Overlord

Volumen 9: El Lanzador de Magia de la Destrucción

Capítulo 1: Una Guerra de Palabras

Parte 2

 

 

El carruaje de Jircniv lentamente reducía la velocidad, hasta que finalmente se detenía. Sin embargo, él no podía bajar inmediatamente. Era molesto, pero Jircniv tenía que llevar a cabo sus propios preparativos en nombre del estilo y la seguridad.

Normalmente, esta tarea sería realizada por sus subordinados, tales como las sirvientas en los otros carruajes. Sin embargo, ellos no podían darse el lujo de esperar a que esos carruajes llegaran. Después de todo habían venido a disculparse y hacer esperar mucho tiempo a la parte agraviada sería una acción estúpida.


Luego de que Jircniv había ajustado su ropa, abrochaba su capa sobre ella. Era un ítem extremadamente valioso hecho de la piel de una bestia mágica y tratada adicionalmente con magia. Con ella puesta, ni siquiera las más heladas temperaturas del exterior lo molestarían.

Luego, deslizaba el Cetro Imperial en su cinturón lo que completaba los preparativos mínimos para que el Emperador apareciese en público.

Jircniv se miraba a sí mismo una vez más, para asegurarse de que su apariencia no lo avergonzaría a él o al Imperio.

Lo que seguiría era una negociación con Ainz Ooal Gown, aunque en verdad sería algo más parecido a una guerra de palabras. En otras palabras, su atuendo formal era el equivalente social a la espada y escudo de un guerrero. Las consecuencias de cualquier defecto o deficiencia en su persona no sería algo limitado simplemente a la vergüenza. Aunque sería algo bueno si su oponente no era lo suficientemente observador como para darse cuenta de estos defectos, él no podía contar con que no se percatara de los detalles de su atuendo.

Jircniv asentía con satisfacción y justo en ese momento un golpe sonaba en la puerta.


“Entonces, desembarcaré primero, Su Majestad.”

“Te lo encargo.”

Luego de esa corta respuesta, Baziwood abría la puerta del carruaje.

Era una salida majestuosa y adecuada que estaba al nivel del carruaje que poseía la mayor autoridad en el Imperio Baharuth. Sólo por si acaso, Roune se interponía entre el Emperador y la salida mientras la puerta se abría, sirviendo de escudo para Jircniv.

Ellos podían ver lo que se encontraba fuera, más allá de Baziwood.

Lo primero que les llegaba a la vista era el pasto de las planicies. Luego eran los guardias reales, alineados al frente del carruaje. Más allá se encontraba una colina creciendo desde las planicies y lo que parecía ser una enorme puerta entramada que daba la impresión de haber sido medio enterrada.

(¿Ésta es la Gran Tumba Subterránea de Nazarick? Parece un poco diferente a lo que me habían dicho… bueno, errores como éste están dentro de los rangos aceptables.)

Luego de desembarcar del carruaje, Jircniv caminaba hacia Baziwood, que ya se encontraba en formación con los otros guardias reales y avanzaba.

Jircniv respiraba profundamente. El encantamiento en su ropa aseguraba que el aire que entraba a sus pulmones era fresco y limpio. Es cierto, era frío, pero no al punto de ser incómodo.

Mientras respiraba, ejercitaba su mandíbula y miraba rápidamente a los subordinados que lo rodeaban.

Fluder en su larga túnica y sosteniendo su bastón era seguido por sus acólitos, los lanzadores de magia divina, con símbolos sagrados prendidos en sus vestiduras. Ellos eran caballeros en las órdenes de caballeros imperiales aunque no eran guerreros de profesión.

Los guardias reales que se mantenían en sus posiciones ahora contaban entre sus filas a las escoltas de avanzada que habían sido enviadas por delante de los carruajes.

Personalmente, Jircniv quería ver lo que esos pioneros habían visto, pero justo ahora, esa no era una opción.

Parecía que las sirvientas, que estaban en otro carruaje, no habían llegado aún.

(Bueno, ellas eran regalos de todos modos. Está dentro de lo esperado. Entonces, ¿Cuándo ellos decían una cabaña se referían a esa puerta entramada?)

Cuando miraba a la izquierda veía una cabaña de madera de un solo piso. Parecía estar totalmente fuera de lugar tanto con las planicies como con un cementerio y él sonreía amargamente. Después de todo, ¿De dónde había venido toda esta madera? Las cordilleras de la montaña Azerlisia se asomaban en la distancia y pensaba en el Bosque de Tob.

(¿Acaso traían todo desde allá? No sé cuantos kilómetros haya viajado esta madera, pero han de haber necesitado de mucha mano de obra para traerla hasta aquí.)

Aunque él no sabía mucho sobre cabañas, Jircniv no sentía que esta estructura era particularmente llamativa. Incluso así, cuando tomaba en cuenta los alrededores, tenía que admitir que el hecho de que hubiesen podido construir esto aquí era impresionante en sí mismo.

