Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 11

Capítulo 7: El Regreso del Héroe

Parte 1

 

 

Danmachi Volumen 11 Capítulo 7 Parte 1 Novela Ligera

 





 

Cuando ese rugido de batalla retumbo a través del aire, todos los Aventureros de Primera Clase en Orario reaccionaron instantáneamente.

La espadachín de cabello y ojos dorados levanto la vista al cielo sobre el sector noroeste y comenzó a correr.

–¡…!

Las gemelas Amazonas levantaron sus armas y echaron a correr sin mirar atrás.

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–¡Está aquí!

–¡Vamos!

El Hombre Lobo de pies rápidos dejó lo que estaba haciendo y salió corriendo.

–¡Parece que está cerca de Finn!

Y luego estaba Bell.

— ——

Sus ojos carmesí captaron al monstruo.

Destruyendo, aplastando, destrozando.

En un instante, el monstruo negro había cargado más allá de los Aventureros que tuvieron la mala suerte de estar en su camino.

Sorprendió a Hermes, robó el momento de intervención de Asfi, asombró a los Dioses y pisoteó el escenario que el Dios había preparado, aplastándolo en pedazos.

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Los ciudadanos ni siquiera tuvieron tiempo de gritar. Se lanzó hacia delante con tal velocidad que las flechas que <El Valiente> le ordenó disparar a sus tropas no tuvieron ningún efecto, e incluso la Lanza que arrojó no hizo más que rasgar la piel del monstruo. Cargó hacia adelante—hacia Bell.

El chico era su único objetivo.

— —¿¡…!?

–¡¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

La majestuosa forma negra azabache del minotauro estaba cubierta de sangre.

Ante esta aparición espeluznante, Bell se movió por puro instinto.

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Empujó a Eina lejos con toda su fuerza, y luego, desesperado por escapar de la figura que corría hacia él y del golpe mortal de la Labrys en su única mano levantada, cruzó sus brazos y saltó hacia atrás.

Una explosión de fragmentos de adoquines voló desde el suelo donde la cuchilla del Hacha del minotauro hizo contacto, liberando una abrumadora onda de choque y ráfaga de viento.

El cuerpo de Bell se transformó en una flecha que corto el aire, chocando a través de los edificios detrás de él con la fuerza de un río que se desbordaba por las orillas mientras era expulsado de la plaza.

–¿¡Bell-kun!?

–¿¡Bell-kun!?

Hestia y Eina gritaron al unísono cuando el monstruoso toro con dos cuernos carmesí mando a volar al chico.

***

 

 

–¿¡Q-Que pasó!?


Trozos de piedra llovieron en una esquina de la plaza llena de polvo.

Cuando la escena de la destrucción se volvió clara, los gritos de los aturdidos Aventureros rompieron la quietud.

Gritos y rugidos de ira llenaron la plaza.

En el espacio de unos pocos segundos, docenas de Aventureros habían resultado gravemente heridos, y el <Pequeño Novato> había sido mandado a volar. El violento ataque había sucedido tan rápido que nadie había visto bien al enemigo, pero sin embargo, lanzó a la multitud en un alboroto.

–Hey, ¿Estás bien?

–¿No estás herida?

Ouka y Chigusa estaban apoyando la espalda de Eina, pero todo lo que dijo en respuesta a sus preguntas fue, “¿¡Bell-kun…!? ¿¡Bell-kun!?”. Había sido empujada fuera del peligro, pero parecía no escuchar sus voces mientras llamaba el nombre de Bell una y otra vez en un frenesí. Con su uniforme del Gremio cubierto de polvo, contempló el panorama de las paredes con enormes agujeros.

En otra esquina de la plaza, Welf y Mikoto se miraron el uno al otro.

–Así que eso fue…

–… El minotauro… negro.

Susurraron con horror al monstruo negro azabache que había desaparecido persiguiendo a Bell.

Lili y Haruhime estaban pálidas e inmóviles, como si estuvieran recordando la aterradora escena. Hestia también se quedó muda.

–¿¡Asterios…!?

Murmuró Gros.

Incluso los Xenos se congelaron en su lugar por el giro inesperado de los acontecimientos.

Oculto por la nube de polvo, Gros miró en la misma dirección que Eina, en los agujeros donde su hermano y Bell habían desaparecido.

Finn examinaba la escena desde lo alto de un edificio adyacente.

–¡Exploradores, persigan el objetivo! ¡Pero no actúen hasta que llegue! ¡El grupo de Narfi, después de rodearlos, proporcionen apoyo solo desde atrás, y llamen a Aizu aquí!

–“ “ “ “¡Sí señor!” ” ” ”

Cuando emitió órdenes en rápida sucesión, sus tropas se pusieron en acción.

Pasara lo que pasara, mataría al monstruo aquí y ahora. El Capitán Hobbit se había determinado a eso.

Era un elemento impredecible. La intuición de Finn le decía eso. Incluso su formidable cerebro no podía predecir sus acciones; era, por así decirlo, un verdadero <Irregular>. Seguramente se convertiría en una amenaza en el futuro y debía ser eliminada.

Finn estaba a punto de salir corriendo cuando escuchó un sonido.

*¡Stomp!*

Una figura apareció ante él.

–Tú…

Se detuvo y levanto la mirada hacia él.

***

 

 

–¡Ooo… owww…!

Cuando Bell se levantó de entre los escombros, gimió ante un dolor que incendio todo su cuerpo.

