Goblin Slayer

Volumen 4

Capítulo 10: De Ir y Volver Allí de Nuevo

Parte 2

 

 

Entre la multitud de aventureros y viajeros que se apresuraban a atravesar la entrada, una enorme forma sobresalía por encima del resto. Goblin Slayer se detuvo cuando notó la distintiva silueta, y su dueño también lo vio a él.

— ¡Milord Goblin Slayer! La cara del hombre lagarto se iluminó, e hizo un amplio movimiento de su brazo para llamar la atención del guerrero. Cuando Goblin Slayer se acercó lo suficiente entre la multitud, pudo ver a otros tres al lado del lagarto, todos sus compañeros habituales estaban allí.

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Los cuatro parecían exhaustos, con sus ropas sucias, pero una sensación de logro era evidente en sus caras. La nariz del chamán enano se contrajo ante el débil olor a sangre, y abrió una botella de vino para deshacerse de ella.

— ¿Qué es esto? No me digas que vuelves a salir a estas horas, ¿Corta barbas?

—No. Dijo Goblin Slayer agitando su casco. —Voy de camino a casa. ¿Qué hay de ustedes?

—Acabamos de terminar una pequeña aventura.

— ¡Es muy duro con una sola persona en la primera línea! La elfa arquera hizo un sonido de enfado y un exagerado encogimiento de hombros, agitando su cabeza. Luego extendió su brazo y agarró a la sacerdotisa, dándole un abrazo.

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— ¡E-eek!

—Apuesto a que estás muy cansada.

—N-no, yo… El repentino contacto físico pareció lanzarla por un bucle; podría o no haber sido por eso que bajó la cabeza tímidamente. —Estoy bien. Gracias a todos por trabajar tan duro para protegerme…

— ¡Ah, y modesta, también! La elfa arquera sostuvo los brazos de la chica, acariciando su cabeza y cantando, “Qué dulzura”. Ella se las arregló para mirar a Goblin Slayer al mismo tiempo, sin intención aparente de dejarle escapar. —Ahora, no soy un enano, pero pensé que deberíamos darnos un pequeño capricho.

—Ya veo.

— ¿Eso es maíz? Los ojos de la elfa, siempre agudos, cayeron sobre la cesta que llevaba Goblin Slayer. A menos que estuviera terriblemente equivocada, estaba llena de maíz amarillo maduro, aún con las hojas. — ¡Ooh! ¡Ooh! ¿Me das un poco? ¿Por favor? Apenas habló, soltó a la sacerdotisa y robó una mazorca.

— ¿Eres un elfo o un rhea? Preguntó el chamán enano, atrapado entre la exasperación y la diversión.

—Está bien. Dijo Goblin Slayer, haciendo que la elfa hinchara aún más orgullosamente su pequeño pecho.

La sacerdotisa estaba ocupada siendo frenética en toda la situación, y el sacerdote lagarto hizo un siseo agudo. —Oh-ho. Esto era un alimento básico en mi tierra natal.

— ¿Eh? ¿Quieres decir que comes algo aparte de carne? Preguntó la sacerdotisa, sorprendida. Podía ver venir una discusión a pesar de sus fatigas, y quería evitarla si era posible.

—A menudo hacíamos mazamorras o las bebíamos en una sopa con miel o agave.

— ¡Wow! Apenas puedo imaginarlo. La elfa arquera se inclinó, su interés se desvió con éxito, y la sacerdotisa dio un pequeño suspiro de alivio.

—En ese caso, prepararé un poco. Ah, sí, milord Goblin Slayer.

— ¿Qué?


—Si puedo molestarle, me gustaría otra ronda de…

— ¿Queso?

—…Mm.

La cabeza del sacerdote lagarto saltaba inquietamente, y no pudo contener ni un golpeteo de su cola contra el suelo.

—Haré que te lo entreguen directamente en tu habitación.

— ¡Ahh! ¡Mi gratitud no tiene límites! Esto se ha convertido en una adicción para mí… Continuó en esta línea, con gritos de “¡Oh, dulce néctar!” y cosas por el estilo.

