Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 3

Capítulo 18: Persuasión

 

 

Un tiempo después, les vimos. Motoyasu e Itsuki estaban allí con sus grupos, vigilando los carruajes en el camino. El soldado estaba en lo cierto.

Me asomé desde mi escondite. Había magos alrededor; estaban invocando hechizos.

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―¡Allí esta! ¡Está en ese carro!

Tenía una sospecha y me sentía angustiado, y al parecer di en lo cierto. Motoyasu e Itsuki salieron corriendo en nuestra dirección.

¡Maldición! ¡¿Cómo lo han sabido?!

Debieron haber sido esos magos. No sabía cómo lo habían hecho, pero debieron ser ellos. Aparté la tela bajo la que me encontraba oculto y salté fuera del carro. Filo sabía que estaba pasando algo, y rápidamente volvió a su forma de reina filolial.

―¡Lo sabía! ¡Ahí está!

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Debía de encontrarse cerca, porque Ren también estaba corriendo hacia nosotros.

Maldita sea.

Era la peor situación en la que podía pensar.

―¡Te hemos encontrado! ¡Libera a la princesa Melty!

Itsuki me señalaba hipócritamente con el dedo y me gritaba con una voz de auto- satisfacción.

―¡No puedo liberarla porque no es mi prisionera! ¡¿No está atada, ¿verdad?!

―¡Di lo que quieras, tenemos pruebas! La justicia no está de tu parte.

―¿Justicia? ¡Ja!

¿Lo dice el tipo que dejó las vidas de aldeanos inocentes en manos de los caballeros durante la ola? Que me hablen de justicia. Estos tipos realmente no piensan en nada más que satisfacer sus propias ideas de justicia. Espera un segundo. Hay una opción: puedo tratar de contarles todo lo que ha pasado. Recuerdo que Ren se sintió mal por la aldea que había abandonado a su suerte con la enfermedad, y evidentemente había huecos en la teoría de la justicia de Itsuki. Tal vez pueda usar eso.

Aun así, obviamente se habían mentalizado para no creer en nada que yo dijese. De todas formas tenía que intentarlo. Tenía que hacerles entender. Necesitaba hacer que enfocasen su sentido de la justicia en otra cosa, una conspiración malvada contra la que pelear. Era una situación que cualquier persona a la que le gustasen los juegos desearía probar. Tenía que conseguir que me creyeran, o que por lo menos empezasen a dudar de la Corona.

―¿De verdad estáis tan seguros de que tenéis razón? ¿De que sois los que están de parte de la justicia?

―¿Qué se supone que significa eso?

―La princesa, tal y como podéis ver, está totalmente ilesa.

Preparé mi escudo y les mostré a la princesa. Podría venir un ataque desde cualquier dirección y en cualquier momento. Parecía preocupada, pero me miró y asintió.

―Héroe de la Espada, Héroe del Arco, Héroe de la Lanza: el Héroe del Escudo es inocente. En realidad, él me salvó la vida.

Ya no estaba hablando como una niña. Hablaba más bien con un tono majestuoso.
Ellos la escucharon, y pude ver una sombra de duda deslizándose por sus caras.

¿Podía haber un trasfondo de maldad en la versión de los hechos que ya conocían? Si fuera así, sus exagerados egos y su sentido de la justicia sin duda serían incapaces de tolerarlo.

―Por favor, creedme. Hay una gran conspiración detrás de todo esto.

―Pero, princesa Melty, ¿no está ese hombre llevándola alrededor del país en secreto?

―Sí, pero lo está haciendo para salvarme la vida. Yo le pedí que lo hiciera.

Mel explicó la situación, e Itsuki se estremeció, confuso.

―¿No parece eso extraño? ¿Qué ganaría el Héroe del Escudo secuestrándome?

―Bueno… Pues…

¿Está intentando pensar en una respuesta? Parece perdido.

―Pero… Pero este tipo…

―¿Nunca habéis pensado que Melromarc ha estado tratando mal al Héroe del Escudo, y SÓLO al Héroe del Escudo?

―Eso es cierto, pero…

―Mi madre me dijo que había llegado el momento de que todos juntásemos nuestras manos y lucháramos contra el desastre venidero. Este país simplemente no tiene el tiempo ni los recursos para permitir que sus Héroes se entretengan con estas cosas. Por favor, deponed las armas.

Tal vez los tres héroes le estaban prestando atención. Aflojaron el agarre sobre sus armas. Empezaban a entrar en razón. Después de todo, habían perdido la última batalla durante la ola. Y la joven princesa estaba en lo cierto, realmente necesitábamos aprovechar el tiempo subiendo de nivel y fortaleciendo nuestras armas. Si iban en serio sobre seguir adelante con el propósito de ser héroes, se darían cuenta de que usar el tiempo para otras cosas que no fuesen subir de nivel o fortalecer sus armas era un desperdicio.

―¿Lo entendéis? Esto es una conspiración. Ahora voy a deciros todo lo que sé. Entonces podréis decidir si combatir contra mí después de escucharme.

La Zorra dio un paso adelante de entre la multitud.

―¿Por qué deberíamos escuchar las palabras de un demonio?

¿Qué pretendía? ¿Estaba tratando de ganar puntos fingiendo estar preocupada por su hermana?

―¿No hablan ya sus acciones lo bastante alto? ¡Debe estar usando el Escudo de Lavado de Cerebro!

―¡¿Aneue?!

