Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 4

Capítulo 2: A la Aventura

Parte 6

 

 

—Cambiamos la formación! ¡Aiz, vas a la primera línea!; Ordenó Finn casi inmediatamente después de que Gareth bajara por el agujero para salvar a Lefiya.

Con los dos grupos ahora separados, Finn y los demás en el grupo principal comenzaron a abrirse camino a través del piso 52, sacando enjambres de monstruos en el camino.

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“¡Raúl, tú y los demás se quedan en la línea media y brinden apoyo a Aiz! ¡Riveria, ahora estás en la retaguardia!

—¡E-Entendido!

—¡Entendido!

Finn sacó su lanza Durandal mientras corría junto a ellos, respaldando a Aiz en el punto y atacando todo lo que estaba más allá del alcance de su espada. Ordenando rápidamente el cambio de formación desde su punto en la línea media, él utilizó su liderazgo cultivado para impulsar al grupo continuamente hacia adelante. A pesar de la situación que se desarrollaba a su alrededor, la poderosa voz de su líder ayudó a calmar los disturbios y la baja moral que envolvía al grupo, guiando a los aventureros a lo largo del camino.

Sabiendo muy bien que seguir sus instrucciones era la forma más segura de mantenerse con vida, Raúl y los demás hicieron el cambio sin problemas.


—Me disculpo, Tsubaki, pero ¿podría tomar prestada tu fuerza?; Preguntó Finn, con los ojos fijos en línea recta.

—¡No hay problema, jefe!; Tsubaki asintió en Ella deslizó su tachi de su funda en un instante, dividió a un monstruo cercano y se unió a Finn para apoyar a Aiz desde la línea media.

Aiz abrió el camino con Raúl y los otros tres apoyos directamente detrás de ella. Finn y Tsubaki cuidaron al grupo de al lado mientras Riveria los protegía de la retaguardia.

Los apoyos que ahora forman el centro del grupo, aumentaron su ritmo para correr por los túneles del piso 52, incluso más rápido que antes.

—¡Hagan lo que hagan, no paren!

Todavía esquivando las bolas de fuego entrantes desde abajo, ellos derribaron solo a los monstruos impidiendo directamente su camino hacia adelante.

No podían dejar nada al azar cuando se trataba de bestias que podían atacar sin tener en cuenta los pisos. Las flamas de esos dragones valgang se harían cargo de cualquier monstruo que no mataran.

Llegar al piso 58 era su principal prioridad, y cada movimiento era para ese fin.

Las profundidades del Calabozo eran más vastas que toda la ciudad de Orario. A medida que la información del mapa se desarrollaba dentro de su cabeza, Finn lanzaba orden tras orden, guiándolos a través del complejo laberinto a través de la ruta más corta posible mientras continuaban esquivando los bombardeos de los dragones debajo de sus pies. Mientras tanto, Raúl y los otros apoyos las tenían manos libres, por lo que se reunieron alrededor del único apoyo portando las armas a gran escala y utilizaron dagas y lanzas para proporcionar apoyo continuo a la línea del frente.

El aliento del velo de Riveria envolvió a todo el grupo. Al igual que con Lefiya y los demás, la magia de protección de cuerpo completo brillaba a lo largo de las superficies de sus cuerpos, evitando ataques críticos de los enemigos que los rodeaban una y otra vez.

¡¡WUUUUAAAAAAAAARRRRRRRRGGGHHHHH!!

Una serie de monstruos atroces bloquearon su camino.

Escorpiones venenosos, serpientes trueno, gusanos de plata—la amenaza de estos monstruos era tan claramente diferente de la de los pisos anteriores, era como si hubieran pasado una especie de línea invisible. Junto con las bolas de fuego de los dragones en varios pisos más abajo, el gran número de estas poderosas bestias fue lo que evitó que Aiz y la Familia Loki siguieran avanzando en las profundidades del Calabozo… hasta hoy.

—¡Finn! ¡Hay nueve de ellos!

—¡Vamos a destruirlos aqui! ¡Aiz, son tuyos!

Siguiendo la ruta más corta cuidadosamente calculada de Finn, Aiz se lanzó hacia adelante.

Los rugidos de los monstruos entrantes la atacaron por todos lados, ella respondió con un grito propio.

— ¡Despierta, Tempestad!; Gritó, activando su Airiel antes de balancear su espada en la masa.

