Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 10: La Mejor Apuesta del Mundo

Capítulo 5: ¡Poniéndole Fin a esta Conspiración!

Parte 4

Después de nuestro éxito rotundo, continuamos yendo al casino todos los días.

―¡Ya viene!

La cara del gerente palidecía cada vez que me veía entrar por la puerta. Al principio seguramente pensó que sería imposible seguir ganando de una manera tan infalible, pero pasados unos días, me miraba con una expresión de aborrecimiento mientras jugaba. Al final, tras haberme visto asaltar la banca noche tras noche, ya no pudo seguir aguantando más este despropósito.

―¿Señor? Umm, debido a su increíble habilidad, nuestro negocio se verá obligado a cerrar en un futuro próximo. Prometemos darle una compensación por dejar de apostar, de modo que, por favor…

―¿Pero este casino no es propiedad del estado? Es imposible que el negocio se arruine a no ser que el reino entero entre en quiebra. No pasa nada si están en números rojos, ¿sabe? Para empezar, el príncipe de Elroad en persona me aconsejó que viniera al casino a relajarme. Tome, aquí tiene, la tarjeta VIP que me dio.

―¡¿E-El príncipe?! N-No puede ser, ¿cómo…?

De nuevo volví a apostar hoy hasta que me que cansé delante del gerente en estado de estupefacción.

***

Pasaron dos días desde mi conversación con él. Por la forma en que el dinero ganado en las apuestas se estaba amontonando como una bola de nieve, los fondos adicionales para la guerra ya eran mucho más que un sueño.

―E-E-Estimado caballero, umm, le comunico que el casino planea cerrar temporalmente a partir de mañana. Y bueno, como cliente habitual nuestro que es, he sentido la necesidad de informarle…

―Oh, ¿de verdad? Bueno, pues hasta que no consigamos llegar hasta nuestro objetivo, nos quedaremos viviendo aquí durante todo el tiempo que sea necesario, aunque sean años. Aunque no creo que hayan pensado una cosa, y es que si el casino permanece cerrado durante tanto tiempo, ¿de dónde sacará el dinero este país para mantenerse al nivel actual?

―Tantos años…

Incluso pretendían arriesgarse a suspender el negocio temporalmente con tal de evitar que siguiera apostando.

***

―¡Estimado caballero, se lo suplico! ¡Por favor! ¡Por favor, no siga! ¡Mis superiores me están presionando todos los días, por favor, apiádese de mí!

―Ya se lo he dicho, no pasa nada, no paaasa naaada. Tengo la aprobación del príncipe, después de todo. Si tiene alguna queja, dígasela a él y no a mí, ¿vale?

El gerente empezó a llorar con mi respuesta.

***

Justo cuando pretendíamos entrar (otra vez) en el casino al día siguiente, un emisario del palacio nos paró. Dijo que el príncipe solicitaba nuestra presencia y que no podíamos aplazarlo para otro momento. Fuimos conducidos hasta el castillo y entramos en la sala de audiencias sin detenernos para nada.

―Se los suplico, ya váyanse de una vez.

Al vernos, agachó la cabeza inmediatamente y casi nos imploró que nos fuésemos de su reino. Tenía un aspecto demacrado y cansado a pesar de que lo habíamos visto hacía muy poco tiempo.

―Oye, oye, le dijiste a Iris que fuera a relajarse a los casinos, ¿no? Pues eso es lo que estamos haciendo, relajarnos. Cuando hayamos terminado de descansar volveremos a casa.

―¡No, espera, si siguen ganando de esa manera ya no podré seguir tomándomelo como una broma! ¡A este ritmo, mi nación ya te habrá dado prácticamente todos los fondos adicionales que me pedían hace unos días!

Di lo que quieras, pero no vamos a retirarnos ahora…

―Dices que su país es la gran nación de los casinos, por tanto ¿no crees que sería una vergüenza expulsar a unos clientes solo por haber tenido una buena racha? ¿Qué es eso, eh? Lo único que hemos hecho ha sido jugar un poco en uno de sus casinos, ¿dónde está el problema ahí?

