Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 3

Capítulo 2: Let´s Party?

Parte 4

—Fels.

Una voz ruidosa resonó a través de la cámara.

El espacio encarnaba la imagen del santuario interior de un sitio sagrado construido durante los Tiempos Antiguos. Cuatro antorchas encendidas con llamas de color rojo brillante proporcionaban la única luz en la sofocante oscuridad.

Situado directamente debajo de la Sede del Gremio, este era el Templo de Ouranos.

La deidad físicamente imponente, vestida con una capa con capucha, se sentó en su trono. Cuatro antorchas lo rodearon mientras dirigía su penetrante mirada azul a la figura de abajo: Fels.

—¿Por qué involucraste a la Princesa de la Espada?

Habían pasado varias horas desde que Aiz fue incluida a la solicitud. Tan pronto como se hicieron todos los arreglos, Fels regresó al templo y ni siquiera se inmutó ante el interrogatorio.

El tono sombrío e implacable del dios hizo que su reunión pareciera más un interrogatorio. La deidad presentó un caso fuerte, recordando la declaración de Fels de que sería prudente evitar a la Familia Loki después de que la Diosa personalmente les había hecho una visita inesperada.

Ouranos preguntó si el contacto directo con Aiz valía la pena el riesgo.

El individuo con capa parado frente al altar respondió de manera uniforme:

—Me han dicho que la Princesa de la Espada mostró una reacción inusual al orbe.

Fels transmitió la información adquirida de Lulune durante su breve conversación antes de que comenzara con la nueva solicitud. De hecho, Aiz casi se desplomó después de encontrarse con el organismo parecido al feto en el orbe.

Al escuchar eso, Ouranos alzó las cejas.

—Llegué a la conclusión de que hay una conexión aún no descubierta entre el orbe y Aiz Wallenstein. Esta podría ser la única oportunidad para llevar esa conexión a la luz.

Ouranos guardó silencio mientras Fels terminaba de explicar. Sin embargo, la mente de la deidad estaba trabajando duro, y pasó el tiempo en contemplación.

Fels rompió el silencio con un “También…”, atrayendo la mirada de la deidad.

—Si bien pudimos contener el incidente en la despensa del piso treinta, Lido y muchos de nuestros aliados sufrieron muchas bajas. No pueden soportar más deberes en este momento.

El piso treinta, el lugar donde Hashana fue el primero en recuperar el orbe.

La voz continuó desde debajo de la capucha que enmascaraba la cara de la figura en la oscuridad.

—No hubo “guardias” presentes en el piso 30, pero esta vez el enemigo tomará más precauciones. Al examinar toda la información recopilada, armé un equipo capaz de lidiar con ese peligro al incluir a la Princesa de la Espada.

—Guardias, dices… para que esa domadora aparezca de nuevo.

—Probablemente.

Contestó Fels cuando Ouranos cerró los ojos.

—Hablaré con Hermes yo mismo.

—Mis disculpas, Ouranos.

Al igual que Aiz, la Familia Hermes corría el riesgo de sufrir daños graves mientras realizaba esta solicitud. Ouranos manejaría el seguimiento. Fels sonó sincero mientras la oscuridad debajo de la capucha se levantaba para enfrentar a la deidad.

—Siento simpatía por la Princesa de la Espada, pero no podemos permitir que esta situación continúe sin cesar.

La voz estaba llena de determinación.

***

Era una espaciosa caverna en lo profundo del calabozo, lejos de la superficie, en un piso inferior en los niveles medios.

Un hedor impregnaba el aire húmedo.

No era un producto natural de los monstruos locales, ni era sangre. Incluso el olor pútrido del tracto intestinal de un dragón no podía sostener una vela en este asqueroso aroma, del tipo que atraía gusanos e insectos de todas partes. El aroma de la carne podrida.

Ningún aventurero se acercó a este rincón del calabozo, inundado por el olor a muerte. Incluso los aullidos de los monstruos no se escuchaban por ninguna parte. Era casi como si esta caverna estuviera completamente aislada de otros eventos en el laberinto.

En medio de la espeluznante quietud flotaba el sonido de muchas personas caminando, mezcladas con los ecos de misteriosos retorcimientos y lejanos aullidos que sonaban como el sonido de las campanas rotas.

La luz sanguinolenta iluminó el interior de la oscura cueva.

—……

Crujido/crunch. Una boca teñida de carmesí le dio un mordisco a una fruta de un color extraño.

Una larga sombra se extendió por el piso. No había duda de la forma curvilínea y los amplios pechos de que pertenecía a una mujer tentadora.

Sus penetrantes ojos verdes se asomaron por debajo de los mechones que le llegaban a las mejillas; cabello del mismo color que la luz roja que se movía de lado a lado.

No hubo ningún error. Ella era a la que Aiz se había referido como la domadora pelirroja. Sentada en el suelo con una rodilla arriba, no mostró signos de moverse pronto.

— ¡—Oi! ¡Los aventureros se dieron cuenta de que pasaba algo con todos los monstruos que surcaban el calabozo! ¿Estás bien con eso?

Otra persona corrió hacia la mujer.

Era un hombre que llevaba una capa grande que ocultaba por completo la parte superior de su cuerpo, y una máscara en la mitad superior de la cara, ocultando su identidad.

Él levantó la voz, pero el tono de la mujer era simplemente frío.

—Cállate. Deja de ponerte como loco.

Ella escupió la fruta sin masticar y aplastó la otra mitad entre sus dedos. La carne de la fruta misteriosa se disparó en todas direcciones, dispersándose como un cerebro pisoteado bajo los pies.

—Te prestaré algunas violas…

Dijo ella, refiriéndose a las plantas carnívoras.

—Todos ustedes deberían manejar a la chusma.

Ella ni siquiera levantó la vista.

—¡Tsk!

Giró enojado sobre sus talones, el hombre enmascarado se marchó. Justo cuando desapareció en la oscuridad rojiza, otra figura surgió para tomar su lugar.

Era otro hombre, la tela blanca y dura cubría su cuerpo teñido de rojo por la luz.

—Descubierto por aventureros… La suerte no está con nosotros.

El recién llegado también llevaba una máscara, excepto que esta era una calavera blanca sin alterar de un monstruo, un objeto caído utilizado como casco. Las facciones del hombre eran difíciles de discernir, y le daban un aura siniestra. No había armas en ningún lado en su alto cuerpo.

La mujer pelirroja movió su mirada en su dirección por solo un instante cuando el hombre se detuvo cerca de ella.

—¿Podemos confiar en dejarle esto solo, Levis?

La pelirroja—Levis–miró hacia la caverna.

—Me importa un comino cuántos aventureros sepan que estamos aquí.

—¿Entonces estás haciendo que The Evils hagan el trabajo sucio?

—Sí. No voy a levantar ni un dedo.

La mirada de Levis siguió a las numerosas personas que se movían en la penumbra sin ningún interés.

El enmascarado la miró y endureció su gesto para transmitir su punto.

— ¿Qué pasa si han venido por ella otra vez, como en el piso treinta?

¡Thud!/sfx:golpe seco La fuente de luz se balanceó, proyectando su resplandor rojo hacia atrás y adelante.

—Hay razones para creer que un grupo de habitantes de la superficie está observando todos nuestros movimientos.

Levis respondió la advertencia del hombre de un posible ataque entrante sin rodeos.

—Simplemente los aplastamos.