Hataraku Maou-sama! (NL)

Volumen 1

Capítulo 1: El Rey Demonio Se Centra En Su Carrera Para Fines Monetarios

Parte 4

 

 

Sadao Maou, posado sobre su fiel corcel Dullahan, se dirigió al trabajo.

Desde el Castillo del Demonio en Sasazuka, sin ningún problema, se tardó menos de diez minutos en llegar al Mg Ronald en Hatagaya. Sin embargo, debido a la lluvia que caía a un ritmo constante, se atrasó el retorno de Ashiya de su visita a los museos y galerías.

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Esta lluvia era lo suficientemente fuerte como para que su paraguas fuera golpeado incesantemente pero no tuvo ninguna posibilidad de cubrirse pues este tenía sus rayos doblados, su varilla de soporte oxidada y su plástico empañado de manera que ya no ofrecía protección completa.

Sin embargo Maou siguió pedaleando, montado sobre Dullahan, avanzando lo más rápido posible.

Era el último día del mes, un viernes, uno en el que siempre descontrolaba su billetera. Además era un día importante. Su tienda estaba compitiendo por el premio número uno en ventas regionales para el actual artículo del menú especial. Esto hizo que Maou ardiera de emoción. ¡Este sería el día en que establecerían un récord para las ventas de Black Chili Pepper Fry!

“No te necesito gritándome, Ashiya. También estoy pensando en esto… ¡A mi manera!”

Su ambición todavía estaba allí. Su máxima meta, como siempre, era conquistar Ente Isla. Pero al no poder regresar a casa, no había mucho que hacer al respecto. Incluso si pudiera teletransportarse ahora mismo, sería reducido y derrotado en un abrir y cerrar de ojos, ya que no tenía su fuerza mágica.

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Mientras tanto, en Japón, con que mantuvieras un perfil bajo, las posibilidades de que te mataran en el campo de batalla eran muy bajas. Y si considerabas esta rutina actual como pasos pequeños en el camino para reclamar el trono del Rey Demonio, incluso era posible retener el sentido de orgullo demoníaco. Por ahora, esto estaba bien. Maou honestamente creía eso.

Se detuvo ante una señal roja de cruce de peatones, con los frenos chillando mientras su rueda delantera se estrellaba contra un charco de agua. Dullahan era una ganga, pero sus frenos, como el grito de una mandrágora enfurecida, eran su punto débil. En esta intersección, atravesando un área residencial a una cuadra de la carretera Koshu-Kaido, había un pequeño parque y un moderno restaurante, con las paredes cubiertas de vidrio desde el piso hasta el techo. Al otro lado de la calle, hacia la dirección de dónde vino, Maou vio, resguardarse de la lluvia, a una mujer situada debajo del toldo del restaurante.

La calle estaba llena de transeúntes en busca de almuerzo, pero esta mujer llamó su atención. Al parecer ella no tenía paraguas. Incluso desde lejos, pudo verla hacer una mueca mientras se limpiaba el cabello y los hombros con un pequeño pañuelo en la mano.

Su mirada molesta apuntaba hacia el cielo mientras la luz permaneció constantemente roja. Probablemente ella no había esperado que se produjera esta lluvia. Incluso cuando la luz finalmente se volvió verde, ella permaneció bajo el toldo, aparentemente desconcertada.

Maou, siempre atento a las leyes de tránsito, desmontó su bicicleta y la llevó cruzando por la calle. Una vez al otro lado, la mujer lo notó por primera vez, sus ojos se volvieron hacia él. Él asintió ligeramente hacia ella, luego se agachó bajo el toldo del restaurante a su lado, cuidando de colocar a Dullahan entre ellos para disipar cualquier sospecha.

“Um, si quieres…” Dobló su paraguas de plástico y se lo entregó de inmediato.

“¿Eh?”

Su clara y refrescante voz sonó confundida al principio. Ella miró a su alrededor, sin saber cómo proceder.