Mel estaba completamente sorprendida. Miró fijamente a la Zorra.

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En serio, hay un límite en cuánto puedo soportar escuchar. ¿Qué demonios es el Escudo de Lavado de Cerebro? Si tuviese algo así, nada de esto habría sucedido siquiera. ¡Es tan fácil ignorar los frutos del esfuerzo de alguien con sólo soltar la frase “lavado de cerebro”! Además, el lavado de cerebro y la religión tienden a ir de la mano. ¡Ja! Lavado de cerebro, dame un descanso.

―El Escudo de Lavado de Cerebro es un escudo imbuido con una magia muy poderosa. Sin duda tu historia suena sospechosa.

―No sé cuándo encontraste el Escudo, pero la Iglesia cree que debe haber sido hace aproximadamente un mes.

Eso fue más o menos cuando comencé con mi negocio de venta ambulante. Fue cuando tuve que priorizar la fabricación de medicina para esa aldea por encima de mis negocios, cuando la gente empezó a llamarme el Santo del dios pájaro.

Entonces lo entendí. En cuanto al tiempo, eso podía encajar. Desde la perspectiva de la Iglesia resultaba una explicación impecable, una mentira perfecta.

―Creo que la situación se puede explicar enteramente por sí sola. Has recorrido un largo camino y has acabado totalmente confundida. ¡Y aquí estás, prácticamente trabajando con Naofumi! Todos los ciudadanos normales saben que es un criminal, y sin embargo ¿tú estás ayudándole? ¿Por qué harías eso?

―Todos están locos. Estoy diciendo que el Héroe del Escudo nunca haría las cosas de las que se le acusa, y conozco algunas ancianas que prácticamente le idolatran.

Esa anciana… Tengo una idea bastante buena de a quién se refiere. Aun así, ¿de qué demonios están hablando?

Era un hecho que yo había ayudado y salvado a un montón de gente. Pero la mayor parte de las cosas en las que presté mi ayuda consistían en limpiar los desastres que ELLOS habían dejado.

¿Realmente se piensan que cualquier cosa que no sepan es algún tipo de estrategia del enemigo? En serio, ¿qué hay en sus cabezas?

―Es muy posible que simplemente estar cerca de él y hablarle le permita lavarte el cerebro. En este mismo momento los miembros de la Iglesia que hay entre nosotros están combinando sus recursos para romper el hechizo que ha lanzado sobre ti.

―¡Maldita idiota! ¡¿Quién tiene esa clase de poder?!

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Nadie respondió a mi arrebato. De hecho, Raphtalia y después Filo y Mel quedaron aturdidas. Lo que querían decir era que habían estado viajando para buscarme, y en vez de escuchar lo que decía la gente y procesar las cosas buenas que tenían que contar, simplemente se inventaron esta idea del Escudo de Lavado de Cerebro, cosa que la Zorra usó para convencer a los demás Héroes. Era una mentira increíble. Ella realmente se había excedido ahí.

―¿De verdad tiene el Héroe del Escudo ese poder?

La joven princesa me miró, preocupada.

―¿Te parece que lo tengo?

―Um… no.

―No hacía falta que dudaras.

Si tuviese un escudo con esos poderes, mi vida habría sido mucho más sencilla. Con un escudo así, podría haber lavado el cerebro a soldados, caballeros y magos. Podría haberme apoderado de todo el reino. Básicamente, si tuviese ese tipo de poder, no estaría en esta posición. En otras palabras, el propio hecho de que la gente estuviese persiguiéndome era una buena razón para dudar de la eficacia de cualquier supuesto Escudo de Lavado de Cerebro. ¿Podrían los estúpidos héroes entender algo tan simple?

―¡Así que eso significa que les ha lavado el cerebro a Raphtalia y Filo!

―¡Eso no es verdad! ¡No nos ha lavado el cerebro!

―No os preocupéis, vamos a salvaros a las dos.

―¡Estoy con Maestro porque yo quiero!

¡¿Motoyasu aún no ha renunciado a ir tras Raphtalia y Filo?! ¿Cómo puede estar tan obsesionado?

―Vale, ya he tenido suficiente de teorías estúpidas. Escuchad, dependiendo de vuestra reacción, os entregaré a la princesa.

―¡¿Qué?!

La joven princesa dejó escapar un gritó de sorpresa.

―Estamos escuchando.

Ren tomó la iniciativa. Tenía que responder rápida y brevemente. No podía permitirme expresarme mal.

―Bien, lo primero de todo es que no hay tal cosa como un lavado de cerebro. Lo siguiente…

―¡No te creo!

―¡Cállate! ¡No estoy hablando CONTIGO, Comandante General!

Antes de que pudiera terminar de hablar, Itsuki me interrumpió y tuve que hacerle callar. No tenía ningún uso para el tipo de hipócrita que decidiría la veracidad de una afirmación con sólo una frase.

―De todas formas… Esto es una conspiración. Ya haya sido el rey, esa mujer o la Iglesia… no lo sé. Pero alguien quiere a la princesa muerta, y quieren culparme a mí de su asesinato.

―Entiendo. Entonces te ataremos y vendrás con nosotros. A cambio de que aceptes eso, prometemos que no sufrirás ningún daño. Necesitamos tiempo para investigar tus argumentos.

―¡¿Vas a creerle?! ¡¿A este malvado cretino?! ¡Le ha lavado el cerebro a Filo!

―¡Sí! ¡Yo no le creo!

