Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 7

Capítulo 2: Corre, Cranel

Parte 5

 

 

–¿Les importaría explicar que pasa con ese humano?

Sus ojos, brillando como una amatista en la distancia, se fijaron en mí.


Mi columna entera se estremeció bajo su presión.

Las otras Amazonas también parecieron haberse dado cuenta de eso, y de inmediato se movieron para protegerme de la vista de la Diosa.

–¡No lo mires, Ishtar-sama!

–¿Qué se supone que haremos con alguien bajo tu hechizo?

¿Me estaban protegiendo?

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–¡Y tú, baja los ojos!

La advertencia de Aisha-san me hizo decir, “¡O-O-Okay!” y hacer exactamente eso. Las manos de las demás estaban de vuelta, sujetándome. Estaba atrapado en su remolino de nuevo, excepto que esta vez podía escuchar las voces de las otras mujeres, jóvenes y maduras, flotando fuera de habitaciones al azar todo el camino hasta los pisos superiores.

–Fufu… Hay más dinero que hacer esta noche. Es mejor que no pierdan su tiempo chupándolo hasta dejarlo seco.

Su risa nasal lo atravesó todo mientras las Amazonas tiraban de mí en la misma dirección. De todos modos, no habría importado; ya estaba cayéndome en pedazos.

–Tamuz.

Dijo con una voz aburrida, y rompió el contacto visual. Me arriesgue a mirar en su dirección y vi a un joven bastante guapo seguir a Ishtar-sama lejos de la barandilla del piso superior.

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Así que es verdad… Esta es la sede de la <Familia Ishtar>…

Mi cabello era un desastre, mi ropa estaba hecha jirones, pero lo sabía a ciencia cierta.

Habían aumentado su presencia y eficacia en el Calabozo, convirtiéndose en una de las mejores <Familias> exploradoras del Calabozo de Orario en los últimos años… al menos eso era lo que había escuchado.

Había llegado a un lugar realmente peligroso, en más de una forma. Yo era un miembro de una <Familia> rival, profundamente en territorio enemigo. Todas las repercusiones comenzaron a correr a través de mi cabeza mientras Aisha-san me llevaba a la fuerza más profundo en la sede parecida a una mansión.

Pasamos a varias mujeres más, quienes llevaban vestidos tan transparentes que podía ver a través de ellos. Aisha-san las llamo y mire directamente hacia el suelo. Mi captor debía tener un rango muy alto en la <Familia>. Ella intercambio algunas palabras con las mujeres, que afortunadamente me ignoraron. Lo siguiente que supe es que se habían ido y me estaban llevando al tercer piso.

La escalera se abrió a un ancho pasillo altamente adornado. Dos de las Amazonas se adelantaron y abrieron un par de puertas dobles justo delante de mí. Aisha-san me empujo dentro.

–¿¡Uwoah!?

Siendo liberado repentinamente de su agarre parecido a una tenaza, prácticamente fui arrojado en un sofá cubierto con una sábana de terciopelo.

*¡Plop!*

Por suerte era un sofá suave… Rápidamente me senté y eche un vistazo alrededor de la tenue habitación.

Había varios de estos sofás esparcidos por la habitación, pero casi no había personas. La única luz venia de una Lámpara de Piedra Mágica en la mesa baja y unas cuantas velas en la pared. Había un olor extraño sobre este lugar—perfume de alta calidad y…

–Eso es almizcle aromático.

Aisha-san se dio cuenta de mis fosas nasales dilatadas y sonrió mientras se sentaba en el sofá frente a mí.

El resto de las mujeres corrió por la habitación, agarrando cualquier silla que pudieron encontrar y se sentaron en un círculo a mí alrededor.

Podía ver a otro hombre al otro lado del camino. Estaba parado en un mostrador frente a otra mujer con uno de esos vestidos transparentes. Ella debe estar sirviendo bebidas, o al menos algún tipo de alcohol seguramente.

Todos los asientos, un bar—esta elegante habitación tenía que ser algún tipo de sala de espera.

–Todas las habitaciones están en uso en este momento, así que vamos a relajarnos aquí por el momento.

“O podríamos comenzar ahora mismo, si te apetece” añadió con esa misma sonrisa hambrienta.

No tenía el valor para preguntarle “¿Comenzar qué?”

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–Pido ser la segunda.

–¡Aisha, solo déjame probar algo!

Todos sus ojos estaban en mí. Todas las mujeres Amazonas estaban sentadas, pero parecía que me rodeaban. Mis primeras impresiones de ellas se estaban sintiendo cada vez más reales por el momento. Me estremecí cuando finos dedos corrieron por mi cuello desde atrás, haciendo saltar mi corazón. Necesite de todo el coraje que tenía para tratar de hablar.