“Oh, yo… La lluvia acaba de comenzar tan repentinamente, así que pensé que podrías necesitarlo.”

A juzgar por cómo se veía y actuaba desde el otro lado de la calle parecía una mujer madura, pero de cerca se veía más joven tal vez incluso con una edad para estar en la preparatoria. Ella era al menos más joven que la apariencia externa de Maou.

Su parte superior con camisa de estampado floral y sus ajustados vaqueros de mezclilla eran una buena combinación para su belleza natural. Su largo cabello, ligeramente rizado en los extremos mostraba, producto de la lluvia, un brillo que la hacía aún más atractiva. Fue una lástima que no pensara empacar un paraguas plegable dentro del pequeño bolso que colgaba de su hombro. Sus ojos fuertes y voluntariosos ahora estaban claramente enfocados en Maou, con un nudo de ansiedad en su rostro.

“Pero… ¿Estás seguro? No puedo tomar esto de ti…”

Por supuesto que no le sobraba. Este paraguas fue tomado del basurero. En realidad gastar dinero en uno era un concepto exótico para él.

“Oh, no, trabajo aquí cerca, así que… son solo unos dos o tres minutos en bicicleta. Tenemos más paraguas allí.”

Nerviosa, la mujer tomó el paraguas que le ofrecían. Mientras lo hizo, Maou rápidamente volvió a montar su bicicleta, deseando que no se sintiera más incómoda ni avergonzada.

“¡Um, muchas gracias! Me gustaría pagarte de alguna manera…” Sin embargo, la mujer resultaba ser más insistente de lo que Maou esperaba. Él levantó su mano en respuesta.

“Olvídalo. De todos modos es una especie de chatarra. Puedes seguir adelante y tirarlo una vez que hayas terminado con él.”

“Oh, no podría simplemente…”

Maou se volvió hacia la mujer, que todavía estaba actuando un poco indecisa sobre esta situación.

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“Bueno. ¿Qué tal esto? Yo trabajo en el Mg Ronald que se encuentra cerca, así que ¿Por qué no vienes a comer algo?”

“¿Muy cerca…? ¿Te refieres al de la estación de Hatagaya?”

Maou asintió con la cabeza mientras ella señalaba la dirección.

“Sí. Te daré un tamaño grande en las papas fritas especiales que tenemos ahora mismo, si estoy allí.” Era este tipo de marketing en el que Maou se había especializado en el vecindario. Se veía a sí mismo como un empleado de Mg Ronald en todos los lugares a los que salía y cuando había público asumía que cualquiera de ellos podía ser un cliente potencial. De la forma en que lo veía, este esfuerzo extra fue lo que lo llevó a obtener sus promociones en el trabajo.

“Está bien. Me aseguraré de hacer eso. Umm…” La mujer se enderezó, mirando directamente a los ojos de Maou. “Gracias de nuevo.” Con eso, ella se inclinó ligeramente. Su sonrisa era como un hermoso rayo de sol asomándose a través de las angustiosas nubes de lluvia de su corazón.

“Claro. Ten cuidado.” Maou se dio la vuelta, tratando de ocultar las molestias de su torpeza. Agitando la mano, se lanzó de nuevo pedaleando a través de la lluvia, sin volverse para mirar atrás. “¡Brrrr! ¡Frío!” Quizás ese intercambio fue demasiado caballeresco para su propio bien. Pero todo era por un mejor mañana, mejores cifras de ventas y no olvidemos, una mejor oportunidad de dominar brutalmente el mundo. Además, perder tu paraguas por una razón válida debía hacer que Ashiya libere su férreo control sobre sus finanzas, lo suficiente como para que pueda comprar uno nuevo. Caso contrario, siempre tendría la alternativa de poder elegir entre los que estaban en el estante para sombrillas en frente de la tienda.

De vuelta en la intersección, la luz hacía mucho que volvió a rojo, pero a pesar de esto la mujer permaneció inmóvil, hasta que Maou ya no estuvo a la vista.