―¡Héroe de la Espada! ¡No debes escuchar lo que dice el demonio!

Ren estuvo a punto de escucharme y creerme cuando la Zorra y los demás intervinieron.

―Si podemos terminar esto sin pelear, valdrá la pena, ¿no? Podremos investigar sus afirmaciones más tarde.

Ren actuaba tan fríamente como se podría esperar, pero por lo menos estaba intentando analizar con calma la situación. ¿Era seguro asumir que lo entendía?

―No.

La princesa me apretó la mano. Estaba temblando, y su cara se veía pálida.

―Creo… creo que nos matarán.

Podría tener razón. Me tomé un segundo para pensarlo. Había una alta probabilidad de que ella fuese tratada de forma distinta a nosotros.

Para hacer que su teoría siguiese pareciendo plausible, probablemente dejarían a la princesa en manos de los magos para que lanzasen hechizos con el fin de librarla del lavado de cerebro. Pero ¿qué pasaría después? Seguramente fingirían que, justo cuando la liberaron de mi influencia, se activó una poderosa maldición y la mató, pero sin duda simplemente la habrían asesinado en secreto. Parecía un escenario probable. Si ése era el plan, entonces Ren, que aparentemente creía en lo que yo decía, estaba mintiendo. En realidad, él debía creer que yo era un criminal.

Si el plan era tratar de culparme por otro crimen, de ello se podría deducir que la Zorra tenía algo que ver. Pero resultaba muy triste que estuviera actuando en contra de su propia hermana.

―Ayuda…

Su súplica apenas fue audible. Estaba afónica. Y pensar que se encontraba tan cerca de ganarme su simpatía…

Oh, bueno…

―Lo prometiste, ¿recuerdas?

―¿Qué?

Hace tiempo. El día en que me incriminaron por violación. Cuando ni una sola persona creía en mí. Y ahora, la joven princesa estaba en el borde del acantilado, entre la vida y la muerte.

Lavado de cerebro. Habían usado unas palabras muy simples para bloquear la situación. Después, harían que la matasen. En serio, el plan era demasiado transparente. Hasta yo podía ver a través de él. Si la princesa moría, sería el fin para nosotros. ¿Quién se levantaría para apoyarme, si nadie creía siquiera en mí?

―Lo siento, sencillamente no puedo creer en vosotros. Si os entrego a la princesa, dudo que seáis capaces de protegerla. Y eso es lo que yo le prometí, protección.

Puse a Mel sobre la espalda de Filo y le dije a Raphtalia que subiese también.

―Filo, sé que no quieres escuchar esto, pero vamos a abandonar el carro. ¡Dejemos atrás a estos tipos!

―¡Valeeee!

―Hasta otra.

Filo estaba preparada y esperando. En el momento en que notó que todos nos habíamos subido sobre su espalda, salió corriendo.

―¡Esperad!

―¡Haikuikiu!

―¡No lo permitiremos!

―Qu…

Motoyasu hizo aparecer algún tipo de grillete y lo tiró hacia las piernas de Filo. Se cerró a su alrededor, haciéndola tropezar. Chocamos contra el suelo.

―¡Ugh!

―¡Aaah!

Raphtalia, Mel y yo salimos despedidos hacia delante por la inercia.

―Ouch…

Ya había dos soldados corriendo hacia nosotros. Me puse de pie justo a tiempo para bloquear su ataque. Motoyasu había estado esperando el “haikuikiu” de Filo, e interfirió justo antes de que pudiese terminarlo. Realmente no podía soportarle.

―Ugh… Umm… ¡No puedo quitármelo, Maestro! ¡No puedo quitármelo!

Filo estaba tirando frenéticamente del grillete sujeto a su pata, pero no mostraba signos de aflojarse. El grillete parecía estar hecho de hierro negro, pero debía tener algún tipo de efecto especial. Si fuese de hierro normal, Filo debería haber sido más que suficiente fuerte para quitárselo.

―No vas a escapar, así que no te molestes. Ahora, entréganos a la princesa.

―¡¿Por qué iba a hacerlo?!

Estaba tan claro como el día. La sonriente Zorra, de pie junto a él, estaba detrás de todo esto. ¡Si mataban a la princesa, nunca sería capaz de probar mi inocencia!

―¡Filo!

―¡S…Sí! Ah…

Filo luchó por ponerse de pie, pero entonces le fallaron las fuerzas y cayó al suelo otra vez, con las patas tan enredadas como antes.

―No… No puedo… ¡No puedo levantarme! ¡No tengo energía!

Filo empezó a brillar y cambió a su forma humana.

―¡¿Qué estás haciendo?!

―¡No soy yo! ¡Me he transformado automáticamente!

¿Cómo? ¿Cómo podía ser? La única idea que se me ocurría tenía que ver con el grillete de Motoyasu…

―Fíjate bien. Hice que un alquimista lo fabricara. Con él, Filo será un pequeño ángel para siempre. Siempre y cuando lleve ese grillete, no creo que sea capaz de volver a atacarme.

―¡Ugh! ¡Déjame ir!

Motoyasu caminó hacia Filo, que estaba forcejeando para levantarse. La puso de pie y nos la mostró.

―Ese alquimista hizo un buen trabajo. Consiguió sellar hasta sus poderes mágicos.

