Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 7

Capítulo 6: Anhelo de un Héroe

Parte 9

 

 

–¡Mikoto-sama! ¡MIKOTO!

Los gritos de Haruhime finalmente la alcanzaron.


–¡¡…!!

Los párpados de Mikoto se abrieron.

La chica humana se levantó con fuerza, con luz de nuevo en sus ojos.

–¡Hahahahahaha! ¿En serio eres Lv. 2?

Claramente impresionada de que Mikoto había tomado el peso completo de su ataque y se mantuvo de pie, Samira alegremente felicitó a su espíritu de lucha.

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Una nueva ronda de puños, rodillas y codos se estrelló contra la magullada y ensangrentada Mikoto. Sin embargo, ahora tenía un buen entendimiento del patrón de ataque de su oponente e hizo todo lo posible para protegerse y evitar un golpe fatal.

Incluso probó algunas de sus técnicas cuando se presentaba una oportunidad. Desafortunadamente, la Amazona de cabello gris ceniza podía sentir cuando algo venía y siempre lograba evadir.

¡¡Ganar como Aventurero es imposible!!

Mikoto gritó dentro de su mente mientras su cuerpo apenas evitaba un codazo que le habría roto el hombro.

Mientras permanecieran en un campo de juego igualado, no había manera de que Mikoto ganara la ventaja. Llegando a esta realización, Mikoto lanzó su orgullo, compasión y etiqueta de batalla al quemador.

“Escucha bien, Mikoto. El Ninjutsu es… sucio.”

La voz de Takemikazuchi apareció en su mente.

“Ataques furtivos, emboscadas, trampas… Un ninja usa todas las opciones, cualquier medio para alcanzar su objetivo.”

El Dios que amaba y respetaba lo había dicho con severidad.

“Por lo tanto, para ser contundente, alguien tan directa y honesta como tu podría no tener mucho uso para ello.”

Aunque no estaba deseoso de enseñarle las técnicas, el Dios explicó su razonamiento.

“Los verdaderos ninjas actúan por devoción. Ya sea por un señor a quien deben proteger o por alguien muy importante para ellos.”

Entonces Takemikazuchi sonrió.

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“En caso de que alguien esté en peligro mortal—entonces incluso alguien tan directa y seria como tu puede convertirse en un ninja de proporciones legendarias.”

Devoción.

Su devoción era para Haruhime.

¡Si es para salvarla, entonces cualquier método—!

El último ataque de Samira la golpeo bajo la barbilla. Incluso mientras giraba en el aire, Mikoto alcanzo su bolsa de Ítems, sacó algo y lo arrojó al suelo.

–¿Huh?—¿¡Humo!?

–¡Una bomba de humo!

Samira y las Amazonas circundantes dieron un paso atrás sorprendidas cuando un grueso gas gris fue lanzado al aire.

Junto con una granada de destello, era uno de los Ítems que Mikoto había tomado de la bóveda. Las <Berbera> estaban más sorprendidas de que uno de sus propios Ítems había sido utilizado contra ellas que su aparición real en el campo de batalla.

La nube alcanzó a Mikoto y Samira en medio del anillo, ocultándolas completamente de la vista.

–¿¡Donde esta!?

Algunas de las <Berbera> se retiraron para proteger el altar. Mientras tanto, la cabeza de Samira se agitaba de un lado a otro mientras buscaba a Mikoto dentro de la nube. Sus propios sentidos, visión y oído mejorados de una Aventurera de Segunda Clase, no podían encontrar a la humana. Por primera vez, su aire de confianza había desaparecido.

Una sombra negra apareció detrás de ella un momento después.

— —¡Te tengo!

Una sonrisa loca apareció en sus labios mientras Samira saltaba alto en el aire y dejaba caer su talón en la parte superior de la sombra.

Sus reflejos habían sido precisos, asestando un golpe directo desde un ángulo casi ciego a una velocidad de vértigo. Sin embargo, su sonrisa desapareció y sus ojos se abrieron en shock.

–¿¡Una tela!?

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Su pie había entrado en contacto con la túnica corta que Mikoto llevaba puesta como camisa.

Técnica de sustitución—<Utsusemi>.

Entonces Mikoto se acercó a su oponente ferozmente por detrás.