Al final, la ubicación de Maou no pudo superar el top en las listas de freír de Black Chili Pepper para la región. Una de las freidoras dejó de trabajar después de la hora del almuerzo. El técnico encargado de las reparaciones tardó dos horas en aparecer y esas dos horas marcaron la diferencia. Una prueba frustrante para Maou, por decir lo menos y una en la que se quedó atrapado mientras cargaba otra bolsa llena de comida chatarra con él.

Cuando llegó la noche la fuerte tormenta era una cosa del pasado. Eso evitó que necesitara “tomar prestado” un paraguas de la tienda, pero no había duda de que el mal tiempo mantenía a los clientes en casa.

Pero ¿Había algo más? Sí, estaban la freidora y la lluvia. ¿Pero se equivocaron en algún otro lugar? Esta pregunta fue todo en lo que Maou pudo pensar en su camino de retorno a casa, hasta que llegó a la intersección donde, horas antes, había prestado su paraguas.

“…¿Eh?”

Ya era de noche y muy tarde. El restaurante en la intersección llevaba varias horas cerrado y con un aspecto completamente oscuro en su interior. La única luz que iluminaba el cruce abandonado era una farola solitaria y las señales de tráfico parpadeantes.

Pero había alguien acechando debajo del toldo del restaurante.

Al principio, debido a la oscuridad no se había dado cuenta pero era la chica con la que se había encontrado en el camino al trabajo.

“Hey ¿Tú eres…?”

Maou se detuvo a medias. Un mal presentimiento lo invadió. Algo estaba mal con esto.

La mujer estuvo en silencio mientras fijaba su mirada en él. En sus ojos había algo frío, casi hostil.

Su sonrisa de antes fue como un arco iris que se arqueaba sobre el cielo lluvioso pero ahora su expresión era como un iceberg del Ártico, lo suficientemente fría como para cristalizar el sol.

Ella lo estaba mirando, no había ninguna duda al respecto. Maou tragó saliva nerviosamente, casi encogiéndose ante la sensación de presión proveniente de sus ojos sobre él.

Incapaz de soportar por más tiempo el silencio malicioso de la mujer, Maou reunió el coraje para hablar.

“Um… ¿Funcionó bien? No te mojaste ¿Verdad?”

“No, no funcionó bien.”

“¿Uh?”

Su voz era como un vórtice polar en pleno invierno. “Fui a tu Mg Ronald hoy.”

“¿Oh? Um Bien, gracias.”

Ahora parecía un momento inadecuado para ocupar el puesto de venta. No recordó haberla visto mientras manejaba la caja.

La mujer dio un paso hacia Maou, casi haciéndole perder el equilibrio y caer al suelo. Frustrado, saltó de su bicicleta y por razones completamente diferentes a las anteriores, la colocó entre los dos.

“Te estaba mirando. Desde el lugar de enfrente.”

“¿Mirándome?… ¿Quieres decir, al restaurante?”

Había una librería que daba a Mg Ronald desde el otro lado. ¿Lo estuvo viendo desde allí? ¿Era ella uno de esos comensales misteriosos, acosadores, de los que se seguían escuchando?

“No. A ti.”

“¿A mí?” Ahora Maou estaba aún más confundido. ¿Ella vino a la tienda… Pero no para devolver el paraguas? Apenas se habían rozado entre sí. ¿Y ahora ella lo estaba acosando? Solo había una…


“…Te veías muy diferente a la vez anterior, pensé que mi mente me estaba jugando una mala pasada. Pero después de un tiempo, me di cuenta.”

…Una mujer que…

“Al principio, dudé de mis cinco sentidos. Sabía que estabas cerca, pero no tan cerca.”

…¡¿Qué lo estaría buscando?!

“Puedes tratar de ocultar la poca magia que te queda. ¡Pero no puedes engañarme!”

¡Imposible!

“¡El rey demonio Satanás! ¿Por qué estás trabajando a tiempo parcial en el Mg Ronald en Hatagaya?”