Ella se deslizó más allá de las agujas de veneno que se aproximaban, más allá de las electrizantes chispas de los ataques de rayos. En un abrir y cerrar de ojos, ella había derrotado a los nueve enemigos.

El destello de su espada se transformó en una ondulación de aire, y sus cuerpos explotaron al impactar, dispersándose en el viento. Su armadura de viento, ahora combinada con la luz verde de Veintiún aliento de Riveria, ella gritó mientras se lanzaba hacia delante.

—El nivel de Aiz realmente está salvando nuestro pellejo; Murmuró Finn, viendo como la Princesa de la espada se abría camino a través de la pared de monstruos, luego procedió a aniquilar cualquier otro obstáculo en una ola implacable tras otra.

—La he visto hacer tonterías, así que el asunto es bastante complicado; Respondió Riveria mientras pensaba en la derrota de Aiz contra el jefe del piso, Udaeus.

Las habilidades de nivel 6 de Aiz, junto con la producción de su fortalecida Airiel, le dieron una fuerza extraordinaria cuando se trataba de destruir a los enemigos. Ella recorrió a través de los engorrosos escorpiones venenosos y las serpientes trueno de una manera similar a la de Gareth. Envuelta en los vientos y soportando la mayor parte de la línea del frente sola, Aiz se abrió camino a través del pasadizo, dejando montones de cadáveres de monstruos detrás de ella.

—¿Somos… siquiera necesarios en este punto ..?; Raúl reflexionó mientras él y los otros apoyos miraban la vista con un estremecimiento.

—¡Raúl, prepara una poción mágica!; Ordeno Finn, prohibiéndoles convertirse en meros

—¡S-seguro!

La tasa que estaban agotando no era ni siquiera comparable a los pisos anteriores. Si Aiz continuara cortando monstruos a su velocidad actual, su poder se iría en un instante. Sintiendo la condición de su único luchador de vanguardia, Finn ordenó su reabastecimiento. Raúl respondió sacando rápidamente a través de su bolsa el artículo en cuestión.

—¡Narfi, Alicia, Cruz! ¡Sus espadas mágicas!

—¡Entendido!; Respondieron los tres en coro.

—¡En el momento en que Aiz retroceda para recuperarse, ataquen!; Ordenó Finn mientras atacaba a más monstruos con su lanza.

Los otros tres apoyos—humano, elfo y hombre bestia—prepararon sus espadas mágicas equipadas. Siguiendo la orden de Finn, florecieron dichas espadas en el momento en que Aiz, cubierta de sudor, se retiró a la línea del medio.

En el instante, ráfagas de magia sin conjurar estallaron en el camino frente a ellos, borrando cualquier monstruo allí.

Aiz agarró la poción mágica de Raúl a mitad de carrera, finalizándola rápidamente antes de regresar a la línea del frente. Los ardientes fuegos de las espadas mágicas se habían tragado a los monstruos durante su breve respiro.

—Esos ataques de abajo se han detenido. ¿Crees que Gareth y los demás…?; Murmuró Tsubaki mientras continuaban incansablemente, con Aiz al timón. Y era verdad: los temblores y choques se habían detenido.

—Lo más probable. Deberíamos aprovechar la oportunidad y darnos prisa. Finn asintió en respuesta.

Al parecer, el grupo de Gareth había caído hasta el piso 58 y ya habían limpiado, o al menos habían llamado la atención a los dragones valgang en las profundidades de sus pies.

En su lugar, sin embargo, los wyverns estaban comenzando a emerger del túnel vertical profundo hecho por las explosiones de los dragones y acercándose al grupo. Los dragones alados iban y venían a su antojo por el cuello de la Urna del Dragón.

A pesar de los continuos ataques desde arriba mientras se movían entre túneles y habitaciones, el viento de Aiz y las órdenes de Finn ayudaron al grupo a defenderse de los dragones hasta que, finalmente, encontraron la escalera que conducía al piso de abajo.

En un instante, descendieron al siguiente piso.

—¡El piso cincuenta y..!; Raúl dejó escapar un soplo de aire que podría haber sido excitación o podría haber sido miedo, todavía demacrado por su velocidad desmesurada.

Junto a él, Finn entrecerró sus ojos verdes, estudiando el perímetro.

—¿No veo ninguna de esas nuevas especies..?

Aparentemente, la magia del Airiel de Aiz no fue suficiente para sacar de la clandestinidad a los monstruos oruga con sensor de magia.