(Pero… esa es una puerta enorme… una puerta doble, ¿huh? Y tan alta… es tan alta como tres pisos por sí misma. ¿Podría este lugar haber sido construido como algún tipo de almacén?)

Jircniv observaba la cabaña, con Baziwood y Leinas a su derecha, Fluder a su izquierda y Roune detrás.

“Su Majestad. ¿Deberíamos ordenarle a las personas en los otros carruajes que desembarquen también?”

Jircniv no se volvía hacia Roune, que estaba susurrándole al oído, mientras respondía.

“No, no hay necesidad de eso. Al contrario, deberíamos…”

Las palabras de Jircniv eran interrumpidas. No se debía sólo a que la puerta de la cabaña se había abierto, sino debido a que sus ojos habían sido atraídos hacia las dos bellezas que ahora caminaban lentamente fuera de ella.

Ellas vestían los atuendos clásicos de una sirvienta de muy buen corte, pero por lo demás común y corriente. Sin embargo, las sirvientas mismas tenían una manera de comportarse anormalmente formal y educada. Incluso Jircniv, que era un experto cínico de mujeres bellas, estaba visiblemente sorprendido y observaba sin reparo como si ellas hubiesen tocado su corazón mismo.

(Esto… qué belleza… pero…)

Eran hermosas realmente. Cualquier hija de noble del Imperio aplaudiría la belleza de estas mujeres sin reserva. Jircniv sentía que él incluso querría añadirlas a su harem. Sin embargo, esta era una tumba en medio de la planicie de pastizales. Ellas estaban totalmente fuera de lugar aquí y como resultado un sentimiento de mal augurio se apoderaba de él.

Él podía oír el sonido del chasquido de una lengua suavemente a su lado, pero no tenía la energía para desperdiciarla en tales asuntos.

“Oye, abuelo, ¿podría ser esto una ilusión?”

“Sobre eso… bueno, no puedo decirlo con seguridad, pero no lo creo.”

“¿Son humanas? No parecen ser elfos oscuros…”

“Sobre eso… tampoco puedo estar seguro, pero dudo que sean humanas.”

Esas respuestas hacían que Jircniv sintiera un poco de alivio. Ya que no eran humanas no sería extraño que aparecieran en un lugar como éste.

Era una respuesta que él podía entender y que desesperadamente trataba de creer.

Ambas sirvientas hacían una reverencia simultáneamente y la que tenía un moño hablaba.

“Saludos y bienvenido, Su Majestad Imperial Emperador Jircniv Rune Farlord El Nix. Mi nombre es Yuri Alfa y tengo la tarea de darle la bienvenida. Detrás de mí se encuentra mi asistente, Lupusregina Beta. Aunque el tiempo que estaremos juntos puede ser corto, esperamos que se haga cargo de nosotras.”

Aunque se demoraba en responder por que estaba abrumado por las dos mujeres, al final Jircniv lograba responder.

“Entonces, les agradezco por todo este trabajo debido a nosotros. De hecho, también debo darle las gracias a Ainz Ooal Gown-dono, por permitir que tan hermosas damas como ustedes se pongan a nuestro cuidado. Con eso en mente, no hay necesidad de llamarme Emperador o usar otros honoríficos. Estaría complacido si me tratan como a un individuo ordinario y me llamaran Jir. No, en realidad espero que lo hagan.”

Jircniv mostraba una sonrisa brillante a Yuri.

Sin embargo, incluso luego de recibir una sonrisa que habría hecho que cualquier otra mujer suspirase por él, la expresión de seriedad en Yuri se mantenía como estaba. Jircniv también podía sentir al ver esos ojos, que de manera similar su corazón tampoco se había conmovido.

¿Acaso él no era de su gusto o era que ella no era del tipo que mezclaba negocios con placer? ¿O estaba llena de lealtad hacia la persona a la que servía?

(No podía ver a través de ella. Quería dejar una buena impresión, pero parecía que eso sería muy difícil. Y estaba bastante confiado en que podía manejar a cualquiera si se trataba de una mujer… ah, si el Abuelo está en lo correcto, entonces debe ser debido a que no son humanas. No era como si mis encantos iban a funcionar en mujeres no humanas… aún así, ¿a qué especie pertenecen? Parecerían ser humanas, o por lo menos, cercanas a serlo…)

Él no tenía ninguna pista sobre lo que eran ellas realmente.

A juzgar por esos dos elfos oscuros y estas dos sirvientas, Ainz Ooal Gown debía ser un hombre que le daba una gran importancia a las apariencias.

(Si ése es el caso… si mis regalos no son mejores que esas dos, entonces bien podría haber venido con las manos vacías…)

Jircniv pensaba en las damas en espera que había traído en los carruajes. Él estaba orgulloso de lo hermosas que eran. Cada una de ellas era una noble a la que se le había hecho entender completamente lo que les pasaría a sus familias si desobedecían las ordenes de Jircniv y se habían despedido llorando de sus familiares antes de dejarlos y venir aquí con determinación en sus corazones.

