Ryuuou No Oshigoto! (NL)

Volumen 7

Capítulo 2: Second Score

Parte 10: Una noche Reveladora

* ………… Solo mírame ……”

Después de ser expulsado de la Sala de Jugadores como un perro viejo, Kousuke se dirigió con desilusión a su casa y pasó el tiempo sin hacer nada en absoluto.

Incluso ahogar el dolor con alcohol no le atrajo.

La vergüenza no lo dejaría quedarse dormido, así que allí se quedó sentado, mirando su reflejo en una taza de agua en la cocina con poca luz. Mientras tanto, solo una sola frase salió de sus labios “Solo mírame“.

Un par de ojos se nublaron por todas las horas que había pasado mirando la pantalla de un smartphone y todo el  alcohol  que había consumido lo miraba fijamente en la superficie del agua. Su falta de espíritu fue una sorpresa, casi como si no reconociera su propio reflejo.

Sombras del rostro de ese veterano miembro de la Sub Liga, de quien Hiuma había arriesgado su propia vida y reputación para proteger a Yaichi, se superponía con la suya.

“… ¿Me he convertido en eso …?”

Había una palabra que encajaba perfectamente con su situación.

“Gerontocracia”.

Había jurado en su juventud que preferiría morir antes que volverse como los veteranos que lanzaron su peso por las razones más ridículas. Pero ahora, sus caras lo miraban fijamente junto a la suya en el agua.

¿Cuánto tiempo había estado así?

En su adolescencia y en sus veinte años, tenía la energía suficiente para trabajar en todos los registros de las partidas la noche después de perder una partida sin tan siquiera un guiño de sueño. En verdad, fue al revés. Golpear la agonía de la derrota en el tablero era la única forma en que podía dormir.

Por sus treinta años, la cerveza y el licor lo ayudaron a sobrellevar el dolor.

Se sintió tan cansado durante los cuarenta que tuvo que descansar después de las partidas antes de poder mirar un tablero de nuevo.

Mañana es otro día.

Descansa esta noche, y mi energía volverá por la mañana como siempre ha sido …

“… Pero incluso entonces, no me desperté sintiendo la prisa como en los viejos tiempos …”.

Comenzó a tomar dos días de descanso por su celo para que el Shogi regresara cuando solía regresar de la noche a la mañana.

Inevitablemente, su tiempo de investigación  se redujo a la mitad de lo que solía ser y eso solo aceleró el proceso de envejecimiento. Trabajar su camino de regreso por la pendiente después de comenzar a descender requirió muchas veces la energía y el esfuerzo que había tomado en sus días de juventud.

Aun así, Kousuke aún sentía que tenía que hacer algo al respecto durante sus cuarenta.

La culpa de desaparecer, el dolor de ver su propio declive lo empujó hacia adelante.

Sin embargo, incluso esa sensación comenzó a desaparecer y, finalmente, se desvaneció por completo. Convenciéndose de que todo esto era parte del proceso de envejecimiento, aceptó el hecho de que sus habilidades se deteriorarían con el tiempo.

Dejar ir su pasión por el juego significaba que no tendría que sufrir como en los viejos tiempos.

Lo tomó como un signo de madurez. Retrocediendo y viendo crecer a su discípulo….

“……….. Ese día…Viendo a Yaichi desde allá arriba…”

Lo que dijeron los borrachos en la celebración fue solo la chispa.

La gasolina vino de un día antes, en la ceremonia de entrega de premios.

Kousuke se dio cuenta de algo ese día cuando vio a su discípulo recibiendo ese certificado en el centro de atención.

Lo único que lo mantuvo todo este tiempo fue tener el Retador de Meijin en su currículum.

Esa frase significaba que él era el último en perder cuando más importaba.

No fue la ira o los celos que su propio discípulo que lo había superado.

Más bien, se enfrentaba a la realidad de su propio fracaso y no podía aceptarlo.

Y, había desechado toda la frustración acumulada en su discípulo.

“… Solo mírate…”, repitió Kousuke en un bucle, una y otra vez.

Se dijo a sí mismo que quería ser el Meijin muchas veces. Todo lo que había logrado era no convertirse en el Meijin, pero estaba agitando ese hecho como una insignia de honor.

Fuerte, terco y tosco.

Sin rendirse hasta el último movimiento.

Introdujo esas lecciones en la cabeza de sus discípulos durante años, diciéndoles que eso era lo que significaba ser un jugador del Shogi de Kansai.

¿Lo había seguido él mismo?

Pelear hasta la última pieza en un tablero de Shogi era de sentido común. Incluso los aficionados podrían hacerlo.

Sin embargo, muy pocos podrían seguir luchando fuera del tablero.

¿Qué hizo los días en que no jugaba una partida?

¿No están los que están dispuestos a dedicar sus propias vidas a los verdaderos profesionales?

Estamos esculpiendo nuestras vidas para jugar Shogi.

Las palabras de Hiuma de esa tarde sonaron en el fondo de su mente.

Esas palabras se convirtieron en un fuerte viento que empujó a Kousuke fuera de la Sala de Jugadores.

Aun——

“…Estoy encendido”, Kousuke susurró en la oscuridad.

Había una brasa escondida en lo profundo de las brasas que hacía tiempo que se habían enfriado, nada más era una pequeña chispa.

En lugar de apagarlo, las palabras de Hiuma llegaron a lo más profundo de su corazón, encontraron la llama que él mismo había olvidado y le dio nueva vida. Un nuevo viento.

Ahora, era Kousuke avivando esa pequeña llama. “Arde”

Una noche fría a mediados de febrero. El calentador de la cocina se había apagado hacía horas, pero el hombre repitió lo mismo como una grabadora rota de que estaba demasiado caliente.

