Great Demon King

Libro 1: El Bosque Oscuro

Capítulo 44: El Cementerio de la Muerte

 

 

El Cementerio de la Muerte era un lugar legendario, sagrado para los necromantes y la tan ansiada esperanza que había motivado a su grupo durante su recorrido por el Bosque Oscuro. Han Shuo se quedó un tiempo examinado el entorno, comparándolo con las descripciones que había escuchado de Fanny y concluyó que este definitivamente era el mismísimo Cementerio de la Muerte.

Ahora entendía porque había sentido que un poder familiar rodeándolo en este lugar. Era la Necromancia que él también practicaba. Los poderosos impulsos mágicos, la sensación del poder de la muerte, incluso el aroma de las montañas de huesos hasta entonces ocultas por la ilusión, todas esas eran cosas con las que Han Shuo ya estaba bastante familiarizado.

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Así que siguió mirando a su alrededor, registrándolo todo e intentado memorizar cada detalle por mínimo que fuese. Entonces frunció el ceño mientras pensaba: “El asunto es, que todos los que han visto el Cementerio de la Muerte acabaron muertos. Ahora que estoy aquí ¿debería entrar o retirarme?

El Cementerio de la Muerte era un lugar en el que los más poderosos necromantes desarrollaban sus artes mágicas cuando esta disciplina estaba en su apogeo. Pero en algún momento, todos los necromantes murieron y este lugar desapareció sin dejar rastro.

Por otro lado, dado que había sido un sitio de investigación para los magos más poderosos de una era legendaria, seguramente encontraría algunos secretos perdidos de la necromancia. Para un novato como él, que acababa de adentrarse en los dominios de la magia, era una fruta muy tentadora. Los riesgos eran grandes, pero las recompensas bien podían valer la pena, Han Shuo se puso a considerar muy seriamente todos los pros y los contras de emprender esta aventura.

Al final la diosa fortuna favorece al que se atreve.”

Después de un rato, Han Shuo avanzó hacia el cementerio y comenzó a abrirse paso entre los montículos de huesos con una expresión firme y resuelta en el rostro. En cuanto dio los primeros pasos hacia adelante, la esfera verde que aún levitaba en el aire comenzó a descender hasta la caja y la luz verde que iluminaba los alrededores desapareció sin dejar rastro.

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Han Shuo se detuvo y volvió a mirar a su alrededor sorprendido. En un abrir y cerrar de ojos, todo el territorio circundante había vuelto a transformarse. Los árboles y arbustos habían regresado, la tierra era marrón otra vez, el aire volvía a ser fresco. En esencia, el paisaje había regresado a ser el mismo que cuando llegó. Solamente el Cementerio de la Muerte permanecía ahí, junto con algunas zonas que lo rodeaban y la tierra que Han Shuo estaba pisando. Eran como una isla de muerte y melancolía en medio del Bosque Oscuro.

Examinó un momento a la esfera verde y entendió que esta era un elemento mágico fundamental para poder ingresar al Cementerio de la Muerte. Aparentemente todo el emplazamiento estaba envuelto por una barrera mágica bastante avanzada y poderosa, que lo mantenía oculto parcialmente en otra dimensión. Y la esfera era la llave para poder atravesar esa barrera. Desde el exterior nadie sería capaz de detectar que había algo fuera de lo común y un terreno tan ordinario tampoco llamaría la atención.

Pero con la esfera uno podía revelar la verdadera naturaleza del Cementerio de la Muerte o rodearlo de un velo de silencio y desolación.

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Los huesos blancos crujían bajo el peso de su cuerpo mientras avanzaba, el sonido resonaba con especial intensidad en este ambiente tranquilo y silencioso, algo que no ayudaba precisamente a la paz mental de Han Shuo. Era bastante bueno que acabase de dominar con éxito el Reino Sólido de la Magia Demoníaca, porque le ayudaba a sacar valor de quien-sabe-dónde. En realidad, avanzó rápidamente hacia el Cementerio de la Muerte sin prestarle atención a nada más.

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Al cabo de un rato, finalmente llegó frente al edificio. Había un foso circular delante de la puerta, repleto de una extraña agua de color negro como el alquitrán, que fluía constantemente. El único modo de atravesar el foso era un abyecto y solitario puente colgante compuesto de cuerdas negras y huesos blancos.

Sin vacilar, las manos de Han Shuo sujetaron firmemente la caja de jade que contenía la llave y avanzó con cautela hacia el puente de huesos, caminando lentamente hacia las puertas del Cementerio de la Muerte. El puente se balanceaba, haciéndole perder el equilibrio. No sabía lo que habría en el interior del foso, pero una sola mirada hacia las oscuras aguas era suficiente para erizarle el cabello. De algún modo, sentía que algo muy peligroso se ocultaba en sus oscuras profundidades.