Maldición, creía que Filo podría sacarnos de aquí con su velocidad, aunque eso ya no parecía posible. ¿Cómo se supone que iba a saber que tenían el poder de transformar a Filo y después suprimir todo su poder? ¡¿Y qué pasaba con ese estúpido grillete?! ¿De verdad deseaba tanto a Filo? Pero sí, supongo que no dejaba de hablar sobre “pequeños ángeles” cuando estábamos en la ciudad. Debió haber hecho que fabricasen ese grillete específicamente para poder capturar a Filo. Y pensar que había tenido la oportunidad de usarlo tan rápidamente en una situación como ésta…

¿Qué demonios está pasando?

Independientemente de eso, las piernas de Filo estaban inutilizadas, por lo que no podíamos escapar en ella.

―¡Filo!

―¡Mel!

Las dos chicas estaban chillando y estirando el brazo hacia la otra. Pero sus dedos no eran capaces de alcanzarse.

―En cierto modo me gusta la pequeña y traviesa princesa. No te preocupes, si vienes con nosotros podrás estar con Filo.

―¡Ugh!

¿Realmente se cree que dominaba la situación? ¡Menudo idiota! ¿Por qué no entiende que básicamente las está condenando a ambas a morir?

―Eh…

―Um…

―¿Qué estáis haciendo? ¡Héroes de la Espada y el Arco! ¡Daos prisa y arrestad al Héroe del Escudo!

―Pero…

Ren e Itsuki no habían respondido aún a lo que estaba ocurriendo. Se encontraban congelados en su sitio. Si intervenían y atacaban ahora, todo habría terminado.

Todos ellos estaban obsesionados con sus propias ideas sobre la justicia. Nos habían visto intentar huir, pero acabamos siendo detenidos por Motoyasu. Por encima de eso, Motoyasu había tomado un rehén para controlar nuestras acciones. Ésa no era la clase de situación en la que se meterían por sí mismos. ¿Pero qué harían ahora? No me atrevía a imaginármelo.

¿Qué deberíamos hacer? Tienen a Filo, así que no podemos intentar escapar.

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La Zorra estaba justo detrás de Motoyasu. ¿Quién sabía de qué era capaz?

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―¡Espera! ¡Voy a salvarte, Filo!

―¡Idiota!

―Yo soy la fuente de todo poder. ¡Escucha y obedece mis palabras! ¡Corta al enemigo con una cuchilla de agua!

―¡Disparo Acuático Zweite!

Mel corrió directamente hacia Motoyasu y lanzó el hechizo mientras lo hacía.

―¡Ja!

Motoyasu saltó a un lado justo a tiempo para esquivar la cuchilla de agua.

―¡Ugh! ¡Suéltame!

Cuanto Motoyasu saltó para evadir el ataque de Mel, Filo se las arregló para liberarse de su agarre.

¡Sí! Me emocioné cuando Filo se liberó, pero justo entonces, como para compensar su derrota, Motoyasu estiró la mano y la cerró alrededor del cuello de Mel, tomándola a ella como rehén, y se la entregó a la Zorra.

―¡Myne! Toma a tu preciada hermana. ¡Será mejor que la protejas!

―¡Mel!

―¡Filo! ¡Suéltame! ¡Aneue!

Filo corrió hacia Mel, pero antes de que pudiera alcanzarla, Motoyasu intentó agarrar su mano otra vez. Tiré de Filo hacia atrás justo a tiempo.

―No puedo dejarte ir, Melty. El Demonio del Escudo te está manipulando. Te liberaré de la influencia del lavado de cerebro.

¡Ahora!

―¡Escudo Prisión!

Inmediatamente cambié al Escudo de la Ira II y usé la habilidad contra Motoyasu.

―Qu…

Todavía no… Tengo que controlar mi ira…

―¡Cambiar Escudo (ataque)!

Cambié del Escudo Prisión a mi mejor escudo de ataque, el Escudo de Aguijón de Abeja.

―¡Esto no va a llegar más lejos! ¡Toma esto! ¡Dama de Hierro!

Usé todos mis SP en un último intento de cambiar las tornas y derrotar a Motoyasu. Sinceramente, abría preferido usarlo contra la Zorra, pero no pude. Si consiguiera detener a Motoyasu con la habilidad, merecería la pena; podría ser lo bastante fuerte.

―¡No te será tan fácil! ¡Espada Estrella Fugaz!

―¡Sabía que era malvado! ¡Arco Estrella Fugaz!

¡Guah! Tanto Ren como Itsuki se giraron y usaron sus habilidades más fuertes contra la Dama de Hierro. Se produjo un fuerte ruido, y apareció una fisura en el aparato de tortura. La puerta, que se estaba cerrando, se ralentizó.

―¡Todos! ¡Ahora! ¡Rompedla ahora!

―¡Sí! ¡Ren!

―¡Entendido, Itsuki!

―¡Motoyasu, te salvaremos!

Ren, Itsuki y los miembros del grupo de Motoyasu lanzaron sus ataques y hechizos más fuertes contra la Dama de Hierro. Con un golpe sordo, ésta se desmoronó.

Maldita sea. Me había quedado sin SP debido a mi último ataque.

―Gra… ¡Gracias a todos!

Motoyasu había recibido algo de daño por el ataque del Escudo de Aguijón de Abeja, pero ahora estaba sonriendo al verse a sí mismo libre de la Dama de Hierro.

―No permitiremos que te olvides de nosotros.

―Sí. Hemos salvado a la princesa. Los ciudadanos de nuestro país querrán que se elimine el lavado de cerebro tan pronto como sea posible.