Finn dio un pequeño golpe en el pulgar mientras el grupo se abría camino a través del piso del Calabozo temporalmente libre y sin descanso.

—¿Quién se va a unir a nosotros, me pregunto?; Una pequeña sonrisa se elevó a sus labios mientras el dolor de su pulgar presagiaba la llegada de un Irregular.

Casi como si fuera una señal, un enjambre de monstruos oruga apareció para bloquear su camino.

—¡Ahí están!; Gritó Raúl.

—No, espera. Hay algo…; El rostro de Riveria se puso sombrío mientras miraba la escena frente a ellos.

Entre el diluvio de orugas que llenaba el amplio pasadizo, apareció uno especialmente grande, que llevaba una figura con una túnica con capucha de color púrpura azulado.

—¡El hombre del piso veinticuatrio..!; La memoria de Aiz brilló al ver la figura envuelta completamente en tela y su máscara decorada con diseños extraños y siniestros.

Un conspirador de esa criatura, Levis, sin duda, que apareció durante su pelea anterior y se fugó con el orbe de cristal.

—¿Eso es una .. persona?; Preguntó Tsubaki, con su ojo derecho entrecerrándose en sospecha ante la extraña figura de pie, inquebrantable, encima de uno de los monstruos.

Con botas en sus pies y guantes plateados en sus manos, parecía ser humano. Este levantó su mano derecha hacia el grupo entrante.

En sincronía con el movimiento, la manada de orugas se dispuso en línea tras línea, ajustando la altura de sus cabezas a baja, media y alta, casi como un tramo de escaleras.

— ¡Matenlos!

Toda la manada abrió la boca, liberando una inundación simultánea de ácido corrosivo.

—¡Nghh!

—¡Cambien de rumbo! ¡Encuentren una cueva y corran!; Finn gritó en el momento en que la ola tsunámica de ácido vino hacia El resto del grupo respondió igual de rápido, buceando en el hueco más cercano que pudieron encontrar.

Detrás de Riveria, la último en evacuar, el pasadizo lleno de ácido corrosivo parecía venas inundadas de barro espeso y sucio. En un momento, las paredes, el techo, todo comenzó a derretirse al contacto con el fluido de los monstruos. Un sarnoso acerbo se unió a las columnas de humo resultantes y al extraño aroma a picadura de la nariz.

—Un… ¡¿Un ataque de ácido en grupo…?!; Raúl gimió, con su cara apretada.

Pensar que esos monstruos podrían ser manipulados para lograr un gran ataque concentrado. Ni siquiera el viento de Aiz podría absorber todo eso.

Las caras de los apoyos palidecieron al ver el ataque indefendible pasar por el pasadizo, derritiendo al mismísima Calabozo.

—¡Todos, de pie! ¡Ahí vienen!

Raúl y los demás se levantaron al oír el sonido de la multitud de piernas que se arrastraban hacia ellos a través del túnel corroído. A la orden de Finn, se lanzaron hacia el frente de su pequeña cueva, con Aiz a la cabeza.

—Controlar a esas nuevas especies como si fueran soldados… ¿Podría nuestro amigo encapuchado ser igual que esa mujer?; Finn murmuró entre dientes mientras se lanzaba hacia adelante, con la lanza en la mano.

—¡…!; Las palabras hicieron temblar la frente de Aiz.

Esa mujer solo podría querer decir Levis. Si este ser fuera igual que Levis, eso lo convertiría en otra criatura.

Su corazón lloraba al pensar que Levis podría tener un compañero que también pudiera controlar a los monstruos de colores vibrantes.

—Sin embargo, es extraño el lugar para quien él o ella aparezca; Continuó Finn.

—Entonces, ¿qué demonios es esta persona?

—En pocas palabras, un domador; respondió Riveria, sin molestarse en picar sus palabras.

—¡Tienes que estar bromeando! ¡¿Pueden controlar monstruos como estos?!; Respondió Tsubaki en estado de shock.

Raúl y los otros apoyos no pudieron contener sus propias bocanadas de sorpresa ante la idea de alguien capaz de controlar un ejército gigante de monstruos desde las profundidades. Sin embargo, tan pronto como los cortos tirones de aire salieron de sus gargantas, ese ejército de orugas reapareció en la dirección de su ruta.

—¡Que vienen!