Cuando estaba caminando sobre el puente, la esfera dentro de la caja comenzó a emitir de nuevo esa extraña luz verde y esto tuvo el efecto de una milagrosa medicina contra el mareo. El balanceo del puente se detuvo en cuanto la luz lo tocó, luego las cuerdas negras se tensaron y toda la estructura se solidificó. Incluso los espacios entre hueso y hueso, sobre los que caminaba, se redujeron hasta el punto de resultar cómodos y seguros.

Así fue como Han Shuo finalmente atravesó el puente y llegó a la entrada. Una enorme puerta de un material desconocido bloqueaba el acceso. Sobre su superficie se había tallado en alto relieve las figuras de dos enormes Caballeros del Mal, montados en sus briosos corceles.

Los Caballeros del Mal estaban entre de las criaturas oscuras más poderosas entre aquellas que se especializaban en el combate y eran extremadamente fuertes. Sólo los Necromantes de nivel Archimago podían concebir la idea de lograr invocar y controlar a unos monstruos semejantes. Y mientras Han Shuo apreciaba los exquisitos detalles de los relieves, recordó que el poder y la calidad de la misma clase de criatura oscura variaba dependiendo del poder del mago que la invocaba. Estos dos Caballeros le daban la vaga impresión de ser la crema y nata entre los suyos.

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Aparte de los relieves, unas enormes puertas grises estaban decoradas con patrones mágicos intrincados y detallados. Y en el centro, justo donde las dos puertas se cruzaban, había una ranura redonda para colocar la llave.


En efecto, en cuanto Han Shuo notó la abertura, la esfera verde que sujetaba firmemente en sus manos lanzó un único haz de luz directamente hacia la ranura y la puerta entera resplandeció como si hubiese cobrado vida. Han Shuo entendió lo que estaba pasando, así que levantó la caja sin dudarlo y acercó la esfera hacia la ranura, insertándola lentamente.


En todo el proceso, puso especial atención en asegurarse de que en ningún momento su mano hiciese contacto directo con la esfera, porque entendía que un objeto mágico tan complejo como este tenía que ser muy peligroso. No podía estar seguro de que inesperados efectos le causaría a su piel o su carne si la tocaba, por eso quería mantener una distancia prudencial.

Cuando la esfera finalmente quedó insertada en la ranura, se escuchó un sonido ensordecedor y la cerradura comenzó a accionarse. Las puertas se abrieron por sí solas y la esfera verde volvió a caer dentro de la caja de jade sin haber sufrido ningún cambio.

Conforme se abrían las puertas, toda la oscuridad y el polvo del interior escaparon hacia afuera, obligando a que Han Shuo tosiera unas cuantas veces antes de poder calmarse y observar lo que había adentro.

En el interior se alzaba el más grande vestíbulo que hubiese visto en toda su vida, alrededor del cual había seis puertas cerradas que probablemente conducían a varias habitaciones. El suelo de piedra negra pulida tendría el tamaño aproximado de dos campos de fútbol y sobre su superficie habían gravado una enorme matriz mágica. A Han Shuo le pareció que el diseño era un 80% o un 90% similar al de la matriz de trasporte que había utilizado en la ciudad de Zajoski, una enorme estrella de seis puntas inscrita en el centro de un diagrama circular con antiguos símbolos y emblemas mágicos por doquier.

A parte de esta gigantesca matriz mágica estrellada, el salón estaba desprovisto de cualquier otra cosa. Sólo había unos cuantos pilares mágicos que sostenían el edificio, y algunos trozos de huesos rotos en las esquinas.

Un olor a decadencia bastante espeso impregnaba el aire, así que Han Shuo se quedó esperando un rato en la puerta hasta que sintió que la peste amainaba. Luego ingresó muy despacio, examinándolo todo.

Primero miró el techo, pero rápidamente vio que no tenía nada de especial, luego volvió a examinar la matriz del suelo y notó que cada una de las puntas de la estrella apuntaba a una de las seis puertas cerradas, por último, volvió a examinar todo el vestíbulo una vez más pero no encontró nada valioso. Así que finalmente centró toda su atención en las puertas cerradas.

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Una dos tres…

Después de un buen rato Han Shuo todavía estaba con las manos vacías. Había abierto y revisado cada una de las seis puertas y lo único que encontró fueron habitaciones completamente vacías. Aparentemente eran alguna especie de almacenes previamente desocupados.

Entonces regresó al vestíbulo e intentó recordar lo que Fanny les había contado de este sitio. Dejando de lado su apariencia general, Han Shuo pensó en todo lo que había visto antes de entrar y concluyó que sólo una pequeña parte del Cementerio de la Muerte era visible en la superficie. La mayor parte del edificio estaría por debajo del nivel del suelo y lo más seguro era que los secretos más valiosos se hallaran en los niveles inferiores.

