Overlord

Volumen 9: El Lanzador de Magia de la Destrucción

Capítulo 1: Una Guerra de Palabras

Parte 3

 

 

Jircniv llegaba a un cuarto hemisférico que parecía ser un teatro. Estaba situado frente a un par de puertas dobles enormes. Intrincadas estatuas decoraban ambos lados de la puerta. Bellas diosas a la derecha y demonios de aspecto cruel a la izquierda. Incontables estatuas de aspecto ominoso.

Hacían que los que las miraban pensaran en ‘Las Puertas del Juicio’.

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Jircniv reflexionaba sobre las puertas mientras las miraba.

El enorme cuarto era silencioso, tan silencioso que imaginaba que podía oír el metafórico ‘sonido del silencio’.

De hecho, ninguno dentro del contingente Imperial había dicho una sola palabra desde que habían sido llevados a este lugar. Los únicos sonidos eran aquellos del roce de las armaduras.

Antes de llegar a esta habitación del silencio, habían pasado a través de lugares de belleza incomparable en su camino hasta aquí y sus almas les habían sido robadas por las maravillas de las que habían sido testigos.

Sería demasiado esperar que ellos no habían sido cautivados por las visiones míticas que habían presenciado.

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En verdad, incluso Jircniv encontraba difícil controlar el impulso de mirar los alrededores abiertamente boquiabierto dado el magnífico mundo por el que habían atravesado.

Jircniv daba un vistazo sobre el hombro para mirar a sus subordinados que lo habían seguido hasta aquí.

Detrás de él se encontraban Baziwood y diez guardias reales especialmente seleccionados, Fluder y cuatro de sus acólitos, Roune, su secretario y los sacerdotes de la orden de caballeros. Leinas y los otros guardias reales se habían quedado atrás con los carruajes por seguridad.

Todos los que lo seguían —con la excepción de Fluder— tenían los hombros retraídos cerca al cuerpo.

Esto era debido a que recordaban constantemente cuan pequeños e insignificantes eran, mientras presenciaban unas vistas que la élite artística del Imperio tendría difícil reproducir.

La Gran Tumba de Nazarick era una tumba sólo en nombre. En realidad, era un mundo hermoso que era más cercano a un reino divino que a cualquier otra cosa. La impresión que tenían del gobernante de este lugar, del lanzador de magia Ainz Ooal Gown, era casi indescriptible.

La sonrisa en el rostro de Jircniv estaba llena de burla, dirigida a sí mismo. Los humanos naturalmente agacharían la cabeza ante aquellos que los sobrepasaban. Cualquiera que no estuviera impresionado por estas maravillas arquitectónicas y artísticas seguramente debía poseer el sentido estético de una piedra.

(…Esto es muy inquietante.)

Ainz Ooal Gown esperaba detrás de esa puerta. Era un lanzador de magia que sobrepasaba incluso a Fluder Paradyne. De hecho, tal vez no había nadie igual a él en el pasado o en el futuro. Su magnífico hogar excedía por mucho la capacidad de imaginación de los humanos y sus seguidores poseían un poder increíble. Era un ser que poseía todas las ventajas que Jircniv podía imaginar.

¿Por qué alguien así se esconde en un lugar como éste? Aunque Jircniv no podía saber la respuesta, probablemente lo averiguaría muy pronto.

Esperaba lograr por lo menos eso durante las discusiones por venir.

(Dudo que quede satisfecho con una simple disculpa luego del espectacular despliegue de fuerza que ha dado.)

En un inicio, los planes de Jircniv eran determinar los deseos de Ainz Ooal Gown y entonces concedérselos para lograr obtener beneficios para el Imperio. Toda esta charada de venir a disculparse era una simple excusa para lograr ese objetivo.

Sin embargo…

(Como si yo pudiera siquiera imaginar conceder los deseos de alguien tan poderoso como éste. No podría hacerlo, incluso si tuviera más riqueza y poder de las que tengo.)

Del mismo modo que una pequeña piedra preciosa no llamaría la atención de Jircniv, era imposible que Ainz Ooal Gown estuviera interesado en nada de lo que Jircniv podía ofrecerle.

Para comenzar, las riquezas estaban completamente fuera de discusión.

(Y sobre proveer apoyo militar…bueno, ¿Por qué estaría interesado en cosas que son muy inferiores a las suyas?)

Incluso usar miembros del sexo opuesto como trampas de miel sería imposible. Jircniv recordaba esto con firmeza mientras pensaba sobre Yuri y las otras sirvientas.

Ofertas de rangos y autoridad serían inútiles para alguien que vivía en un lugar como éste.

Jircniv se preguntaba si los deseos humanos podían mover el corazón de Ainz Ooal Gown.