El pelo negro azabache que fluía, la piel hermosa impecable, los ojos agudos que detectaban la magia. Ella tenía que ser…


“¡T-Tú…! ¡eres Emilia, la Héroe!”

Ella era Emilia Justina, la Héroe que arrebató Ente Isla de las manos del Rey Demonio. La héroe glorificada como la santa salvadora de su tierra natal. ¿Por qué estaba ella en Sasazuka?

“¡Sí! ¡Soy yo, Emilia! ¡Y seguramente debes saber por qué estoy aquí!”

“¡N-No puede ser…!”

“Tú y Alciel, tu único general restante que te acompaña, apenas se nos han escapado. ¡Pero he viajado a través de los mundos en tu búsqueda! ¡Si te dejo escapar, nuestro mundo quedará envuelto en la oscuridad una vez más! ¡Y antes de que eso suceda, te destruiré!”

“¡E-Espera! ¡Espera un segundo, Emilia! ¡Podemos hablar de esto!”

“¡Nunca, Rey Demonio! ¡Prepárate para morir!”

De repente, la Héroe Emilia sacó un cuchillo y cortando el aire se lanzó hacia Maou.

Este saltó hacia atrás, esquivando la hoja mientras atravesaba su bicicleta. La una vez orgullosa Dullahan cayó al suelo. Protestando en voz alta por el inesperado y brutal ataque dijo: “¡Whoa! ¡Ten cuidado!”

“¡Basta ya de tu cobarde evasión! ¡Quédate quieto y déjame matarte!”

“¡Tienes que estar bromeando!”

Apenas logró evitar el segundo golpe del cuchillo que tenía como destino la boca de su estómago, el cual terminó más allá de Dullahan mientras corría.

Maou se tomó un momento para recuperarse. Estaba sin armas. Durante el viaje de retorno a casa, desde el local de comida rápida, rara vez alguien le hablaba. Eso claramente lo puso a la defensiva, pero una sensación de confianza suprema aún llenaba su mente. Una mirada al arma de Emilia fue todo lo que necesitó para saber cómo terminaría esta confrontación.

“Uh… ¿Emilia?”

“¿Hmm? Rogando por tu vida, ¿verdad? ¡Nunca negociaré con mi enemigo jurado!”

La contundencia de su declaración lo desconcertó un poco, pero aun así logró emitir una observación, una que tuvo un efecto sorprendente en su oponente.

“¿Dónde está tu espada sagrada?”

“¡…!”

Esto fue suficiente para desconcertarla y hacerla jadear visiblemente.

“Compraste ese cuchillo en la tienda de cien yenes en Sasazuka, ¿verdad? Yo tengo uno similar.”

“¡C-Cómo tu…!”

Ahora Emilia estaba visiblemente agitada. El cuchillo en su mano brillaba débilmente debido al reflejo de la luz roja de la señal de tráfico.

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“Tú… perdiste toda tu fuerza sagrada. Incluso si aún la tuvieras, no puedes permitirte gastar nada, ¿eh?”

“¡Nnngh…!”

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La forma en que Emilia rechinó los dientes fue lo que le confirmó a Maou lo que necesitaba saber.

Había esperado, hasta cierto punto, que en algún momento llegarían los perseguidores de Ente Isla. Pero no la propia Héroe. Y sin embargo, aquí estaba ella, al otro lado de la misma Puerta que él había cruzado, persiguiéndolo y olfateando el rastro de su fuerza mágica.


“P-Pero… pero tu estás en la misma situación. ¡Tú poder se siente tan débil… tan frágil! ¡No es nada comparado con antes!”

“Bueno… sí, pero…” Emilia hizo una mueca interna tratando de minimizar lo escuchado. Pero no tenía sentido pretender lo contrario. “¡Con o sin mi espada sagrada, no tengo nada que temer de un Rey Demonio que es un miserable cocinero! ¡Muere!”

Emilia sostenía el cuchillo en alto, en el aire. La luz los iluminaba a ambos.

