Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 8

Capítulo 3: Canción de Amor para una Diosa de la Herrería

Parte 3

 

 

Una disputa por el botín se produjo poco después de que el Jefe de Piso fue asesinado.

Todos trataron de reclamar no sólo la Piedra Mágica del Monstruo Rex más grande de lo habitual, sino tambien el <Colmillo de Goliat> que apareció en las cenizas de la bestia. La pequeña montaña de Piedras Mágicas de los monstruos más pequeños también estaba en juego.


Aquellos en el exterior del embrollo—como extras que entraron más tarde, no se les permitió hacer ningún reclamo—estaban ya sea abrumados por los propietarios de negocios de Rivira tratando de vender algunas de las Piedras Mágicas más pequeñas o parados, atemorizados del espectáculo en su conjunto.

–Somos Aventureros, ¿Qué más hay que decir?

Mord dijo con una sonrisa forzada mientras él y sus pillos pasaban con su parte del botín firmemente en sus brazos carnosos.

Dado que no tenía sentido ver cómo resultaba la batalla por los restantes objetos de valor, el equipo de batalla conjunto de la <Familia Hestia> y la <Familia Takemikazuchi> decidieron bajar al 18º Piso ya que de todos modos estaban muy cerca.

Una <Zona Segura> llena de exuberantes verdes y hermosos cristales donde no nacían monstruos.


Una masa de cristales azules y blancos, parecido a un crisantemo, estaba asentada en medio del “cielo” azul de cristales sobre el Piso conocido como el <Resort Subterráneo>. Bell y el resto del equipo finalmente tuvieron la oportunidad de descansar sus cuerpos cansados.

–Una vez más, llegamos al 18º Piso sin planearlo…

Lili murmuró mientras protegía sus ojos de la brillante luz de la flor de cristal que brillaba en lo alto como el sol del mediodía.

Los miembros del equipo que participaron en los acontecimientos que tuvieron lugar hace un mes y medio reflejaban su experiencia mientras que los miembros restantes de la <Familia Takemikazuchi> admiraban el paisaje con una mezcla de temor y admiración. Haruhime, quien acababa de pasar recientemente por la <Conversión>, agitaba ansiosamente su gruesa cola de zorro de un lado a otro mientras sonreía junto a Mikoto y Chigusa. Las tres chicas estaban recordando lo mismo: el paisaje donde jugaban juntas como niñas.

–Es como si hubiéramos retrocedido en el tiempo.

Ouka dijo con una sonrisa forzada mientras observaba a su pequeño grupo desde lejos. Sin embargo, Bell y Welf podían escuchar la emoción en su voz que su estoica expresión no mostraba.

Varios ríos atravesaban el bosque en la región meridional del 18º Piso. Algunos de los Aventureros cansados se arrodillaron en sus orillas y bebieron un poco de agua clara, mientras los demás se tendían en el suelo cubierto de hierba. El equipo de batalla conjunto estaba recién comenzando a recuperarse de la lucha contra el Jefe de Piso cuando el resto de los Aventureros de Rivira finalmente lograron atravesar el túnel de conexión.

–¿Por qué no vienen a la ciudad?

Gritó uno de ellos mientras agitaba la mano. Algunos más hablaron, diciendo que iban a celebrar su victoria, y los invitaron a participar.

Parte de su motivación era la culpabilidad por dejarlos fuera del saqueo del botín. Estaban de gran humor y se ofrecieron a invitarlos a un festín como una disculpa. Su oferta era difícil de rechazar. El equipo de batalla conjunto estaba así de cansado.

Por lo tanto, se unieron al grupo de Aventureros viajando hacia el oeste hacia la isla rocosa en medio de un lago. Cruzando el árbol puente hasta la isla, no pasó mucho tiempo antes de que llegaran a la ciudad en el acantilado y pasaran a través de la puerta de madera en su entrada.