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—Orcbolg. Dijo la elfa arquera, mirando al lagarto por el rabillo del ojo. — ¿Por qué no la traes tú?

—Pero entonces eso no sería trabajo agrícola.

—Hmmm.

¿Eso contaba como una especie de integridad? La elfa arquera movió sus orejas y rio. —Perfecto, entonces… estaba pensando en pedirte que hagas un trabajo.

— ¿Goblins?

—Absolutamente no. Dijo la elfa arquera con un movimiento de sus orejas. —Quiero que acompañes a esta chica de vuelta al templo.

— ¡¿Hwah?! La sacerdotisa no esperaba ser objeto de conversación. Se encontró siendo empujada por detrás hasta que estaba de pie frente a Goblin Slayer. Ella lo miró a él frenéticamente y la elfa arquera y viceversa. — ¡Oh! Uh! Estoy bien… sola. No está lejos…

—El camino abierto es un lugar peligroso por la noche. El chamán enano pasó una mano por su barba, con una sonrisa burlona en su cara. —Los goblins pueden aparecer en cualquier momento. ¿No es cierto, Corta barbas?

—Sí. Dijo Goblin Slayer con la mayor seriedad. — ¿Pero no se hospedan en la posada del Gremio?

—Sí, pero parece que tiene algo que hacer para el festival de otoño, ¿hmm?

Cuando la elfa arquera la miró en busca de confirmación, la sacerdotisa parecía incapaz de dar una respuesta. Era verdad, aparentemente, pero admitirlo significaría ser escoltada de vuelta al templo.

El sacerdote lagarto la acorraló aún más, añadiendo su voz al coro: —Harías bien en dejar que te acompañe.

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—No es momento de ser tímida, muchacha.

—…

Todos sonaban muy serios. No pueden estar equivocados, ¿verdad? La sacerdotisa miró a cada uno, esperando encontrar alguna pista en sus caras, cuando Goblin Slayer empezó a moverse.

—Vamos. Y empezó  caminar con esa palabra contundente.

— ¡Oh, um, uh, s-sí, señor! La sacerdotisa se encontró corriendo tras él, ansiosa por no quedarse atrás.

Ella miró por encima de su hombro y encontró a los otros tres viéndoles irse, sus sonrisas sugiriendo que se divirtieron con la escena. Lo encontró extrañamente vergonzoso y sintió el calor elevarse en sus mejillas, pero hizo una reverencia ante ellos de todos modos.

— ¡Los veré, uh, mañana entonces!

Goblin Slayer se detuvo y pensó durante un momento, con su casco inclinándose un poco, y luego empezó a caminar de nuevo. La sacerdotisa se apresuró a alcanzarlo a medida que se alejaba más y más. Ella sólo lo alcanzó cuando él aflojó el paso.

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— ¿H-has estado ocupado últimamente? La sacerdotisa le miró fijamente, luchando por controlar su respiración. Él llevaba el mismo casco de acero de siempre. Si el casco no hubiera ocultado su expresión, la oscuridad ya lo habría hecho.

—Sí. Dijo Goblin Slayer asintiendo. —Necesitaba algo de dinero.

— ¿Dinero…?

—Ya he ahorrado suficiente.

Hm. La sacerdotisa se llevó un pálido dedo a los labios, mirando el suelo, pensativa. Sintió un toque de insatisfacción, y un toque de preocupación. Ella no lo experimentó como celos, exactamente. Era tristeza, casi enojo, que él no la hubiera llamado. Él debería haberse sentido libre de hacérselo saber a ella.

Mientras ella estaba parada pensando, él seguía caminando, y ella hizo un esfuerzo para recuperar el terreno. No les llevó mucho tiempo llegar al templo de la Madre Tierra.

—Ya estamos aquí. Cuando Goblin Slayer habló, ella levantó la vista para encontrarse con la puerta del templo. El sol púrpura del crepúsculo se extendía a través de las paredes de porcelana; dentro, un fuego encendido por el reloj nocturno parpadeaba.