“…Sería muy difícil, eh.”

La mente de Jircniv había pensado en incontables estratagemas y tácticas para usar contra Ainz Ooal Gown.

La conclusión a la que había llegado era que él no podía superarlo.

El mejor resultado que podía esperar era que Ainz no lo considerara un enemigo.

(Las condiciones de victoria para este compromiso son: El Imperio sigue intacto y que yo regrese con vida.)

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Mientras daba voz a estos pensamientos, Jircniv se daba cuenta de que lo había dicho con un volumen de voz más alto del que había imaginado. Sin embargo, nadie alrededor del él reaccionaba. Estaban demasiado fascinados por lo que los rodeaba.

“Éste es el cuarto del trono. Ainz-sama espera por usted adentro.”

Luego de eso, Yuri anunciaba que su rol había terminado y hacía una profunda reverencia hacia Jircniv.

Como si estuvieran esperando por estas palabras, las enormes puertas dobles giraban lentamente abriéndose por sí mismas.

Muchas súbitas ingestas de aire llegaban a los oídos de Jircniv. No eran sólo uno o dos casos sino más de diez. Probablemente muchos más de la mitad de los que habían venido a este lugar. Muchos entre ellos no habían sido capaces de controlar su determinación y permitían que sus rostros mostraran los deseos que tenían de huir. En otras palabras, muchos en el contingente Imperial estaban esperando que las puertas no se abrieran.

Era precisamente debido a esa razón que Jircniv estaba agradecido que las puertas se abrieran automáticamente. Quién sabe cuánto hubiesen tenido que esperar si primero necesitaban reunir el valor para atravesar esas puertas.

El techo que podían ver era muy alto y muy amplio. Las paredes eran predominantemente blancas, con extensas decoraciones de oro e iluminaciones.

Candelabros multicolores, hechos de piedras preciosas de todos los colores del arcoíris, se encontraban suspendidos sobre el techo, irradiando una luz extraña. Y unas banderas colgaban de perchas ubicadas en las paredes.

Jircniv y los otros se ponían pálidos al tiempo que un aire opresivo los envolvía viniendo desde el interior del cuarto.

Una alfombra carmesí recorría el centro de la habitación y a los lados se encontraban una serie de seres inconmensurablemente poderosos.

Demonios, dragones, seres humanoides de formas extrañas, caballeros en armadura, insectos bípedos y elfos. Cada uno diferente al otro, pero una de las cosas que tenían en común era el sobrecogedor poder que cada uno poseía. Tales seres se encontraban en dos filas a ambos lados de la alfombra y se sentía demasiado desalentador intentar contarlos.

En silencio, miraban a Jircniv y compañía. Aunque estaba dicho que uno podía sentir cierto tipo de fuerza en la mirada de aquellos en una posición de poder, esta era la primera vez que Jircniv sentía una fuerza física presionando sobre él mientras miraba los ojos de alguien.

El sonido de suaves gemidos y el temblor de las placas de metal de las armaduras venían de detrás de Jircniv.

Era prueba de que sus súbditos sentían miedo más allá de la razón.

Sin embargo, Jircniv no planeaba reprochar a sus subordinados por mostrar miedo. En lugar de eso quería elogiarlos, porque cada uno de ellos había conquistado ese miedo y se encontraba detrás de él.

Habían permanecido firmes de cara a este terror primordial del principio de la humanidad.

La evaluación de la peligrosidad de Ainz que Jircniv sentía se incrementaba varias docenas de puntos al mismo tiempo. Hasta ahora él había mantenido su guardia en alto y ésa evaluación del poder de Ainz había estado cambiando siempre, elevándose desde que llegó aquí. Pero había sido demasiado ingenuo por mucho.

El asunto de lidiar con Ainz Ooal Gown no era ya simplemente un asunto concerniente a la supervivencia del Imperio, sino más bien era concerniente a la supervivencia de toda la raza humana. Incluso de los semi-humanos.

Los ojos de Jircniv seguían la alfombra roja hacia adelante.

Ante ellos se encontraban unas escaleras y alrededor de ellas estaban reunidas varias personas que Jircniv consideraba eran los asistentes de Ainz. Una bella niña de cabello plateado. Un monstruo de color azul blanquecino que parecía un insecto erguido. Un hombre parecido a un sapo en un traje. Los gemelos de antes. Aquí Jircniv sentía algo de alivio. Si resultaba que los que habían barrido con sus guardias reales eran soldados de a pie, eso sería difícilmente algo de lo que reírse.

Sobre ellos, en las escaleras, se encontraba una hermosa mujer con alas y justo detrás de ella…

“Eso es…”

Sobre un trono de cristal estaba sentada la personificación de la muerte. Sosteniendo un bastón de apariencia extraña en la mano.

