Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 4

Capítulo 2: A la Aventura

Parte 7

 

 

Una feroz batalla se estaba librando en el piso 58.

El grupo de aventureros se enfrentó a un monstruo tras otro en un intento por sobrevivir, pero el camino hacia el piso 57, su único camino de retirada, fue bloqueado por los entrantes enjambres de orugas gigantes.

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Los monstruos oruga habían formado una manada multitudinaria, atacando no solo al grupo de Gareth, sino también a otros monstruos en las cercanías. Su habilidad innata para sentir magia y piedras mágicas los estaba llevando al campo de batalla en masa.

Desde las orugas escupiendo su ácido corrosivo y devorando a su desafortunada presa, piedras mágicas enteras y todo, hasta los feroces monstruos atacando con dientes y garras, indiferentes a su propia disolución, a la bandada de wyverns sobre sus cabezas, arrojándoles salvas de bolas de fuego, fue una total todos contra todos.

Ruidos estruendosos, gritos bestiales y alientos de dragones se mezclaban a lo largo del piso 58.

— ¿Esto es normal para los pisos de aquí?

— ¡¿Cómo diablos se supone que sepa?!

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Mientras el fuego amistoso invadía el área, Tiona y Bete segaron a los monstruos a su alrededor para avanzar sobre el dragón valgang recién engendrado que acababa de irrumpir a través de la pared del Calabozo. En un intento de evitar que esa masiva bola de fuego destruyera a amigos y enemigos por igual, ellos embistieron contra la gran bestia roja y la derribaron con una patada helada de las botas mágicas de Bete y una serie de golpes asesinos de la enorme espada Durandal de Tiona. Si tenían que agradecer a esos monstruos oruga por una cosa, era que habían hecho que fuera mucho más fácil moverse por el campo de batalla.

Los dos esquivaron con destreza las explosiones entrantes de ácido corrosivo mientras continuaba la brutal batalla a tres bandos.

Lefiya, actualmente bajo la protección de Tione, evitó lanzar algo demasiado imprudente para que no llame la atención de esas orugas.

Al mismo tiempo, Gareth estaba luchando con una gran intensidad, con su manto ondeando salvajemente. — ¿Estos brutos acaso dejaran de pelear?; Reflexionó, sacando a un enemigo tras otro con sus dos hachas. Cada poderoso golpe de sus armas hizo un impacto como una bomba.

Un enjambre cercano de orugas respondió liberando una ráfaga de ácido corrosivo.

— ¡Muéstrame algo que no había visto antes!; Gritó antes de esquivar rápidamente, golpeando su gran gacha contra el suelo con un destello brillante.

La hoja de roca se desmoronó, pedazos de piedra volaron para golpear a las orugas como misiles explosivos. Sus cuerpos se arrugaron, plagados de agujeros y dejando escapar ácido en el suelo.

El hacha Durandal del soldado enano se ocupó de la oruga restante con un gran movimiento ascendente.

—¡¡Grrraaaagh!!

— ¡Gunngh!

La bestia ni siquiera tuvo la oportunidad de responder. El ataque longitudinal lo cortó por la mitad.

Ellos habían estado luchando durante casi ocho horas, y la ferocidad del enano aún no había menguado. Y sin embargo, estas bestias extrañas… Gareth miró a los monstruos sospechosamente desde debajo de su casco. Él estaba estudiando su movimiento. Viniendo del túnel del norte podrían ser; de alguna manera hemos llegado al centro de la sala. Nos estamos moviendo hacia el sur.

Lanzó una mirada detrás de él hacia donde las manadas de orugas continuaban saliendo del túnel que conducía al piso 57.

Delante de él y hacia el sur había otro túnel— el camino que los conduciría al siguiente piso.

Estos brutos no se están preparando para llegar al piso cincuenta y nueve, ¿o sí? ¿Están tratando de moverse aún más hacia abajo?

¿Podrían los monstruos oruga que están arrasando en estas profundidades intentar regresar a casa?

Gareth entrecerró los ojos ante la entrada a lo desconocido, envuelto en la oscuridad, luego apartó la mirada, sus pensamientos volvieron a la batalla que tenían entre manos.

