Tate no Yuusha no Nariagari (NL)
Volumen 18
Epílogo: La Trampa del Conocimiento de Videojuegos
Era más tarde esa misma noche. Estábamos cenando al estilo buffet, todo esto montado en la terraza del patio del castillo e iluminado tanto por antorchas como por luz mágica.
“¡Oye! ¡Eso es mío!” gritó Filo.
“¡Hah! ¡La hora de la comida es un campo de batalla! ¡Si lo querías tanto, debiste haber puesto tu nombre en esto! ¡Pero incluso eso no me habría detenido!” respondió la Dragona Demonio.
“¡Buu! ¡De verdad odio a los dragones!” Filo y la dragona estaban peleando por una enorme pila de comida. A pesar de todas las palabras saliendo de sus bocas, ellas parecían llevarse bastante bien. La Dragona Demonio ciertamente había sido importante en la batalla anterior. El mayor problema inmediato eran sus continuos intentos de tener sexo conmigo. Cada vez que se daba cuenta que la estaba observando, ella cerraría un ojo de forma coqueta hacia mí, así que ya era un hábito para mí no mirar en su dirección.
Todos estaban comiendo su cena a su propia manera. Después de un tiempo, dentro del flujo natural de las cosas, terminé sentado solo con Itsuki y Kizuna, los tres héroes que poseían armas sagradas. Estábamos comiendo juntos.
“Almas renacidas, ¿eh? ¿Creen que podamos llegar a un entendimiento con ellos?” preguntó Kizuna.
“Son individuos peligrosos, escogidos por este ser que se hace llamar Dios—nuestro enemigo final. ¿Crees que ese enemigo elegiría a alguien que nos escuche?” le pregunté.
“Todavía son humanos. Creo que hay una probabilidad,” respondió ella.
“Así fue como te pusieron una trampa en primer lugar,” le recordé.
“¡Oye, eso no es justo!” gritó ella en respuesta.
“Es decir, no tengo problemas con la idea de querer tratar de hablar con ellos. Puedo entenderlo,” dije. Ese era uno de los puntos fuertes de Kizuna. Lo que ella estaba planteando era que matarlos sin siquiera tratar de hablar con ellos no era muy humano de nuestra parte. Sin embargo, no esperaba que ellos nos dieran el tiempo para tal estrategia.
“Qué tal si… y escúchenme hasta el final… ¿qué tal si este ser que se hace llamar dios de alguna forma es responsable de mi conocimiento de videojuegos?” sugirió tranquilamente Itsuki. Eso ahora sonaba plausible para mí. Incluso si ser invocado era el proceso correcto, tener un conocimiento previo cambiaría tus acciones al llegar.
“Los otros tres héroes, los muertos, todos también parecían tratar esto como un juego que conocían,” dijo Kizuna. Que esto fuera como un videojuego bien podría ser otra trampa colocada por este dios. Tanto Ren, como Motoyasu, e Itsuki básicamente habían limitado su propia fuerza a causa de sus conocimientos de videojuegos.
“Eso me da una idea…” Miré hacia Itsuki y Kizuna. “Itsuki, tú pensaste que este era un juego comercial llamado Dimension Wave, ¿cierto?”
“Así es,” dijo él.
“Esperen. ¿Tienen el mismo nombre?” preguntó Kizuna. Ante el comentario de Kizuna, Itsuki miró hacia ella.
“¿Eso significa que jugamos el mismo juego?” preguntó él.
“Lo dudo. Itsuki, tú tienes alguna clase de poderes especiales en tu mundo, ¿cierto? En mi mundo no existen,” respondió Kizuna.
“Kizuna, ¿y tú no tienes ningún conocimiento previo acerca de este mundo, ¿correcto?” preguntó Itsuki.
“Así es. Yo estaba a punto de jugar un videojuego llamado Proyecto Segunda Vida: Dimension Wave. Era un juego de realidad virtual que nunca antes había jugado. Fui invocada justo después de entrar al módulo, así que comencé pensando que este solo era un juego muy realista,” explicó Kizuna. Esa experiencia definitivamente iba a causar algunos malentendidos con respecto a la sincronización. “¿Creen que este dios estuvo involucrado en eso de alguna forma?” preguntó ella.
“Es difícil saberlo. Incluso si lo estuvo, no tendrías ninguna noción preconcebida de los métodos de incremento de poder,” comentó Itsuki.
“Hay una diferencia entre un juego que juegas por primera vez y uno al que has dedicado tu vida,” agregué. En ese aspecto, Kizuna fue muy afortunada.
“Naofumi, tú leíste un libro, ¿cierto?” preguntó Kizuna.
“Así es. De acuerdo al Espíritu del Escudo, invocar de esa forma nunca falla,” respondí. Yo todavía deseaba que pudieran considerar mejor el lugar.
“Pensándolo bien ahora, estoy muy celoso de ustedes dos. Después de todo, aquellos que piensan que algo de conocimiento los va a ayudar terminan fracasando,” dijo Itsuki.
“Podrías tener razón. Si todo esto fue un plan del enemigo, entonces es un truco bastante sucio,” respondí.
“Tú lo ha dicho. Kizuna, el juego de realidad virtual que estuviste a punto de jugar… ¿era diferente del que jugó Ren?” preguntó Itsuki.
“A partir de lo que he escuchado de ambos,” dije, “son diferentes. Ren jugó en una máquina del tipo casco mientras Kizuna usó una máquina preparada por una compañía—un módulo lleno de algún líquido.”
“De seguro hay muchas versiones de Japón,” comentó Itsuki. De seguro al menos cinco. Solo podía pensar en el mío como el Japón normal, pero para los demás, probablemente era tan extraño como los suyos lo eran para mí. “Que el conocimiento sea una trampa colocada por nuestro enemigo… eso seguro es peligroso.”
“Una trampa que ya mató a tres de los cuatro héroes sagrados de este mundo,” dije tristemente.
“Por favor, no me lo recuerdes. Ah, y mañana tenemos una ola,” se quejó Kizuna. Eso también me hacía sentir molesto. Era por el bien del mundo, es verdad, pero eran realmente frecuentes aquí. Me pregunto si había alguna forma de retrasarlas…
Entonces se me ocurrió—una idea que más tarde sería conformada por la traducción de más textos antiguos.
“¿Qué pasaría si usas la Herramienta de Cacería 0 para atacar las grietas de las olas? Si tiene el poder de suprimir los poderes ilegítimos, podría tener algún efecto en ellas,” sugerí.
“Ah, eso suena interesante. Las ideas como esa solo requieren un poco de prueba y error,” respondió Kizuna.
“Creo que vale la pena intentarlo,” agregó Itsuki.
“Muy bien. Todavía nos queda mucho trabajo por delante. Ustedes necesitan comer y prepararse para la siguiente batalla,” les dije.
“Lo sabemos, lo sabemos,” dijo Kizuna.
“En efecto. Con comida deliciosa, un objetivo claro, y la fuerza combinada de nuestros aliados… podemos superar cualquier problema que se interponga en nuestro camino,” dijo Itsuki.
“Incluso alguien que se hace llamar dios,” respondí.
“Claro,” dijo él.
La escala del enemigo que enfrentábamos se había hecho mucho más grande. También tenía que hacérselo saber a nuestros aliados en nuestro mundo tan pronto como fuera posible.
Esta sensación en mi corazón, no podía explicarla. Cada uno de nosotros provenientes de un Japón diferente decidimos disfrutar el breve momento de descanso.
– FIN DEL VOLUMEN 18 –
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