Era un monstruo con un cráneo por cabeza.

Era como un ser que había sido formado luego de concentrar la oscuridad en un solo punto.

Era Ainz Ooal Gown.

Una corona magnífica descansaba sobre su cabeza y su cuerpo estaba cubierto de una lujosa túnica azabache. Unos anillos relucían brillantes sobre sus dedos. Incluso desde tal distancia, Jircniv podía ver claramente que los exquisitos accesorios que Ainz llevaba estaban más allá de las habilidades de sus artesanos en el Imperio.

Unos puntos de luz roja como sangre brillaban dentro de las órbitas oculares vacías del cráneo de Ainz Ooal Gown. Mientras cubrían a Jircniv y a su contingente se sentía como si los estuviera saboreando.

Jircniv estaba conmocionado por el hecho de que Ainz no fuera humano y al mismo tiempo se sentía aliviado.

Era debido a que Ainz no era humano que Jircniv podía aceptar honestamente que Ainz era un ser superior que lo sobrepasaba por mucho.

“Hu…”

Jircniv exhalaba en silencio.

Era prueba de su determinación.

Las puertas se habían abierto, pero no había pasado mucho tiempo desde eso. Ciertamente no había pasado tanto tiempo como para que nadie comentara sobre su inactividad. De todas formas, no podían esperar allí por siempre. Y así, Jircniv daba un paso al frente.

“”Vamos.”

Las palabras de Jircniv eran lo suficientemente bajas como para que sólo los que estaban detrás de él pudieran oírlo. Cualquiera que lo viera quedaría sorprendido por cómo podía hablar sin abrir la boca. No era magia, sino habilidad pura. Era una habilidad que era particularmente útil en momentos como éste.

Sin embargo, Jircniv podía sentir que nadie respondía a sus palabras.

Avanzar hasta los pies de Ainz, significaba que debían atravesar entre las filas de monstruos. Incluso aunque estaba seguro de que estos oponentes aterradores no los atacarían, caminar frente a estas criaturas requeriría de todas formas de muchísimo valor.

Su juicio de que no serían atacados era más que un simple deseo optimista.

Las razones para usar un cuarto del trono como éste eran usualmente para proveer un lugar formal para las comunicaciones oficiales y también para demostrar el poder nacional. Estos eran hechos que cualquiera sabría.

Esto significaba que las razones para escoger este lugar eran para demostrar el poder de Nazarick y para mostrar que no tenían intenciones de matar a Jircniv y a sus seguidores. Después de todo, si Ainz quisiera deshacerse de ellos simplemente los hubiese llevado a un matadero en lugar de aquí.

Los subordinados de Jircniv debían de haber entendido este hecho. Sin embargo, esa no era la razón por la que habían permanecido inmóviles.

La razón era simplemente porque no querían acercarse a Ainz.

Más allá de las filas de monstruos estaban los asistentes de Ainz Ooal Gown. El poder de esos seres estaba claramente más allá de poder ser estimado por un hombre cuerdo.

Y en el trono estaba el mismo Ainz Ooal Gown.

En gran medida, Jircniv se daba cuenta de algo en las profundidades de su alma.

Se daba cuenta de que estaban ante la presencia de lo que los hombres llamarían un dios.

Jircniv poseía un ítem mágico que lo defendía de ataques mentales, pero la presión que enfrentaba estaba más allá de la protección del ítem. Si perdía la concentración siquiera una vez, incluso el hombre conocido como el Emperador de Sangre sería incapaz de hacer nada más que arrodillarse ante Ainz.

Aún así, era precisamente por esta razón que debía ir.

Del mismo modo que Jircniv estaba observando a Ainz Ooal Gown, Ainz Ooal Gown estaba también observando a Jircniv. Y si no aprobaba lo que veía, ¿Qué le sucedería al Imperio en el futuro? Por lo menos, Jircniv tenía que lograr que Ainz reconociera su valor y por extensión asegurar la continua existencia del Imperio.

Jircniv se reía de su propia ingenuidad.

Qué había estado pensando con ‘una guerra de palabras’.

(Supongo que esto significaba arrepentirse de algo. Nada importa más. Todo lo que podía esperar ahora era minimizar el daño al Imperio.)

“¡Vamos!”

La severa orden de Jircniv estaba dirigida a sus subordinados, pero más importante aún para sí mismo, para lograr regresar a la realidad. Podía sentir que sus seguidores lo observaban expectantes.

Era una alfombra muy suave, pero en este momento para Jircniv, parecía ser demasiado ligera y efímera.

Con firmeza puso a un lado las innumerables miradas severas dirigidas hacia él y avanzaba manteniendo los ojos fijos en la persona ante él, Ainz Ooal Gown. Sus instintos le decían que si desviaba la mirada por un momento, ya no sería capaz de seguir moviéndose.