―Ggh… Mi… mi reino tiene unos problemas concretos que no nos permiten continuar con el mismo nivel de vida que antes…

Eso es lo que dijo la otra vez. Umm… aunque seguramente no tiene nada que ver con nosotros.

―Oh, ¿y a qué te refieres con “unos problemas concretos”? ¿Por qué no quieres contárnoslo?

Iris se acercó al trono y le preguntó. El príncipe perdió la compostura durante un instante y su expresión pareció indicar que reconocía su culpa.

―No, es solo que…

Pero justo en ese momento lo interrumpieron.

―Mi país tiene la intención de formar un acuerdo con el Rey Demonio.

El primer ministro dijo de pronto algo que sería impensable en cualquier lugar de este mundo y además lo hizo con total tranquilidad. Las personas que también estaban en la sala de audiencias ya parecían conocer este asunto, puesto que a ninguno de ellos se le vio asombrado.

―¡Ragcraft, no…!

El príncipe levantó rápidamente la mano para detener al ministro, sin embargo él continuó.

―Ahora mismo este reino se encuentra en mitad de unas negociaciones con el ejército del Rey Demonio. En caso de que los demonios consigan vencer a su nación, su rey nos ha prometido que no nos atacará con la condición de cortar todo apoyo al reino de Belzerg.

Darkness apretó los dientes al escuchar la explicación del primer ministro, que hablaba con indiferencia a pesar de ser un asunto muy importante.

―¡Bastardo, ¿cómo has podido confiar en una promesa del Rey Demonio?! ¡¿Es que no tienes dignidad como ser humano?!

En contestación a la caballero, que se había puesto furiosa como nunca antes…

―Sin embargo es cierto que el reino de Belzerg es incapaz de resistir ante las fuerzas del ejército del Rey Demonio. Por ahora ambos bandos se encuentran en un empate, pero nunca se sabe cuándo saldrán de ese estado de la batalla donde no hay un vencedor claro. Nuestro reino apuesta por la neutralidad, y por tanto, al quedarnos al margen del conflicto, estamos tomando la mejor decisión como líderes de este país que somos, ¿no le parece?

El primer ministro arrugó la frente al plantearnos esa cuestión, aunque no parecía que en sus palabras hubiese habido una sola pizca de sinceridad.

Bueno, la verdad es que yo tampoco quiero verme involucrado en nada que tenga que ver con el Rey Demonio, así que no es que no entienda por qué han actuado de esa forma. Pero soy el hermano mayor de Iris y he venido aquí para ayudarla.

Mientras pensaba desesperadamente en una forma de acabar con todo este problema, Darkness volvió a levantar la voz al no quedarse contenta con esa justificación.

―¡Y pensar que el dirigente de un país pueda confiar en el Rey Demonio…! ¡Escúchame atentamente, el Rey Demonio es un ser terrible que secuestra mujeres e incluso niñas para “jugar”, así es como se divierte! ¡Un monstruo en todos los sentidos de la palabra que rapta tanto a princesas como a mujeres caballeros para abusar de ellas sexualmente con métodos abominables, repugnantes y de una crueldad infinita, así es el Rey Demonio!

―¡N-No digas esas cosas tan irrespetuosas! No, quiero decir, ¿dónde has escuchado esos rumores? En realidad yo soy la persona que está a cargo de las negociaciones y, por todas las conversaciones que hemos mantenido, puedo asegurar que el Rey Demonio es alguien bondadoso y un miembro digno de confianza de la raza demoníaca…

El primer ministro trató de defender al Rey Demonio intencionadamente con esas palabras que no eran adecuadas en absoluto para alguien que pertenecía a la raza humana. Sin embargo…

―Di lo que quieras, pero eso que te he contado sobre él está en boca de todos… Además de eso, he oído que también es un lolicon. La gente dice cosas como “el Rey Demonio es el pervertido número uno del continente y le gustan los jueguecitos depravados”, “el Rey Demonio es gay” y otras cosas parecidas…

―¡¿Quién diantres va por ahí difundiendo esos rumores falsos?!

