Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 3

Capítulo 2: Let´s Party?

Parte 3

Después de salir del décimo piso, Aiz se dirigió hacia el decimoctavo.

Bajo un techo formado por innumerables cristales azules y blancos que se asemejaban al cielo real que se elevaba sobre el suelo, ella pasó junto a los extensos bosques y extensas llanuras del piso seguro en su camino hacia una isla en medio de un enorme lago.  Siguiendo las instrucciones de la capa negra, Aiz ingresó en el poblado de Rivira, que se encontraba en la parte superior de la isla.

A pesar de que la ciudad había quedado completamente devastada por el ataque de un monstruo de plantas que tuvo lugar hace diez días, muchas de las tiendas en la ciudad deshonesta ya estaban en funcionamiento nuevamente. El poder curativo natural del calabozo

incluso había restaurado la cara del acantilado y los cristales dañados. Aiz miró alrededor de esta ciudad, completamente poblada por aventureros de clase alta.

Muchos llevaban materiales para reconstruir las tiendas que todavía estaban en pedazos o para arreglar las muchas escaleras y gradas rotas. No perdió tiempo buscando el bar que era el lugar de reunión designado.

Caminando a lo largo de un camino estrecho lejos de los sonidos de la plaza principal, ella siguió las instrucciones que había recibido. Ella llegó al extremo norte de la ciudad a través de una calle secundaria formada por hileras de formaciones de minerales gigantes, cerca de la Calle Cluster.

Fragmentos parecidos a gemas crujieron bajo sus pies mientras se abría paso hacia la boca de la cueva.

— ¿Habrá un bar en todo esta vía…?

La luz de arriba no podía llegar a este aislado callejón sin salida. Aiz avanzó cautelosamente por el camino mientras murmuraba, incapaz de sentir la presencia de otra persona. Ella había estado en Rivira en numerosas ocasiones, pero nunca supo de ningún establecimiento en este lugar.

El extraño sujeto con la capa negra le había ordenado que visitara un bar llamado The Golden Cellar.

Un cartel en frente de la entrada de una cueva señaló el camino con una flecha roja. Una escalera de madera estaba justo  dentro.  Este crujió ligeramente cuando Aiz descendió, y descubrió una puerta al pie de las escaleras. Después de abrirla lentamente, notó que varios aventureros ya estaban dentro y se divertían.

Lo primero que vio fue un pilar cristalino en el medio de la cueva que emanaba una luz dorada. Los cristales blancos y azules eran comunes en el piso dieciocho, pero esta era la primera vez que veía uno como este. De hecho, estaba bastante segura de que esta era la única de su tipo.

Una sensación de asombro se hinchó en su pecho mientras miraba más de cerca su entorno. El bar en sí era decentemente grande, cada una de sus paredes estaba compuesta de rocas negras expuestas. Se instalaron varias mesas, cada una con sus sillas a juego. Los aventureros jugaban juegos de cartas a la luz de las lámparas de piedra mágica fijadas al techo y las paredes, lo que aumentaba el brillo amarillo del pilar. Ellos usaron piedras mágicas como fichas de juego.

Las cinco mesas estaban completamente llenas, tomando a Aiz por sorpresa. Los únicos asientos abiertos en todo el bar estaban junto al mostrador. Alguien podría estar mirando… pensó ella mientras caminaba por la taberna hacia los asientos en el mostrador.

Ella vio un largo estante lleno de botellas de todos los colores imaginables detrás del mostrador, así como un enano de aspecto gruñón, que era el cantinero.

Solo una persona se sentó en el mostrador—un chienthrope femenino.

— ¿Oh? ¡Bueno, acaso no es la Princesa de la Espada! ¡Un gusto encontrarte en un lugar como este!

—¿… Lulu…ne?

La chica chienthrope que Aiz había notado, Lulune, se sorprendió al principio pero pronto sonrió abiertamente.

Lulune era una aventurera perteneciente a la Familia Hermes que había acompañado a Aiz y Lefiya por un tiempo debido al orbe. Ella estaba involucrada entonces, al igual que ahora con Aiz, con el misterioso personaje con capa negra que le había contratado para un encargo.

Ella tenía cabello oscuro, piel de color trigo y miembros delgados; armadura mínima y equipo ligero cubrían su delgado y ágil cuerpo.

Se ajustaba a la descripción de un ladrón de principio a fin.

Aiz sintió una conexión entre los dos, aunque era difícil de describir, cuando el chienthrope entabló una conversación.

—Gracias por la última vez. Salí de allí en una sola pieza, gracias a ti. ¿Te importa si te doy las gracias de nuevo?

—No tienes que… ¿Tus heridas… sanaron?