El sonido del ataque masivo con ácido se tragó los gritos de los apoyos. Aiz y los demás se vieron obligados a cambiar de rumbo una vez más cuando el espectáculo de antes se repitió una vez más.

—¡¿O-otra vez?!

—¿Vienen de esa dirección, también?

—Raúl y los otros apoyos gritaron cuando los monstruos oruga se acercaron a ellos por todos lados. El silbido del ácido que salía de sus bocas, el olor a descomposición y los gritos angustiados de otros monstruos atrapados en el ataque hicieron eco a su alrededor cuando Finn ordenó una orden tras otra, conduciendo al grupo a través del piso 50 a una velocidad increíble.

—No los dejen escapar, mis virgas.

La figura encapuchada siguió obstinadamente detrás de ellos junto con su ejército de orugas, ahora unidas por un enjambre de violas.

—¡Estamos siendo ..!; Riveria hizo una mueca, tomando nota de la forma en que cada uno de sus caminos seguía siendo bloqueado por monstruos.

—Pensar que terminaríamos teniendo que lidiar con la estrategia de los monstruos; Agregó Finn asintiendo.

El ejército de orugas y su cabecilla encapuchado conducían al grupo, y la red que los rodeaba parecía hacerse cada vez más pequeña y más pequeña, ya que detenían el avance del grupo una y otra vez. Era casi como si estuvieran acorralados, y la idea de que todo esto formara parte del plan de esa criatura trajo frías gotas de sudor a las frentes de todo el grupo.

La pregunta ahora es, ¿qué es lo que está buscando? A Aiz, ¿tal vez? Finn pensó, echando una mirada detrás de él mientras la ansiedad se apoderaba del grupo.

Vio a la figura encapuchada dando órdenes desde una de las grandes orugas que se lanzaban. Podía sentir el enfoque de la mirada del ser, a pesar de la máscara que parecía bloquear su visión.

¿Podría ser que estuviera apuntando a la espadachín de ojos y cabello dorado escondida en la sombra al frente de su grupo?

¿Intentaba llevarla con vida, al igual que Levis y sus amigos?

¿O simplemente consideraba a la Familia Loki como un enemigo y deseaba aniquilarlos?

Por un breve instante, sus miradas se encontraron—la de Finn y la de la figura encapuchada—y los ojos del Hobbit se entrecerraron.

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— ¡Finn, estamos siendo acorralados!; Gritó Riveria al darse cuenta de las intenciones de sus enemigos.

—…; Finn trazó el mapa del piso 33 en su mente. En el momento en que determinó su posición actual y sus ubicaciones cercanas, levantó la cabeza. —¡Aiz! ¡Gira a la izquierda!

Aiz se lnazó en una de los incontables caminos secundarias y túneles que se separaban de su camino actual, llevando al grupo por un túnel largo y recto.





Sin embargo, a medio camino de su ruta, Finn llamó nuevamente.

— ¡Los emboscaremos! ¡De frente!

Raúl y los demás se sorprendieron por la repentina orden, pero hicieron lo que les dijeron— tenían fe en su líder.

Coincidiendo con él, ellos se obligaron a detenerse y luego giraron sobre sus talones. En el momento en que Aiz y Riveria se encontraron en sus nuevas posiciones invertidas, la figura encapuchada apareció con su ejército de soldados monstruosos en el camino por el que habían venido.

Aiz fortaleció su Airiel a la vista del abrumador enjambre de monstruos.

— ¡Necesito tres escudos alineados ahora!; Gritó su capitán, a lo que los miembros de su grupo obedecieron rápidamente.

Los apoyos menos Raúl se quitaron los grandes escudos sujetos a sus mochilas, juntándolos frente al ejército de monstruos entrante para formar una barrera tres hombres sin dejar espacio.

—¡¡Aiz!!; Gritó Finn de nuevo, sin perder un solo instante.

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Aiz le echó una mirada confundida. Entonces, de repente, ella entendió. Agarrando fuertemente sus rodillas, ella dio un salto hacia atrás.

Dejando atrás una grieta en el piso del Calabozo, ella voló por el aire para aterrizar no en la pared, sino en los escudos de los apoyos.

En el momento en que sus pies se estrellaron contra la pared de escudos, ella preparó a Desperate, y la enorme corriente de aire a su alrededor onduló mientras ella hacía florecer su espada de plata.

