara del viejo se retorció de disgusto, y chasqueó la lengua, enfadado. “Tch, ¡bien! ¡Nos retiraremos!” Al parecer, tan pronto como terminó de hablar, él, junto con la figura vestida de negro, desapareció en la noche empapada de lluvia.

“…no lo entiendo… ¿Supongo que lo logramos…?”

En ese momento, una ventana aérea se abrió repentinamente delante de él.

“BUENO, PARECE QUE DARLE UNA PALIZA A SUS SANADORES LES ENSEÑÓ UNA O DOS COSAS. Y ESAS DAMITAS TAMBIÉN SE HAN DIVERTIDO UN POCO, POR LO QUE PARECE. NUESTROS AMIGOS PROBABLEMENTE NO PUEDAN MANTENER ESTE LUGAR SELLADO POR MUCHO MÁS TIEMPO”.

“¿Qué…?” Ayato se sobresaltó mientras las palabras pasaban silenciosamente. Mirando a su alrededor, su mirada se dirigió a una mujer enmascarada que salía de detrás de un almacén cercano.

Se preparó lo mejor que pudo para más problemas, pero la mujer rápidamente levantó las manos como si dijera que no tenía intención de luchar contra él.

“MIRA, CLARAMENTE NO TIENE SENTIDO QUE TE DIGA QUE TE RELAJES, PERO ¿PUEDES AL MENOS ESCUCHARME? PUEDES CONFIAR EN MÍ, ¿SABES?” Las palabras fluían a través de la ventanilla aérea, sobrescribiendo las que habían estado allí hacía un momento.

“¿Quién eres tú…?”

Al examinarla más de cerca, la mujer pareció haber sufrido varias lesiones propias, y bastante graves. El sólo hecho de pararse derecha debe haber sido un calvario para ella.

“NO PUEDO DECIRTE ESO, Y NO TIENES TIEMPO PARA ESO DE TODOS MODOS. EL BOTE QUE USÉ PARA LLEGAR AQUÍ ESTÁ CERCA, Y HAY UN AUTO ESPERANDO AL OTRO LADO DEL CANAL. DÉJENME LLEVARLOS AL HOSPITAL”.

No había duda de que, en su condición actual, Ayato tendría dificultades para llevar a Claudia allí por su cuenta, y era imposible saber cuánto tiempo le llevaría.

“…Está bien. Gracias”, contestó, decidiéndose.

La mujer asintió. “ENTONCES VAMOS A IRNOS. NO SE VE MUY BIEN”.

Ayato pudo verlo por sí mismo.

Sosteniendo a Claudia en sus brazos, siguió a la mujer mientras ella le guiaba.

“AH, CORRECTO. TE VI PELEANDO CON ÉL JUSTO ANTES. ME ENCANTÓ VER CÓMO LE DAS UNA PALIZA A ESE VIEJO. ERES BASTANTE BUENO, ¿SABES?”

“Ah…”

“…CREO QUE VOY A TENER QUE IR A POR TI UNO DE ESTOS DÍAS.” Afortunadamente, estas palabras aparecieron en la ventanilla sólo por un breve instante, desapareciendo antes de que Ayato pudiera tener la oportunidad de leerlas.

***

“¿Retroceder?”… Repitió Silas consternado.

Al sonar su voz, el tumulto en el que el aliado era casi indistinguible del enemigo se detuvo repentinamente.

Julis, respirando pesadamente, miró hacia Saya y Kirin para ver si sabían lo que estaba pasando, pero los dos estaban tan confundidas como ella.

“¿De qué estás hablando…? ¡Es la primera vez que oigo hablar de él!”

Sus adversarios, sin embargo, parecían estar igual de desconcertados.

Julis y los demás estaban rodeados por los agentes encapuchados de Shadowstar, junto con varias figuras vestidas de negro que habían entrado en la contienda, sin duda, miembros del clan Yabuki.