–¡Oh, wow…! ¿Esta es la ciudad de Rivira?





–Um, ¿Es tu primera vez aquí, Haruhime-san?

–Sí, lo es. Participé en muchas aventuras durante mi tiempo con Ishtar-sama y así que he pasado por este Piso muchas veces… pero nunca se me permitió entrar en la ciudad.

El <Impulso de Nivel> de Haruhime y su propia existencia tenían que mantenerse en secreto, así que había sido ocultada de la vista lo más a menudo posible. Ahora estaba caminando entre las diversas tiendas de campaña y tiendas de trapo, mirando los cristales y sonrojándose de alegría. La cola y orejas de zorro de la Renart se movían de un lado a otro con entusiasmo, ya que no podía decidir a dónde mirar. Bell podía sentir la emoción que emanaba de ella y se sonrojó cuando ambos hicieron contacto visual por un momento.

La ciudad de Rivira tenía una gran vista del lago directamente abajo así como del extenso bosque al sur y al este. También se estaba haciendo una gran cantidad de dinero del mercado negro dentro de las carpas y tiendas que bordeaban las calles de la ciudad. Un bar había sido construido directamente en el terreno del Calabozo. Muchas voces felices y borrachas resonaban desde el otro lado de la puerta en el acantilado.

Las calles estaban mucho menos concurridas que la última vez que estuvieron aquí, debido al ataque de Rakia. Aun así, las edificantes melodías de cuerdas e instrumentos de viento llenaban la ciudad. Todo estaba tranquilo bajo el cielo de cristal subterráneo.

–¡Ese fue un buen trabajo allá arriba, <Pequeño Novato>! ¡Habría sido jodido sin ti!

Dijo el “líder” de Rivira, Boris Elder.

Extremadamente musculoso, el Aventurero era aún más alto que Ouka.

La mayoría de los miembros del equipo de batalla de Bell lo habían visto muchas veces durante la lucha a gran escala contra el Goliat Negro y lo reconocieron de inmediato.

No era alguien fácil de olvidar, con su intimidante figura y su aura brusca.

–Que estés aquí, significa que la <Familia Hestia> ira a los Pisos Inferiores, ¿Verdad?

–Uh, sí… Eventualmente.

–¡Bien hecho! ¡Seremos tu área de preparación para el ataque a los Pisos Inferiores! ¡Me aseguraré de que todos te den un descuento, compañero Aventurero!

Al igual que Mord, el líder de Rivira había visto lo que Bell hizo contra el Goliat Negro Irregular, y era relativamente amistoso con el chico humano de cabello blanco.

–¡Sí, sigue viniendo! ¡Muchas veces!

Dijo el hombre que reconoció el poder de Bell con una sonrisa poderosa; envolviendo su musculoso brazo alrededor de los hombros del chico. Sin embargo, Lili lo miraba sospechosamente mientras caminaba detrás de ellos.

–… Oh, sí, <Pequeño Novato>. Hay algo que quería pedirte.

–¿Y-Y eso es?

Ligeramente intimidado por el carnoso tronco de árbol alrededor de sus hombros, Bell forzó una sonrisa temblorosa y miró al líder. El hombre hizo todo lo posible para parecer dócil y bajó la voz para preguntar.

–Ese herrero de Espadas Mágicas está contigo, ¿Verdad? ¿Puedes presentarme con él?

***

 

 

— —¡Vamos, por favor! ¡Hazme una Espada Mágica!

Arrugas aparecieron en medio de la frente de Welf.

Sucedió en medio del festín, de forma gratuita como se había prometido, cuando Bell había dejado el grupo para ir a hablar con el líder y Welf se había ido por su cuenta para encontrar un lugar cómodo en la base de unos cristales gemelos, uno azul y uno blanco.

La Gran Espada y la Espada Mágica todavía estaban atadas a su espalda cuando una pequeña horda de Aventureros se precipitó hacia él, gritando tan fuerte como podían.