–Estoy… en otra <Familia>… ¿No es malo que este aquí, en su sede? A-Así que, ya ves…

–No significa nada. Traemos Aventureros aquí casi todas las noches.

“Algunos más voluntariamente que otros”, añadió, sin dejarme decir otra palabra. Así que algunos de los otros clientes eran Aventureros.

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Sin embargo, a nadie parecía importarle en absoluto.

Literalmente estaban durmiendo con el enemigo.

–Por supuesto que si quieres hacerlo a tu manera, bien por mí. Aquí, en la cama, te tomare en donde sea, cuando sea.

*¡Thud!*

Ella puso su pierna sobre la mesa entre nosotros. Realmente parecía que quería pelear.

Estaba sin palabras. Estaban completamente desarmadas y tampoco había nadie aquí para protegerlas. Estas mujeres escasamente vestidas eran mucho más peligrosas de lo que parecían.

Eran tentadoras, pero también guerreras.

Muchas de ellos eran lo suficientemente fuertes para dejar moretones en mis brazos y piernas con sus manos desnudas. Era yo quien necesitaba un guardaespaldas, no ellas.

<Berbera>—No sé dónde escuche eso primero, pero era un nombre apropiado.

Todas tienen la <Gracia> de Ishtar-sama—Aventureras seductoras…

Haciendo mi mejor esfuerzo para mantener mi miedo a raya, le eche un vistazo a Aisha-san.

Ella era todo lo que imaginé que sería una Amazona. Rebosante de confianza, sin mostrar ninguna vacilación o debilidad y mandaba mucho respeto. Audaz y hermosa, ella debía ser el corazón y el alma de este grupo.

Okay, aquí no pasa nada.

–¿Q-Qué puedo hacer para convencerte de… que me dejes ir a casa?

Este lugar era un mundo completamente diferente, sin mencionar que era la sede de otra <Familia>. Para colmo, mi cuerpo no dejaba de temblar.

No podía calmarme, estaba fuera de lugar, muerto de miedo. Lágrimas ya se escapaban de mis ojos, cada fibra de mi ser estaba estresada hasta el límite.

–…

Aisha-san pasó sus dedos por su cabello mientras escuchaba mi súplica.

Otra mujer camino hacia el círculo de Amazonas, llevando un vaso con un líquido oscuro dentro. Ella debía ser una especie de camarera.

Deslizándose a través de una abertura muy pequeña en el círculo, coloco el vaso sobre la mesa delante de Aisha-san.

La Amazona se movió hacia adelante, le arrebato el vaso de vino caro y lo bebió en dos tragos.

–Somos las prostitutas de Ishtar-sama. El mejor burdel está a nuestra disposición… Pero nosotras, las Amazonas, jugamos con nuestras propias reglas.

Mi captora ignoro la pregunta y giro el vaso vacío entre sus dedos.

Me aparte de ella, pero solo sonrió y se inclinó hacia adelante.

–Nos negamos a esperar tranquilamente en casa para que un macho fuerte se cruce en nuestro camino. Vamos y encontramos uno.

Incline la cabeza en confusión. Ella levanto una ceja y se inclinó más lejos, lo suficientemente cerca como para susurrar en mi oído.

–Las Amazonas tienen necesidades. Tomamos a nuestros hombres… y los devoramos.

La resistencia es inútil—esas palabras enviaron otra ola de sudor frío por mi espalda.

Amazonas.

Tienen la reputación de ser agresivas combatientes mano a mano. Había varios clanes diferentes en todo el mundo. Cada uno había dominado un tipo diferente de arte marcial.

De las cinco razas de demi-humanos, se parecían más a nosotros los humanos. Sin embargo, a pesar de su apariencia, solo eran físicamente capaces de dar a luz a niñas. Eran únicas de esa manera. Todo niño nacido de una madre Amazona era otra Amazona. Las semi-Amazonas no existían.

En otras palabras, necesitaban la cooperación de un macho, cualquier macho, para reproducirse.

Cooperación podría ser una palabra fuerte. Tendían a secuestrar a sus posibles parejas antes de hacer todo lo posible… Había historias sobre ellas que datan de los Tiempos Antiguos, sobre el terror que causaron antes de que los Dioses y las Diosas descendieran al Mundo Inferior. Hombres de cualquier edad, casados o no, que vivían lejos de las ciudades corrían el riesgo de ser tomados y regresados siendo una cascara de su antiguo ser.

El clan de hembras perseguiría implacablemente a un varón que despertara su interés, como depredadores sedientos de sangre.

Esos instintos estaban vivos y bien dentro de cada Amazona.

Y me han tomado.

No planeaban pedir mi opinión desde el principio.

–Acostúmbrate.