Ren e Itsuki habían intervenido para ayudar a Motoyasu. Y por si fuera poco, la Zorra había tomado a Mel como rehén. Si no la salvábamos pronto, la asesinarían.

Lo había olvidado. Cada vez que cambiaba al Escudo de la Ira II, Filo enloquecía. Pero con Filo en su forma humana, no había ocurrido nada. ¿Por qué? De repente noté que mi escudo estaba emitiendo algo rojo. Voló hacia Filo, pero rebotó contra ella. Me pregunto si ese grillete estaba repeliendo de algún modo cualquier hechizo de apoyo o los incrementos de estadísticas…

Sus movimientos estaban, probablemente, restringidos por magia protectora, y tenía el efecto secundario de bloquear mi hechizo. Si Filo enloqueciera, no seríamos capaces de controlarla y eso probablemente me haría más difícil pelear con el Escudo de la Ira II.

―¡Raphtalia! ¿No puedes deshacerte de ese grillete?

Si pudiésemos quitárselo, tenía planeado cambiar a otro escudo tan pronto como fuese posible.

―¡Estoy en ello! ¡Es muy duro!

Raphtalia estaba golpeando el grillete con su espada, y llenó la zona de chispas y sonidos metálicos. No parecía estar haciendo muchos progresos. ¿De cuánta resistencia necesitaba ser ese grillete? Raphtalia lo estaba golpeando realmente fuerte.

¿Qué deberíamos hacer? No me quedan SP, así que no podré usar ninguna habilidad. Filo está atrapada en su forma humana y sólo queda Raphtalia, pero únicamente con su espada y su magia no seré capaz de cambiar la situación de la batalla.

―¡Maestro!

―¡¿Qué?!

―¡No volverán a capturarme!

―¡Eso es fácil de decir, ya lo han hecho una vez!

―¡No pasa nada!

Filo metió la mano debajo de una de sus pequeñas alas y sacó el regalo que el dueño de la tienda de armas tuvo la intención de hacerme, los guantes de poder. Es cierto, eran herramientas convenientes que permitían emplear una fuerza sobrehumana.

Filo se puso ambos guantes y entonces cruzó los brazos. Comprendí que se estaba concentrando.

―¡Es MI turno de salvarte a TI, Mel!

―¿Qué son esos guantes? ¿Crees que puedes vencerme con unos guantes? ¡Oh, Filo, eres tan linda! Será mejor que los guardes.

―¡No voy a perder!

―¡Ah, Filo!

Estiré el brazo para detenerla, pero ella ya había lanzado un sólido puñetazo hacia Motoyasu.

―Ugh…

Motoyasu tenía los brazos estirados, intentando agarrar otra vez a Filo, pero eso dejó al descubierto su estómago y ahí fue donde golpeó con su puño. Se dobló y cayó sobre sus rodillas.

―Esto… Esto no es… nada.

―¡Hiya! ¡Deja ir a Mel! ¡Hiya!

―No… Yo no…

Motoyasu se tambaleó y retrocedió.

―¡Filo! ¡Cálmate y vuelve aquí!

―¡Vale!

Filo volvió con nosotros después de darle una paliza a Motoyasu.

―¿Crees que puedes acabar con esos tipos?

―¡Claro!

―Genial. Tú encárgate de Motoyasu, Raphtalia y yo nos ocuparemos de los otros dos. Si alguna tiene la oportunidad de liberar a la princesa, que no dude en aprovecharla.

A fin de cuentas, Motoyasu era un feminista, por lo que no levantaría la mano en contra de Filo, incluso si ella enloquecía.

―Naofumi-sama.

―¿Qué pasa?

―Tengo una idea. ¿Crees que puedes atraer la atención del enemigo?

―¿Tienes un plan?

―Sí…

Um… Así que Raphtalia quiere probar algo, ¿pero el qué? Ya entiendo. Quiere ocultarse y después escabullirse detrás de ellos. Ella es buena en eso.

Eso debía ser lo que pretendía.

―Muy bien. Haré lo que pueda. ¡Vamos!

―Hagámoslo.

―¡Valeeee!

―¡Allá vamos!

Aun así, no había forma de que ganásemos contra los tres héroes. Pero ése no era mi plan, de todos modos. Todavía había una manera de escapar.

―Raphtalia, mantén la distancia.

―Sí.

―¡Vamos!

―¡HIYAAAAAAAAAAH!

Filo encabezó la carga. Justo como le dije, corrió directamente hacia Motoyasu, pero esta vez él sabía lo que se acercaba y preparó su lanza. Estaba seguro de que no le apuñalaría con ella.

―Ahora, Mel, voy a pedirte que tomes una pequeña siesta.

La Zorra sacó un pequeño paquete de medicina e hizo que la joven princesa lo inhalase. Cualquier persona de otro mundo que tuviese experiencia con el anime o las series de televisión japoneses la reconocería como una medicina que te dejaba sin conocimiento. Pero yo había estado aquí durante un tiempo. Sabía cómo era la Zorra, así que lo más probable era que esa medicina fuese a matar a Mel.

―¡Filo! ¡Ayuda!

―¡Mel!

Podía sentir, físicamente, el poder mágico de Filo acumulándose en los guantes.

―¡Haikuikiu!

Pareció desaparecer durante un momento, y entonces en un instante, se encontraba justo delante de Motoyasu, atacando su puño. Los guantes se veían diferentes. Los había llenado con tanta magia que estaban brillando pálidamente, y había unas garras mágicas creciendo desde ellos.