Jircniv no era un guerrero excelente ni nada como eso, pero la razón por la que podía seguir avanzando a la cabeza de sus hombres cuando sus guardias reales temían moverse era debido a la fortaleza mental que le había sido inculcada desde niño como Emperador.

Finalmente llegaba a la base de las escaleras, frente a los asistentes cercanos a Ainz Ooal Gown.

“Ainz-sama, éste es el gobernante del Imperio Baharuth, el Emperador Jircniv Rune Farlord El Nix, para su deleite visual.”

La voz dulce venía de la mujer con alas, parada al lado del trono. El tono dulce de su voz coincidía con su radiante apariencia.

En respuesta, el ser que era verdaderamente un dios de la muerte le hablaba a Jircniv.

“Estoy contento de que halla venido, Emperador del Imperio Baharuth. Soy el amo de la Gran Tumba de Nazarick, Ainz Ooal Gown.”

Una leve punzada de alivio recorría a Jircniv. Su voz era más normal de lo esperado…como la de un ser humano.

Si ese era el caso, entonces leer de sus palabras podía seguir siendo posible.

“Humildemente le agradezco esta su tan generosa bienvenida, Ainz Ooal Gown-dono.”

Uno no podía leer las expresiones faciales de un cráneo. ¿Qué tipo de saludo estaría más acorde con la situación actual? Jircniv reflexionaba cuidadosamente sobre esa pregunta.

Sin embargo, el que hablaba primero no era ni Jircniv ni Ainz.

“Ainz-sama. Es descortés que seres inferiores como estos humanos se dirijan a usted como si fueran iguales.”

Decía la voz de un hombre.

“「Arrodíllense」.”

Jircniv oía el sonido de innumerables placas metálicas golpeando el suelo pero no necesitaba darse la vuelta para saber qué estaba pasando. Sus súbditos debían de haberse arrodillado en respuesta a la voz del hombre. Al mismo tiempo podía oír el desesperado rechinar de dientes que venía de aquellos que querían ponerse de pie, pero no podían.

Debía ser algún poderoso tipo de efecto de dominación mental.

Si Jircniv no llevara el collar que nunca se quitaba, estaría arrodillándose como sus hombres.

Incontables miradas se centraban sobre Jircniv, el único que permanecía de pie. Eran miradas frías y clínicas, como si Jircniv no fuera más que un conejillo de indias.

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“…Suficiente, Demiurge.”

“¡Entendido!”

El monstruo parecido a un sapo llamado Demiurge hacía una respetuosa reverencia a su amo.

“「Liberando el control」.”

Casi podía sentir que la presión alrededor de ellos desaparecía y podía oír los suspiros de alivio de los que estaban detrás de él.

“… Jircniv Rune Farlord El Nix, mi subordinado ha hecho algo descortés a un noble invitado que ha venido de muy lejos a visitar mis dominios. Los pecados de los vasallos son los de su señor y como tal ruego por su perdón. Espero que este asunto pueda resolverse agachando la cabeza.”

Conmoción y desorden vinieron de las filas de monstruos detrás de ellos.

Incontables emociones se arremolinaban en el corazón de Jircniv.

Jircniv se mostraba cauteloso porque se había dado cuenta de que Ainz no era del tipo que resolvía sus asuntos usando sólo la fuerza bruta. Claramente, se trataba de una persona astuta y tenía que observarlo con cuidado.

Por ahora se sentía aliviado porque Ainz no era de ese tipo de personas. Al menos, Ainz no parecía ser alguien que aplastaría a Jircniv sin molestarse con una negociación.

Y más importante que todo, Jircniv estaba asustado. Él sabía sin ninguna duda que Ainz poseía la completa lealtad de los monstruos aquí presentes.

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Al mismo tiempo, Jircniv se daba cuenta con desagrado de que todo lo que había sucedido hasta ahora había ocurrido de acuerdo a los deseos de Ainz Ooal Gown. Era la sensación ominosa de que todo había tenido lugar justo como Ainz lo había planeado.

“No hay necesidad de disculparse por eso, Gown-dono. No es extraño que los subordinados de uno actúen como les plazca de cuando en cuando. Los ciudadanos de nuestro Imperio también hacen lo mismo. Y por eso, debo disculparme.”

Uno de los guardias reales que habían sido liberados del efecto de dominación se movía y de manera preocupada y con pánico colocaba una urna al lado de Jircniv. Jircniv debía de haberla tomado inmediatamente, pero era detenido por sus pensamientos.