Estaba absolutamente petrificado. Aisha-san pronunció el último golpe verbal.

El círculo rodeándonos cacareaba como hienas, lamiéndose los labios y sonriendo.

—Estoy completamente muerto.

No creo que haya suficiente sangre en mi rostro para sonrojarme. Todo mi cuerpo se estaba quemando no hace mucho tiempo, pero ahora mi piel estaba helada.

–… ¿…?

Estaba demasiado distraído por el conocimiento de mi destino destruyendo mi alma desde dentro para notar que Aisha-san había mirado hacia arriba y lejos de mí.


El círculo siguió el ejemplo. Cada una de las Amazonas miro en la misma dirección, con una mezcla de preocupación y miedo en sus rostros. Fue en ese punto que salí del abismo de la desesperación y me di cuenta de que algo extraño estaba pasando.

Pasos, muchos de ellos, se dirigían a esta dirección.

–¿Qué hacemos, Aisha? ¡Friné está viniendo!

Otra Amazona abrió las puertas dobles y entro en la habitación.

Cada par de ojos en esta habitación inmediatamente se fijó en la mirada de desesperación en su rostro.

¿Friné…?

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Ese era un lindo nombre… así que ¿Por qué todas estaban asustadas?

–¡Ven aquí!

–¡Ocúltate, ahora!

Aisha-san me saco del sofá—pero llego primero.

*¡BOOM!*

Las puertas se salieron de sus bisagras.

Las Amazonas más cercanas a la puerta retrocedieron para protegerse. Estaba tan sorprendido como todas ellas.

— —¡Huelo a un jovencitooooo!

Con sus fosas nasales abriéndose y respirando profundamente, ella apareció.

Una mujer masiva, tenía por lo menos dos metros de altura. Llevaba un traje negro que se parecía vagamente ropa de batalla. Sus brazos y piernas delgados eran puro músculo y de color trigo. Considerando que el resto de su cuerpo parecía una roca, sus diminutas extremidades no tenían mucho sentido.

Al mismo tiempo, su cabeza era demasiado grande.

Parecía haber una hongo negro o algo así en su cabeza… Espera, ¿¡Eso es cabello!? Con brillantes ojos pequeños y labios muy largos, se parecía más a una rana toro que a un humano.

¿¡U-Un monstruo!?

Pensar eso fue realmente grosero de mí parte; acababa de conocerla. Pero esto realmente era impactante.

No sabía por qué, pero por alguna razón podía ver una mirada igualmente sorprendida en el rostro de mi abuelo en el fondo de mi mente.

–¡Gegegegegeh! ¿Así que encontraste a un hombre, Aishaaa?

La masiva masa de mujer—o mejor dicho, Amazona—atravesó la puerta abierta hasta la sala de espera.

Incluso su voz sonaba como el croar de una rana. Aisha-san chasqueo su lengua hacia ella.

–¿Por qué estás aquí, Friné?

–Un pajarito me dijo que habías encontrado un delicioso pequeño. Así que tenía que ver por mí misma.

“Así que muéstrame”, dijo la Amazona Friné, con un poco más de fuerza.

Entonces comenzó a caminar directamente hacia nosotros. Había sofás y mesas en el camino, pero ni siquiera se detuvo. Se abrió paso a través de ellos, sin siquiera disminuir la velocidad.

Las Amazonas estaban paradas como una pared entre ella y yo, pero ahora estaba lo suficientemente cerca como para ver por encima de sus cabezas. Sus largos labios se curvaron en una horrible sonrisa.

–¡Vaya, pero si es el conejito de la <Familia Hestia>! Un poco crudo para mi gusto pero… ¡Sin duda mi tipo!

Sus abultadas mejillas y barbilla se arrugaron mientras sus labios se extendían aún más. Estaba haciendo que mi piel se erizara.

–¡¡GEGEGEGEGEGEH!!

Riendo de nuevo, sus ojos brillaban como estrellas lejanas.

–Doblando ese cuerpo fresco a mi voluntad, estropeando ese lindo rostro… voy a divertirme esta noche.

—Estoy tan, tan muerto.

Un frío miedo inundo mis venas. No podía respirar. Ahora que pensaba en ello, tuve la misma sensacion con Apolo-sama…

Levantándose, Aisha-san llevo a las Amazonas como una para bloquear su camino.

–Déjame divertirme, Aishaaa. Te lo devolveré.

–¿Quién te crees que soy? Yo lo atrapé. Es mi presa; consíguete el tuyo.

¿Aisha-san no retrocedía de… Friné-san? De hecho, parecía lista para luchar.

Tampoco era solo ella. Todo su circulo de seguidoras se levantó, tensando sus músculos como si desearan derribarla.