— ¡E-ellos todavía están viniendo!; Tione gritó con una maldición, el sudor formándose a lo largo de su cuello y su sien mientras otro de los grandes dragones rojos engendraba en el piso del Calabozo.

Los jóvenes aventureros no pudieron ocultar su fatiga mientras continuaba la larga batalla. La lengua de Bete prácticamente colgaba de su boca, las muñecas de Tiona temblaban, y el aliento de Lefiya sonaba desigual y tenso.

Gareth, sin embargo, tan duro como siempre y sin mostrar signos de cansancio, corrió hacia el recién creado dragón valgang rompiendo en el suelo—hasta que.

— ¡Wynn Fimbulvetr!

La ventisca masiva descendió sobre ellos desde el extremo norte del pasillo.

Congeló todo: el dragón valgang y los grandes enjambres de monstruos que todavía ensuciaban el área. Y mientras Tione y los demás miraban con asombro, un destello dorado se reflejaba en sus ojos en forma de platillo.

—¡¡Ngh!!

Una espadachín de ojos y cabello dorado se lanzó hacia adelante como una flecha, destrozando la escultura de hielo del dragón valgang.

Desperate cortó el cuello del dragón congelado, separando su cabeza de su cuerpo y enviando trozos de hielo al suelo en grandes y estruendosas colisiones.

—¡¡Señorita Aiz!!

— ¡Riveria!

Lefiya y Tione gritaron en júbilo simultáneo al ver a sus compañeros

Aiz se detuvo en el medio del pasillo con Riveria, Finn y Tsubaki pisándole los talones. Incluso Raúl, completamente ileso junto con los otros tres apoyos, se lanzaron hacia adelante para unirse a ellos.

—¡¡Capiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaan!!; Gritó Tione, con su energía restaurada en un instante.

— ¡Guarden la celebración para más tarde!; Respondió Finn, solo medio reconociéndola antes de gritarles órdenes a los demás. — ¡Todavía tenemos que acabar con los monstruos restantes!

El poderoso sonido de la voz de su líder avivó sus espíritus, Bete y los demás unieron fuerzas con Aiz y pusieron sus miras en los monstruos que todavía vagaban por el espacio abierto.

La protección de los apoyos brillaba intensamente, no pasó mucho tiempo para que los cadáveres de las orugas y los wyverns se acumularan, montaña sobre montaña de cenizas cubriendo el suelo.

— ¡Señorita Aiz! ¿No está herida?; Pregunto Lefiya.

—Estoy bien, sí… ¿ustedes lo lograron?

— ¡Por muy poco! Todo gracias a Gareth; Habló Tiona esta vez-

No había una presencia sintiéndose cerca; el equipo aparentemente había llegado a un largo descanso de los encuentros. Incluso los muchos agujeros que perforaban el techo gracias a los dragones valgang se habían sellado, dejando el piso 58 en silencio. Las reunidas; Aiz, Lefiya y Tiona juntaron sus manos alegremente.

Finn y Riveria consultaron a Gareth mientras Tsubaki, riendo por una cosa u otra, le dio a Tione y Bete una serie de palmadas resonantes sobre sus espaldas. Tione solo sonrió, aunque Bete le lanzó una mirada de odio. Mientras tanto, Raúl y los demás apoyos repartieron objetos de curación de sus mochilas, con lágrimas en los ojos.

— ¡Oh-ho-ho! ¿Este es un colmillo de uno de esos dragones locos que nos persiguieron? ¿Y qué es esto? ¡¿Una escama?! ¡Solo déjame llevar esto de vuelta!; Tsubaki sacó primero un colmillo de dragón valgang y luego una escama roja de entre la pila de artículos caídos que ensuciaban los cadáveres de los monstruos esparcidos, con la cara iluminada por la emoción.

Finn, sin embargo, no compartió su exuberancia. —Me disculpo, Tsubaki, pero tendrás que esperar. Algo tan grande solo será un obstáculo a medida que exploramos más. ¿Quizás en nuestro camino de regreso?; Él le recordó amablemente lo que debería haber sido obvio.

