Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 9

Capítulo 7: Crepúsculo

Parte 2

“Ahora, terminemos con esto.” Bujinsai levantó su bastón hacia el tormentoso cielo mientras se preparaba para bajarlo sobre el cuello expuesto de Ayato.

Le había llevado más tiempo del que había previsto, pero ahora finalmente podría eliminar este último obstáculo. Todo lo que quedaría sería ocuparse del objetivo, y su trabajo aquí estaría completo.

O al menos, así es como debería haber sucedido.

“¿¡…!?”

Y, sin embargo, el golpe, que debería haber cortado la cabeza de su objetivo de sus hombros, no cortó nada más que aire. Ayato, que había estado arrodillado débilmente en el suelo, había desaparecido por completo.

Sorprendido, Bujinsai se giró sólo para ver al chico parado tranquilamente a pocos metros de distancia.

“¿¡Cuándo…!? No, lo más importante…” Bujinsai inadvertidamente dio un paso atrás, mirando a Ayato, que seguía inmóvil bajo la lluvia. Su cara era ilegible, inclinada hacia el suelo, mientras una poderosa fuerza emanaba de su cuerpo.

Su prana había estado al borde del agotamiento, su cuerpo cubierto de heridas y hemorragias profusas, y ahora también estaba desarmado.

Y, sin embargo

Tengo un mal presentimiento sobre esto….

Un sudor frío empezó a correr por la espalda de Bujinsai.

No quería admitirlo ni creerlo, pero su instinto le decía que estaba en peligro.

¡No voy a dejar que un chico se aproveche de mí!

Intentando librarse de su inquietud, lanzó cuatro tobi-kunai hacia Ayato para distraerle mientras acortaba la distancia entre ellos.

La técnica de fijación era otra aplicación de la habilidad secreta de la Marea Vacía del clan Yabuki, destinada a poner al sujeto en un estado de extrema tensión, por lo que se encontraron incapaces de controlar su cuerpo. Su mayor debilidad era que el usuario tenía que mirar a los ojos del sujeto a corta distancia. Bujinsai no sabía por qué había dejado de funcionar, pero si pudiera activarlo una vez más, podría terminar todo de una vez por todas.

“…”

Ayato, en total silencio, movió su cuerpo ligeramente para esquivar cada una de las cuchillas que se encontraban en el aire, una por una.

Bujinsai, por supuesto, había tenido en cuenta esa posibilidad.

El tobi-kunai no había sido más que una distracción y una que le había dado la apertura que necesitaba para acercarse lo suficiente para

“¿¡Gah…!?”

Pero antes de que pudiera reaccionar correctamente, el puño apretado de Ayato se estrelló contra su barbilla.

¡I-imposible…! ¿Cómo puede ser tan rápido…?

Ni siquiera había tenido la oportunidad de usar la técnica de la Marea Vacía.

No había ninguna razón obvia para el cambio de su oponente. Pero a pesar de ello, su nivel de habilidad había sufrido una transformación insondable.

¿¡Qué demonios acaba de pasar…!?

En su confusión, Bujinsai rápidamente regresó a un lugar seguro.

Sólo entonces se dio cuenta de lo que había hecho.

Había perdido de vista al chico.

Y en ese mismo instante, su intuición cultivada durante mucho tiempo le advirtió de una fuente de peligro que se acercaba rápidamente y que venía directamente detrás de él.

¡Esa es… es nuestra técnica…!

“Arrancar los cinco órganos vitales y aplastar las cuatro extremidades…”

Bujinsai se giró, pero la voz siguió resonando en sus oídos.

“Estilo Amagiri Shinmei, Técnica de agarre: Martillo de nueve colmillos”.

En ese instante, una tempestad de nueve golpes consecutivos lo golpeó, rompiéndole los dos brazos, aplastándole las piernas y rasgándole el hígado, el corazón, el bazo, los pulmones y los riñones; el golpe final fue dado con una fuerza inimaginable.

“¿¡Gargh!?”

Su cuerpo se fue volando a la base de una gran grúa, el choque lo suficientemente fuerte como para prácticamente empalarlo en la maquinaria.

“Ugh… ¡I-imposible! ¿Cómo pudo esto…?”

Su rota voz llena de resentimiento, no pudo hacer nada más que mirar como Ayato se acercaba lentamente a él.

***

Fue una sensación extraña.

No sentía como si hubiera un nuevo poder brotando dentro de él, sino como si hubiera vuelto a ser como se suponía que debía ser su cuerpo.

Simplemente había seguido sus instintos, y así de fácil, había vencido a su oponente.

“…pero aún no ha terminado”, murmuró.

Incluso habiendo estado sujeto al Martillo de los Nueve Colmillos, Bujinsai no parecía haber perdido su voluntad de luchar. Probablemente no sería capaz de detenerlo a menos que lo dejara inconsciente, pensó Ayato.

Se adelantó, preparándose para dar el golpe final, cuando de repente cayó de rodillas, soltando un terrible grito mientras un dolor abrumador empezaba a arraigarse.

“¡Aaaaagh!”

Se le acabó el tiempo.

Anillos mágicos aparecieron a su alrededor, arrojando nuevas cadenas que envolvían su cuerpo.

“¡N-no! ¡Todavía no…!” Ayato soltó una maldición muda. Pero la habilidad de su hermana era demasiado poderosa. No había forma de que pudiera resistirse.

Bujinsai empezó a sonreír, una expresión de alivio y seguridad.

Arrojó un tobi-kunai fresco hacia él.

En su estado actual, Ayato no podía hacer nada para esquivarlo, nada más que mirar cómo se acercaba la negra espada, como en cámara lenta. Había luchado hasta el amargo final, pero sus esfuerzos, al parecer, no habían dado resultado.

Pero justo antes de que pudiera llegar a él.

“¡Ayato!” Claudia saltó delante de él.

“¡Claudia!” le devolvió el grito, pero llegó demasiado tarde.

La sangre fresca fluyó en medio de la fría y oscura lluvia.