–¡…!

Llegó desde lo alto, lo suficientemente alto para envolver sus muslos alrededor de la cabeza de Samira.

Bloqueando la visión de su oponente, Mikoto rugió con toda su fuerza mientras empujaba su cuerpo hacia atrás en la otra dirección.

— —¡¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

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Lanzamiento de Luna Llena—<Mikazuchi>.

Los pies de Samira se separaron del suelo. Su cuerpo dibujo un arco a través de la nube de humo con la cabeza atrapada entre las rodillas de Mikoto.

*¡¡BAM!!*

Hizo contacto con el suelo de piedra en un abrir y cerrar de ojos.

–¡GUAH!

El sonido corto a través del aire, el impacto fue lo suficientemente fuerte como para romper la losa de piedra y dejar la cabeza de Samira enterrada bajo su superficie.

–¡Haa… haa…!

Mikoto se quedó sin aliento mientras el cuerpo de Samira caía inerte al suelo junto a ella.

Esa fue la escena con la cual las Amazonas fueron recibidas en el momento en que el humo se aclaró. No se escuchaba ningún sonido.

Su camisa había desaparecido, sólo la tela envuelta alrededor de su pecho protegía la dignidad de Mikoto mientras luchaba por ponerse de pie.

Sin embargo, su espíritu de lucha no había abandonado sus ojos a pesar de todas las lesiones que había sufrido. Eso llamó la atención de todas las <Berbera>.

–… Gegegegegeh. Eres muy buena luchando, ¿Verdad?

Mikoto escaneó el anillo, con sus hombros subiendo y bajando mientras esperaba a su próxima oponente.

–Que desperdicioooo.

–… ¿…?

Mikoto se giró para mirar a la poseedora de la profunda y croante voz: la capitana de las Amazonas, Friné.


El gran rostro sonrió. Aisha, quien había estado en silencio hasta este punto, abrió la boca para hablar. Pero justo antes de que pudiera—

–Esto no ha terminado.

Desde atrás.

Más específicamente, desde abajo.

— ——

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Mikoto mientras miraba lentamente por encima de su hombro.

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El cuerpo bronceado en el suelo tenía ambas manos arriba donde debería estar su cabeza. Los músculos se tensaron, causando un fuerte estallido. De repente, el cuerpo tenía una cabeza.

La Amazona brevemente miro hacia arriba a través del polvo y los escombros en su rostro mientras estaba en cuatro patas. Sacudiendo la cabeza como un perro mojado, se puso en pie de un salto.

–Definitivamente sentí ese… Muy bien.

Sacudiendo la cabeza de un lado a otro para tronar su cuello, Samira entrecerró los ojos mientras una sonrisa regresaba a sus labios.

El espíritu de Mikoto cayó en una oscura desesperación. Había agotado todas las opciones, había tirado todo lo que tenía en la Amazona, pero ni siquiera había perturbado a su oponente.

Ese era el verdadero significado del Nivel, una barrera no tan fácil de superar.

–¡Vamos, siguiente ronda!

–¡GAAH!

El puño de Samira chocó con la mejilla de Mikoto antes de que pudiera reaccionar.

Mikoto había infligido daño, pero no fue suficiente. Su piel blanca normalmente hermosa estaba salpicada de cráteres negros y azules y rayas de sangre por todo su cuerpo. Simplemente no podía competir.

–¡Aaah…!

Haruhime no podía ver, lágrimas rodaban por su barbilla mientras Samira ventilaba su frustración en su bolsa para golpear que respiraba.

Una chica encerrada en el tormento mientras el sonido de puños golpeando carne creaba una melodía de dolor en el fondo. Friné observaba cómo se desarrollaba todo con alegría… cuando otra Amazona apareció desde el puente de piedra con un mensaje. La recién llegada se acercó a Friné y le susurró al oído.

–Ahhnn…… ¿El conejito está sueltoooo?

–S-Sí.

–¡GEGEGEGEGEGEH! Parece que Ishtar-sama no es tan dura.

Friné no pudo contener su risa ante la noticia. Su voz se hizo tan fuerte que el aluvión de Samira era poco más que ruido de fondo.