(¿Pudieron las acciones del subordinado de Gown ser hechas con la intención de hacerme decir lo que acabo de decir? ¿Si ése es el caso, debería salirme del guion? No, esa no es una opción. Esto es como una pelea escenificada con espadas reales. Un solo tropiezo resultaría en graves heridas… eso sería muy malo.)

“Ésta es la cabeza del noble insensato que tomó acciones por su cuenta para irrumpir en su tumba… aunque no sé si ‘tumba’ es la palabra adecuada. Por favor acéptela.”

La urna contenía la cabeza del Earl* Femel. Él era el noble al que Jircniv había inducido a reclutar y enviar a los Trabajadores.
(*Earl es un título, es un miembro de la nobleza, el líder de una pequeña fuerza de hombres.)

Esos nobles que no eran ni bendición ni perdición eran elevados para ser usados en momentos como estos.

Los muertos no hablan. Aunque él no sabía cuanta información poseía Ainz Ooal Gown, pensaba que sería más prudente silenciarlo para prevenir más filtraciones.

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Era muy probable que Ainz haya enviado a sus emisarios porque los trabajadores habían irrumpido en sus dominios y quería que su amo se hiciera responsable por ello. Debido a esto, él tenía que negar todo conocimiento del incidente con la esperanza de mejorar sus relaciones.

La hermosa mujer parada al lado de Ainz asentía suavemente con la cabeza y el que se llamaba Demiurge tomaba la urna y subía las escaleras. Luego se arrodillaba ante Ainz y le presentaba la cabeza que se encontraba dentro de la urna.

Ainz levantaba la cabeza.

“La aceptaré. Pero, ¿Qué debería hacer con ella ahora? Sería un desperdicio tirarla simplemente.”

(… ¿Hmm? ¿Se burlará entonces? Ya veo. De lo único que estaba seguro es de que los Trabajadores eran contratados por Femel… la pregunta ahora es de dónde se filtraba la información…)

De pronto, la cabeza del Earl Femel se sacudía en la mano esquelética que la sostenía.

A simple vista, uno podía pensar que Ainz era el que la movía, pero una inspección más cercana revelaba la verdad. La cabeza estaba cubierta de algún tipo de líquido que Ainz la soltaba de su mano.

Al mismo tiempo que el cambio de posición obstruía su visión, una fuente de un pegajoso líquido negro emergía del suelo.

Luego de que el líquido había terminado de fluir, lo que quedaba era una enorme armadura metálica negra.

Era un Caballero de la Muerte.

Como si fuesen uno sólo, todas las personas detrás de Jircniv inhalaban fuertemente por la sorpresa.

“Cómo… pudo esto…”

Él lo había creado. Las palabras de la sirvienta habían sido ciertas. Jircniv quería morderse el labio con desesperación pero se obligaba a no hacerlo. No podía hacer un acto tan vergonzoso en público.

“Ve, ponte en la fila.”

Con un profundo gemido que parecía venir de algún lugar por debajo de la tierra, el Caballero de la Muerte descendía obedientemente las escaleras y se esfumaba del campo de visión de Jircniv.

(¿Cuántos más de estos Caballeros de la Muerte puede seguir creando Ainz Ooal Gown? No me digas que… ¿un número ilimitado, siempre y cuando pueda obtener cadáveres? Pero, si es capaz de eso…espera, antes de eso, ¿Puede crear no-muertos más poderosos? Eso significaría que…)

“Entonces, Jircniv Rune Farlord El Nix-dono.”

La suave voz de Azin hacía que Jircniv cobrara conciencia de sí mismo nuevamente y le sonreía fácilmente a Ainz.

“Ah, Gown-dono, bastará con que me llame Jircniv solamente. Después de todo, es un nombre largo.”

“¿Es así? Bueno entonces, Jircniv-dono. Para comenzar, permítame disculparme por ese impresentable comportamiento de hace un momento. Dado que mi maleducado vasallo fue descortés con usted y aquellos a los que dirige considero terminado el asunto de la invasión del noble a Nazarick. Entonces, eso es todo. Aunque hice que viniera de tan lejos, ahora es libre de marcharse.”

“…¿Ah?”

Nadie podía entender lo que estaba pasando.

“Ah, perdóneme. Temo que no oí bien sus palabras. ¿Podría repetirlas una vez más?”

“No hay necesidad de disculparse. Estará bien si regresa a casa. Después de todo, estaremos bastante ocupados por aquí dentro de poco.”

Ainz se encogía de hombros, como si hubiese estado bromeando.

Jircniv ya no tenía idea de lo que estaba pasando.

¿Podría ser que la disculpa era sólo un pretexto para hacer que él viniera a este lugar para cumplir algún otro objetivo? Ése claramente parecía que era el caso, pero las circunstancias parecían ser mucho más extrañas para ser explicadas de esta forma.

