Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 7

Capítulo 2: Corre, Cranel

Parte 9

¿Qué se supone que debía decir? Yo era un Aventurero; era parte de la razón por la que estaba en este lío.

Quería decir: “Huyamos juntos, ahora mismo”, pero era un fugitivo dentro del territorio de la <Familia Ishtar>. Las Amazonas todavía estaban detrás de mí. No estaba en condiciones de ayudarla.

Pero los ojos de Haruhime-san no habían cambiado en absoluto. Otro silencio incómodo cayo, y esta vez fue ella quien hablo.

–También está el hecho de que… muchas historias de esta ciudad han llegado al Lejano Oriente. Orario siempre ha sido atractivo para mí.

Sus ojos se suavizaron. Eso debió haber provocado que mi voz despertara, porque de mi boca salió:

–¿Estás hablando de <Oratoria del Calabozo>?

–¡Esa misma!

Esa era una colección de historias del Calabozo que recibí de mi abuelo cuando era un niño. Fue mi biblia mientras crecía, <Oratoria del Calabozo>.

Documentaba con gran detalle los viajes y hechos de muchos Héroes en Orario. Escuche que no había muchas copias del libro original, pero supongo que las historias se habían extendido por todo el mundo.

Haruhime-san asintió enérgicamente en mi dirección.

–<Oratoria del Calabozo> es fascinante… Pero la historia que más recuerdo fue acerca de un grupo de valientes caballeros de diferentes países uniendo fuerzas en busca del Santo Grial.

–¿No es esa “Las aventuras de Garland”? ¿Dónde la reina estaba enferma y sólo el agua purificada por el Grial podía curarla?

–¿Lo conoces? Entonces, ¿Qué hay de la historia de un espíritu atrapado en una lámpara y el joven mago—?

–Si recuerdo bien… ¿El Mago Aladino?

–¡Sí!

Esa era la primera vez que sonaba entusiasmada.

Sus ojos brillaban cada vez que adivinaba correctamente el título de la historia que describía.

–No me digas, ¿Te gustan las leyendas y los cuentos de hadas?

–¡Las adoro absolutamente! ¡Eran la única manera de poder aprender del mundo exterior cuando todavía vivía en la mansión…!

Un interés común. Estaba tan feliz de encontrar a otra persona con este tipo de afición infantil que—*¡Flick!* Las orejas de Haruhime-san se levantaron animadamente.

Las historias fluían de ella, y yo estaba justo ahí, compartiendo ideas a lo largo del camino.

“Durandal el Perdido.” “Nuestra Canción de Enou.” “La Leyenda de San Giorgio.”…… Más y más. Ella conocía bastantes historias inusuales. Espera un segundo, no tenía derecho a juzgar.

Dudo que ninguna de las otras prostitutas conozca alguna de esas historias. Esta podría ser la primera vez que había podido hablar de ello en años.

Sin mencionar que la mayoría de las personas “superan” los cuentos de hadas a cierta edad.

Todavía no sabía cómo hablar sobre el Distrito de Placer con ella. Tuve mucha suerte de que Haruhime-san haya mencionado esto. Ahora podíamos sonreír honestamente y reírnos el uno con el otro.

Una parte de mí se dio cuenta de que sólo me estaba escondiendo de la verdad, pero no todos los días podía escapar completamente a un mundo hermoso con una compañera como ella.

–Realmente admiro al caballero que cantaba de amor a su reina, a pesar de que ambos sabían que sus sueños nunca se harían realidad.

–Creo que las escenas de justas de “Sir Laslow” son mucho más impresionantes…

–Cranel-sama, ¿Estás familiarizado con la historia de Blanca Nieves?

–No sé nada más que historias de Héroes…

Se inclinó más cerca de mí y reajuste mi posición en la almohada.

Podía mantener mi posición cuando se trataba de cuentos de Héroes, pero Haruhime-san sabía mucho más que yo, era casi intimidante.