Keika-san bajó de su habitación del segundo piso y dijo sorprendida cuando entró a la cocina,

“… ¿Padre? ¿Sigues aquí?” “Eso no es todo”

Mirando la expresión confusa en el rostro de su hija, Kousuke agregó.

“Finalmente estoy despierto”

La mañana siguiente.

Hiuma Kagamizu llegó temprano a la Sala de Jugadores como siempre hacía solo para encontrar a alguien que ya estaba allí, limpiando los tableros por su cuenta.

“Kiyotaki-sensei …” “Buenos días”

Se quitó la chaqueta y se cubrió los codos con las mangas de su camisa con cuello. Kousuke se detuvo para limpiarse el sudor de la frente antes de mirar hacia arriba.

Esa cara tenía tanta vitalidad que era imposible reconocerlo como el Kousuke Kiyotaki de los últimos años. Esta no era la misma persona que Hiuma vio ayer.

“Han pasado eones desde que no podía esperar a que llegara la mañana. Quería jugar Shogi contigo, no podía quedarme dormido”

“¿Eh?”

“Hiuma. Por favor, enséñame Shogi”

Deslizando sus brazos a través de las mangas de la chaqueta, Kousuke se abotonó cortésmente la parte delantera antes de hacer una profunda reverencia al hombre. Un veterano de 9-dan estaba siendo humilde con alguien de la Sub Liga.

“En este momento, no tengo ninguna estrategia nueva para compartir con ninguno de ustedes. Lejos de mi estrategia de enseñanza, ustedes, jóvenes, me mostraron una o dos cosas sobre cómo ser un profesional…”

El hombre que había perdido el coraje para pedir honestamente a su discípulo y a los miembros de la Sub Liga que me enseñaran a jugar había reunido el coraje que le quedaba para regresar hoy.

Kousuke mantuvo la cabeza baja mientras hablaba, incapaz de ocultar el fervor en su voz.

“Haré recados, haré el trabajo de preparación, todo lo que necesites. Me gustaría tomar la mentalidad de mis días de entrenamiento y aprender desde el inicio. No busco robar la investigación ganada con tanto esfuerzo. Estoy aquí para enderezarme. No puedo salir con derrotas”

“Sensei …”

“Lo que dijiste ayer, Hiuma, me abrió los ojos. El cuerpo entero se ha quemado desde entonces, queriendo jugar Shogi tan mal que no puedo quedarme quieto. No me he sentido así en mucho tiempo Y no se enfriará hasta que pueda jugar contigo”

“P-Pero…”

“¿Qué pasa, Kagamizu-san? ¿No vas a jugar Shogi hoy?”

Dijo un niño pequeño que parecía estar escondido en la sombra de Hiuma con voz aguda.

Asomándose por detrás de la espalda del hombre estaba Sota Kunugi.

Miró a Kousuke con una sonrisa inocente en su rostro y dijo:

“En ese caso, jugaré contra ti, Kiyotaki-sensei. Hay tantas cosas que quiero saber sobre Yaichi-san cuando estaba creciendo”

“Gracias. Si quieres saber sobre Yaichi, tengo mucho que contar”

“Genial~♡”

Sota se veía tan genuinamente feliz como un niño que acaba de recibir un pedazo de su dulce favorito.

Hiuma, por otro lado, era vacilante.

Todo lo que le había dicho a Kousuke ayer era su opinión honesta.

También era como realmente se sentía.

Al mismo tiempo, eran palabras que él, como miembro de la Sub Liga, nunca debería decirle a un profesional. En caso de que el incidente se hiciera público, la asociación podría muy bien exigir su renuncia.

-Todo lo que soy es un 3-dan, nunca subiré a 4- dan …

La vergüenza consumió a Hiuma en un instante.

Aunque tenía la intención de representar a la Sub Liga en su conjunto

-¿Estaba simplemente eliminando mi frustración y celos por no haber sido promovido, Kiyotaki- ..?

Fue ese pensamiento lo que le impidió aceptar la sincera invitación de Kousuke.

Hiuma no podía mirarlo directamente.

La brillante luz del sol de la mañana que se reflejaba en las gotas de sudor en la frente de Kousuke iluminaba su posición estancada con toda claridad.

Los ojos ardiendo poderosamente detrás de las gafas de Kousuke eran demasiado brillantes para alguien que siempre había residido en las sombras.

-Este es un jugador profesional de Shogi.

El acero que se había vuelto completamente opaco recuperó su brillo metálico todo porque Hiuma lo puso en una pequeña llama.

-Está construido de manera Mucho más fuerte que yo…

Hiuma sintió que se convertiría en nada más que una larva.

Encerrado en el suelo que era la Sala del Jugador, esperando el día en que pudiera extender sus alas, sin mencionar el hecho de que había residido en el abismo que era la Sub Liga más larga con siete años siendo una larva.

Había olvidado lo que debería haber sido instintivo, cómo emerger de la tierra y extender sus alas y ahora estaba farfullando como un miembro de la Sub Liga.

“Hiuma”

Kousuke extendió su mano a ese miembro de la Sub Liga.

Ahora, por primera vez, se armó de valor para pedir exactamente lo que quería.

“Por favor. Enséñame a jugar shogi”

“…… Sería un honor trabajar contigo, Kiyotaki- sensei”

Hiuma Kagamizu se inclinó, inclinando profundamente la cabeza mientras estrechaba la mano del hombre, casi como si se aferrara a su última esperanza.

Este fue el momento en el que nació un grupo de práctica que pronto se convertiría en el Legendario Aula Kiyotaki, del que se hablara por generaciones.