Algo no tenía sentido aquí.

(…Espera un minuto. ¿Qué acaba de decir?)

“Perdóneme pero… ¿Qué quiere decir con ‘estaremos bastante ocupados’?”

“Gracias a este incidente, ahora sabemos que seremos arrastrados a asuntos molestos incluso si no nos involucramos. Siendo ése el caso, estaba pensando que deberíamos movernos a la superficie para hacernos cargo de esos asuntos nosotros mismos.”

“Eso, eso significa que…”

“Primero, haremos que esos tontos que trataron de hacernos daños paguen un precio adecuado. Luego de eso, aplastaremos a todos las personas conflictivas que encontremos hasta que la paz que tanto anhelo sea restaurada.”

Esas palabras eran los desvaríos de un lunático.

No…Eso era incorrecto. Él no estaba loco. Cuando uno tomaba en cuenta la fuerza personal, militar y económica de Gown, esas palabras no eran para nada descabelladas. Era solamente que Jircniv, cegado por su limitada experiencia, encontraba difícil aceptar los hechos.


Ainz Ooal Gown era un hombre que podía hacer lo que había dicho.

Una incontrolable sensación de terror emergía desde debajo de los pies de Jircniv.

La Gran Tumba de Nazarick. Lo que se suponía debía haber sido un gigante dormido había sido despertado y estaba a punto de comenzar un reinado de terror en el mundo de la superficie.

(¿He sido llamado a este lugar para esto? ¿Ha sido ésta una declaración de guerra? ¿Qué debería hacer? ¡Ainz Ooal Gown ha esencialmente declarado la guerra al Imperio! ¿Debería arrodillarme ante él aquí mismo por el bien del futuro?)

En verdad, eso podría haber sido lo más sensato.

Sin embargo…el destino que les esperaba no sería placentero si aceptaban el gobierno de un monstruo. Era posible que Ainz simplemente matara a todos en el Imperio y los volviera a la vida como más Caballeros de la Muerte. Podría ser un destino incluso peor que simplemente la muerte.

Jircniv se devanaba los sesos como nunca lo había hecho en su vida. Por derecho, él debía de haber llevado esta pregunta de vuelta y consultado con docenas de sabios sobre cuál debería ser el rumbo adecuado de las acciones a tomar. Pero para entonces, ya sería muy tarde.

Con una sonrisa que cortaba a través de todo, Jircniv hablaba.

“Tengo una propuesta. ¿Qué tal si formamos una alianza?”

“Nos estás confundiendo con tus lacayos…¡uwah!”

Se oía una clara voz acampanada, seguida de un sonido de algo moviéndose con rapidez. La chica del cabello plateado fruncía el ceño, mientras Aura, parada a su lado, pretendía no saber qué pasaba.

Aunque la visión dinámica de Jircniv no era lo suficientemente buena como para haber visto lo que había ocurrido, parecía que la elfa oscura acababa de patear en la pierna a la chica del cabello plateado.


“…Oye, tú…”

“…Hacen mucho ruido. Silencio.”

Como un rey demonio, Ainz agitaba majestuosamente su brazo izquierdo pidiendo que se callaran.

Tales movimientos reales sólo podían haber nacido de largos años de gobierno sobre sus dominios.

El nivel de alerta de Jircniv se disparaba a las nubes.

(Ya veo, él ha presidido sobre estas tierras por mucho tiempo. Y pensar que un ser tan digno…)

Las voces de las dos niñas se superponían, expresando pesar por su insensatez.

Él no podía sentir ni una pizca de la arrogancia que Aura había demostrado mientras estaba en la capital. Justo después de eso, observaba a Ainz Ooal Gown, con la esperanza de que tuviera a sus subordinados completamente bajo su control. Luego reunía todo su valor y se preparaba para hablar.

Éste era el evento principal.

Su lengua parpadeaba sobre sus labios.

Jircniv había escogido el mejor plan en el que podía pensar de entre las innumerables conspiraciones y estratagemas que se le habían ocurrido hasta este día.

“Construir una nación y gobernarla…creo que es una gran idea. Es la posición que mejor va con Ainz-dono. Nuestra nación gustosamente proveerá toda la ayuda y recursos que necesita para fundar esta nación. ¿Qué le parece?”

La cara sin piel de Ainz no se movía. Sin embargo, Jircniv podía sentir que los brillantes puntos de luz en las órbitas oculares de Ainz brillaban ligeramente más fuerte.

“… Jircniv-dono, no creo que ese plan signifique ninguna ventaja para usted.”

Era lo más natural, era por ello que podía predecir con confianza que Ainz preguntaría eso. Reuniendo toda la experiencia en actuación que poseía, Jircniv daba su respuesta.