¿Cómo ha pasado eso? ¿La magia se ha cristalizado y endurecido de algún modo?

―¡Ugh! ¡¿Qué es esto?! ¡Su ataque es demasiado fuerte! ¡Para! ¡Detente, Filo!

Motoyasu se vio obligado a defenderse. Las garras de los guantes de poder estaban golpeando su objetivo en cada movimiento de su puño. Si podía hacer retroceder a Motoyasu de esa forma, su poder de ataque debía de estar por las nubes.

―¡Hiya! ¡Toma esto! ¡Hiya!

Filo era más fuerte en su forma de reina filolial, pero viendo cómo estaba peleando ahora con esos guantes, debía tener aproximadamente el mismo poder de ataque o incluso más.

Dado que tenía a alguien por quien luchar, estaba peleando con todo su poder mágico. El movimiento de sus piernas seguía restringido por el grillete, pero todavía podía utilizar su magia.

Yo estaba concentrado en Ren e Itsuki, pero miraba de vez en cuando a la pelea de Motoyasu. A pesar de que yo era su objetivo, ellos sabían que sus ataques no serían muy efectivos contra mí, y no parecían estar esforzándose mucho. Ren, en realidad, tenía la cabeza inclinada hacia un lado mientras sopesaba la situación. Sólo estaba observando.

Itsuki estaba convencido de que yo era su enemigo, pero no se había lanzado a atacarme todavía. Estaba seguro de que dispararía para proteger a Motoyasu, pero pensándolo mejor, ambos tenían un fuerte sentido de la justicia. No querían entrometerse en un combate de uno contra uno. Para ellos, eso no sería justo.

En cambio, debieron haber decidido interrumpir y detener mi Dama de Hierro a causa del riesgo de que pudiese matar a Motoyasu o algo por el estilo. Tenía que haber alguna forma de usar la situación a nuestro favor. Mi objetivo era conseguir que se centrasen en mí, no en Raphtalia. Me aseguré de no mirar en su dirección y lentamente retrocedí para que me siguieran. El momento de escapar aún se encontraba lejos, pero si podía hacer que se concentrasen en mí…

―¡He descubierto cómo utilizar esto!

Filo extendió las garras y las cruzó.

―Tornad…

―¡Lo siento! No me dejas otra opción, Filo. Esto dolerá un poco.

Motoyasu preparó su lanza, la apuntó hacia Filo y se dispuso a usar una habilidad.

―¡Lanza del Caos!

―¡Ugh!

Filo se cubrió con las garras y voló hacia el enemigo. Cuando casi le hubo alcanzado, empezó a girar y siguió avanzando directamente hacia él.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 3 Capítulo 18 Novela Ligera

 

―Qu…

Filo pasó girando a través de su lluvia de lanzas, le golpeó con sus garras y le mandó volando. Ahora se dirigía hacia la Zorra.

―¡Yaaaaaaaah!

La Zorra estaba intentando desesperadamente que Mel oliese la medicina antes de que Filo llegara hasta ellas. Pero fue demasiado lenta. Mientras Filo se aproximaba, dejó escapar a Mel en un intento de protegerse a sí misma.

―¡Mel!

Filo dejó de girar y cogió la mano de Mel en un solo movimiento, y después las dos salieron corriendo.

―Ugh…

Motoyasu había caído pesadamente en el suelo. Ahora estaba luchando por ponerse de pie mientras las miraba.

―Aléjate, Mel. Voy a acabar con el tipo de la lanza y después huiremos.

―Vale.

Filo se giró hacia Motoyasu y preparó sus garras. Éste era el comienzo de una nueva batalla. Donde antes había una batalla de uno contra uno entre Filo y Motoyasu, ahora estaba la Zorra ayudando a Motoyasu y Mel a Filo. Los demás estábamos mirando, y de repente comenzó la batalla.

―¡Puedes hacerlo, Filo! ¡Disparo Acuático Zweite Múltiple!

―¡No necesitamos a un bebé que se cree mejor que su hermana mayor! ¡Llamas Infernales Zweite!

La Zorra y Mel estaban lanzándose hechizos la una a la otra.

Estúpida Zorra. ¿En qué estaba pensando? Se encuentra la última en la línea de sucesión al trono, ¿y aun así se mete con su hermana? Bien, entonces, si esto es una batalla por la sucesión, yo sé a quién debo apoyar. Esa Zorra no es apta para sentarse en un trono.

―¡Martillo de Tierra Zweite!

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―¡Flecha Ígnea Zweite!

Pero los otros miembros de los grupos de los héroes eran peores de lo que esperábamos. En vez de dirigir sus ataques hacia Filo, estaban apuntando a Mel.

―¡¿Qué estáis haciendo?!

Ren intervino y rechazó la magia que habían dirigido volando hacia Mel.

―¡¿Estáis intentando matar a la princesa que se nos ha encargado proteger?! ¡Incluso si le han lavado el cerebro, tenemos que protegerla! ¡Pensad en su nivel!

Exacto. La joven princesa era a quien se suponía que tenían que proteger Ren, Itsuki y Motoyasu. La Zorra podía desear matar a su hermana pequeña, pero los héroes no querían que eso ocurriera. Ésta era nuestra oportunidad. Podía ponerlos de mi parte.