Por primera vez en un rato, se quedó en silencio. Su gruesa cola se balanceaba de un lado a otro un poco más lento ahora.

–Entonces, Haruhime-san, ¿Cuál es tu historia favorita?

–Es difícil elegir… pero la que me ha dejado una impresión duradera fue sobre una princesa que fue salvada de un demonio por un guerrero joven y sin nombre… Es una de las historias más antiguas del Lejano Oriente.

Eso significaba que le gustaban las historias donde el Héroe salvaba a una damisela en peligro… El momento en que una mano fuerte se extendía para rescatar a una princesa del peligro.

Podría ser porque había estado encerrada en una caja la mayor parte de su vida. Espera, mis mejillas se sonrojaron.

Esa mirada en su rostro, era como si acabara de revelar la ubicación de un tesoro insustituible… ella cerro los ojos.

–Hubo un tiempo en que yo también quería que mi propio Héroe me llevara a algún lugar lejano, como en las páginas del libro…

Estaba a punto de decir algo, pero la suave sonrisa en sus ojos me hizo parar.

¿Estaba hablando de allá en el Lejano Oriente, donde nunca puso sus pies fuera de la mansión de su familia? ¿O algo más reciente?

–… Pero ese era el sueño tonto de una chica perdida en los cuentos de hadas. Ningún Héroe vendría por alguien tan humilde como yo.

–¡P-Por supuesto que lo haría!

Sorprendido por la resignación en su voz, me levante de rodillas e intente negar su afirmación.

–¡Ningún Héroe dejaría atrás a alguien como tú! ¡No pierdas la esperanza! Un chico ingenuo y lamentable como yo podría no ser capaz de hacer algo significativo. Pero los Héroes a los que respeto, de los que me habló mi abuelo, nunca harían tal cosa. Si alguna de esas valientes almas estuviera aquí, él te rescataría de este lugar a la vista.

Pronuncie un discurso apasionado. Ella sólo me miro con esos hermosos ojos verdes… y sonrió.

–Estoy segura de que los Héroes de los que hablas tuvieron la misma alma bondadosa que tú, Cranel-sama… Sin embargo, no soy ni una bella reina ni una doncella en peligro inminente.

Ella lentamente parpadeo y dijo:

–Soy una prostituta.

–¡¡…!!

Mis ojos se abrieron. Sus palabras eran suaves y dulces, pero me atravesaban el corazón con el aguijón de mil cuchillos.

–Aunque aún no tengo experiencia, le he entregado mi cuerpo a muchos hombres.

— ——

Fue entonces cuando eso me golpeó como una tonelada de ladrillos.

Mi cerebro había estado evitando a propósito la palabra prostituta todo este tiempo. Se sentía como una bofetada en mi rostro escucharla directamente de Haruhime-san.

–No era mi destino esperar el amor verdadero como una flor pura. En mi historia, el dinero tiene prioridad.

Flor pura… Había escuchado esas palabras antes, pero ahora sabia su verdadero significado.

— ——

Y ahora era su trabajo ofrecerle a los clientes una noche de sus sueños, encerrada en un abrazo de la pasión física.

Las prostitutas no eran flores puras. Todo lo contrario.

Esta hermosa chica, con un aura tan inmaculada, había estado con muchos hombres…

La verdad de la que había estado tratando de escapar me alcanzo. Podía sentir su agarre, estrangulando mis pulmones desde dentro.

Las emociones, las imágenes, el calor, un torbellino rabiaba en mi cabeza. Sentía que podría vomitar en cualquier momento. Me agarre el pecho y me apoye con mi brazo libre, luchando por respirar.

–¿Por qué querrían los Héroes salvar… a alguien tan sucia como yo?

Esa sonrisa inocente nunca había salido de sus labios. Era obsesionante bajo la luz azul de la luna.

Era la misma que llevaba cuando la vi por primera vez en la alineación, impresionante pero distante.