—Muchas gracias. Dijo la sacerdotisa, subiendo las escaleras hasta la entrada.

¿Estoy… bien con esto?

No. No, no lo estaba. Por eso se armó de valor y habló. Estaba segura de que su cara estaba roja, pero quizás entre el crepúsculo y la oscuridad, él no se daría cuenta.

— ¡U-um! La próxima vez que vayas a una aventura, a…asegúrate de decírmelo. Dijo con tanta fuerza como pudo.

—…

Goblin Slayer no dijo nada al principio y solo la miró. Pero después de un momento dijo —Está bien. Dio un inconfundible asentimiento con la cabeza. —Lo haré.

Eso era todo lo que la sacerdotisa necesitaba oír. Su cara se iluminó tan brillantemente que era obvio incluso en la oscuridad que era cada vez más profunda. — ¡Ok! Exclamó ella. — ¡Hasta mañana, entonces!

—Hasta mañana. Él murmuró, mirando como ella se giraba y desaparecía en el templo.

Por un momento él simplemente se quedó parado frente al edificio.

Hoy he conocido a mucha gente. Él ya había pensado eso antes.

Pero, reflexionó, no era exactamente cierto. Esas personas siempre estaban allí. Las cosas, en cierto sentido, habían cambiado. Pero en otro, no. Fue simplemente que él nunca lo había notado.

Él tenía la sensación de que muchas cosas se le habían escapado. Inspiró profundamente y luego lo dejó salir lentamente.

Pasó por delante del Gremio, todavía animado, y luego salió por el portón y se dirigió hacia el camino. Las lunas gemelas y las estrellas entre ellas, conspiraron para silenciar la sensación de oscuridad, aunque fuera de noche. Una brisa hacía agitar maleza, ofreciendo una agradable frescura.

Caminó silenciosamente por el sendero a su paso habitual.

Y entonces, a lo lejos, vio un único punto de luz. A la misma hora, en el mismo lugar de siempre. Había llegado a un lugar donde podía ver la luz de la granja.

Goblin Slayer aceleró un poco su ritmo. Pasó la pared de piedra que él y el dueño de la granja habían construido juntos y caminó a través de la cerca que había reparado, hasta la puerta.

Tras un respiro, Goblin Slayer estaba ante la vieja puerta de madera, pero no la abrió inmediatamente. Primero, buscó en la bolsa de objetos en su cintura, sacando una bolsa que estaba repleta de monedas de oro. Tenía un buen peso en su mano. Aflojó las cuerdas y revisó el contenido. Todo estaba en orden. Él lo guardó. Su casco de acero se movió a la derecha, luego a la izquierda. Finalmente, levantó la mirada hacia el cielo.

—Bien. Susurró débilmente, y luego puso su mano en el pomo de la puerta. La giró y empujó la puerta para abrirla.

Junto con el crujido de la puerta vino un calor relajante y un dulce aroma. Justo cuando se dio cuenta de que era algo hervido con leche, la chica que estaba en la cocina se dio la vuelta.

— ¡Phef! Hoy estuviste fuera hasta tarde. Parpadeó sorprendida, limpiándose las manos con el delantal y apresurándose en la cocina.

Cerró la puerta, entrando en la casa con cuidadosos pasos. Ella lo miró y vio la cesta que llevaba a su lado.

— ¿Qué pasa con el maíz? ¡Se ve bien!

—Un regalo. Dijo, poniendo la cesta sobre la mesa.

— ¿Ah, sí? Dijo ella, revolviendo la olla grande. Sin mirarlo, añadió —No encima de la mesa.

—Hrk.

—Al menos ponlo en una silla.

— ¿Dónde está tu tío?

—Dijo que tenía una reunión hoy. Llegará tarde.

—Muy bien, entonces. Tomó una silla con un traqueteo y puso la cesta sobre ella. El montón de maíz estaba allí sentado con orgullo, como si fuera el invitado de honor. Él gruñó y asintió.

Mientras tanto, ella había estado corriendo por toda la cocina. —Un momento, ¿de acuerdo? Estará listo pronto.