El grupo se dirigió hacia el extremo sur de la sala, donde Finn les indicó que tomaran un breve descanso.

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—Aunque nos vimos obligados a tomar rutas separadas, todo el grupo llegó al piso cincuenta y ocho. No estoy seguro de si esto es una buena señal… o todo lo contrario; Reflexionó Riveria.

Bete solo resopló. — ¿Y qué? No es como si fuera nuestra primera vez aquí.

—Dices eso como si no estuvieras tratando de recuperar el aliento hace unos cinco minutos; Respondió Tiona sarcásticamente.

— ¡Seguro que fuiste tú!

Lefiya, Raul y los demás apoyos soltaron una risita mientras el dúo se atacaba como siempre. Un ambiente relajado se había establecido en el grupo.

Ellos bebieron sin prisa las pociones curativas y mágicas. Aiz terminó las últimas raciones en forma de bloque de Lulune. Y Tsubaki sacó sus herramientas de herrería para realizar mantenimiento de emergencia en las armas de los aventureros.

Fue un respiro momentáneo para el grupo mientras se sentaban en un círculo, con las profundidades inexploradas justo en frente de sus ojos.

—…

— ¿Capitán? ¿Pasa algo? Tiona habló mientras Aiz y los demás disfrutaban de su momento de inactividad.

El Hobbit estaba de espaldas al grupo, con la lanza preparada mientras miraba la oscuridad abierta de ese gran agujero al sur.

Parecía obsesionado con eso, mirando profundamente en el vacío que los conduciría al piso 59.

—De acuerdo con los registros que dejó la Familia Zeus, los Territorios Glaciares nos esperan más allá de ese pasaje…

—De-de hecho. Se dice que las corrientes glaciares atraviesan la tierra, dificultando el avance, y los vientos terriblemente fríos hacen que sea difícil mover el cuerpo…; Tione continuó con sus pensamientos.

— ¡T-trajimos mucha lana de salamandra! Tuvimos que solicitar algunos de otras facciones, pero deberíamos tener lo suficiente para todos nosotros, incluidos los apoyos; Raúl se puso de pie apresuradamente, sacando la tela carmesí de su mochila. La lana Salamandra era un tipo de armadura de elemento de fuego con propiedades resistentes al frío.

Finn no se movió, con sus ojos verdes como la superficie de un lago, todavía fijos en el pasaje frente a él. Finalmente, él habló.

—Si el frío es tan intenso, puede congelar incluso a los aventureros de primer nivel… ¿por qué no podemos sentirlo ahora? ¿Por qué no podemos sentirlo sentado aquí con la entrada frente a nuestros ojos?

Tione y Raúl se estremecieron en desconcierto simultáneo ante la investigación de Finn.

Eso era cierto. Ellos estaban esperando justo en frente del pasaje que los conduciría al piso 59, sin embargo, ninguno de ellos sentía ni la más mínima brisa de aire frío del gran agujero frente a ellos.

Al escuchar su conversación, primero Aiz, y luego los demás, se levantaron uno por uno con las armas preparadas.

— ¿Dices que algo está sucediendo?; Reflexionó Bete, mirando el agujero oscuro.

—No tengo idea… pero no creo que la Familia Zeus sea de las que exageran las cosas; Respondió Gareth mientras se ajustaba el casco.

Era evidente por las caras de todos que esto no era algo que simplemente pudieran ignorar.

—…

Justo cuando una extraña sensación de tensión comenzó a gestarse dentro del grupo, Aiz recordó algo.

Lo que alguien le había dicho hace unos veinte días en el piso 24.

—“Aria, ve al piso cincuenta y nueve”.

—“Las cosas se están poniendo interesantes en este momento. Debería responder a muchas de tus preguntas”.

Eso era lo que esa mujer pelirroja no humana le había dicho. Que había algo allí en el piso 59.

Algo que ella buscó.

Mientras estaba parada frente al agujero que conducía a las profundidades de la tierra, ella inconscientemente ajustó su agarre en el mango de su espada.

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El cristal que colgaba de su cadena alrededor de su protector emitía un tenue resplandor, casi como si volviera a cobrar vida.