—Eh-je-je, ¡sana como un caballo! ¡Ahora déjame invitarte un trago! Ella agregó con una gran sonrisa.

La mente de Aiz se apresuró para encontrar una forma educada de declinar mientras caminaba hacia el asiento descrito en sus instrucciones, el segundo desde la esquina, al lado de Lulune. La chica la miró confundida por un momento, pero su sonrisa regresó.

—¿Estás merodeando por tu cuenta hoy? ¡No puedo creer que la Princesa de la Espada sepa de este lugar! Realmente lo sabes, ¿verdad?

Aiz respondió casualmente al diluvio verbal con un asentimiento ocasional y un breve “Sí” o dos mientras examinaba el otro lado del mostrador.

El cantinero enano se acercó gruñendo y la interrogó.

— ¿Qué quieres?

Ahora era el momento de usar la contraseña que el cliente de la capa negra le había dado.

—Un té verde con sabor a Jyaga Maru Kun.

En el momento en que la contraseña salió de los labios de Aiz, sonó un fuerte sonido. El asiento junto a ella se había caído.

Inclinando  su  cabeza,  sorprendida,  Aiz  vio  a  Lulune  completamente  atónita  en  el  suelo mirándola con incredulidad.

—… ¿T-tú eres nuestro refuerzo?

—-De ninguna manera, pensó Aiz cuando notó movimiento alrededor de ella.

El humano que había estado felizmente bebiendo su cerveza, los semihumanos que habían estado discutiendo durante la última ronda de su juego de cartas—cada uno en el mostrador se ponía de pie y la miraban fijamente. Aiz saltó del mostrador y adoptó una posición defensiva en el medio del salón.

La vibrante atmósfera se había evaporado. Los ojos de los clientes eran diferentes, sus miradas mucho más intensas. Entonces Aiz lo descubrió.

Todos los clientes en este bar, incluida Lulune, eran los “aliados” que la figura de la capa había mencionado.

— ¿Estás segura de que es ella, Lulune?

—A-Asfi…

Una mujer se paró frente a la multitud alrededor de Aiz.

Su cabello color azul agua, un traje de cuerpo entero de color blanco, se movió de un lado a otro mientras caminaba. Sus ojos eran de un azul puro, como su cabello. Todo en ella parecía estar perfectamente en su lugar, hasta las gafas de montura plateada, lo que le daba una impresión muy intelectual.

Llevaba una estrecha capa blanca y sandalias decoradas con alas doradas. La parte de su cinturón visible debajo de la capa sostenía un arma; también había varias fundas colgando de ella.

Sus ojos se encontraron. Intercambiando miradas de sorpresa, Aiz se dio cuenta de la identidad de la hermosa joven.

Asfi Al Andromeda…

Uno de los únicos cinco aventureros con la Habilidad Avanzada Enigma en Orario, ella también era la Líder de la Familia Hermes.

Conocida por el título de Perseo, era una creadora de objetos con habilidades incomparables.

Utilizando la rara habilidad Enigma, ella había creado varios sueros y artículos únicos demasiado numerosos para describir. Hierbas que podrían proteger a alguien de los efectos de las maldiciones y la magia de estado. Un arpa que podría atraer monstruos específicos en función de la frecuencia del sonido. Incluso la pluma para escribir que no requería tinta en la bolsa de la cintura de Aiz fue su invención. Su reputación la precedía en todas partes como una de las mejores aventureras de Orario, como Aiz, solo que en un campo diferente.

—Parece que sí…

Admitió Lulune mientras se ponía de pie junto al momentáneo intercambio de miradas de Aiz y Asfi.

—… ¿Todos ustedes… respondieron a la solicitud también?

Aiz planteó su pregunta mientras su mirada cambiaba de Asfi a Lulune, y luego a los otros aventureros.

A juzgar por su familiaridad con los demás, así como por su estado de ánimo compartido, Aiz estaba segura de que pertenecían a la misma familia. Asfi, Aiz como superior por al menos unos años, reconoció con un sí y dejó escapar un largo suspiro.

—Gracias a este perro callejero que no puede decir no al dinero, toda nuestra familia tiene un desastre que limpiar.

—A-Asfiiii…

Lulune sollozó ante la dura evaluación.

La humana lanzó su mirada de color azul en dirección a Aiz, pareciendo avergonzado mientras explicaba la situación.