–¡Una poderosa, como esas asombrosas Espadas Mágicas que vi en el <Juego de Guerra>!

–Eres uno de los Crosso, ¿No?

–Escuché que fueron maldecidos y que ya no podían forjar Espadas Mágicas. Toda era una mentira, ¿No? ¡Liberan un infierno de un golpe!

–¡Pagare cualquier cantidad, sólo da tu precio! ¡Así que vamos!

Formaron un anillo alrededor de él, envistiendo y empujando su camino hacia el frente con exactamente la misma petición: “¡Hazme una <Espada Mágica Crosso>!”

La mayor parte de Orario había presenciado el <Juego de Guerra> a través de los Espejos Divinos que habían sido colocados por todas partes la ciudad. La noticia de que las legendarias Espadas Mágicas—las de la leyenda actual—eran el trabajo de Welf se había extendido entre las filas de Aventureros como un reguero de pólvora. Todos querían Espadas Mágicas lo suficientemente poderosas como para convertir instantáneamente gruesos muros de castillo en montones de escombros. Fue fácil para ellos averiguar que el herrero en cuestión era miembro de la <Familia Hestia>.

–Bastardos…

Tuvo muchos visitantes después del <Juego de Guerra> que hicieron peticiones similares… pero ninguno de ellos fue tan insistente o agresivo como los de hoy.

La <Familia Hestia> había llegado a Rivira—el fabricante de esas espadas estaba aquí. Los únicos residentes de Rivira eran Aventureros, y todos sabían cómo obtener información. Se rego la voz, y prácticamente todos en la ciudad querían tener unas palabras con el herrero de Espada Mágicas.

Llenos de codicia, vinieron tras Welf en masa, todos rogándole que hiciera una Espada Mágica para ellos.

El joven ya había tenido suficiente.

— —¡¡Cállense, todos ustedes!! ¡Nunca venderé ni entregaré ninguna Espada Mágica! ¡Ahora cuéntenles a sus amigos y déjenme en paz!

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Apartó a los Aventureros, rugiendo de ira.

Las peticiones serias y respuestas groseras se dispararon de un lado a otro, pero Welf no cedió. Escupiendo con disgusto y vomitando quejas, los Aventureros finalmente se rindieron cuando se dieron cuenta de que su voluntad era tan fuerte como el acero, y el miedo genuino a las armas atadas a su espalda comenzaba a inundarlos.

Haruhime y Chigusa también retrocedieron asustadas.

–Bastardos…

Susurró de nuevo, masticando las palabras mientras su mal humor continuaba empeorando.

–…

–… ¿Qué pasa con esa mirada, grandulón?

–Nada… ¿Quieres algo de esta Nube de Miel?

–¿Por qué demonios querría?

Ouka tuvo compasión de Welf y amablemente le ofreció una fruta dulce en un esfuerzo por animarlo, pero el hombre pelirrojo no quería nada de eso. Las chicas ahora estaban definitivamente asustadas, lo que lo hizo sentir peor, así que Welf se separó del grupo y partió para encontrar un lugar para calmarse.

Su habitual personalidad de hermano mayor había desaparecido. Ahora era el lobo solitario, merodeando por su cuenta.

–¡Welf!

–… Bell.

Bell lo encontró una vez que Welf había alcanzado uno de los puntos más pintorescos de toda Rivira.

El herrero había encontrado un lugar aislado de la multitud. El chico se acercó a él, con una expresión de disculpa y rascándose su cabello blanco.

–Lo siento, Welf. Parece que todos en la ciudad vinieron a buscarte… El líder me preguntó si podía hablar contigo, y traté de rechazarlo, pero…

–… No, nada de esto es culpa tuya. Sabía que esto pasaría mucho antes de cruzar esa puerta.