(No tiene importancia. Aún así, luego de saber que la otra parte posee bellezas superiores a ellas, ¿se alegrarán porque ya no son necesarias? ¿O como mujeres se sentirán celosas de ellas? Supongo que debí haber traído algunos elfos, ¿no?)

Jircniv no había sido capaz de traer esclavos elfos del Imperio con ellos porque no había tenido tiempo suficiente para prepararlos y también porque quería tenerlos de reserva en la capital para futuras negociaciones. Esas negociaciones no serían con Ainz, sino con Mare.

Él quería apoderarse de Mare, esa pequeña niña asustadiza y desnudarla ante él. Entonces usarían los pequeños secretos inconfesables que podían descubrir sobre ella para sus propios fines.

(Para comenzar, obtendríamos su atención con promesas sobre la liberación de su gente esclavizada. A cambio, ella accedería a hacernos algunos favores a espaldas de Gown. Luego de eso, podríamos usar esos incidentes como material de chantaje para hacer que haga más cosas por nosotros. Al menos, ése era el plan…)

Justo cuando Jircniv estaba dándole vueltas a sus planes para Mare, Yuri le respondía.

“Su Majestad Imperial es muy amable al decir eso. Sin embargo, nuestro amo Ainz Ooal Gown nos ha ordenado explícitamente que no mostremos descortesía o falta de respeto al Emperador y como tal lamento que no podamos acceder a su generoso pedido.”

“¿Es así? Bueno, qué lástima. ”

Jircniv se encogía de hombros de manera exagerada, como si estuviera actuando en una comedia.

“De todas formas, por favor siéntanse libres de dirigirse a mí tan íntimamente como les plazca. ¿Y qué es de Gown-dono?”

“Entendido. Nuestro amo aún se encuentra haciendo sus preparativos y necesitará más tiempo. Ruego que sean pacientes y esperen por él.”

“Ya veo. Entonces, ¿Dónde esperaremos? ¿Dentro de esa cabaña?”

“No. Esperamos que puedan aguardar aquí.”

Jircniv elevaba la cabeza al cielo. Aunque no parecía que fuese a llover pronto era difícil de decir si el clima era bueno con esas nubes oscuras en el cielo. Adicionalmente, el aire debía de estar helado ya que era invierno, aunque Jircniv no podía sentirlo debido al encantamiento de su ropa.

(¿Qué está pensando al decirnos que esperemos aquí? ¿Podría ser que quiere que sepamos cuál es nuestro lugar? )

Ya que le habían ordenado venir al hogar de la parte ofendida para disculparse las circunstancias de Jircniv ya eran bastante malas para empezar. Y luego, encima de eso Ainz Ooal Gown quería humillarlo más con esto. Claramente, Gown tenía una mala personalidad.

“¿Es eso así?”

Jircniv entrecerraba los ojos. Respondería a las cosas conforme sucedieran.

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“Entonces, regresaremos a nuestros carruajes y esperaremos por él dentro.”

Jircniv podía sentir la rabia hirviente de sus numerosos guardias mientras decía estas palabras.

Ellos podían estar en un país vecino y uno que podía terminar siendo un enemigo hacia ellos pero incluso así, dejar esperando al Emperador de una gran nación en un lugar como éste era demasiado irrespetuoso.

Sin embargo, nadie podía vocalizar estos sentimientos. Ya que su señor había aceptado claramente estos términos, no había lugar para que ellos como sirvientes leales dijeran nada más. A no ser…

(¿Es debido a que vieron la masacre que esa elfa oscura era capaz de provocar? Si es así… Gown, eres un hombre difícil de tratar. Con sólo un movimiento has infundido miedo en todos nuestros corazones. Incluso si esa habilidad sólo se pudiese usar una vez al día, ¿Quién sería tan valiente como para ponerla a prueba? Y también está el hecho de que era una niña la que lo hacía. Nos has dado la impresión de que incluso un niño podía ser así de poderoso.)

“Le ruego que espere.”

La voz clara y tranquila de Yuri cortaba el aire antes de que Jircniv pudiera moverse.

“Ya que la demora tuvo origen en nuestro lado, seríamos pobres anfitriones y desafiaríamos las ordenes de Ainz-sama si no pudiésemos mostrarles todo tipo de cortesía a ustedes en compensación.”

Jircniv estaba algo sorprendido.

(Ainz… ¿permite que estas sirvientas se dirijan a él tan directamente? Tal vez no son sirvientas… no, ya veo. Al menos, son así de cercanos el uno al otro. ¿Ya habrá tomado sus cuerpos? No, cualquier hombre lo entendería. Con tales bellezas trabajando para él, lo difícil sería mantener las manos apartadas de ellas.)

Jircniv daba su respuesta con una exagerada cortesía, aunque su tono de voz estaba teñido de ternura.

“¡Ohhh! Entonces, debemos estar agradecidos a Gown-dono. Bueno entonces… ¿Qué tipo de recepción podemos esperar y dónde podemos esperar encontrarla?”