Tardó un momento para que la sorpresa llegara a los apoyos, quienes se encogieron al inclinarse con una especie de determinación fija. Raúl incluso prestó su propio apoyo, usando sus hombros para ayudar a sostenerlos.

Un instante después, Aiz lo dejó salir, el nombre de esa habilidad pasó por sus labios.

— ¡Li’l Rafaga!; Ella dio un puntapié desde el escudo para desatar un misil de viento.

—¡¿?!

La figura encapuchada que se acercaba dio un escalofrío de sorpresa.

Saltando del escudo, Aiz lanzó esa gran flecha en espiral de viento. La criatura, dándose cuenta de que no tenía dónde huir, solo pudo soltar un grito cuando se acercaba el ataque:

— ¡Virgas!

La respuesta fue inmediata: las orugas liberaron otro de sus ataques de ácido simultáneos. El ácido se encontró con el viento en una explosión violenta, pero el viento ganó.

—…

La figura encapuchada batió una apresurada retirada cuando el ataque de Aiz obligó a retroceder el ataque básico de las orugas.

Saltando en una esquina del techo, observó como el vórtice se tragaba el enorme enjambre de orugas.

Esto hizo un barrido limpio de toda la columna, atravesándola en una explosión gigantesca, y luego continuó hacia la figura encapuchada como un vendaval poderoso y furioso.

—De ninguna manera…; la figura murmuró bajo su máscara cuando las ondas de choque la golpearon y azotaron su capa.

— ¡Hemos ganado algo de tiempo!

— ¡Ngh!

Fue una larga lanza que llegó a la figura esta vez. Finn, no permitiendo que el enemigo encuentre el equilibrio, siguió justo detrás del Li’l Rafaga de Aiz cuando el espadachín corrió hacia el interior del corredor con una poderosa explosión.

La figura encapuchada de alguna manera logró evitar la entrante lanza Durandal con un florecimiento de sus guantes de metal.

—Parece que incluso entre ustedes las criaturas, algunos son más fuertes que otros.

— ¡—Ngh!

Finn continuó su asalto a corta distancia cuando su oponente pateó la pared y aterrizó en el suelo.

La figura encapuchada se defendió desesperadamente, sus guantes metálicos se elevaron para bloquear la embestida una y otra vez, incapaz de lanzar un ataque propio contra la abrumadora armería del Hobbit.

Finn podría decir al instante que la criatura que tenía delante no se podía comparar a Levis. Después de todo, había luchado contra la mujer pelirroja en el piso 18.

La figura encapuchada, incapaz de seguir el ritmo de velocidad creciente de los ataques que asedian la mitad inferior de su visión, dejó escapar un grito.

—¡¡Violas!!

Innumerables tentáculos de color verde amarillo se levantaron del suelo para frustrar los implacables golpes de la lanza.

Finn retrocedió un paso cuando las flores se alzaron hacia él. Desde el techo, desde las paredes, desde el suelo, sus innumerables tentáculos perforaban la tierra y se elevaban de los agujeros, viniendo hacia él como una repugnante lluvia verde. Y mientras él bloqueaba los ataques, su lanza era un torbellino furioso, la figura encapuchada se lanzó hacia adelante para contraatacar.

Fue un tiroteo rápido, ya que los dos oponentes dejaron de lado todo lo demás en sus inmediaciones. En medio de los sonidos de Aiz terminando con los monstruos oruga más abajo en el largo camino, ellos trasladaron la batalla a un pasaje lateral, una lanza de plata se encontró con guantes de plata en una respuesta violenta.

La figura encapuchada invocó un gran golpe de tentáculo de sus aliados viola, a punto de agregar su propio ataque a la mezcla—cuando…

— ¡Gggnh!

Fue como cubrir el fuego. Una sola flecha se hundió en el hombro de la figura

—Yo… le di…; murmuró Raúl maravillado. Se mantuvo a una distancia considerable detrás de los dos duelistas con su arco preparado para disparar.

La figura encapuchada tiró de la flecha desde su hombro, los dedos se enroscaron alrededor de la madera y la rompieron con un feroz chasquido.

—¡Eso… ni siquiera perturbó a esa cosa!; Raúl gritó

Finn, sin embargo, solo sonrió mientras limpiaba los tentáculos restantes. — ¡Lo hiciste bien, Raúl!

Un instante después, una figura en un hakama rojo chilló por el pasillo despejado.

—¿Te importa si apuñalo con este tipo?

