Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 3

Capítulo 5: A la Capital

Parte 4

Después de comer kamutan en la tienda que la mujer mercader recomendó, Rio y Sayo regresaron al distrito comercial para reanudar sus compras de lujo.

La carretera principal tenía tiendas a ambos lados, con una fila de puestos en el centro que dividían la carretera en dos. Con mucho tráfico peatonal, la carretera estaba llena de gente de todo tipo. Entre ellos, Rio y Sayo permitían que la multitud los barriera, mirando las tiendas mientras pasaban junto a ellos.

“A-Ahora hay aún más gente.”

“Es más de mediodía, después de todo. Más gente va a salir después de comer. Si ves una buena tienda, entremos.” Hablaban mientras caminaban, cuando…

“¡Cómo te atreves!”, gritó una voz enfadada.

“¡Kya!” El tímido cuerpo de Sayo tembló de miedo.

Después de un momento, voces confusas empezaron a moverse a su alrededor.

“¿Qué? ¿Qué es esto?”

“¿Es una pelea? ¿Qué está pasando?”

“Maldición, no puedo ver.”

“Hey, Parece que los mercenarios se están metiendo con una mujer y su hijo.”

“¡De ninguna manera!”

Y así sucesivamente. La charla se hizo más fuerte.

Rio mejoró su capacidad auditiva con las artes espirituales para captar fragmentos de la conversación, antes de que volviera a oír voces de enojo en el camino.

“¡Mocosa insolente! ¡Cuidado por dónde caminas!”

“¡El grosero aquí eres tú, mero mercenario! ¿A quién crees que te diriges?” Parecía que un hombre y una mujer estaban discutiendo; la voz ronca de un hombre y la voz digna pero enfurecida de una mujer se podían escuchar en ese orden. Después del estallido, desde la misma dirección de la discusión, se podía escuchar la voz de una chica linda.

“¿¡Kya!?”

Y luego, después de un rato: “¿¡Qué estás haciendo!?”

“¡Lady Komomo!”

“¡Oi, Espera!”, dijo la voz inquieta de la mujer. Parecía que la situación se estaba convirtiendo en una crisis, pero Rio no podía ver nada desde donde estaba.

“¡Muévete!” La voz de un hombre se oía a cierta distancia; la multitud que estaba de pie ante Rio se abrió repentinamente por la mitad. Por ese camino recién hecho vino corriendo un solo hombre mercenario. Sostenía una daga en su mano derecha y una niña debajo de su brazo izquierdo mientras corría, mientras amenazaba a los que estaban en su camino. La niña estaba inconsciente, con la cabeza suelta hacia abajo.

“¡Muévete! ¡Muévete!” El hombre gritó con ira.

“Ah…” Quizás temía al hombre que se le acercaba desde el frente, mientras Sayo se quedaba quieta, incapaz de moverse. Acababa de ser agredida por Gon unos días antes, así que su reacción fué comprensible.

“Tch.” El hombre que se acercaba vió a Rio y a Sayo parados en su camino, y chasqueó la lengua. Decidió ignorarlos y seguir adelante de todos modos. Sin embargo, sin desenvainar su espada de la vaina de su cintura, Rio saltó al frente, con las manos vacías. Luego se preparó para recibir el cuerpo del hombre, desarmado.

Al principio, esquivó la mano del hombre, que sostenía una daga de empuje. Entonces, hábilmente le golpeó los pies por debajo; su cuerpo giró una vez en el aire. El hombre parecía aturdido.

Rio agarró a la chica de debajo del brazo del hombre y la acercó a él, metiéndola bajo su brazo y, al mismo tiempo, metiendo su puño en el plexo solar del hombre. Inmediatamente, el cuerpo del hombre se derrumbó en el suelo.

“Guh…” El hombre soltó la daga y se desplomó, inconsciente. Todo terminó en un instante.

“¡W… Woooooooo!” La multitud quedó aturdida por un momento, antes de estallar en vítores.

Las miradas de admiración se dirigieron hacia Rio; él sonrió a la fuerza y no le prestó atención, sino que miró a la chica que tenía bajo el brazo.

La chica era todavía joven, al parecer tenía unos diez años. Su cara era extremadamente refinada, lo que la convertía en una chica muy linda.

Sólo está inconsciente. O recibió un golpe que la dejó inconsciente, o fue drogada en este estado. O, tal vez fue dormida con artes espirituales…

Rio buscó brevemente el flujo de esencia dentro del cuerpo de la niña y no encontró rastros de manipulación, así que decidió que era una de las dos primeras opciones. Por si acaso ella había sido drogada, él también lanzó un arte espiritual desintoxicante.

No debería haber miedo por su vida, al menos ahora. Lo siguiente es…

Después de tomar las precauciones necesarias con la chica, Rio miró a Sayo, que le miraba fijamente.