“Siendo ése el caso, permítanme comenzar los preparativos. Para comenzar, el clima no parece ser muy acogedor. Cambiemos eso.”

“¿Qué quieres dec…? ¡Uooooh!”

Jircniv no era el único que jadeaba por la sorpresa. Los lanzadores de magia, los guardias reales, Baziwood, Leinas, incluso Fluder, todos ellos no podían evitar exclamar maravillados.

Las nubes negras sobre ellos comenzaban a moverse lentamente.

En poco tiempo, habían desaparecido sin dejar rastro, como si algún gigante invisible las hubiese dispersado con las manos. La caballería de hipogrifos en el cielo caía presa de la confusión, que era algo que los que estaban en tierra podían comprender.

“¿Qué fue eso… se siente… más cálido…?”

“¿Tú también? ¿Quieres decir que está sucediendo realmente?”

Cuando Jircniv oía los intercambios en voz baja entre sus guardias, se desabrochaba el abrigo y disipaba la magia que mantenía la temperatura de su cuerpo. Justo en ese momento.

“¡S-Su Majestad!”

Roune exclamaba ante la súbita decisión de Jircniv de quitarse el abrigo, pero el Emperador no le respondía a su subordinado.

“Ju… juja… jujajajaja. ¿Qué es esto… qué demonios es esto? ¡Abuelo! ¡¿Qué está pasando?!”

Jircniv abandonaba su calma y miraba a Fluder con una expresión torcida en el rostro.

El refrescante aire fresco que lo rodeaba debía poder sentirse sólo en primavera. El toque helado del invierno no se podía sentir en ningún lado. Jircniv nunca había oído de magia como esta durante las lecciones de Fluder. En ese caso, ¿Qué tipo de hechizo era este, de todos modos?

“Esta no debería ser obra de la magia arcana…creo recordar un hechizo divino druídico que podía controlar el clima…”

Fluder parecía incapaz de controlar la amplia sonrisa en su rostro mientras hablaba.

“El control del clima debería ser un hechizo de nivel 6. Sin embargo, a juzgar por la reacción de Su Majestad, puede que esto no se trate de la simple manipulación del clima. Debe ser un hechizo de un nivel mayor…qué increíble…”

“¿Y este hechizo es el trabajo de esa elfa oscura…de esa emisaria, entonces?”

Jircniv se esforzaba a sí mismo a aceptar que este hechizo era el trabajo de esa lanzadora de magia que podía provocar que la tierra se tragase a sus hombres en sus grietas. En el fondo esperaba que ése fuera el caso. No quería creer que había otro lanzador de magia allá afuera que era más fuerte que ella. Eso sería una pesadilla.

“En efecto, ese puede ser el caso… pero no puedo estar seguro.”

Fluder parecía encontrar todo esto terriblemente entretenido, lo cual encendía las chispas de inquietud en el corazón de Jircniv.

Su mentor era un excelente profesor digno de respeto pero una vez que el asunto tenía que ver con magia Jircniv se volvía prácticamente inútil . Era extremadamente irritante cuando se ponía de esa forma.

“Creo que eso debe haberlos refrescado un poco. Entonces, comencemos la siguiente fase.”

La sirvienta ignoraba el creciente pánico en Jircniv y soltaba otra bomba.

El joven Emperador luchaba contra el impulso de extender las manos y rendirse en el intento de mantener su dignidad. La tentación de sucumbir a los temblores de su corazón era muy fuerte, pero al final sus obligaciones como Emperador del Imperio Baharuth ganaban y lograba controlarse.

“Ahora entonces. Vengan aquí.”

En respuesta a las órdenes de Yuri, las puertas de la cabaña se abrían y algo enorme salía.

“¡Qeehhhh!”

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Un grito solitario resonaba. Era un extraño sonido que uno podía esperar de una gallina estrangulada.

Cuando se daban cuenta de quién lo había producido los corazones de todos los presentes, no sólo el de Jircniv, se llenaban de terror. De hecho, se sentía como si estuvieran soñando despiertos.

El que había hecho ese sonido inusitado era el alto mago de la corte del Imperio, el “Lanzador Triple de Magia”, Fluder Paradyne. Él era un hombre que se decía era capaz de rivalizar con los Trece Héroes. Un hombre como ése se encontraba ahora con los ojos abiertos de terror, con la mirada fija sobre las cosas emergiendo de la cabaña.

Poco tiempo después varios gritos llenaban el aire, todo ellos de los discípulos de Fluder.

“¡¿Cómo puede ser posible?! ¡Eso es…!”

“¡In-Increíble! ¡Es imposible!”

“¡Es peligroso! ¡Un ataque es inminente! ¡Magia defensiva! ¡Por favor permítanos usar magia defensiva!”

Fluder miraba con rabia a sus discípulos, todos los cuales se encontraban listos para luchar.

“¡Silencio! ¡Tranquilícense, todos!”

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El ser que salía de la cabaña era digno de su temor y cautela. Los ojos de todos los del contingente del Imperio eran inexorablemente atraídos hacia un solo punto.