Justo en frente de él había una serie de muros de piedra con agujeros atravesados. Parecía que había viajado bastante lejos de la plaza. Si no hubiera estado usando una doble armadura de Adamantita, bien podría haberse roto la espalda. Forzó su tembloroso cuerpo a pararse en medio de las ruinas iluminadas por la luna.

Justo en ese momento escuchó un fuerte estrépito.

–¡…!

Levantó la mirada, sorprendido por el sonido de los escombros siendo aplastados bajo los pies. A través de las paredes medio demolidas, vislumbró al monstruo negro que lo había mandado a volar a toda velocidad hacia ellos. Bell se quedó sin aliento ante la figura musculosa tan alta que tuvo que mirar hacia arriba para ver su cabeza. Llevaba su Armadura Placas ligeramente.

No había duda de ello. Este era el último Xenos del que había escuchado. El minotauro negro

¿Era un enemigo o un amigo? ¿Podría hablar con él?

Esos pensamientos volaban a través de la mente de Bell incluso mientras goteaba sudor y reflexivamente tomaba una posición defensiva.

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–… ¿…?

Entonces notó el silencio.

Para algo que había desatado un rugido tan tremendo, el monstruo estaba extrañamente callado. Había detenido sus estrepitosos pasos a una pequeña distancia de Bell y ahora estaba quieto. Como si la furia desenfrenada de un momento antes nunca hubiera ocurrido, miraba fijamente a Bell.

Bell, también, se quedó plantado en el suelo, olvidándose de hablar.





–…

–…

La luz de la luna iluminaba al chico y al monstruo.

Parado entre los escombros y las ruinas de espaldas al despejado cielo nocturno, el minotauro miraba al chico. Fácilmente era de más de dos metros de altura. Bell permaneció completamente inmóvil, mirando al monstruo.

El tiempo fluyó tranquilamente. Un momento de paz era completamente inesperado en el campo de batalla.

Mientras Bell miraba esos ojos que parecían atraerlo, el monstruo lentamente abrió su boca.

–Tu nombre. Quiero que me digas tu nombre.

Bell se sorprendió tanto por el lenguaje humano como por la voz que lo hablaba, que no concordaba en absoluto con la apariencia del hablante.

Era una voz baja. El tono tranquilo recordaba a un guerrero.

El chico se quedó aturdido, incapaz de responder. El monstruo continuó hablando.

–Un sueño.


–¿Huh?

–He estado teniendo el mismo sueño durante mucho tiempo.

El minotauro habló como si estuviese entregando un soliloquio.

–Un sueño de luchar contra un solo humano.

–¡…!

–Ese humano es el oponente más fuerte y digno de todos. Incluso mientras luchamos hasta la muerte, con nuestra sangre y nuestra carne volando, nos reconocemos como rivales destinados.

Bell miró con los ojos abiertos al minotauro.

Tan pronto como escuchó la palabra sueño, recordó su conversación con Lyd sobre las vidas pasadas de los monstruos.

Y mientras el minotauro hablaba sobre su propia vida pasada, su forma le recordó a Bell otra cosa.

Era una escena que nunca podría olvidar.

Su primera aventura. Había apostado su vida en esa feroz batalla. Él y el monstruo se habían arrojado todo lo que tenían el uno al otro.

–Hay un ser que me impulsa, en busca de una revancha.

No puede ser…

Incluso cuando Bell se dio cuenta de la verdad, el minotauro negro continuó.

–He venido aquí para reunirme con el ser de mis sueños.

Había declarado su razón de ser. Su sentimiento más profundo, el anhelo tan poderoso que lo había empujado a renacer.

No era la envidia hacia la raza humana o el anhelo de la superficie lo que lo había traído aquí, sino simplemente la búsqueda de su antiguo oponente.

–Mi nombre es Asterios.

Significaba relámpago.

Expresaba su deseo por el destello carmesí de luz que vio al final de sus sueños.

Incluso mientras Bell luchaba contra la incredulidad y confusión, en el fondo de su corazón, él entendió todo.

–Dime tu nombre

Asterios le imploró nuevamente.

–… Bell. Bell Cranel.

El monstruo grabó las palabras susurradas en el núcleo de su ser. Luego llevó el Hacha de doble filo en su única mano a su peto.

–Bell-dono, por favor.

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El oponente más antiguo y digno del chico, quien había vuelto a la vida, se lo estaba pidiendo.

–Lucha contra mí otra vez.

El deseo del monstruo resonó a través de las ruinas iluminadas por la luna.

Bell sabía que debía decirle al minotauro que esperara, que no estaba listo, que tenía que volver con Gros y los demás. Pero su corazón no le dejaba decir esas palabras.

Él miró a sus pies. Levantó la mirada hacia la enorme figura.

La sangre del monstruo goteaba en el suelo. Incontables heridas fueron grabadas en su piel, y le faltaba un brazo. Aunque estaba al borde de la muerte, había llegado hasta aquí para luchar otra vez.

Bell sentía que tenía que aceptar su petición. No—sentía que sería un error huir.

Se sentía exactamente como se había sentido la última vez.

No había huido de esa batalla, y no debería huir de esta.

–…

Bell se disculpó silenciosamente con todos y todo. Luego desenvaino su arma.


Levantó la <Daga Hestia>, sosteniéndolo en un agarre inverso, y miró al monstruo negro.

Cuando Asterios vio al chico prepararse para entrar en la batalla, su boca se extendió en una amplia sonrisa.

Y con esa sonrisa alegre y desagradable, inclinó la cabeza hacia el cielo nocturno y la luna que los observaba.

–¡¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

Su rugido sacudió los cielos. La señal que indicaba el inicio de la batalla había sido disparada.

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