Había estado listo para ello en el momento en que eligió usar una Espada Mágica en lugar de dejar que las vidas de sus amigos pendieran de un hilo. Aun así, su orgullo como herrero y su obstinación se habían convertido en una de las principales causas de su muy furiosa reacción.

–No te disculpes.

Le dijo con una sonrisa forzada al chico que aún no sabía qué decir. Luego cerró los ojos y respiró hondo.

–Pero maldita sea, ¿Qué no conocen otras palabras además de “Espada mágica”…? ¿Tienen algún fragmento de autoestima? Las únicas cosas que un Aventurero necesita es un arma confiable en un brazo fuerte, eso es todo.

–Ahahaha…

El rostro de Bell se relajó en cuanto Welf se recuperó lo suficiente como para unir palabras.

–Hablando de eso—de espadas, de todos modos—¿Todo bien con esa Espada Corta que hice?

–Bastante bien. No es tan difícil de usar, y ayudo mucho en la batalla de hoy.

Bell retiró la Espada Corta de su vaina. El arma en su mano izquierda tenía un alcance más largo que las Dagas que llevaba, así que era genial para encargarse de los monstruos desde una distancia más segura. La cuchilla brillaba bajo la luz de los cristales de arriba.

–Me alegra escucharlo.

Dijo Welf con un gesto de satisfacción.

Justo cuando finalmente apareció una sonrisa en su rostro… Un conjunto de pasos salió de las sombras.

Ambos se dieron la vuelta. Los ojos de Welf se abrieron por la sorpresa.

–Hahaha, eres popular, ¿No es así, Welfy-kun?

Podían ver un hakama carmesí y equipo de batalla al estilo del continente. Una gruesa Katana colgaba de su cintura. Una herrera con largo cabello negro atado en una cola de caballo. La líder de la <Familia Hefesto> y quien había saltado para salvar al equipo de exterminio, Tsubaki, se acercó.

–Tu—¿¡Qué es lo que quieres…!? ¿¡Por qué estás aquí!?

–¿Qué te pasa, Welfy-kun? ¿Esa es forma de saludar a un ex-jefe y compañera herrera? Que decepcionante. ¿No te cuidé mucho hasta que te fuiste?

–¡Sólo respóndeme, maldita sea!

–Hmph. Bien entonces, pero responderé a la segunda primero. Quise estirar mis piernas en el Calabozo después de demasiado tiempo. En cuanto a la primera… vine para hacerte retorcer.

Ella sonrió con un brillo en su ojo.

–¡Vete al infierno!

Welf replicó, apretando los dientes ante los recuerdos que inundaban su mente.

Líder de la <Familia Hefesto>, Tsubaki Collbrande.

Con una altura de 170 centímetros, a menudo era confundida como humana. Aunque su madre realmente era una humana del Lejano Oriente, su padre era un Enano del continente, haciéndola semi-enana. Su piel color trigo tenía un brillo saludable, y sus pechos eran bastante grandes a pesar de estar atados debajo de su ropa de batalla. Tenía todas las cualidades físicas para ser una mujer muy atractiva, pero su espíritu libre y su deseo de divertirse significaba que pasaba poco tiempo tratando de actuar como una dama perfecta. Siempre parecía estar alrededor de Welf desde el día que entró en la <Familia>, pero eso sólo fue porque era muy divertido burlarse de él.

Todavía le gustaba burlarse del joven herrero Crosso, pero en esos días lo trataba más como un niño, ayudándolo de vez en cuando y dándole consejos, pero sobre todo utilizándolo como blanco de sus bromas.

Sucedía tan a menudo que Welf no podía recordar cada vez. Sin embargo, sabía que los otros herreros de la <Familia> se referían a él como “juguete de Tsubaki” a sus espaldas.


Incluso el momento en que él, Bell y Lili se habían visto obligados a tomar la decisión de vida o muerte de viajar al 18º Piso hasta hace poco y la <Familia Loki> había venido en su ayuda, Tsubaki había sido parte de la expedición de la <Familia Loki>. Por supuesto, ella lo buscó, preguntándole si estaba solo sin ella en el taller. No había duda de que Welf no la quería mucho.