—Está bien. Dijo él. Se acercó a su silla, poniendo su mano en el respaldo.

— ¿Hm? Ella miró por encima de su hombro cuando él no mostró signos de sentarse como lo solía hacer. Ella lo encontró de pie junto a la silla, en silencio.

Hmm… secándose las manos en el delantal, dejó el fuego y caminó hacia su lado. Normalmente es mejor que yo se lo saque cuando se pone así.

— ¿Qué pasa? Ella se inclinó hacia delante, como intentando ver su cara bajo su yelmo.

Ese casco familiar. Ocultaba su expresión, y aún así, ella tenía una buena idea de lo que había debajo.

—Mm. Se quedó en silencio un momento antes de decir finalmente —Nada. Después de otro momento, dijo —Antes de comer…


— ¿Si?

—…hay algo que quiero darte.

Poco a poco las palabras salieron de su boca, y luego él rebuscó en su bolsa de su objeto. Sacó la bolsa de monedas de oro que había estado comprobando antes. Tintinearon cuando lo puso sobre la mesa.

Ella parpadeó, sorprendida. — ¿Qué es esto? Pensé que ya habías pagado la renta de este mes.

—No es la renta. Habló con más franqueza de lo habitual. —Feliz cumpleaños.

— ¡Oh! Ella aplaudió. Él tenía razón. Había estado tan ocupada, que había completamente olvidado eso.

Mañana es mi decimonoveno cumpleaños.

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—No sabía qué comprarte, así que pensé que sería lo mejor. Dijo, empujando la bolsa hacia ella. Podría haber sido problemático envolverlo, pero aún así, estaba en una bolsa de cuero excepcionalmente ordinaria y sin decoración. Y estaba llena de dinero. Como regalo de cumpleaños, no era muy bueno.

—Sabes, tú… Un sinnúmero de expresiones pasaron sobre la cara de la granjera, todas difíciles de leer. ¿Debería estar enfadada? ¿O molesto? ¿O fastidiada, o triste? Finalmente se decidió por una sonrisa de desconcierto.  —…no tienes remedio.

Ella abrazó la bolsa de monedas de oro a su pecho de la misma manera que una niña lo haría con una muñeca nueva.

—Actúas como si no supieras nada, y justo cuando pienso que tal vez sabes una cosa o dos… resulta que realmente no sabías nada.

—Erk…

—Si no estás seguro de qué comprar, llévame contigo. Podemos elegir algo juntos.

Eso es lo que realmente quiero.

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El gruñó suavemente a sus palabras, y luego asintió de arriba y hacia abajo lentamente. —…Lo entiendo.

—Esa respuesta no inspira confianza. Te lo agradeceré… una vez que hayamos elegido mi regalo. Ella rio, dándose cuenta de que le estaba sermoneando, y le dio unas palmaditas en la espalda. —Tengo grandes esperanzas en el festival de la cosecha, ¿de acuerdo? Ella estaba sonriendo. No sonaba como si esperara mucho.

Así que ella no lo tomó muy en serio cuando él dijo —Lo pensaré.

—Claro, claro. De todos modos, siéntate. ¡La cena está lista, vamos a comer!

Luego puso sus manos sobre sus hombros, ensanchados por su armadura, y lo guio hasta la silla. Ella se dirigió de nuevo a la cocina, pero se dio la vuelta cuando un pensamiento cruzó su mente.

—Oh, sí, olvidé algo importante. Ella se aseguró de darle la sonrisa más brillante que pudo. — ¡Bienvenido a casa!

—Gracias. Él asintió, moviéndose en silencio en su silla. —Estoy de vuelta.

 

 

 

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– FIN DEL VOLUMEN 4 –

 

Goblin Slayer Volumen 4 Capítulo 10 Parte 2

Nova: No hay lugar en el texto en donde poner esta ilustración… ¯\_(ツ)_/¯ así que se las dejamos aquí como regalo de despedida. Hasta el próximo volumen 。◕‿‿◕。

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