Cada una de ellas era una Amazona en la misma <Familia>, pero nunca lo creería que si no estuviese viendo los acontecimientos que se desarrollaban ante mis ojos.

Tenía la sensación de que algo grande estaba a punto de suceder… pero estaba más preocupado por mi propio pellejo. Las alarmas seguían sonando dentro de mi cabeza.

–Todos los hombres que he tenido recientemente no pudieron entretenerme. Estaba aburrida como el infierno. Entonces, ¿Por qué no me lo permites?

–Vuelve a tu guarida. No puedo contar cuántos hombres has desperdiciado—no conseguirás al mío.

Estaban separadas por cerca de cinco metros. Temo por la vida de cualquiera que quede atrapado en la tierra de nadie entre las dos potencias de Amazonas.

El tono de Aisha-san era áspero y frío. Friné-san respondió en consecuencia, sin retenerse nada.

–¿Entonces ahora la belleza es un pecado? No es mi culpa que ninguna otra mujer este a la altura… Ishtar-sama se acerca, pero estoy fuera de su alcance.

¿¡Ella es seria…!?

–Es tu culpa que los Aventureros no se acerquen a este lugar. Atrapar a los buenos toma tiempo, y energía. Lee la escritura en la pared, sapo.

–Oooo, celos, que mieeeedooo. Sucede que soy el complemento perfecto de belleza y poder, miserable alimaña.

Todas mis articulaciones estaban temblando, incluso mis dedos de los pies, mientras escuchaba discutir a ambas Amazonas. Podía sentirlo—Friné-san no solo estaba alardeando.

Había sido más fácil decirlo después de aumentar de nivel.

Comenzaba a sentir el tamaño del <Contenedor> espiritual de una persona por su <Estado>.

La más fuerte aquí era Friné-san, posiblemente de forma abrumadora.

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Sentía el mismo tipo de presión que sentía de los Aventureros de Primera Clase, de ella.

Aisha-san y el resto de las Amazonas no tomaban las burlas de Friné-san a la ligera. Estaban apretando sus puños, y tensando sus hombros, incluso el aire aquí parecía estar crepitando. Las otras personas en la sala de espera no habían prestado mucha atención a la llegada de la masiva mujer hasta ahora.

Pero ahora estaban tropezando sobre sí mismos, apresurándose a abrir la puerta.

¿Podría ser…?

Todas ellas estaban tan enfadadas unas con otras, menospreciando a su oponente, que nadie me estaba mirando. ¡Esta era mi oportunidad!

Cuidadosamente y en silencio, comencé a dar pequeños pasos hacia atrás y a escapar del círculo.

Tenía que escapar… Lenta, pero seguramente, el espacio entre nosotros estaba creciendo.

–GaaHHH—¡Que inútil! Lo tomare por la fuerza.

Mis ojos se abrieron en el momento en que esas palabras llegaron a mis oídos. ¡Mi oportunidad desaparece!

–¡Somos orgullosas Amazonas! ¡Tomamos cualquier hombre que consideramos adecuado! ¿No es cierto, Aishaaa?

–…





–¿Por qué no arreglamos las cosas a nuestra manera… o tienes mieeedoooo?

La mujer masiva estallo en otra risa como de sapo. Aisha-san escupió a los pies de su oponente.

–…. Adelante, sapo.

Aceptando el desafío, Aisha-san y el resto de las Amazonas se dieron la vuelta.

Sólo había unos diez pasos de espacio entre nosotros. Cada par de ojos ardía con suficiente ferocidad para cocinar un huevo.

Las campanas de alarma se habían convertido oficialmente en sirenas. No creo que haya una parte seca de piel en cualquier parte de mi cuerpo. No había sido capaz de dejar de sudar desde que llegué aquí, pero el flujo acababa de ponerse en marcha.

Una de ellas se lamió los labios.

–¡La primera que lo alcance se lo queda!

Esa fue la señal.

Todas las Amazonas y yo despegamos al sonar el profundo grito de Friné-san.

Gire sobre mis talones y me lance hacia el fondo de la habitación.

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Con los gritos de batalla de las Amazonas sonando detrás de mí, puse mis ojos en una ventana y aceleré.

Todo estaba en cámara lenta, todo el sonido tomaba un largo y agonizante tiempo para alcanzar mis oídos. Las pisadas, los gritos, el sonido de los muebles siendo aplastados. Segundos se sentían como horas. El cielo nocturno de la ventana hacia señas delante de mí.

Manteniendo los ojos abiertos, patee el piso y me abrí camino a través de la ventana de cristal, con los hombros primero.

Estaba afuera, en el aire.

Una carrera de vida y muerte estaba en marcha ahora. Las Amazonas estaban de cacería.

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