No había ninguna duda de que era un monstruo. Era un monstruo cubierto de una armadura negra.

Su cuerpo era excesivamente grande y su silueta estaba cubierta de maldad. Era como si un dios hubiese extraído la esencia de todo lo violento y brutal de la humanidad y la hubiese concentrado y dado forma física. Su cara podrida no tenía expresión, sin embargo ellos podían sentir un odio brillante y resplandeciente ardiendo en sus vacías cuentas oculares.

Y eran cinco de ellos.

El gran cuerpo del que iba delante estaba cargando una gran mesa de piedra. Los que iban detrás sostenían varios utensilios y muchas sillas.

Ninguno de ellos poseía intenciones hostiles. En contraste, la alerta y el pánico en los discípulos de Fluder parecía casi risible.

Se oía el sonido de algo cayendo al suelo.

Uno de los acólitos de Fluder había colapsado al suelo como una marioneta a la que le hubiesen cortado las cuerdas. O mejor dicho, de los cuatro acólitos que había traído, casi todos habían terminado de esa forma. Con las pálidas caras congeladas por la conmoción mientras comenzaban a hiperventilar.

“Imposible. Cómo puede esto… no, no, no puede ser. ¿Son esos Caballeros de la Muerte? ¿Están siendo controlados? ¿Y en tales cantidades?”

Algo brillaba a través de la mente de Jircniv. No podía evitar sino abandonar su compostura y gritar con rabia.

Ya no podía darse el lujo de preservar su dignidad.

“¿Caballeros de la Muerte? ¿Qué quieren decir con Caballeros de la Muerte? ¡Abuelo! ¡Respóndeme! ¡He oído ese nombre antes, ¿tiene algo que ver con esa criatura no-muerta que se rumorea está encerrada bajo el Ministerio de Magia?!”

Ciertamente. Era un Caballero de la Muerte. Ése era el nombre de un monstruo que por sí mismo podía sumir al Imperio en una situación desesperada.

Sin embargo, Jircniv no recibía respuesta.

Fluder observaba con los ojos bien abiertos. Jircniv se daba cuenta de que hablarle era una pérdida de tiempo y en su lugar se movía apresuradamente, con pasos llenos de preocupación hasta tomar a uno de los acólitos de las solapas y levantarlo del suelo.

“¡¿Qué son estos ‘Caballeros de la Muerte’?! ¡Respóndeme!”

“¡Aieee! ¡Su, Su Majestad! ¡Como dijo usted, ese monstruo no-muerto legendario sellado dentro de las regiones más profundas del Ministerio de Magia es, en realidad, un Caballero de la Muerte! ¡Son criaturas a las cuales ni siquiera nuestro Maestro puede controlar!”

Todo lo que Jircniv podía hacer es reír. La reserva a la que se había estado aferrando por ser el Emperador del Imperio Baharuth se había desvanecido. Se había derrumbado hasta hacerse cenizas y había sido soplada por el viento.

“… Ju, juju. Jujuju. ¿Qué quieres decir con, no-muerto legendario? ¡Hay cinco de ellos frente a nosotros! ¿O estás diciendo que los Caballeros de la Muerte vienen en grupos y que cinco de ellos se cuentan como una sola entidad? ¡¿Eh?! ¡¿Estas bromeando conmigo?!”

“¡N-no! ¡Nada como eso!”

Jircniv sentía a alguien parado a su lado. Cuando se volvía a verlo, veía que era uno de los guerreros más fuertes del Imperio, Baziwood. La cara del hombre estaba pálida y Jircniv podía ver los comienzos de un tic nervioso.

“Eh, ah, Su Majestad. Por favor escuche esto con calma. La situación actual es muy mala. Esa criatura es de un nivel tal que nosotros, incluso formando filas y con apoyo mágico completo, no podríamos ser capaces de superar. Tal vez sería buena idea ordenar la retirada. Esto es malo. Realmente malo. Mire como me tiembla la mano.”

Al mismo tiempo que Jircniv miraba la mano de Baziwood, ésta comenzaba a temblar. Luego de ver las contracciones nerviosas de su rostro, la razón para este tipo de movimiento que no le correspondía a un guerrero se volvía abundantemente clara.

“Es esto lo que se quiere decir con la palabra ‘insondable’… ¿crees que podría ser más fuerte que Stronoff-san?”

El otro miembro de los Cuatro Caballeros se encontraba más atrás de cuando todo había empezado y disimuladamente continuaba con su lenta retirada. La única razón por la que ella no había echado a correr a toda velocidad era porque no quería atraer la atención de los Caballeros de la Muerte y por consiguiente, su hostilidad.

Todo esto se sentía como si una pesadilla se había hecho realidad.

Y entonces, ante ellos…

La forma en que los Caballeros de la Muerte se encontraban tranquilamente ordenando los muebles y utensilios en las llanuras cubiertas de hierba era la viva imagen de un sirviente leal. No había nada en sus acciones que sugiriera que se trataba de no-muertos legendarios que podían destruir un país.