A pesar de lo cerca que estábamos sentados ahora mismo, había una gran distancia entre nosotros.

–Las prostitutas son la ruina de los Héroes. Seguramente ya lo sabes.

Esas palabras me apuñalaron.

Comenzó a resumirlo, como la conclusión de un debate que ya había ganado.

–No he tenido derecho a entrar en el mundo de los cuentos de hadas y Héroes desde el día en que aprendí lo que había sido de mí. Los sueños y los deseos no tienen sentido. No se me permite tenerlos.

–…

–Sólo soy una prostituta.

¿Qué era esa mirada de anhelo que vi en su rostro mientras miraba desde la parte trasera de aquella habitación más temprano esta noche?

Estaba atrapada en la jaula de la prostitución, ¿Pero solo lo acepto? ¿Lo aceptó todo?

El collar negro alrededor de su cuello resplandecía bajo la luz de la luna, pareciéndose cada vez más a un grillete.

–… Parece que ha llegado el momento.

Sintiéndome patético y absolutamente inútil, vi a Haruhime-san girarse hacia la ventana y mirar afuera una vez más.

También eche un vistazo. El zona roja casi se había detenido. Más de la mitad de las Lámparas de Piedra Mágica estaban apagadas y todas las linternas se apagaron. El alboroto de antes se sentía como un recuerdo lejano.

Haruhime-san se levantó con gracia.

–Disfruté mucho nuestro tiempo juntos esta noche… Gracias.

¿Me estaba agradeciendo? ¿Por qué me estaba agradeciendo? ¿Qué debía decir?

Saco algo de un armario en la esquina trasera—una gruesa capa con capucha—y me la entrego. La tome distraídamente de sus manos extendidas y obedientemente la seguí fuera de la habitación después de ponerla sobre mi cabeza. Me saco del burdel tan rápido que no me di cuenta de que estábamos afuera hasta que el aire fresco me golpeo el rostro.

No había ningún alma en este callejón. Dejamos la zona roja con la misma oscuridad que los recuerdos de la niñez desaparecían de una mente adulta.

Haruhime-san me guiaba con una linterna de papel más pequeña colgando en el extremo de un palo.

–Este pasaje está conectado con la calle Dédalo. Si evitas el pasaje principal, es muy poco probable que Aisha- sama o las otras Amazonas descubran tu presencia.

Se detuvo y se giró para mirarme. Muchas luces suaves iluminaban los complejos giros y vueltas que componían la calle Dédalo.

Hace más de dos meses, durante el <Festival de Monstruos>, Kami-sama y yo nos perdimos allí tratando de escapar de un monstruo. Y pensar que la zona roja del Distrito del Placer estaba directamente vinculado a ese lugar…

–¿Puedes leer las señales Ariadne?

–Sí.

–Síguelas de cerca, y cortarán a través del laberinto en muy poco tiempo.

Entonces me entrego la linterna.

Incline la cabeza, un poco confundido.

–Rápido, date prisa.

Me envió a través del arco.

Camine un poco antes de darme cuenta de que no venía conmigo.

Me detuve y mire por encima de mi hombro.

Ahí estaba ella, todavía parada en ese mismo lugar. Ella sonrió antes de darme una profunda reverencia.

Ese arco se sentía como una puerta entre dos mundos diferentes, y ella no podía dar un paso en este.

–…

Sentía su mirada en mi espalda mientras salía del Distrito del Placer, solo.

***

La luna era visible desde el piso más alto del palacio.

Hermosos tapices decoraban las paredes y una alfombra que se asemejaba a una gran rueda añadía color y textura al piso. Una mesa estaba en medio de la habitación, con dos sofás cubiertos a cada lado. Aunque esta zona funcionaba como una sala de reuniones, una amplia cama equipada con un dosel ocupaba la mayor parte de una de las esquinas. Un profundo olor a almizcle flotaba en el aire.