“Deseo forjar buenas relaciones con el país que su estimada persona eventualmente establecerá. Esto también es una consideración para el futuro.”

“Ya veo. Entonces que así sea. Los detalles los dejaré a su cargo.”

Jircniv se quedaba sin palabras ante la velocidad con la que Ainz había accedido a su propuesta. De ningún modo había esperado eso. Ni siquiera podía reunir la suficiente voluntad para decir nada más.

Para comenzar…

(¿Por qué no me pidió que le jurara lealtad? Era un individuo arrolladoramente superior en una posición ventajosa, ¿Por qué habría siquiera aceptado la oferta de una alianza?)

Él había preparado docenas de respuestas para cuando Ainz le pidiera un juramento de lealtad. Pero la respuesta de Ainz había excedido el alcance de las predicciones de Jircniv.

(¿Qué es lo que pretende?)

Jircniv no podía entender en absoluto la forma de pensar de Ainz.

En un enfrentamiento contra un oponente más fuerte, un hombre más débil debía pensar en cómo volver la fuerza de su enemigo hacia sí mismo y hacer que se tropiece. Así era como uno explotaba la arrogancia de los fuertes. Pero si el oponente más fuerte no fuese un ser arrogante, entonces esa táctica sería inútil. La única forma de luchar que poseía el hombre más débil no tendría efecto.

Ainz debía de haber estado pensando de esa forma. Él nunca actuaría de una manera arrogante que otros pudieran aprovechar.

No…

(Era posible que todo hasta ahora haya estado marchando de acuerdo a los planes de Ainz. Después de todo, la demora en sus respuestas era demasiado corta. ¿Esto significa que ya predijo todas mis posibles acciones y preparó las respuestas adecuadas?)

Jircniv estaba muy al tanto de que el terror que acompañaba a Ainz Ooal Gown no procedía simplemente de su poderío incomparable, sino también de su insondable intelecto.

“Es, ¿es así? Entonces es maravilloso. ¿Podría, podría decirme si hay algo, cualquier cosa, que podamos hacer por usted?”

“No puedo pensar en nada en este momento. Por ahora, ¿Qué tal si establecemos lugares donde podamos enviar de visita a nuestros embajadores? Como embajadas, tal vez. Me gustaría tener un medio para contactarlo, honrado Emperador.”

Si realmente todo iba de acuerdo a los planes de Ainz, entonces no había forma de que no hubiese pensado en todo. Por lo tanto, el significado de estas palabras era obvio.

(Estas palabras también debían de ser una estratagema. Él debía pensar que si hacía sus demandas inmediatamente, sus planes serían revelados. Este monstruo ciertamente tenía muchos planes. O mejor dicho…tal vez es debido a que es un monstruo que su intelecto sobrepasa al de la humanidad.)

“Ah, sí, por supuesto. Qué descuidado de mi parte no haber pensado en eso. Era de esperarse de Ainz-dono.”

“… Ah.”

(¿Acaso no le gustan los elogios?)

Luego de oír esa respuesta poco entusiasta, Jircniv tomaba nota mental de esa pizca de información.

“Entonces, regresaré primero. Dejaré a mi secretario aquí. ¿Podría discutir los detalles con él? Su nombre es Roune Varmilinen.”

“…¡Entendido! ¡En nombre del Imperio me dedicaré en cuerpo y alma a usted!”

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Aunque Jircniv no podía ver el rostro de Roune, podía oír la fuerte convicción en su voz. En verdad, las decisiones tomadas aquí decidirían el futuro del Imperio. Si él no tuviera que regresar a toda prisa al Imperio para inmediatamente formar los comités adecuados y llevar a cabo el planeamiento necesario con el objetivo de adaptarse a Ainz Ooal Gown, Jircniv habría preferido quedarse él mismo.

“Una excelente respuesta. Pude sentir tu lealtad hacia el Emperador en cada palabra. Entonces, nosotros enviaremos a Demiurge. Ya que antes ha sido descortés con usted, considérelo una forma de disculpa por su rudeza anterior.”

El monstruo que parecía un sapo hacía una reverencia. En silencio desde el rabillo del ojo de Jircniv él sentía que estaba a punto de perder a un subordinado valioso. Luchaba por controlarse a sí mismo para no dirigirle una mirada de rabia a Ainz por accidente.

(¡Me dio jaque mate desde el comienzo!)

El monstruo que parecía un sapo podía controlar la mente con sus palabras. No había duda de que las usaría para lavarle el cerebro a Roune y hacer que revelara todo lo que sabía sobre el Imperio.