Sin embargo, era un hecho que eran no-muertos a los que incluso el lanzador de magia más fuerte de Jircniv, Fluder Paradyne, no podía controlar. Cualquiera podía decir eso mirando las reacciones de todos los presentes.

Esto implicaba que podía haber más de cinco de estos monstruos, cuyas habilidades de pelea excedían por mucho a las de Fluder.

En contraste, el mismo Fluder Paradyne era un lanzador de magia que se podía decir que tenía el poder de combate del Ejército Imperial entero. Por supuesto, él no poseía mana infinito y en una pelea directa, el Ejército debía ser capaz de vencerlo. Sin embargo, si él usaba su teletransportación o magia de vuelo, podía ser capaz de exterminar a todo el Ejército Imperial por sí sólo. Ése era el verdadero poder de Fluder.

Eso significaba que los cinco Caballeros de la Muerte representaban cinco veces la fuerza de todo el Ejército Imperial.

Imposible.





Era algo que no se podía permitir suceder.

Éste era un poder demasiado excesivo para que lo poseyera un solo hombre. Incluso un país se habría visto en apuros para contener toda esta fuerza. Éste era el tipo de poder que sólo unas cuantas naciones fabulosas o repúblicas de leyenda podían poseer. ¿Podía el amo de una pequeña y pobre tumba realmente poseer tanto poder?

Cuando los dos elfos oscuros aparecían, él forzaba su mente a alejarse de este tema y se concentraba en lo que estaba ante él.

“Ainz Ooal Gown… un monstruo al que no podemos hacerle nada, no, al que ni siquiera podemos tocar…”

El corazón de Jircniv era como un pequeño bote que era arrastrado en medio de una furiosa tormenta.

Al final, sin embargo, lograba dominar sus emociones y recuperaba la calma con su voluntad de acero.

El ya había observado a sus leales guardias aniquilados. También había observado la sombra del enorme cuerpo del dragón. Ya que había aceptado estas cosas en el pasado, podía permitirse aceptar lo que ahora se mostraba ante él.

Sin estas experiencias previas para amortiguar el golpe, el impacto en él hubiera sido mayor. Él incluso podía haber mostrado a todos un lado más vergonzoso de sí mismo.

(Esta tumba es… ¿Qué tan poderoso es Ainz Ooal Gown? Estos cinco Caballeros de la Muerte y esos dos. Incluso incluyendo al dragón, no puede ser todo ¿Cierto? ¿Por qué se ha ocultado en un lugar como éste? ¿Cuándo ha establecido su residencia aquí? ¿O tal vez sus preparativos finalmente están completos? He oído que cuando las criaturas no-muertas se reunían en un solo lugar, un no-muerto incluso más poderoso era creado. Es por eso que estos Caballeros de la Muerte… no, ¿Podría ser algo incluso más poderoso que los Caballeros de la Muerte…? No es nada bueno. No hay tiempo, pero aún tengo que buscar un camino…)

Mientras los procesos de pensamiento a alta velocidad de Jircniv lo confundían cada vez más, Yuri lo interrumpía.

“No tengan miedo. Estos Caballeros de la Muerte fueron creados por el mismo Ainz-sama. Ellos son absolutamente obedientes con él y en su lugar he obtenido el derecho a darles órdenes. No permitiré que ninguno de ustedes sea lastimado.”

Las palabras de Yuri hacíaon añicos los pensamientos que Jircniv había intentado ordenar como si fueran cristal.

“Él… los creó…”

Ainz Ooal Gown podía crear a estos seres con la sola fuerza de su voluntad. Ésa era la terrible verdad. El hecho era que crear tales criaturas requeriría de recursos y esfuerzos iguales a su inmenso poder. La pesadilla era que, o él cumplía esos requerimientos o los ignoraba completamente.

(No, esto debe haber sido un farol. ¿Cómo podría alguien haber creado cosas como esas? Debe estar mintiendo para inflar su propio poder. Porque si no lo está…)

Una extraña sonrisa aparecía en el rostro de Jircniv.

Por alguna razón, todo parecía tan molesto ahora.

(…Ah. Ya me harté de esto. Ya no sé nada. Esta vez, simplemente conformémonos con ver lo que la otra parte puede hacer. Sí.)

“¡Fu, fuajajajajaja!”

Justo cuando Jircniv había decidido abandonar todos sus delirios de estar en control, una risa de pura alegría resonaba a su lado.

Venía de Fluder.

Ya sean los guardias reales, los acólitos o los sacerdotes, las caras de todos excepto la de Jircniv se congelaban por la conmoción.

Fluder Paradyne era el lanzador de magia del orden más alto y un héroe que poseía además una educación y conocimientos incomparables. Innumerables pasajes en los libros de historia del Imperio contaban sobre como él se enfrentaba por sí sólo a los monstruos que amenazaban la paz de la nación y emergía triunfante. Su comportamiento santo también significaba que era honrado y respetado por muchas personas.