— ¿Q-qué crees que deberíamos hacer, Capitán?

—… La lana de salamandra debería servir. Salimos en tres minutos; Finn dio un pequeño golpe en el pulgar. Su mirada aún era nítida cuando vio el túnel delante de ellos.

El resto del equipo terminó rápidamente sus preparativos, cerrando su momento de descanso. Luego, equipados con sus armas y restableciendo su formación, se acercaron al agujero gigante.

—Extraño. No hace frío en absoluto…; Observó Tiona mientras Raúl y los otros apoyos encendían sus lámparas portátiles de piedra mágica para protegerse de la oscuridad envolvente.

—… De hecho, casi diría que es… asqueroso; Lefiya terminó su frase, con indicios de sudor salpicando su piel.

Ninguno de ellos sabía qué decir acerca de esta humedad inesperada, y una vaga aprensión calmó al grupo. Ellos continuaron por la gran y larga escalera hasta el piso de abajo, con los sentidos ansiosos al más mínimo ruido.

*Tintineo, tintineo.*

Sus pasos resonaron por todo el hueco de la escalera. Ellos descendieron a la oscuridad más y más…

Hacia una luz al final del túnel.

—Finn, esto es…; comenzó Riveria.

Finn asintió con la cabeza ante la voz del alto elfo que estaba detrás de él. —En efecto. De aquí en adelante, entramos en una tierra que nadie, ni siquiera los dioses mismos, han presenciado-

–lo desconocido.

Y con eso, alcanzaron la luz.

Al descender de la última escalera, el grupo salió al piso 59 y hacia las profundidades desconocidas.

—…

Ellos se encontraron sin nada que decir al ver la escena que tenían delante. No hubo corrientes glaciales.

No había altísimas montañas de hielo. No había ríos congelados de color azul.

Nada. Reflejados en sus ojos estaban masas sobre masas de plantas y vegetación más extrañas que jamás habían visto, un paisaje totalmente divergente de los pisos superiores.

—¿Una… jungla?; Tione miró a su alrededor con asombro, todavía agarrando sus cuchillos

Esta habitación, incluso más grande que el piso 58 por encima de sus cabezas, se desbordó de árboles y enredaderas. Inmediatamente frente a ellos había un bosque de árboles alzados. A sus pies había un lecho verde exuberante de hierba y anillos temblorosos de flores de colores venenosos. Era una habitación cerrada con cuatro paredes verdosas lejanas que se alzaban muy altos, y todas las formas y tamaños de capullos colgaban de la vegetación.

—¿Esto es .. el piso veinticuatro…?; Murmuró Lefiya, su voz temblaba mientras abrazaba su bastón contra su pecho.

Incluso Bete entrecerró los ojos mientras miraba al otro lado del espectáculo. La vista se parecía mucho a la despensa en el piso 24 después de que las violas se hicieran cargo de ella y se convirtieran en una planta.

Aiz estaba callada mientras miraba a través del paisaje. Mientras tanto, Raúl levantó su mirada de entre los apoyos nerviosos.

—¿Escuchan eso?

Un extraño ruido provenía del centro del piso.

Sonaba como algo masticando. Un ruido desmoronando seguido por una voz ocasional, aguda y temblorosa.

A medida que el misterioso ruido continuaba, oscurecido dentro de esa densa jungla, todos los ojos del grupo congelado fueron a su líder Hobbit.

Con la lanza en mano, Finn dio la orden:

—Adelante.

Eso fue todo lo que se necesitó para que el grupo se moviera.

Bete y Tiona tomaron la delantera a medida que avanzaban por el único camino de la jungla, casi como un camino tallado entre los árboles.

Todos los ojos se movían de un árbol a otro, vigilando para que algo saliera adelante. Para que no pierdan su juicio.

Un fulgor fosforescente los iluminaba desde el techo a unos diez metros por encima de sus cabezas. Este pequeño atisbo de las paredes del Calabozo asomándose desde tanta espesura verde era todo lo que tenían para recordarles que este extraño piso estaba incluso en el mismo laberinto que habían llegado a conocer.