(Estas no eran acciones que haría un aliado. Sin embargo, el hecho de que lo hacía tan abiertamente era prueba de su naturaleza insidiosa. Demiurge… debía estar planeando enviar a este monstruo que parecía estúpido para llevar a cabo un trabajo que requería de mucha inteligencia con el objetivo de poder echarle la culpa a sus acciones si surgía cualquier problema. Ainz Ooal Gown, ¿Cuántos otros trucos tienes bajo la manga? ¡Maldito seas!)

Aunque maldecía y juraba contra Ainz en su corazón, Jircniv reconocía su habilidad.

(Su anterior tropiezo era un movimiento calculado para evitar que nos quejáramos luego. Debíamos levantar la voz ahora si tuviéramos cualquier reparo sobre esto. Si no lo hacíamos, él podría asumir que no tendríamos quejas sobre esto en el futuro.)

Justo cuando Jircniv estaba a punto de decir algo, Ainz hablaba antes que él.

“Demiurge es uno de mis más leales seguidores. Estoy seguro de que no habrán más problemas si él y Roune discuten el asunto.”

“Eso sería maravilloso.”

Jircniv se forzaba a sonreír.

Ésta era la primera vez que había visto tal magistral aprovechamiento de una oportunidad. Como él ya había dicho esto, cualquier otra cosa que dijera sería un desperdicio de aliento.

Sin embargo, mientras Jircniv oía las siguientes palabras de Ainz, se daba cuenta de lo ingenuo que había sido.

“Entonces, ahora la situación es diferente. Ahora, Jircniv-dono es un aliado de Nazarick. Enviarlo a casa con tanta prisa parece ser descortés. Ya que está aquí, ¿por qué no pasar la noche? Piense en ello como en una bienvenida.”

(¡Así que no es sólo Roune, ¿Quiere a todos aquí también?!)

Era peor, tal vez incluso estaba planeando algo más perverso. Sin importar qué, era difícil de creer que éste era un inocente acto de caridad sin segundas intenciones. Desde las profundidades de su corazón Jircniv maldecía la retorcida cara de Demiurge mientras éste respondía “entendido”.

“No, no, no, de ningún modo podemos causarles esas molestias. Después de todo, tenemos que regresar a hacer los preparativos.”

“¿Es así? Es una pena. Entonces, si es conveniente…no, por favor permitan que uno de mis sirvientes los lleve a casa.”

Jircniv se imaginaba a sí mismo montando un dragón y con curiosidad sopesaba la sugerencia de Ainz. De todos modos, Jircniv hacía a un lado esa idea. No había forma de que Ainz simplemente los transportara a casa y no deseaba deberle un favor.

“Aprecio profundamente la generosa oferta de Gown-dono y le agradezco por ella. Sin embargo, siento que ya que vine en un carruaje, debería regresar también del mismo modo.”

“Un caballo sin cabeza no-muerto podría correr día y noche sin necesitar descaso…”

“…Por favor discúlpeme, pero respetuosamente debo rechazar su oferta.”

“¿Debe? Ya veo.”

Jircniv podía sentir que había algo de decepción en esas palabras. ¿Se trataba de una actuación o era la verdad? Jircniv no estaba seguro, aunque sospechaba que podía ser una actuación.

De cualquier modo, mientras no entendieran completamente la situación actual, quería evitar anunciar las noticias de la alianza entre el Imperio y el no-muerto Ainz.

Para comenzar, si él cabalgaba un caballo no-muerto que odiaba a los vivos de vuelta al Imperio, sin tener en cuenta a los sacerdotes que había traído consigo, ¿Qué dirían los sacerdotes de los templos de la capital?

“Entonces, permítame regresar a mis dominios.”

“Muy bien. Demiurge… escolta a los invitados afuera.”

“No, no, no hay necesidad de que se moleste… bueno, ya que es una rara oportunidad, ¿Qué tal si nos acompañan las sirvientas? Nunca antes había visto a mujeres tan hermosas.”

Ainz hacía crujir su cuello al torcerlo por la sorpresa.

…Era un movimiento increíblemente falso.

Jircniv luchaba para mantener su ira bajo control mientras le sonreía a Ainz.

(¡Sabía que desconfiábamos de Demiurge pero aún así nos provocaba de esta forma!)

No existía la intención de formar una alianza en este lugar. Era sólo una forma indirecta de hacerle saber a Jircniv quién estaba a cargo.


(Nunca antes había visto tanta maldad… él era una amenaza para la continua supervivencia de la humanidad…)

“Ah, gracias por eso. Entonces, por favor hablen con las sirvientas que esperan afuera. Ah que gran día para forjar una alianza. ¡Como desearía dar un banquete!”

(¡¿Quieres decir, para celebrar el día en que nos hacías tus esclavos?!)

Mientras gritaba interiormente, Jircniv le sonreía una vez más a Ainz.

“Por supuesto. Sí… por supuesto.”

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