Insultando a su Diosa una y otra vez, abrió su ancha boca y tomo una respiración profunda.

— —<Pequeño Novato>, nos estás viendo ahora mismo, ¿No es así? ¡Mejor apúrate, tu preciosa amiga no podrá resistir mucho maaaas!

Las Amazonas circundantes tuvieron que proteger sus oídos cuando la voz de Friné estalló como un volcán. Los ojos de la masiva mujer iban de torre en torre, buscando cada rincón del Jardín Flotante.

Friné estaba absolutamente segura de que el chico vendría a rescatar a Haruhime después de escapar de las manos de Ishtar.

–…

—Y tenía razón.

Cinco minutos después de Mikoto, Bell finalmente había llegado al Jardín Flotante.

Había renunciado a encontrar una ruta segura dentro de la torre que se conectaba al puente de piedra, optando por aprovechar los intrincados tallados del Zigurat para escalar la pared exterior hasta llegar a la cima.

Bell se escondió detrás de una de las torres que rodeaban el Jardín Flotante. Mikoto estaba siguiendo su plan al pie de la letra, atrayendo la atención de tantas Amazonas como fuera posible para darle una oportunidad de destruir la <Piedra Asesina>—pero no pudo ignorarla una vez que tuvo una visión de su horrible condición.
Estaba parado en otra encrucijada, apretando sus puños.

¡No puedo soportarlo!

Se determinó. Justo cuando estaba a punto de saltar—

–¡BELL-DONO!

El grito de Mikoto lo detuvo en seco.

No fue el único. Cada par de ojos en el jardín de repente se fijó en la humana ensangrentada. Con sus brazos lánguidos a los costados, Mikoto se levantó completamente y dio un paso adelante. Lenta pero seguramente, sus manos hicieron puños.

La voz de Mikoto resonó en el jardín mucho después de que se quedara en silencio, como si buscara al chico que sabía que debía estar aquí. Con ardientes ojos resueltos, se giró para enfrentar a Samira una vez más.

–Ohh… ¿Pero qué vamos a hacer al respecto ahora?

Samira lanzo una patada alta, el talón de su pie choco con la clavícula de Mikoto. Se inclinó hacia atrás pero no perdió el equilibrio.

Apretando los dientes, Mikoto se preparó para el siguiente ataque despiadado.

–¡No queda tiempo!

Los ojos de la chica se abrieron de golpe cuando el puño de la Amazona se clavó en su estómago.

De hecho, las corrientes de suave luz azul que emanaban de las piedras debajo de sus pies comenzaban a obtener un tinte rojo.

El altar en el centro del Jardín Flotante también estaba cambiando. La <Luz Lunática> en la piedra reaccionaba a la luna llena casi directamente encima, pulsando como si llamara a un hermano perdido hace mucho tiempo. Rayas de luz roja saltaban desde el azul y hacia el cielo.

No pasó mucho tiempo antes de que Haruhime estuviera encadenada dentro del ojo de un vórtice carmesí que llegaba hacia la luna, muy por encima.

–Sharay. Cuando llegue el momento, hazlooo.

Los ojos de Friné se estrecharon con anticipación antes de emitir la orden a una Amazona parada en la base del altar.

La guerrera llamada Sharay asintió con la cabeza, sujetando la Espada Larga ceremonial. La <Piedra Asesina> brillaba con la misma luz siniestra que emitía del altar.

Aisha vio todo esto suceder y giró su pie derecho hacia Haruhime.

–Tú te quedas justo aquiiii.

–…

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El enorme cuerpo de Friné bloqueo el camino de Aisha.

Dos Amazonas se fulminaban con la mirada la una a la otra y un chico de cabello blanco—tenía los ojos llenos de incredulidad.

Justo fuera de su visión estaba Mikoto, todavía absorbiendo golpe tras golpe de Samira.

–… Ir más allá…

Mikoto susurró con una chispa de determinación en sus ojos purpura.

–… de las expectativas…

Samira estaba disfrutando tanto de la emoción de su victoria asegurada que la voz de Mikoto nunca llegó a sus oídos.

–… del enemigo.

Mikoto dejó que su voz desapareciera.

Deslizándose por uno de los golpes de Samira, Mikoto envolvió sus lánguidos brazos alrededor del pecho de su oponente y se aferró con toda la fuerza que le quedaba.