Pasaron unos minutos mientras avanzaban a través de los árboles, el sonido cada vez más fuerte frente a ellos los atraía hacia adelante.

Entonces, de repente, la jungla desapareció a su alrededor, abriéndose para revelar—

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—… ¿Qué… es eso?; Preguntó Tiona mientras preparaba a su Urga. Era una gran sala abierta de tierra ceniza, desprovista de árboles.

Y en el centro de ese yermo estéril había una multitud de orugas y violas.

Era una cantidad nauseabunda y desgarradora, y todos estaban reunidos alrededor de algo— una mujer con una mitad inferior similar a una planta gigante.

—¿Ese es uno de esos monstruos con orbes de cristal?; Preguntó Gareth, formando arrugas en sus

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—¿Ha… Absorbido un titán alm?; Agregó Riveria, identificando al gran monstruo vegetativo que llamaba a los niveles profundos su Conocido como el Rey de la Flor del Cadáver, atacaba tanto al aventurero como a sus hermanos por igual.

Las orugas se extendían como órganos de una lengua, ofreciéndole las piedras mágicas en sus puntas al cuerpo femenino del titán. Las violas, también, habían abierto sus gigantescas mandíbulas para revelar las piedras mágicas en sus bocas.

La mujer se alimentó de las piedras con fervor.

Su cuerpo se parecía mucho a la oruga hembra con la que se encontraron en el piso 15. Mientras sus innumerables tentáculos devoraban las coloridas ofrendas, las orugas y las flores, ahora desprovistas de sus piedras mágicas, se pudrían y se convertían en cenizas, una por una.

—¡Estás bromeando! ¿Ya ha matado tantos montruos?; El ojo derecho de Tsubaki se ensanchó cuando ella vió la monstruosa pila de cenizas, casi como sal, alrededor de la

Fue entonces cuando Lefiya y los demás lo notaron.

El suelo ceniciento sobre el que se encontraban en ese momento era en realidad el sinfín de cadáveres de monstruos convertidos en cenizas y amontonados debajo de ellos.

—¡Mierda…!; La cara de Finn se torció cuando el resto del grupo tembló de miedo.

—¡¿Una especie ..?!; El tatuaje en la cara de Bete se retorció con su mueca.

—…

Y Aiz.

Ella podía escuchar su propio latido del corazón.

Estaba gritando, estaba gritando tan fuerte que sus oídos se sentían propensos a estallar. Su sangre se agitaba al verla frente a ella.

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Sólo entonces.

Algo cambió. Justo cuando Finn y los demás estaban a punto de responder.

—Ah.

El más leve ruido surgió de la cabeza grotesca de la criatura cuando levantó la parte superior del cuerpo.

Apenas en la mitad de su festín con los monstruos que la rodeaban, comenzó a retorcerse como un gusano.

—Ahhhh.

La mitad superior de aspecto repulsivo aún temblaba y se retorcía, su carne repentinamente se hinchó.

Ella lanzó un suspiro de éxtasis. Finn y los demás observaron con asombro cómo había nacido la mujer más hermosa que habían visto en su vida, emergiendo de toda esa fealdad como una mariposa de su capullo.

¡AhhhhHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!; vino un grito de placer.

Los aventureros tuvieron que golpearse las palmas sobre las orejas ante las abrumadoras ondas de sonido de alta frecuencia que amenazaban con romper los tímpanos.

La mujer, que se había levantado de esa cáscara de carne, se inclinó hacia atrás y dirigió sus ojos al cielo.

Un cabello largo y brillante descendía a lo largo de la curva de su espalda.

Cubriendo sus brazos flexibles, su pecho curvilíneo y cintura era un vestido de colores brillantes.

La hermosa cara de la mujer que miraba al techo, aun temblando de placer, podría rivalizar incluso con la de una diosa.

Ella era verde. Cada pulgada de ella, desde su cabello hasta su piel.

Todo aparte de sus ojos, que eran charcos de oro que carecían de pupilas e iris.

No era solo su parte superior, humana la que cambió, tampoco. Su mitad inferior anormal también experimentó una transformación, ahora luciendo enormes pétalos y una multitud de tentáculos.