―Pero el Héroe del Escudo ya le ha lavado el cerebro a la princesa. ¡No es capaz de controlarse!

―¡Aun así, si no os contenéis, la mataréis! ¡Obviamente ella no está intentando atacarnos!

La magia de la princesa era claramente una amenaza y nada más, ya que todos sus hechizos pasaban justo entre Filo y Motoyasu. Tenían bastante espacio para esquivarla. De hecho, parecía que la Zorra y sus amigos estaban usando su magia directamente contra la princesa, como si intentasen matarla. Era tan obvio que incluso Ren lo descubrió.

―¡Sabéis que su nivel no es muy alto! ¡Si la golpeáis con esa magia, morirá!

Tenía la sensación de que la Zorra probablemente era muy consciente del nivel de Mel. ¿No entendían que estaba intentando MATARLA?

―Eso…es cierto…

La Zorra se dio la vuelta, frustrada. Suspiró y después asintió.

―Ren, Itsuki. Ella quiere a la princesa muerta. ¿No lo veis?

―¡¿Qué?!

―Myne es la segunda en la línea de sucesión al trono, la joven princesa es la heredera actual. Estoy seguro de que podéis deducir lo demás.

―¡No escuchéis sus mentiras! ¡Héroe del Arco! ¡Héroe del Escudo!

―¿Por qué tienes tanta prisa? Sabéis que es verdad. Solo preguntadles a vuestros compañeros.

Ren e Itsuki se encontraban visiblemente alterados. La Zorra estaba actuando de una forma tan sospechosa que debería haber sido evidente para cualquiera. Tal vez les estaba influenciando mi poca fiabilidad, o lo que fuera. Pero era VERDAD, y si pensaban en ello durante un momento lo descubrirían pronto.

―¡Así es cómo le lava el cerebro a la gente! ¡No le escuchéis!

Qué excusa tan molesta.

―¡Ella tiene razón! ¡Muere! ¡Héroe del Escudo!

Uno de los compañeros de Itsuki iba vestido con una llamativa armadura. Me atacó con su hacha. ¡Pero eso era justo lo que estaba esperando!

―¡Hiyaaaaah!

―¡Toma ésa! ¡Muere! ¡Demonio del Escudo!

Usé mi escudo para detener su ataque.

―¡Ahora! ¡Atacad mientras tiene la guardia baja!

―¡Sí, señora!

―¡No ataquéis!

―¡Sí, no lo hagáis! ¡Debéis tener cuidado, son peligrosos!

Los miembros de los grupos de Ren e Itsuki ignoraron su orden de detenerse, y se precipitaron hacia nosotros todos al mismo tiempo. Formaron un gran grupo y se aproximaron juntos, pero no estaban acostumbrados a luchar de esa manera.

¡Ésta era nuestra oportunidad! Todos ellos creían que yo no tenía ninguna forma de contraatacar, pero estaban muy equivocados. Utilicé la Auto-maldición Ardiente, con su centro en mí mismo, y quemé toda la zona.

―¡¡¡¡ARGH!!!!

―¡Hiyaaah!

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―¡¿Q-Qué?!

Itsuki estaba aturdido, en silencio. Nos miraba fijamente. Ren saltó y desvió un ataque mágico que se dirigía hacia la princesa. Intentó contraatacar, pero fue demasiado lento y terminó fallando.

―Ugh… Mi cuerpo…

Todos, incluido el tipo de la armadura, habían caído al suelo. No podían levantarse.

―No creáis que no puedo pelear. Este escudo está lleno de poder.

―Ugh…

Ren envainó la espada con un quejido. Itsuki hizo lo mismo. Se giraron hacia sus compañeros y empezaron a lanzar hechizos curativos sobre ellos. Qué mal. La Auto- maldición Ardiente les había afectado, y eso haría que fuese difícil curarles. Sin embargo, ver a sus grupos sufrir no me había hecho ganar la simpatía de Ren e Itsuki. Seguir negociando ahora sería complicado.

―¡Racimo de Espadas Rojas!

―¡Lluvia de Flechas!

Ambos se giraron y lanzaron ataques voladores hacia mí. Cuando Ren invocó Racimo de Espadas Rojas, aparecieron numerosas espadas en el cielo que empezaron a caer sobre mí. Al mismo tiempo, Itsuki tensó la cuerda de su arco y apuntó hacia el cielo. Cuando soltó la cuerda, comenzaron a caer flechas de luz sobre nosotros. Ambos eran ataques a distancia.

―Ugh…

Rápidamente me cubrí la cabeza con el escudo y bloqueé las espadas y las flechas. Maldición. Realmente dolía. Podía sentir mis nervios tensándose por el dolor.

―Debe ser eso.

―Sí, yo también lo creo. Ese poder no está en el juego, pero es lógico que funcione de esa forma.

―Sólo responde a los ataques cuerpo a cuerpo.

Estaban en lo cierto. Auto-maldición Ardiente parecía la habilidad perfecta, pero sólo se activaba en respuesta a los ataques cuerpo a cuerpo. Una vez que descubrieron eso, el Escudo de la Ira II se volvió la mitad de útil.

El simple hecho de saber que tenía un contraataque automático que podía herirles fue suficiente para evitar que nos atacasen. Pero si habían averiguado cómo evitarlo, podían hacerlo a distancia hasta que cayese.