Las Lámparas de Piedra Mágica montadas en el techo iluminaban la figura de una Diosa sentada en el sofá frente a la puerta. Una fina columna de humo púrpura se alzaba del largo tubo en su mano derecha.

–Hey, Ishtar. Estoy aquí.

*¡Clack!* La puerta se abrió para revelar a un hermoso Dios con una sonrisa elegante: Hermes.

Llevado a la habitación por el ayudante de la Diosa, Hermes dio un rápido saludo. La Diosa—Ishtar—curvo sus labios hacia arriba en el momento en que vio su rostro.

–Me has hecho esperar.

–Estaba pasando un buen espectáculo afuera. Me quede un poco atrapado observando, olvidándome por completo del tiempo. Lo siento por eso.

Los hombros de Hermes cayeron mientras se disculpaba y cautelosamente daba algunos pasos en la habitación.

Con eso, Ishtar dejó que la transgresión se deslizara sin perder su sonrisa.

El invitado de la noche se sentó en el sofá más cercano y coloco una pequeña bolsa sobre la mesa. El asistente de Ishtar lo observaba de cerca desde su puesto justo en el umbral de la puerta.

Una reunión secreta entre Dioses había comenzado en uno de los muchos aposentos privados de Ishtar.

–¿Alguna posibilidad de que estés de humor para disfrutar de más charla?

–Te lo dije, me has hecho esperar. Ve al punto.

–Que miedo~ De todos modos—como solicitaste, tu paquete ha llegado.

Hermes metió la mano en la bolsa y sacó una pequeña caja de madera cubierta de laca negra.

La sonrisa de Ishtar creció aún más, la satisfacción estaba escrita en su rostro.

–Sólo para ser clara, las noticias de nuestra reunión no deben salir de esta habitación.

–Pero por supuesto. Ese es mi deber con mi cliente. No dañaré mi propio nombre.

Hermes había sido contratado por Ishtar para hacer una “entrega” para ella.

Este artículo en particular había recorrido una gran distancia, pasando por muchas ciudades antes de llegar finalmente a Orario. La <Familia Hermes> era conocida por su “ligero trabajo de pies” y eficiencia como mensajeros. A menudo eran contratados para hacer trabajos como éste.

El hecho de que Hermes entregara este paquete en particular, hablaba volúmenes en cuanto al nivel de secreto que Ishtar requería para el trabajo.

Dado que la presencia de guardias sobresaldría como un pulgar dolorido, Hermes se mezcló con los clientes del Distrito del Placer para eludir los ojos indiscretos ocultándose a simple vista.

–Pero no puedo decir que me sienta muy bien al respecto.

Hermes se recostó en el sofá y señalo su pulgar en dirección a la caja.

El asistente de Ishtar se arrastró por la habitación hasta que se detuvo directamente detrás de su Diosa, con los ojos clavados en el elegante Dios mientras se movía.

–Esa es una <Piedra Asesina>, ¿No es así?

El contenido de la caja fue revelado por el Dios mismo.

Los ojos del hombre humano se entrecerraron. El labio de Ishtar tembló antes de tomar una profunda bocanada de humo de su pipa.

–Así que la viste. Tanto para mantener tu buen nombre como un repartidor, Hermes.

–No fue a propósito.

El Dios evitó su mirada aguda y respondió como si hablara de las noticias del día durante la cena.

De repente, sus largos y delgados ojos se abrieron en una expresión más seria.

–¿Planeas hacer algo?

Ishtar rió desafiantemente desde su asiento en el otro sofá.

–Te mostraré algo muy interesante en poco tiempo.

Un fuego ardía dentro de sus ojos amatista.

–Una perra engreída llamándose a sí misma reina siendo derribada de su pedestal.

Los hombros de Hermes temblaron mientras Ishtar tenía visiones de una cierta Diosa de la Belleza cayendo en las llamas.

Los celos de una mujer eran realmente aterradores.