En verdad, muchas de las personas aquí presentes sentían eso por él.

Y ahora, Fluder estaba riendo de una manera que hacia pedazos la imagen mental que todos tenían de él.

Había poder en esa risa.

El aura de un héroe.

No había duda de que Fluder irradiaba una presión aterradora y no era la sensación cálida que Jircniv sentía algunas veces del hombre que era tan cercano a él como su padre.

Él poseía un poderío mágico inmenso, suficiente como para enfrentarse a los Cuatro Caballeros al mismo tiempo. Y su voz había tomado un tono demencial mientras parecía estar volviéndose loco.

Era natural que los guardias reales cercanos sintieran la piel de gallina.

En medio de todo, sólo las personas de Nazarick y Jircniv conservaban la calma.

“… ¡Poder controlar a los Caballeros de la Muerte y en tales números! ¡Maravilloso! ¡ ¡Maravilloso!! ¡¡¡Maravilloso!!! ¡Fuajajajaja!”

Una sola lágrima brotaba de una esquina su ojo y sonreía como si su rostro estaba roto.

…No, eso no estaba bien.

Esta era la verdadera naturaleza de un hombre que había abandonado su posición como mago de la corte Imperial para asomarse y dar un vistazo a los profundos misterios del abismo llamado “magia.”

Hasta ahora, había estado oculta bajo la máscara de un héroe pero frente a un poderoso lanzador de magia, no podía evitar mostrarse.

“Bueno entonces, Su Majestad. ¿Qué deberíamos hacer ahora? ¿Deberíamos escapar con magia de teletransportación? Creo que si nos teletransportamos ahora, seremos capaces de lograrlo, ¿cierto? Asumiendo que el terreno lo permita…”

Fluder le decía esto a Jircniv con una sonrisa burlona en el rostro.

“Me gusta la expresión que tienes, abuelo. Entonces, déjame hacerte una pregunta. ¿Crees que escaparé?”

El rostro de Fluder se llenaba de grietas. Era la sonrisa de un demente, que podía inspirar un terror incalculable en cualquiera que la viera.

“Era de esperarse de Su Majestad. No, mi querido Jir. Mis pupilos, abran bien los ojos y agradezcan el hecho de que pueden posarlos sobre el más grande, el más eminente de todos los lanzadores de magia en el continente. ¡Ahora que han visto el final de su viaje, deben trabajar duro para alcanzarlo!”

Las caras de los discípulos de Fluder y de los guardias reales se volvían incluso más pálidas al darse cuenda de a qué tipo de persona pertenecía el hogar al que estaban visitando.

Ellos sabían que sus camaradas habían sido masacrados por Ainz. Sin embargo, el legendario lanzador de magia de sus libros de historia lo había llamado “el más eminente de todos los lanzadores de magia.” Se sentía como si una gran piedra había sido alojada en sus barrigas.

“Su Majestad, esto es malo, ¿cierto?”

“… ¿Le importa si corro primero?”

Baziwood parecía confundido y la pregunta de Leinas estaba llena de desesperación.

Jircniv los miraba a ambos.

Aparte de Fluder y sus discípulos, la tensión en los guardias reales se incrementaba poco a poco y parecía que se derrumbarían en cualquier momento.

Esto era debido a que el comportamiento anormal de Fluder y la descripción del poder de los Caballeros de la Muerte habían quebrado su moral.

“¿Qué más podemos hacer? Y si quieres correr, adelante. Sin embargo, si haces eso tal vez piensen que no eres una de nosotros. Lo que significa que para ellos, serás una intrusa. Tendrás suerte si no terminas como esos trabajadores que vinieron aquí antes.”

Leinas apretaba los dientes y su cara se retorcía.

“Lo que significa que está bien, ¿cierto?”

“Baziwood, mira al abuelo…no, a Fluder. De entre todos nosotros, él es el más familiarizado con la magia y mira en qué estado se encuentra. Todo lo que podemos hacer es dejar todo en manos de nuestros anfitriones.”

“¿Qué tal si rogamos para que Dios nos dé suerte y luego escapamos?”

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“¿Realmente crees que podemos escapar?”

Baziwood daba un vistazo a la sirvienta, que claramente había oído lo que decían sobre escapar, pero tranquilamente continuaba con sus preparativos de todas formas.

“¿Qué tal si tomamos un rehén?”

“No me gusta oír a las personas hablar de hacer cosas imposibles, ‘Relámpago’, di algo así una vez más y verás lo que sucede.”

“…Perdóneme. En realidad, siento que esa sirvienta es incluso más poderosa que los Caballeros de la Muerte. Ciertamente son más misteriosas… ah, mírela, ni siquiera le importa que hablemos de tales cosas justo frente a ella. Qué aterrador…”

La sirvienta también era monstruosamente fuerte.

Mientras pensaba sobre esto, Jircniv agitaba la cabeza. Quería creer desesperadamente que eso no era cierto. Mientras lo pensaba, intentaba con todas sus fuerzas alejar de su mente las frías sonrisas de esos dos elfos oscuros.