–¿Haah?

La Amazona sonaba vagamente molesta por que su juguete quisiera un abrazo en lugar de intentar defenderse.

Mikoto no le prestó atención y comenzó a cantar.

–<Miedo, fuerte y tortuoso—>

Samira le sonrió burlonamente a la chica humana, quien estaba tratando de lanzar Magia mientras estaba sobre su hombro.

–Lo entiendo, sé cómo te sientes. Pero, ¿No crees que usar Magia ahora es un poco, no sé, aficionado?

Magia—un as en la manga que podría revertir el flujo de la batalla y traer a alguien de vuelta del borde de la muerte.

Sin embargo, la elección de Mikoto bajo las circunstancias decepcionó a Samira sin fin.

–Sabes, vi tu Magia en el <Juego de Guerra>. ¡Es una Magia increíble, pero lanzarla toma mucho tiempo!

–¡GAH!

Samira clavo su codo en las costillas indefensas de Mikoto en un esfuerzo por mostrarle cuán inútil era el intento.

–<Hago un llamado al Dios… el destructor de todos, y cada uno—>

Aun así, Mikoto no dejó de cantar su hechizo entre gruñidos de dolor y respiraciones entrecortadas.

–Basta de esto, me estás aburriendo. Solo córtalo, ¿Quieres?

–¡GuWAH!

Un segundo golpe, un tercero. El codo de Samira golpeaba más duro cada vez con más fuerza.

Mikoto no intentó alejarse ni esquivar los golpes mientras continuaba vertiendo su Poder Mágico.

Las Amazonas que miraban el lamentable espectáculo sólo se reían o negaban con la cabeza en descontento. Samira tenía que encontrar alguna manera de disfrutar del resto de esta batalla mientras la nube azul bajo sus pies se tornaba más roja a cada momento que pasaba. Decidió ver cuántos golpes tomaría para quitarse de encima a la humana—cuando algo destello en su mente.

–H-Hey… no puedes hablar en serio…

El Poder Mágico de Mikoto comenzaba a desbordarse.

Como un cuenco que no podía contener más agua, como un río inundado que no obedecía sus orillas, una tormenta había sido desatada.

El pequeño cuerpo ya no podía manejar el Poder Mágico que fluía a través de él.

–<Para la orientación desde… los cielos…>

La mente de Mikoto se deslizaba cada vez más hacia la oscuridad, incluso mientras el hechizo de disparo seguía pasando por sus labios.

“—Observar a tu oponente, aprender sus hábitos, sus expectativas. Y luego ir más allá de ellos. Todos los ninjas deben pensar de esa manera para tener éxito.”

La voz de Takemikazuchi llegó a ella mientras su cuerpo cubierto de sangre iba más allá de su límite físico, con su conciencia a punto de desvanecerse.

Le había dicho que todas las técnicas eran sólo para mostrar.

–<Concédele a este cuerpo trivial…>

Él había tratado de transmitir una verdad a través de sus enseñanzas: La razón por la que él, como un Dios, consideraba sucio al Ninjutsu.

“Un ninja aprende la forma en que el enemigo piensa—y va un paso más allá.”

Traicionar las expectativas del enemigo, un ataque furtivo impensable.

–<… ¡¡Poder, divino más allá del poder…!!>

Con las palabras del Dios de la Guerra resonando en su corazón, Mikoto vertió su Poder Mágico con aún más fuerza.

–¡No, no te atreverías—!

La aguda voz de Samira estaba mezclada con un miedo inconfundible.

Pero era demasiado tarde. La energía estaba libre.

Corría por sus músculos, buscando desesperadamente una salida, al igual que demasiada agua en un tubo delgado.

–¡¡A-ALEJATE!! ¡ALEJATE DE MIIIIIIIIII!

Mikoto había convertido toda su Mente en Poder Mágico sin completar el hechizo de disparo. Esto provocó una reacción en cadena que inevitablemente conduciría a una explosión.


La desesperación se apoderó de Samira mientras golpeaba a la chica colgando de su pecho con todas sus fuerzas, con sus ojos inyectados en sangre llenos de pánico.