“Sayo. ¿Estás bien?” preguntó Rio con una sonrisa un poco incómoda.

“¡Sí! Estoy bien.” Sayo volvió a entrar en razón y asintió con furia.

“¿¡Lady Komomo!?”

Una mujer apareció: vio a Rio cargando a la niña llamada Komomo, con la vista del secuestrador derrumbado en el suelo junto a él, e inmediatamente entendió lo que estaba sucediendo. Ella corrió hacia Rio a toda prisa, y Rio le ofreció a la mujer la chica que llevaba en sus brazos.

“Aquí tienes. Ha sido noqueada, pero su vida no debería estar en peligro.”

“L-Lamento las molestias. Muchísimas gracias. Si tan sólo fuera más capaz…” La mujer cogió a Komomo e inclinó la cabeza con una expresión de pesar.

“Si quieres disculparte con alguien, guárdatelo para esa chica cuando se despierte. Este hombre está inconsciente ahora mismo… ¿Qué te gustaría hacer?” preguntó Rio. Sacudió la cabeza y tomó la daga del hombre del suelo y se la sacó a la mujer.

“En cuanto lleguen los guardias de seguridad, dejaré que lo escolten al centro de internamiento y lo hagan confesar para quién trabajaba.”

“Ya veo… Bueno, parece que los guardias acaban de llegar.” Mientras los dos hablaban, los guardias que habían oído la conmoción vinieron corriendo.

Rio los oyó preguntar qué había pasado y los miró, lo que llamó la atención de la mujer sobre ellos.

“¡Por aquí!”, ella gritó.

Rio aprovechó esa oportunidad para acercarse a Sayo. “Vamos, Sayo”, dijo, cogiéndola de la mano y tirando de ella mientras se alejaba.

“¿Eh? Ah, pero… ¿Estás seguro?”

“Sí. Me gustaría no meterme en problemas, si es posible”, dijo Rio con una sonrisa amarga ante la confusión de Sayo.

“¡Ah, espera! ¡Aguanta!” La mujer cuyo nombre no conocía gritó en un tono nervioso detrás de él cuando se dió cuenta de que se estaban yendo. Sin embargo, Rio se llevó a Sayo y desapareció rápidamente entre la multitud.

Después de eso, de alguna manera se las arreglaron para terminar sus compras por la noche, y regresaron a sus alojamientos. Una vez que entraron, las mujeres del escuadrón inmediatamente se fijaron en la horquilla del pelo de Sayo, y luego acosaron a Sayo con preguntas, hasta que se pusiera de color rojo brillante, como solía hacer.

Rio se las arregló para escapar antes de involucrarse fingiendo que hablaba de las ventas del día con los otros hombres. Las ventas iban bien, y esperaban partir hacia la aldea en unos pocos días.

Esa estimación estaba en la marca, ya que Rio y los otros se fueron a la aldea varios días después. Así, sus negocios en la capital terminaron sin problemas, y su viaje de vuelta a la aldea se desarrolló sin incidentes.

***

Al igual que Rio y los demás llegaron a la aldea, Hayate también había terminado sus tareas y regresado a la capital. Después de almacenar el impuesto sobre la tierra en los almacenes del castillo real, se fué directamente a casa, a la mansión de la familia Saga.

Al pasar por las puertas de su casa familiar, los criados de su casa salieron a saludarlo. El jefe de la familia Saga, su padre, Gouki, le había ordenado que lo viera inmediatamente después de su regreso. Hayate había tenido la intención de hacerlo de todos modos para saludarle a su regreso. Sin embargo, notó que el aire alrededor de los retenedores familiares era bastante tenso.

“¿Pasó algo?” Preguntó a uno de ellos. Una vez que le habían dicho que su hermana pequeña, Komomo, casi había sido secuestrada, corrió a la habitación de Gouki sin molestarse en cambiarse.

“Disculpe, padre. Es Hayate. Acabo de regresar a casa.”

“Hm… Entra. ¿Ya te has enterado?” Gouki le dió permiso a Hayate para entrar en su habitación, e inmediatamente fué directo al grano una vez que estaban uno frente al otro.

“Sí, que Komomo casi fué secuestrada.”

“Ellos nos atraparon bien. Apuntando al único día del mes que Komomo va secretamente al mercado para el estudio de campo”, dijo Gouki, enfadado.

“¿Está diciendo que el crimen fue planeado con anticipación?” Preguntó Hayate.

“Ciertamente. El agresor detenido confesó. Aparentemente, uno de los sirvientes de nuestra casa filtró la información. Tengo una idea sobre el cerebro detrás de esto, pero no tengo pruebas. Así que he decidido llevar a cabo una operación para capturar al sirviente. Debemos obtener resultados de inmediato”, informó Gouki sobre la situación con indiferencia, dejando pasar una fría y oscura sonrisa.