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—¡!

Con su coleta negra ondeando detrás de ella, Tsubaki saltó hacia adelante, aterrizando directamente frente a la criatura enmascarada.

La figura encapuchada, aún fuera de balance del ataque anterior, no tuvo tiempo de reaccionar antes de que el semi enano, con el ojo derecho entrecerrado, desenvainara su tachi  a una velocidad divina.

Fue un golpe directo.

—¡¡Guuwwwwwaaaaaaaaaaaaaaarrrrghhh!!

El brazo derecho de la criatura salió volando, el guante de metal y todo.

Este dejó escapar un grito de angustia mientras su extremidad bailaba en el aire. Tsubaki se preparó para un segundo ataque. El golpe mortal había fallado solo debido a que su oponente esquivo por una fracción de segundo.

Pero entonces.

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— ¡—Devour!; Gritó, atrayendo una de las violas hacia ella.

Y antes de que la espada de Tsubaki alcanzara su objetivo, la repulsiva flor se había tragado la figura encapuchada.

— ¡¿Que…demonios?!

La flor dejó escapar un grito cuando la espada cortó su largo cuerpo, antes de huir con la criatura en su boca.

Uno de sus tentáculos le arrebató el brazo que todavía volaba por el aire antes de que todo desapareciera en una cueva cercana. Tsubaki, confundida como siempre, hizo lo mismo, pero no antes de que un cierto elfo alto terminara de lanzar su hechizo.

—“—¡¡Wynn Fimbulvetr!!”


Salieron los tres zarcillos de nieve helada.

La magia congeló la totalidad de la cueva, todo el camino hasta su objetivo principal en lo profundo de sus confines.

La viola que escapaba, de espaldas a la abertura de la cueva, se envolvió instantáneamente en un mundo de hielo azul sólido.

Tsubaki se lanzó hacia adelante con gran ánimo, con su presa ahora congelada en seco.

—… ¿Huh?

— ¿Qué pasa, Tsubaki?

Tsubaki había abierto la escultura de hielo en forma de flor, con el tachi listo y buscando la figura encapuchada, pero ahora permanecía clavada en el lugar con una sorpresa de ojos muy abiertos.

Riviera corrió, dejando a Finn, Raúl y los demás para defenderse de los monstruos restantes, solo para encontrarse con la misma escena asombrosa.

—Nada más que… ¿una bata?

—¿¡Cómo pudo haber escapado!?

De hecho, cuando las dos miraron a la boca destrozada de la viola, lo único que encontraron fue una túnica vacía y una máscara helada y agrietada. Incluso el brazo amputado había desaparecido; no quedaba nada excepto el guante de metal y la tira de tela que alguna vez lo había cubierto.

—¿Pudo haber escapado durante ese instante que nuestra visión fue oscurecida por mi ventisca?; Reflexionó Riveria con puro asombro.

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—¡No hay forma! Ese sería el escape más rápido que jamás haya .. ; Tsubaki murmuró amargamente a su lado.

Las dos mujeres alzaron sus cabezas para encontrar otro camino siempre tan estrecho que se disparara desde el lado del túnel, conectándose con el intrincado resto del Calabozo.

—Riveria. Tsubaki; Dijo Finn detrás de ellos. El Hobbit fue seguido por Raúl y los otros apoyos, junto con Aiz, después de haber regresado de su exterminación de oruga. Riveria y Tsubaki se voltearon para mirarlo.

—Me disculpo, Finn… hemos permitido que escape.

— ¿Qué hacemos? ¿Seguirlo?

Finn echó un vistazo al cuerpo congelado de la viola, estudiando la bata azulada y el guante metálico por un momento antes de negar con la cabeza.

—Nuestra prioridad ahora es volver a reunirnos con Gareth y los demás. Deberíamos apresurarnos al piso cincuenta y ocho.

—Entendido.

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Ninguno de ellos estaba a punto de discutir, no cuando la seguridad de sus compañeros estaba en juego

Y así, con la presencia de la criatura a la que dejarían escapar aún en sus mentes, el grupo comenzó a bajar a los pisos inferiores una vez más.

—Aiz, si pudieras tomar la línea de frente nuevamente; Oreguntó Finn.

—Por supuesto; Aiz respondió asintiendo.

Los aventureros salieron corriendo, dejando la bata con capucha escondida bajo la nieve y la escarcha detrás de ellos.

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