Más de las vulnerables costillas de Mikoto se agrietaban con cada golpe, pero su agarre no vacilo.

Todo lo contrario. A pesar de su abrasador dolor de cabeza y más dolor físico del que jamás había experimentado, una ensangrentada sonrisa apareció en los labios de Mikoto.

–¡Todos ustedes! ¡Quítenme a esta cosa DE ENCIMAAAAAAA!

Sin importar cuántas veces la golpeara, sin importar cuánto se retorciera, Samira no podía liberarse y finalmente buscó ayuda. Las <Berbera> respondieron de inmediato, y cargaron con sus armas desenvainadas—demasiado tarde.

El Poder Mágico había encontrado su salida y comenzó a chillar como una tetera hirviendo.

El cuerpo de Mikoto se convirtió en el epicentro de una explosión ensordecedora que envolvió la totalidad del Jardín Flotante.

Samira, Friné, Aisha, las <Berbera>, Haruhime y Bell.

Todos los pares de ojos se abrieron cuando el Poder Mágico rampante los alcanzó.

–<¡¡Luz, purificadora y salvadora!!>

—Fuego Fatuo.

–¡~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~!

Una explosión de puro Poder Mágico.

Destellos se reflejaron en todos los ojos atónitos momentos antes de que todos quedaran atrapados en la onda de choque. Las <Berbera> que habían cargado se llevaron la peor parte, saliendo volando y estrellándose en el suelo de piedra.

Así era como funcionaba la Magia Anti-Magia de un herrero—una explosión causada por una sobrecarga de energía dentro de un cuerpo en lugar de usar medios externos.

Podría suceder por error cuando los jóvenes Aventureros todavía estaban aprendiendo cómo controlar su Poder Mágico, un resultado que la mayoría evitaba a toda costa. Mikoto, por otra parte, perdió el control a propósito y lo utilizó para convertirse en una bomba.

La suposición de su oponente era que la Magia no podía desencadenarse si ella no terminaba de cantar. El fuego de la vida que ardía dentro de ella fue más allá de esa expectativa.

–GAH—

La explosión lanzó el cuerpo de Samira hacia el cielo. Ella aterrizó en un montículo y se deslizó todo el camino hasta el borde del jardín. Completamente quemada y derramando sangre, la Amazona no mostraba señales de intentar ponerse de pie. Más de la mitad de las <Berbera> que quedaron atrapadas en la explosión permanecían inmóviles en el suelo. Aquellos que habían logrado evitar un golpe directo—Friné, Aisha y el resto de las <Berbera> que tuvieron la suerte de estar fuera del radio de la explosión—todavía sentían que la intensa explosión de energía se desbordaba sobre ellas. Incluso Haruhime, todavía encadenada al altar, sintió el calor en su piel.

Los ecos de la explosión seguían rebotando alrededor del amplio jardín.

— —Ah.

Mikoto estaba cayendo.

Su explosión de Fuego Fatuo la mando a volar en la dirección opuesta a Samira y al borde del Jardín Flotante. Dibujando un arco a través del aire como una lanza flácida, se desplomó de cabeza hacia el suelo.

El viento azotaba el humo que salía de su cuerpo en un frenesí mientras caía. La piel de Mikoto era negra, carbonizada desde el interior.

No había dolor, ni sensación alguna. Sus ojos se nublaron mientras los últimos fragmentos de energía física y mental que tenía eran arrastrados por el viento aullante.

–¡Bell-dono…!

La última gota de fuerza en su cuerpo fue para gritar su nombre.

Sus palabras no llegaron a Haruhime.

No pudo salvar a Haruhime.

Justo como en ese recuerdo de una noche iluminada por la luna, no pudo convertirse en el Héroe de Haruhime.

Sus brumosos ojos comenzaron a cerrarse. Toda su tristeza, dolor, y un deseo que iba más allá de todo se reunió en la parte posterior de su garganta.

 

De alguna manera, de alguna manera.

La maldición de esa chica.

Su ruina.

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¡Sus lágrimas—deshazte de todo ello!

¡De alguna manera, de alguna manera!

¡Trae de vuelta su sonrisa una vez más!

Alcánzala—¡¡Por favor alcánzala!!

–¡¡BELL-DONOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

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