Al mismo tiempo, Tsubaki era reconocida en todo Orario, tanto como herrera como Aventurera de Primera Clase.

El hecho de que ella había alcanzado el rango de Maestra Herrera frotaba a Welf por el camino equivocado. Teniendo en cuenta cómo lo había tratado diariamente, el joven hizo todo lo posible por evitarla.

Welf frunció el ceño e intentó ocultar su rostro mientras Tsubaki le daba a Bell un breve saludo, ya que ambos ya se habían cruzado en el campo de batalla. Luego se giró de nuevo hacia él.

–Nuestra Diosa ha estado atrapada en una infernal rutina desde que te fuiste, Welfy-kun. Está sola.

–… Eso es una mentira.

En verdad, Welf se sorprendió al escuchar eso. Pero rápidamente oculto cualquier reacción.

–Oh, pero es verdad.

Respondió Tsubaki con un asentimiento generoso. El brillo regreso de nuevo a su ojo y otra sonrisa apareció en sus labios.

Bell observaba su conversación, no muy seguro de si debía intervenir mientras hablaba.

–¿Huh? ¿Qué está pasando?

–No es tan difícil de entender. Esos dos tienen una conexión especial… o algo así. Por lo menos, Welfy-kun está enamorado de esa Diosa. ¿No es así?

–¡Oi, ya basta! ¿Por qué estaría—?

La sonrisa de Tsubaki se ampliaba mientras más frustrado estaba Welf. Sin embargo, el rostro del joven se ruborizó y su voz temblaba mientras le gritaba que no hiciera suposiciones.

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En cuanto a Bell, nunca había visto ese lado de Welf. Nunca sospechó que el joven sintiera algo más que la reverencia habitual que los dependientes tenían por sus Dioses. La súbita revelación lo tomo por sorpresa.

Welf, por el contrario, apartó la vista del chico, incapaz de resistir la visible sorpresa de Bell.

–Maldita sea…

Murmuró con la mano sobre su mejilla.

Entonces el joven dijo unas cuantas cosas como, “Ya basta”, y algunas otras expresiones más duras. Tsubaki se rió para sí misma, con sus hombros saltando hacia arriba y hacia abajo—entonces su aura repentinamente cambio por completo.

–Así es, cualquier viejo herrero podría enamorarse de esa tonta Diosa.

Su ojo derecho rojo, el que no tenía vendaje, se estrechó hacia Welf.

–Como Diosa, como mujer… y por su habilidad con un martillo.

Las mandíbulas de Bell y Welf cayeron mientras Tsubaki continuaba.

–Welfy-kun, ¿Por qué demonios no usaste esa Espada Mágica desde el principio en la batalla? ¿Por qué te niegas a hacerlas?

–Tú—¿¡Estuviste allí todo el tiempo…!?

–Pensé que habías dejado de soltar toda esa basura de “no querer” hacer Espadas Mágicas.

Sabiendo que Tsubaki lo había estado observando desde el momento en que se unieron a la batalla del equipo de exterminio hizo que Welf rechinara sus molares. Ella ignoró la ira que apareció en su rostro y siguió hablando en voz baja y fría. El tiempo de juego había terminado.

La burla terminó y el interrogatorio estaba en marcha.

–Ya se trate de talento o sangre, nosotros como mortales no podemos acercarnos a forjar un arma suprema sin verter todo lo que tenemos en nuestro oficio. La tonta a quien tienes en el corazón está en otro nivel. Ni siquiera en tus sueños llegarás a ella de esa manera.

Las duras palabras de la mujer herrera dejaron a Bell sin palabras. Welf, sin embargo, estaba furioso.