–Hermes, ¿Tienes alguna información que ilumine mi día? ¿Una debilidad que… esa mujer tenga, tal vez?

Los sentimientos de hostilidad de Ishtar hacia la Diosa Freya se habían convertido en un infierno furioso. Así que le pidió a Hermes que le diera una dirección para que las llamas se extendieran.

Su deseo de ver a la que todos llamaban “la más hermosa” cayendo en las profundidades de la desesperación era ahora una obsesión.

Podía verlo ahora, el rostro lamentable de Freya, e Ishtar riéndose de ella desde lo alto de su nuevo trono.

Hermes siempre estaba informado y podría tener la información que le permitiría convertir esas visiones una realidad.

–Bueno, soy un terrible mentiroso cuando hablo con una Diosa de la Belleza; parece que no puedo concentrarme. No se puede evitar si algunas cosas se deslizan de vez en cuando.

Los ojos de Hermes acariciaban la línea del cuerpo completamente expuesta de la Diosa, pasando una gran cantidad de tiempo delineando las curvas de sus pechos.

Sus mejillas se pusieron rojas antes de ocultar sus ojos bajo el ala de su sombrero de plumas.

Ver al Dios de esa manera le devolvió la sonrisa a sus labios, sus ojos brillaban.

Hermes alzó la vista, un toque de brillo volvió a sus ojos delgados de nuevo—como si estuviera tratando de hacer una broma mientras era lo más vago posible.

Sin embargo, lo que vio fue a la Diosa que se levantaba de su sofá y se quitaba sus revestimientos.

–… ¿Que estas—?

La corona, collares, pulseras, tobilleras, y finalmente el pedazo de tela que sostenía sus pechos en su lugar, todos cayeron al suelo a sus pies.

Los ojos de Hermes se encogieron hasta el tamaño de puntos cuando una sombra oscura cayó sobre él. Todo el poder del cuerpo bronceado de la Diosa de la Belleza había sido liberado.

–Alégrate. Exprimiré cada pedacito de información útil de ti—gratis.

Hermes se sentó allí, absolutamente petrificado. Su actitud bromista de un momento atrás no se encontraba en ninguna parte.

Ella se inclinó sobre él, frunciendo sus deliciosos labios justo enfrente de su rostro.

–¡E-Espera, Ishtar, yo-yo no quise decir…!

La oscura sombra envolvió completamente a Hermes mientras el asistente humano tranquilamente hacia su trabajo, recogiendo los accesorios desechados de Ishtar.

–¡AaaaAAAHHahHHAaaaaaa!

Un grito resonó por toda la habitación.

***

–Unn… Ahhh…

Un Hermes sin camisa e impotente yacía tendido sobre la cama con dosel. Pequeñas lágrimas caían de las esquinas de sus ojos.

Ishtar estaba de nuevo en el sofá, todavía desnuda y fumando su pipa.

Ella exhaló un largo torrente de humo, disfrutando del sabor.

–El niño más reciente que captó la atención de Freya, sí…

El sudor que cubría su cuerpo brillaba en la suave luz mientras cruzaba dramáticamente sus piernas. Con su seductora aura en su apogeo, sonrió y susurró en voz baja.

–Bell Cranel…

Al final, Hermes le había dado una manera de infligir dolor a su enemiga jurada. Trató de resistir, pero su seducción lo había abrumado en la sumisión.

Obtuvo algo más que el nombre de Bell. Hermes había revelado suficientes detalles para que se diera cuenta de que había visto al chico esa noche.

Tomó otra bocanada de la pipa, imágenes de su breve encuentro llenaban su mente.

–Perdiendo la cabeza por alguien tan insignificante como ese… Qué mal gusto.

Más humo de color púrpura salió de su boca cuando una sonrisa burlona alcanzó su rostro.

Entonces, un cambio repentino—a la voraz sonrisa de una bestia.

–Bien entonces. Haré que ese niño sea mío.