Si realmente lo habían descubierto, la batalla se volvería todavía peor. No podía simplemente mantener equipado el Escudo de la Ira II y esperar a ganar. Si la situación iba a seguir empeorando, tendría que cambiar a otro escudo, lo cual significaba que ellos sólo tendrían que esperar el momento para… No. No sabía cuánto tiempo podría mantener equipado el Escudo de la Ira II, por lo que no podía seguir esa línea de pensamiento. Mi única opción era poner mis cartas sobre la mesa, engañarles era una buena estrategia.

―¿Qué pasa? Os habéis dado cuenta de que puedo soportar cualquier ataque que me lancéis, ¿no?

―Apuesto a que estás mintiendo.

―Sí, si atacamos todos a la vez, estoy seguro de será efectivo. Por no tener en cuenta a todos los caballeros que hay reunidos a lo largo del camino.

¡Maldita sea! No parecía que fuesen a caer en eso. Pero en realidad, no era lo que pretendía.

―¡No puede responder a ninguno de mis ataques! ¡Disparo de Águila Penetrante!

Itsuki disparó una flecha hacia mí, y mientras volaba, cambió de forma hasta parecerse a un águila. Me concentré en el disparo de energía con forma de ave y fui capaz de ver las flechas en su interior. Estaba volando recto y rápido, muy rápido.

Basándome en el nombre del ataque, parecía seguro asumir que era un ataque perforante. Había jugado muchos RPG’s en línea, así que estaba bastante familiarizado con los ataques de los arcos. Penetrante significaba que podría atravesarte, dejando un agujero. Si su habilidad era una flecha capaz de realizar un ataque así, probablemente significaba que yo no iba a poder detenerlo con mi escudo. Y eso quería decir que, si no quería recibirlo, tendría que salir de su alcance o encontrar alguna forma de atraparla antes de que me golpease. ¿Podría hacerlo? Sin duda sería peligroso. Me concentré.

Me centré en el águila de energía voladora, estiré el brazo y rocé su cabeza. Entonces, mis dedos encontraron su cuello. Cerré el puño a su alrededor y la detuve.

―¡¿Qué?! ¡¿Acaba de atrapar al vuelo mi Disparo de Águila Penetrante?!

Gritó Itsuki. Estaba claramente sorprendido por mi reacción. El águila de energía, sorprendentemente, no era muy fuerte. La apreté y se desmoronó.

―Ya está, la he detenido. Ren, piensa en ello. Sabes que esta batalla no es justa.

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―¿En qué sentido?

―Toda esta gente es excesivamente hostil hacia mí. Y están usando un escudo de lavado de cerebro imaginario para justificar sus acciones. Si el Héroe del Escudo tuviera un arma como ésa, entonces vosotros también deberíais tener una, ¿no?

―…

Sí. Conseguiría calmarles, y después haría que abandonasen la batalla. En cuanto a la Zorra, si los héroes no la apoyaran, no tendría más remedio que retirarse.

O eso creía. La Zorra invocó rápidamente una bola de luz y la lanzó hacia el cielo.

―¡He llamado a los refuerzos! ¡Todos los soldados del país llegarán aquí de un momento a otro!

Maldición. Ahora realmente están acercándose.

―¡Hiya! ¡Toma eso!

¡Buum!

―Ugh…

Filo lanzó un aluvión de puñetazos hacia Motoyasu. Casi parecía que estuviese bailando. Giraba formando pequeños círculos y golpeándole con sus garras. Él estaba completamente a su merced.

Me quedé sorprendido por lo bien que podía luchar en su forma humana. Esperaba poder poner a Ren e Itsuki de nuestra parte, pero ¿eso seguía siendo posible? No tenía tiempo para preocuparme por ello. Los soldados habían llegado.

―¡Por fin! ¡Aquí está el Héroe del Escudo, que ha secuestrado a la princesa! ¡Matadle!

―¡Sí!

Los soldados prepararon sus arcos y me atacaron desde la distancia.

―¡Esperad! No he terminado de explicarlo.

Antes de que pudiese acabar, las flechas empezaron a llover a nuestro alrededor. Había flechas mágicas de fuego entre ellas.

Yo era el único que se estaba enfrentando a los proyectiles. No sé si manipulaban las flechas con magia o algo, pero todas estaban volando directamente hacia mí. Los soldados no eran tan poderosos como los héroes, pero aun así eran muy peligrosos.

―¡Myne! ¡Todavía estamos hablando!

―No, Ren-sama. ¡No deberías escuchar al Escudo! ¡Usará el Escudo de Lavado de Cerebro para controlarte!

¡Esa Zorra, no se rinde nunca!

Podía decir lo que quisiera, pero a mí no me engañaba. Incluso ahora, estaba tratando de lanzar hechizos hacia Mel. Estaba tan claro como el día. Los miembros de sus grupos actuaban de forma extraña. Era como si estuviesen siendo poseídos con magia.

¿Qué está pasando?

Podía sentir una fuerza poderosa y opresiva en las proximidades. Algo mucho más poderoso que la magia normal.

―¡Toma! ¡Esto acabará contigo!

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La Zorra y los soldados a su alrededor terminaron de invocar un hechizo, pero ella no lo mandó volando hacia mí, sino que atacó a la princesa.

―Magia Grupal.

Una gran bola de fuego apareció en el cielo. ¡Si caía sobre la princesa, sin duda moriría! Pero entonces…

―Lo siento. No puedo permitir eso.

Desde detrás, y justo a través del hombro de la Zorra, apareció la hoja de una espada.

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