El único problema era que hasta el momento no había visto nada parecido a una escalera o un túnel que lo llevase a alguna otra parte incluso después de revisar minuciosamente todo el vestíbulo y las habitaciones. Era un misterio muy intrigante, Han Shuo se quedó sentado y sumido en sus profundamente en sus pensamientos mientras buscaba la respuesta.

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Después de un buen rato seguía pensando que la esfera verde guardaba la clave que necesitaba. Así que se levantó de inmediato y volvió a examinar todo el vestíbulo y las habitaciones.

Finalmente, su paciencia dio frutos, Han Shuo descubrió otra ranura circular en la esquina de una de las habitaciones. Esto lo llenó de alegría mientras se apresuraba a introducir la esfera en su interior. Entonces una de las paredes desapareció para revelar un oscuro túnel. Al acercarse vio que en realidad era un pasillo escalonado descendente y cuando lo examinó de cerca descubrió seis varas plateadas apoyadas en el primer peldaño. El material de estas varas era uno de los más extraños que había visto, pues no eran ni de piedra ni de madera, también parecía haber puntos de conexión en los extremos de cada vara, como si pudieran ser ensambladas.

Aparte de las varas, había un único trozo de pergamino fino, en el que alguien había garabateado apresuradamente algunas palabras usando símbolos mágicos antiguos. Han Shuo examinó primero la delgada hoja de papel.

Le costó un buen rato leer lo que estaba escrito, pues el tiempo había hecho su cuota de daño, pero al final entendió que esas seis varas plateadas podían conectarse entre sí para formar un diagrama mágico portátil en forma de estrella de seis puntas. Lo más asombroso era que éste estaba conectado con la matriz del gran vestíbulo, así que era un medio para trasladarse mágicamente al Cementerio de la Muerte desde otros lugares. También había una serie de advertencias algo incoherentes: aparentemente si uno no poseía la suficiente Fuerza Mental no sería capaz de acceder a los niveles inferiores.

Esa fue toda la información útil que pudo obtener de la delgada hoja de papel.

Luego de meditarlo brevemente, Han Shuo cogió las varas plateadas y las sujetó con cuidado a su bolsa de viaje. Luego arrugó la frente e intentó descender por el oscuro pasillo… ¡Cuando de repente vio una luz verde ondulante junto a una fuerza invisible lo lanzó disparado hacia atrás! Después de levantarse Han Shuo se puso a meditar. Durante todo el proceso su mente le había dolido de una forma anormal así que lo que lo más seguro era que esa fuerza fuera una barrera mágica. Eso daba validez a las advertencias escritas en el papel: Seguramente la barrera reconoció que su Fuerza Mental era demasiado débil y le impidió descender hacia las profundidades del edificio.

Después de maldecir en voz baja durante un breve momento Han Shuo se alejó del túnel, pero no salió de la habitación, sino que se puso a ensamblar las varas plateadas hasta formar una estrella de seis puntas, tal como se le indicaba en el pedazo de papel. Luego colocó esta mini matriz en el centro de la habitación y usó su Fuerza Mental para insertar magia en las varas.

Luego de un destello de luz blanca… Han Shuo apareció en el centro del gran vestíbulo. Repitió el proceso e infundió magia en la enorme matriz de trasporte del vestíbulo y apareció nuevamente dentro de la pequeña matriz plateada colocada en la habitación.


Entonces Han Shuo se sentó y comenzó a reflexionar profundamente sobre todo lo que había acontecido. Aparentemente no podría atravesar el túnel ni explorar el resto del Cementerio de la Muerte por el momento. Sin embargo, era muy afortunado que hubiese obtenido esas seis varas plateadas que, junto con la misteriosa esfera, permitirían que en el futuro pudiese regresar al Cementerio cuando quisiera y sin importar en donde estuviese. Todo esto llenó de júbilo su corazón, pues ya había comenzado a pensar en este lugar como su base secreta.

Luego de estas reflexiones Han Shuo se levantó. Ya que temporalmente era incapaz de descubrir los secretos de este lugar, no había ninguna necesidad de quedarse por más tiempo. Así que enrolló las seis varas mágicas y las sujetó en su espalda, se guardó el pergamino escrito en el bolsillo y salió del Cementerio de la Muerte sosteniendo firmemente la caja con la esfera, como cuando había entrado, mientras a su espalda las puertas volvían a cerrarse.

En cuanto hubo atravesado el foso con seguridad, Han Shuo volvió la vista hacia atrás y vio que el paisaje volvía a ser el mismo que cuando llegó. Los arbustos tupidos y los enormes árboles permanecían sin cambios, aunque el entorno seguía siendo anormalmente silencioso.

Han Shuo comprendió que era momento de ponerle fin a esta excursión en el Bosque Oscuro y una pequeña sonrisa de satisfacción apareció en su rostro

Había tropezado con el legendario Cementerio de la Muerte por pura casualidad. Pero ahora todos sus secretos le pertenecían a él y a nadie más, incluyendo a los estudiantes o profesores de Necromancia.

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