Desde el medio de ese piso 59, el gigantesco semi monstruo, mitad diosa soltó su primer grito.

— ¡¿Q-qué es esa cosa?! Tione gimió, todavía sosteniendo sus orejas contra los gritos estridentes de la criatura.

Pero nadie sabía lo que era, incluso mientras continuaba su canción de éxtasis. Todo lo que cualquiera podía hacer era mirar con horror.

Olvidando taparse las orejas, simplemente se quedó allí en blanco asombro.

Sus labios temblaban, sus oídos zumbaban, el rápido batir de su sangre había llegado a su punto máximo.

No había forma. ¿Podría eso…? ¿Podría posiblemente…? ¿Podría ser realmente—?

Las preguntas pasaron por su cabeza una tras otra, su cuerpo se balanceó en resonancia con la sangre que latía a través de sus venas.

¿Podría estar sintiendo lo mismo? ¿Podría ella?

“Ella” se alejó del techo, con la cabeza girando sobre su cuello mientras dirigía sus ojos hacia Aiz.

— ¡Aria–! ¡¡Aria!!; Ella gritó, con su voz llena de alegría.

Una y otra vez, esa extraña y anormal criatura gritó el nombre.


Y cuando los ojos de Aiz se encontraron con esos ojos de color oro, ella lo supo. Su cuerpo se congeló de terror cuando sus labios temblorosos se separaron.

— ¡¿Un…espíritu?!

***

 

 

—— ¡Ouranos!; Fels giró hacia la imagen reflejada en el cristal–el “ojo” actualmente sujeto al protector de lomo de Aiz.


Ellos estaban en la Cámara de Oraciones debajo de la Sede del Gremio.

Ouranos simplemente entrecerró los ojos desde lo alto de su pedestal, tanto ante el grito de la figura de la capa negra como ante la escena que tenía lugar dentro del cristal.

—Es cierto, entonces; Murmuró. —No había querido creerlo. ¿Podría ser este uno de los espíritus de antaño que descendió junto a nosotros a la superficie de Orario? ¿Esos llevaron a cabo nuestra voluntad y ayudaron a los héroes? ; Frunció el ceño al ver a la mujer que reía en el cristal.

—Los espíritus habían actuado como una antena para los dioses, llevando a cabo su voluntad entre el tiempo de su descenso y los tiempos Antiguos.

Eran armas lanzadas por varios dioses para actuar como las guías del pueblo civilizado, para expulsar a los monstruos del mundo de la superficie.

Algo como la Falna del día de hoy.

Los espíritus otorgaron a la humanidad y a muchos de sus héroes su protección divina. Las voces de esas mujeres acompañaron a esos héroes mientras exterminaban monstruo tras monstruo.

Muchos de los espíritus fueron enviados al Calabozo, al viejo Orario, la fuente principal de los monstruos, que fue la forma en que se creó la épica laberíntica, El Calabozo de Oratoria.

Sus historias, aún transmitidas hoy, relataban la historia de aquellos héroes que fueron guiados por los dioses a través de los espíritus.

Fels tomó todo con un trago y volteó su atención al cristal.

Poderosos espíritus de los tiempos antiguos. Entonces esta criatura aquí, en el cristal, solo podría ser—

——Un ser que descendió al Calabozo, presumiblemente fue consumido por un monstruo y, sin embargo, ha mantenido su propio sentido de sí mismo durante todos estos años.

— ¡Eso significaría que ha estado vivo por más de mil años!

—En efecto. Y su estado actual depende del monstruo que lo consumió…


Fue la supervivencia del más apto. Los monstruos siempre habían seguido esa razón.

Este espíritu absorbido por una criatura, también, se había convertido en un monstruo gobernado por deseos primordiales—alimentar, robar, complacer.

—Una amalgama de un niño de los dioses… y un monstruo. ¿Es esto también lo que este mundo guarda en la tienda?; Murmuró Ouranos, con los ojos cerrados como si estuviera reteniendo algo.

Finalmente, sus párpados se alzaron para formar una mirada estrecha mientras observaba el rostro en el cristal.

—Lo que ves allí… ya está corrupto.

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