“Parece que casi estamos… ¿ya estamos listos, entonces? En ese caso, todos, espero que puedan relajarse por aquí.”

Había muchas mesas y sillas sobre la hierba. Las mesas estaban cubiertas de manteles blancos y grandes sombrillas proveían sombra. Los Caballeros de la Muerte que habían estado acomodando los muebles se encontraban de pie al lado de la cabaña a fin de no ponerse en el camino.

“También hemos preparado bebidas para ustedes.”

Había botellas de vino ordenadas sobre las mesas, llenas de un líquido naranja. A su lado se encontraban unas copas altas de vino hechas de cristal transparente. Cada una de ellas estaba grabada con elaborados diseños.

Incluso Jircniv, un Emperador que disfrutaba de las mejores cosas de la vida diariamente, no podía evitar mirar boquiabierto lo que tenía ante él.

“Por favor déjenos saber si necesita cualquier otra cosa. Entonces, todos…”

Las puertas de la cabaña de troncos se abrían una vez más y más sirvientas salían del interior. El contingente Imperial era golpeado por su belleza extraordinaria, lo que era suficiente para eliminar todo el miedo y preocupación que habían experimentado hasta ahora.

Cada una de ellas era únicamente hermosa a su manera. Una de ellas tenía el cabello recogido en dos moños, otra tenía el cabello largo y lacio y una tercera tenía el cabello rizado.

“¿Es que están teniendo una venta de bellezas?”

Aunque Jircniv no sabía cuál de los guardias reales había dicho esto, él tenía que estar de acuerdo. Después de todo, ¿Qué podían hacer tales bellezas en una tumba?

(¿Acaso esa tumba produce mujeres hermosas en masa? ¿Crecen de la tierra como hongos?)

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Nuevamente oía el chasquido de una lengua, pero no le prestaba atención.

“Entonces, por favor disfruten las bebidas que tenemos…”

“…Ah, antes de eso, ¿Podríamos conocer a Ainz Ooal Gown primero? Me gustaría agilizar las cosas… y si no hay problema, ¿Podría conversar con él justo antes de que se reúna con Jir…?”

“Fluder, contrólate.”

Sin importar qué, ninguno de ellos podía deshonrarse a sí mismo o al Imperio en este lugar.

“No olvides tu posición, Fluder. Estamos aquí como representantes del Imperio no para satisfacer tu sed de conocimientos mágicos.”

Para entonces, una luz calmada llenaba los ojos de Fluder. Él había, en su mayor parte, logrado controlar sus deseos desenfrenados.

“Perdóneme, Su Majestad. Me dejé llevar por la emoción. También ruego por el perdón de todos los presentes.”

“Así es, abuelo. Toma algo, tranquilízate. Entonces, ¿Podemos?”

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“Entendido.”

Yuri lentamente llenaba las copas en la mesa ante Jircniv con el mismo líquido naranja. Un aroma cítrico fragante flotaba en el aire.

Jircniv tomaba un sorbo del jugo y el sabor era tal que no pudo evitar sonreír. Y pensaba amargamente, ‘¿Qué he estado bebiendo toda mi vida?’. Los guardias reales que lo rodeaban murmuraban sorprendidos mientras compartían las bebidas. Si hasta el cínico Jircniv podía sorprenderse con esto, ¿Qué tanto más lo harían estos hombres comunes? Como para ilustrar este punto, había muchos que olvidaban la etiqueta y estaban bebiendo el jugo a tragos tan rápido como podían.

Poco después, se oían expresiones de asombro de los hombres reunidos.

“¡Es delicioso!”

“¡Qué tiene este jugo, es la mezcla perfecta de sabores dulce y ácido!”

“¡Se desliza por tu garganta y no queda un regusto empalagoso!”

Jircniv tomaba otro sorbo mientras oía los elogios de todos alrededor de él. De pronto, se sentía como si se llenara de poder.

(Incluso mi cuerpo se está emocionando debido a este sabor, eh. Pensar que Nazarick podía producir bebidas de tal calidad. Parece que realmente he insultado a esos dos elfos oscuros en aquel entonces. Si ellos podían conseguir esta bebida maravillosa todos los días, entonces no era de extrañar que no estuvieran impresionado por las nuestras.)


Jircniv sonreía amargamente.

Pensar, que incluso el simple sabor de esto podía derrotarlos completamente.

(Ahhh… me siento tan tranquilo. Ésta es la primera vez que me he sentido tan relajado desde que llegué aquí. Es como… es como si hubiese vuelto a casa…)

¿Cuánto tiempo habían estado lejos del sol bajo la sombra de las sombrillas y oído el viento soplar a través de la hierba? Eventualmente, Yuri decía las palabras que Jircniv deseaba oír.

“Me disculpo por la demora. Ainz-sama está listo para verlos ahora, así que por favor síganme.”

NOVA: Ya hemos comenzado con la revisión y corrección de este volumen, estamos dando nuestro mayor esfuerzo (ง’̀-‘́)ง

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