“Veo que tu respuesta es tan rápida como siempre. ¿Cómo está Komomo…?”

“Feliz y saludable en mente y cuerpo. Se ha dedicado a entrenar día y noche debido a su vergüenza.”

“Ya veo. La señorita Aoi lo ha hecho bien.”

Hayate suspiró aliviado al escuchar que su hermana pequeña Komomo estaba sana. Si bien es posible que hayan dejado que alguien diera el primer paso, los guardaespaldas de la familia Saga eran excelentes, confiables y dignos de confianza.

Para que conste, Aoi era el asistente personal de Komomo, y la persona encargada de protegerla a ella y a su entorno. Debido a que Aoi acompañaba a Komomo absolutamente a todas partes, Hayate asumió que el que había salvado a Komomo había sido Aoi.

“En realidad, un chico desconocido fué el que salvó a Komomo y detuvo al perpetrador. Uno con espléndidas habilidades, en eso.” Gouki corrigió a Hayate con una expresión que le decía que estaba totalmente perdido.

“¿Oh? Qué persona tan maravillosa debe ser. Me encantaría visitarlo y expresarle mi gratitud. ¿Dónde puedo encontrarlo?” Impresionado, Hayate preguntó por su paradero sin pensar.

“Como dije, era un niño desconocido. Uno que desapareció inmediatamente, eso es. No tenemos idea de quién o qué es.” Gouki suspiró apático y agitó la cabeza.

“Eso… es un problema.”

“De hecho, es un problema. Ni siquiera podemos agradecerle. Bueno… Eso es todo lo que tengo que decirte por ahora. ¿Ha cambiado algo en tu lado?”

“No, no ha habido señales de que nadie me haya atacado hasta ahora…”

“Ya veo.”

Hayate puso una mano contra su boca, pensativo, y luego recordó la carta metida en el bolsillo de su pecho y la sacó. “…Oh, pero hay algo. Esto no tiene nada que ver con Komomo, pero la señora Yuba me confió una carta para ti, padre.”

“¿Oh? De Lady Yuba, dices. Déjame echar un vistazo.”

Gouki aceptó la carta de Hayate y la abrió con un gesto refinado que no se ajustaba a su severo físico. Luego desenrolló el pergamino, cambió su centro de gravedad, y miró intensamente a la carta.

Es difícil de creer que haya alguien tan tonto como para perjudicar a esta familia con mi padre como cabeza….

Mientras Gouki leía la carta, Hayate contempló el intento de secuestro de Komomo.

Gouki era una figura militar de renombre, se dice que era el más fuerte en el Reino de Karasuki y temido por su segundo nombre, el feroz Dios Gouki. Había historias de cómo una vez hizo temblar a diez mil enemigos en la guerra contra el vecino Reino de Rokuren.

También era generalmente estricto con su familia, especialmente durante el entrenamiento de Hayate, que era una época en la que realmente actuaba como un demonio. Sin embargo, era mucho más suave frente a su hija, Komomo.

Mientras Hayate se perdía en esos pensamientos, Gouki murmuró su nombre.

“…Hayate.”

Su voz temblaba un poco. No, no sólo su voz, las manos que agarraban la carta, y su cuerpo como piedra, ambos temblaban levemente.

Evidentemente había sido sacudido por algo.

“S-Sí. ¿Qué es?” Preguntó Hayate con voz aguda, sus ojos se abrieron de par en par, sorprendido.

“Y bien, conociste a Sir R-… Quiero decir, ¿un chico llamado Rio?” Gouki preguntó por Rio por alguna razón.

“Sí. Interactuamos durante mi estancia en la residencia de Lady Yuba…”

“¿Qué clase de chico era?”

“…Tenía una personalidad de buen carácter. Gentil y educado, era un chico muy serio. Parecía ser un practicante de artes marciales, como demostraron sus habilidades. Sin duda alguna, era una persona de interés. Casi quería invitarlo a nuestra familia, si no estaba sirviendo a nadie más. Creo que a usted también le habría gustado, padre.” A pesar de que la pregunta le pareció extraña, Hayate habló honestamente sobre su impresión de Rio.

“Tonto. No tienes ni idea…” Gouki murmuró con un resoplido, pero era demasiado silencioso para llegar a los oídos de Hayate.

“¿Sí?” Hayate ladeó la cabeza.

Gouki se rió para sí mismo con una sonrisa y se puso derecho. “Voy a sacar a Kayoko de la casa por un tiempo. Espera en la finca con Komomo.”

Con eso, Gouki salió de la habitación.

“… ¿Qué fue eso?” Hayate murmuró aturdido a nadie en particular, ahora solo en la habitación.