—Creo que has experimentado esto tú misma, Princesa de la Espada… pero una persona con una capa negra se le apareció hace unos días y simplemente dijo que requería nuestra “cooperación”. Ella dijo que había tenido demasiado y declino, o eso me dijeron…

La figura vestida de negro no había sido vista desde el ataque a Rivira hasta que recientemente visitó a Lulune. Asfi explicó cómo el enigmático ser esperó su momento para tener la oportunidad de hablar solo con el chienthrope. Teniendo en cuenta el peligro en el que había estado involucrada la última vez que aceptó una misión de esa persona, la chica había rechazado firmemente la oferta al principio…

Lulune intentó defenderse, aunque sus murmullos eran inaudibles mientras Asfi continuaba.

—Por lo que me han dicho, “capa negra” amenazó con exponer su verdadero nivel.

—……

—Con eso, no tuvimos más remedio que involucrarnos…

Aiz entendió su situación, pero no estaba segura de cómo responder.

Ella ya había escuchado acerca de la situación de la Familia Hermes con Lulune, específicamente que el Dios estaba reportando información falsa sobre los niveles de sus seguidores. Si se revelaran sus verdaderas fortalezas, perdería su capacidad de permanecer “en el medio del grupo”, su lugar preferido en la jerarquía.

Ciertamente, habría muchas consecuencias si la verdad saliera a la luz; el primero sería un rango familiar más elevado. El Gremio impuso un impuesto a cada familia en función de su rango, lo que significa que la cantidad que tenían que pagar aumentaría drásticamente. Como definitivamente estaban cometiendo fraude, también se impondría una fuerte multa contra ellos si el Gremio alguna vez se enteraba de ello.

El chantaje efectivamente dejó a Lulune sin elección. Incapaz de protegerse a sí misma o a su familia, se convirtió en una necesidad el aceptar la solicitud.

—Esta idiota, esta absoluta imbécil, debí hacerse la que no entendía hasta el final. ¡¿Qué ladrón digno de ese nombre no puede contar una buena mentira?!

—¡Waaah! ¡Perdóname!

Lulune colocó su cola entre sus piernas mientras Asfi desataba su ira e indignación. Los otros aventureros no dijeron nada, pero todos llevaban la misma expresión de irritación ligeramente mostrada al ser arrastrados a esto.

—¡Ya es bastante difícil cumplir con todos los caprichos de Hermes-sama, pero ahora esto…!

Una especie de fatiga, única para los mortales, constantemente irritada debido al egoísmo de su deidad, se reveló en la cara de Asfi mientras ella divagaba en voz baja.

—Um… ¿Qué… hacemos desde aquí?

—…Mis disculpas. No deberías haber tenido que ver eso.

Aiz se armó de valor para tratar de llamar la atención del líder. Asfi abrió los ojos y se ajustó las gafas. Con su expresión volviendo a la normalidad, ella se centró en la tarea que tenía entre manos.

—Para que quede claro, el objetivo de esta misión se encuentra en la despensa en el piso veinticuatro. Nuestro trabajo es localizar la causa del brote de monstruos y eliminarlo. ¿Es correcto?

—Sí.

—Entonces permíteme presentarte nuestra mano de obra. Incluyéndome a mí, somos quince, todos de la Familia Hermes. Más de la mitad de nosotros somos Nivel Tres.

El grupo revisó el contenido de la misión y su fuerza de combate.

Se habló de su inventario de armas y artículos, la composición de las líneas delantera y trasera de la formación y las estrategias básicas. Esto podría ser un asunto de una sola vez, pero Aiz todavía contaba con estos aventureros para cuidarla.

Los hombres y mujeres del grupo se presentaron a Aiz, y ella hizo lo mismo.

—Ya  no  tenemos  otra  opción. Todos  ustedes,  no  se  limiten  hasta  que  esta  búsqueda  se complete, especialmente tú—Lulune. Espero que trabajes hasta el borde de la muerte.

—Lo haré, lo haré…

Todos  los  miembros  del  grupo  asintieron  en  respuesta  a  la  llamada  de  Asfi,  aunque  la respuesta de Lulune era casi inaudible.

Por último, Asfi se volteó hacia Aiz.

—Tener que luchar junto a nosotros es un gran honor, Princesa de la Espada. Puede que solo sea por un corto tiempo, pero nos alegra que estés con nosotros.

—Feliz… de estar aquí.

Asfi mostró una sonrisa; Aiz, también, mostró el indicio de una sonrisa.

Ellas se dieron la mano. Ellas ahora eran aliadas que se habían unido para completar una solicitud—miembros de dos familias con el mismo objetivo.

Aiz ahora era oficialmente parte del grupo de la Familia Hermes.

—Pero por favor no le cuentes a nadie sobre nuestras circunstancias.

—Ah… no lo haré.

Asfi emitió una advertencia rápida antes de sacar al grupo de The Golden Cellar.

Después  de  visitar  brevemente  algunas  tiendas  en  Rivira,  ellos  partieron  hacia  el  piso veinticuatro.