Mirando al ministro, que se había enfurecido como si esos insultos fueran dirigidos a un amigo suyo, Aqua puso una expresión triunfante e intervino sin pedir permiso a nadie.

―¡Esos rumores los hemos ido contando nosotros, el Culto de Axis! Mis hijos utilizan sus propios métodos para difundir la imagen que tengo yo del Rey Demonio, ¿sabes?

―Eh, te lo voy a preguntar otra vez, la razón por la que el Rey Demonio está atacando a la humanidad no es por tu culpa, ¿verdad?

Al enterarse sobre lo que había hecho el Culto de Axis, el primer ministro se llevó las manos a la cabeza exasperado.

Por alguna razón no le importa que le hablen de esa manera, debe de estar perdiendo el juicio. No es como si no pudiera comprender por qué está intentado defender al Rey Demonio, que es su socio en las negociaciones, pero…

Fue entonces cuando…

―¿Um, príncipe Levi? Te haré un resumen de la situación; el Rey Demonio dijo que cuando el reino de Belzerg cayera en las manos de su ejército, el próximo que atacaría sería Elroad. Como condición para que esto no sucediera, ofreció al primer ministro Ragcraft formalizar un trato con él y trabajar juntos. Creo que fue algo así. Dicho esto, si tú que eres el príncipe ya conocías esta situación y tomaste esa decisión con el objetivo de salvar a tu pueblo, entonces no pondré objeciones.

La princesa, que aún se mostraba tímida, atenta, fuerte y amable, pensó en utilizar una forma pacífica de salirse con la suya…

―Por favor, puedes estar tranquilo. Para que la relación entre nuestros países no se vea debilitada, hablaré con mi padre y le aconsejaré que trate de llevarse bien con Elroad… Confío en mi habilidad para juzgar a las personas, ¿sabes? En nuestro primer encuentro, de algún modo fui capaz de ver que realmente no me odias. Es solo que a veces puedes resultar un poco engreído, al menos así es como yo lo siento.

Y le dijo todo esto al chico, que seguía con la cabeza gacha…

―La familia real de Belzerg es muy fuerte. Estoy segura de que incluso sin la ayuda de su país, nosotros jamás perderíamos contra el ejército del Rey Demonio. Por eso…

Hablaba con un tono dulce y amable, como si estuviera consolando a un niño.

―Por favor, no pongas esa cara tan triste.

Le mostró una sonrisa inocente para intentar animarlo.

―…Parece que todo el mundo me considera un príncipe idiota.

Dijo él mismo sentado en el trono de la sala de audiencias que normalmente habría estado ocupado por el rey. De pronto levantó la cabeza y empezó a hablar con un tono más fuerte.

―Al parecer la gente va por ahí diciendo que no me importa la política y que paso la mayor parte del tiempo apostando o sin hacer nada.

Con la mirada dirigida a Iris, que parecía algo impresionada por el cambio repentino de los acontecimientos, el príncipe finalmente mostró una sonrisa que encajaba bastante más con su edad.

―¿Te gustaría jugar una última prueba contra mí? Y esta vez sin trucos, ¿de acuerdo? Si consigues ganarme… ¡entonces destinaré todos los recursos posibles para que el reino del Belzerg acabe con el ejército del Rey Demonio!

―¡¿P-Príncipe?!

Al mismo tiempo que el primer ministro dejaba salir un grito de horror, Levi se sacó una moneda y me la enseñó. A continuación escondió sus manos detrás de la espalda con la moneda en uno de sus puños para acabar estirando los brazos hacia delante.

―…Y ahora dime, ¿en qué mano está la moneda?