El objetivo que impulsaba a todos los herreros a través de sus pruebas y tribulaciones, forjar un arma suprema…

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Hefesto le había enseñado cómo era el reino de los Dioses, pero se negó a aprovechar la sangre en sus venas para llegar allí. Que Tsubaki tocara ese nervio era mucho peor que cualquier otro insulto y lo hizo tomar represalias.

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–¡No me digas lo que puedo y no puedo hacer! ¡No tengo un fragmento de interés en alcanzar el reino supremo forjando Espadas Mágicas! ¡Odio esas cosas!

–…

–¡Llegare ahí haciéndolo a mi manera, ya lo verás!

La declaración de Welf de que llegaría a esa altura en sus propios términos sin confiar en las Espadas Mágicas hizo que el ojo derecho de Tsubaki se entrecerrara en nada más que una línea.

Su mirada entonces se movió a Bell—ella estaba dentro de su rango antes de que él supiera lo que estaba sucediendo.

Tsubaki se movió tan rápido que el sorprendido Welf no pudo verla. Bell se olvidó de respirar.

Todo lo que vio fue un destello, pero ese destello era ella sujetando la empuñadura de su Katana—con un destello de intención asesina en sus ojos. El cuerpo del chico reaccionó por reflejo, moviendo la Espada Corta todavía en su mano izquierda para protegerse.

Se acabó en un instante. La Katana de Tsubaki salió gritando de su vaina y chocó con la Espada Corta, rompiéndola por la mitad.

— ————

*¡Snap!*

El tiempo se detuvo para Welf, el agudo tono metálico resonaba en sus oídos mientras observaba cómo la espada que había forjado se separaba.

No se rompió; se dividió.

Una simple cuchillada ascendente. No había técnica ni nada extravagante en su ataque, sólo un simple impacto de espada en espada. Y en ese momento en que las cuchillas chocaron, su habilidad como herrero había perdido.

La espada plateada rota giro a través del aire frente a ambos chicos. Bell se quedó sin habla. Welf estaba en estado de shock.

Ahora era el turno de Tsubaki para atacar mientras el pedazo de la espada golpeaba el suelo.

–¿Se suponía que era un palillo de dientes?

Un brillante cielo azul estaba arriba; la ciudad de Rivira estaba en paz.

Pero todo eso podría haber sido completamente otro mundo. La mujer que estaba en lo más alto del mundo de la herrería mantuvo su tono frío mientras su voz resonaba en el Piso.

–¿A tu manera? Idiota, a esa velocidad morirás mucho antes de acercarte al reino de los Dioses.

–…¿¡…!?

–¿Convertirte en un Herrero de Clase Alta se te subió a la cabeza?

La realidad en sus palabras atravesó su alma.

No tenía intención de actuar pomposamente. Sin embargo, no podía negar que el logro y orgullo que sentía al llevar el título de Herrero de Clase Alta le había hecho dejarse llevar un poco.

El ojo derecho de la mujer ardía con una mirada acusadora.

–Herreros que hacen espadas como esa hay a montones.

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La voz de Tsubaki bajó de rabia mientras le daba el golpe final.

–No te sobreestimes, Welf Crosso.

Debajo de su ira, sus palabras tambien parecían una advertencia.

Pasó un pesado momento antes de que le diera la espalda, con su cola de caballo azotándose a un lado.

Welf y Bell se quedaron parados en su lugar mientras ella daba su primer paso lejos de ellos.

–Mañana te pagare por el arma rota.


Sin molestarse en mirar por encima de su hombro, Tsubaki los dejó atrás.

Welf todavía no se movía. Pasaron otros varios segundos antes de que se desplomara en el suelo junto a la espada arruinada. No podía quitarle los ojos de encima.

–W-Welf…

No había manera de que las palabras del chico pudieran llegar a él ahora.

Todos los retos y dificultades que había superado hasta ahora palidecieron en comparación con el shock que acababa de recibir. Welf cayó en los pozos más profundos y oscuros de la desesperación.

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