Cuando se enfrentaban solos a Shadowstar, Julis y las demás habían podido tomar la delantera, probablemente porque la primera prioridad de la organización de inteligencia dirigida por estudiantes era simplemente mantenerlos atados, pero tan pronto como el clan Yabuki se había involucrado, la situación se había invertido repentinamente, y se habían encontrado a la defensiva.

A pesar de ello, gracias a su entrenamiento para los Gryp, habían podido resistir. Incluso en medio de la multitud de combatientes, su coordinación había sido suficiente para evitar que quedaran atrapadas en una posición demasiado incómoda, a veces confiando en que sus compañeros los cubrieran mientras luchaban en su camino a través de la masa de combatientes.

Dicho esto, es innegable que han sido superados en número desde el principio.

Además, sus oponentes eran cada uno de ellos individuos altamente capaces por derecho propio.

Al ritmo actual, era sólo cuestión de tiempo hasta que cometieran un error, o hasta que el cansancio se apoderara de ellos; hasta que, por supuesto, sus oponentes habían caído en la confusión con el sonido de la voz agitada de Silas.

“¿Nos estás diciendo que nos retiremos, ahora que finalmente hemos conseguido la ventaja? ¡Eso es, eso es…!”

“—”

La figura que estaba junto a él en silencio era sin duda un miembro del clan Yabuki.

Comparado con Silas, permaneció perfectamente calmado, dando una señal a los otros miembros Yabuki, que rápidamente se desvanecieron entre las sombras.

“¡Argh! ¡Bien! ¡Nosotros también retrocederemos…!” Silas, con la cara roja, pisoteó sus pies con ira.

Los contenedores que habían estado flotando en el aire durante la lucha se derrumbaron uno tras otro. Esta vez, sin embargo, Silas no intentaba arrojárselas a las tres niñas, sino que simplemente las había liberado de su control.

Julis se cubrió la cara con los brazos mientras el agua llena de trozos de hormigón volaba a su alrededor.

Debió tomar solo unos segundos, pero cuando ella abrió los ojos, los agentes de Shadowstar también habían desaparecido.

Sólo quedaban Julis, Saya y Kirin. Se miraron unas a otras brevemente antes de hundirse en el suelo, exhaustos.

“Ah… ¿Significa esto que lo hicimos…?” Murmuró Kirin.

“…Eso fue agotador.” Saya suspiró, desactivando a su Lux y tumbada boca arriba en el suelo.

Las tres parecían estar en medio de un enorme charco de agua, pero como ya estaban todas mojadas, no les molestaba mucho. Era demasiado tarde para preocuparse por algo tan trivial.

“No, vinimos aquí para salvar a Claudia. Hasta que podamos asegurarnos de que está bien, no podemos…” Julis se quedó en silencio, tambaleándose mientras intentaba y no se ponía en pie.

“¿Estás bien?” Preguntó Kirin.

“Ah, sí…. estoy bien.” Julis levantó una mano para tranquilizarla, sosteniendo la otra contra el suelo para sostenerse.

Durante la lucha, había usado varias habilidades a gran escala en rápida sucesión, y su prana parecía estar casi completamente agotado. Habría sido prudente conservarla lo más posible, dado que todavía tenían la semifinal mañana, pero su situación había sido tal que en realidad no le habían dado muchas opciones.

De repente, su móvil empezó a sonar.

“¿¡Ayato!?”, gritó.

Sus compañeras se inclinaron hacia adelante para captar la conversación. Julis abrió la ventana aérea tan rápido como sus dedos podían moverse, y la cara cansada de Ayato apareció ante ella.

“Julis, ¿están bien?”

“Bueno, parece que nos salvamos. Pero olvídate de nosotros por un minuto. ¿Qué está pasando por tu lado? ¿Dónde estás ahora? ¿Claudia está…?” Las preguntas salían de ella una tras otra.

“Estamos en el hospital”, contestó Ayato. “Claudia…”