***

 

Ashiya, llegó a casa después de su decepcionante viaje al ala de exhibición especial del Museo Nacional de Arte Occidental. Visiblemente molesto arrojó el folleto del museo a la pila de correos, rompiendo por la mitad un bloque de cuatrocientos gramos de udon que había comprado con descuento y que ya tenía la fecha vencida. Comenzó a hervir los fideos en una olla mientras esperaba el regreso de Maou.

No había forma de que ninguno de los dos pudiera sobrevivir solo con la comida que quedaba en el refrigerador. Ashiya también había estado ahorrando su propio dinero, en parte para cubrir los gastos que le demandaban las investigaciones del museo, por lo que aún podía realizar unas cuantas compras. Lo había mantenido en un escondite secreto lejos del alcance de su señor.

“Ugh. Va a traer más de esas papas fritas con chile, lo sé…”

Aplastando a los insectos que revolotean cerca de la ventana abierta, Ashiya echó un vistazo al reloj.

“Hmm… Su Alteza demoníaca llega tarde.”

***

 

 

“¿Así que eres Sadao Maou y tú eres Emi Yusa? ¿Cierto? Entonces. ¿Podrían decirme por qué estaban discutiendo en esa intersección?”

“¡Estaba allí para matar a este hombre!”

Hataraku Maou-Sama Volumen 1 Capítulo 1 Parte 4 Novela Ligera

 

El Rey Demonio y Emilia estaban sentados en sillas plegables en la subestación de la policía de Hatagaya, donde eran interrogados por un oficial que trataba de averiguar las razones de su pelea.

“Escuche señorita, no sé qué hizo su amigo aquí para merecer esto, pero no hay excusa para agitar un cuchillo así. Solo tiene que calmarse y hablar sobre las cosas. ¿De acuerdo?”

El consejo del oficial fue suficiente para enfurecer aún más a Emi Yusa, alias la Héroe Emilia.

“Yo… ¿Quién crees que es el para mí…?”

“En este momento…” Intervino Maou, con ceño fruncido que demostraba su enojo. “Apuesto a que cree que estamos teniendo una disputa de amantes o algo así.”

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“Bueno, si me equivoco, les pido me disculpen. Veo mucho ese tipo de cosas últimamente. ¿Saben? Así que solo háblenlo y… ya saben, si van a romper, traten de ser un poco más tranquilos al respecto. ¿De acuerdo?”

“Se lo digo muy claramente. ¡Esa no es la razón de nuestra pelea!”

Un residente local había llamado a la policía por la acalorada discusión que tuvieron dos personas. Ahora el Rey Demonio y su rival, la Héroe, estaban en la estación y les leían el acta antidisturbios. Tomó aproximadamente una hora darles una explicación sobre los peligros de la violencia doméstica antes de que los dos fueran finalmente liberados.

Emilia avanzaba con cansancio mientras salían. La terrible experiencia aparentemente le había causado cierto conflicto emocional.

“…Te voy a dejar ir hoy. Pero la próxima vez… Eso será todo.”

“Oh, qué. ¿Planeas traer un rodillo la próxima vez?”

Emilia optó por ignorar la ironía.

“Hmph. Espero que estés contento de que te hayan otorgado una extensión a tu vida. Y esta noche no ha sido un desperdicio en absoluto. Memoricé la dirección de tu casa, te lo hago saber. Espero que no puedas dormir todas las noches siguientes, por el resto de tu vida.”


“Pareces más un jefe de la mafia que una héroe.” A pesar de que Maou hizo una mueca ante su descarada amenaza, de repente una pregunta le vino a la mente. “Oh, por cierto. ¿Qué pasó con mi paraguas?”

Por un momento, la cara de Emilia traicionó su incapacidad para comprender la pregunta y mostró un gesto de sorpresa. Entonces, ella dejó escapar una risa altiva, nasal.

“Dijiste que podía tirarlo cuando terminara. ¡Así lo hice! Me aseguré de despedazarlo completamente antes de desecharlo.”

 

Nova : Revisado y Corregido.

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