Re:Zero Ex (NL)

Volumen 2: La Canción de Amor del Demonio de la Espada

Capítulo 7: Séptima Estrofa

Parte 1

En aquel entonces, un cierto tema era frecuentemente discutido por los miembros del Escuadrón Zergev. Era un asunto que golpeaba el corazón mismo del escuadrón, algo por lo que todos los miembros se sintieron profunda y personalmente preocupados. No sería demasiado describirlo como un cambio dramático.

— ¡Laslow, retrocede! —Wilhelm ordenó al soldado, deteniendo el hacha de batalla con su espada. Hace un segundo, el hombre a quien Wilhelm había hablado, había estado prácticamente acorralado por el brutal ataque del enemigo. Cuando Wilhelm vio esto, fue allí más rápido que el viento, interceptando el golpe del enemigo y ordenando a Laslow que se pusiera a salvo.

Mientras su compañero de escuadrón se tragaba el aire, Wilhelm obligó al enemigo a retroceder. Abrumado por la fuerza de voluntad del Demonio de la Espada, el hombre-bestia que empuñaba el hacha recibió una estocada en el muslo, aullando mientras caía al suelo. Este era el momento para que Wilhelm saltara sobre él, y diera el golpe final…

—Dame tu mano. Ve a la retaguardia tan rápido como puedas, idiota.

Pero Wilhelm no persiguió a su enemigo lisiado. En vez de eso, le dio a su aliado herido su hombro en el que apoyarse. Sorprendido por la fuerza de su pequeño cuerpo, el corpulento soldado tartamudeó una disculpa.

— ¡L-Lo siento, Vice Capitán!

—Si tienes tiempo para disculparte, úsalo para entrenar mejor. Entonces no tendremos que dejar un agujero en nuestra primera línea.

Sus palabras sonaron duras, pero se movió cuidadosamente mientras apoyaba al herido. Otros miembros del escuadrón cubrieron su retirada, y una vez que depositó a Laslow a salvo en la retaguardia, el Demonio de la Espada regresó a la batalla a toda velocidad.

Entonces, cortando una brecha a través de las fuerzas enemigas, gritó:

— ¡No actúen como un grupo de novatos inmaduros, Escuadrón Zergev! ¡Mírenlos a los ojos y luchen!

Con esta exhortación a sí mismo y a sus camaradas, Wilhelm corrió hacia adelante. Incontables destellos plateados siguieron, cada uno de ellos abatiendo a un soldado enemigo, el Demonio de la Espada sin ayuda elevó la moral de sus hombres.

El nombre de Wilhelm Trias, el Demonio de la Espada, era tan ampliamente conocido y respetado que se decía que era la esperanza del ejército real y la desesperación de la Alianza Demi-humana.

—No puedo creer el cambio en ese hombre… Me pone un poco enferma.

—Ah, no sea tan dura con él, Miss Carol. Eso sólo demuestra que hasta Wilhelm tiene un lado bueno. ¡Pero lo he visto crecer, y tengo que admitir que se siente un poco extraño! —Bordeaux rio a carcajadas. Con la ayuda de su hacha de guerra, había diezmado a los enemigos en una parte de la primera línea.

Carol casi ignoró las carcajadas de Bordeaux, repeliendo a un soldado enemigo invasor con su espada.

—Yo también lo conozco desde antes que cambiara —, continuó ella—. No estoy tratando de ser fría. Me pregunto qué está tramando, actuando así… y cuándo mostrará su verdadero rostro.

—…

Carol tenía una mirada de disgusto en sus ojos. Junto a ella, Grimm golpeó su escudo como para hablar. Su rostro, por lo general amigable, estaba lleno de reproches mientras sacudía su cabeza hacia Carol.

—Lo siento, Grimm. Pero simplemente no puedo acostumbrarme a ello…

—Hay muchas opiniones sobre el nuevo Wilhelm en el escuadrón. Pero al final del día, todo el mundo está de acuerdo conmigo y con Grimm. Es un cambio realmente repentino… pero no es malo.

—…Lo sé.

—Diablos, dicen que “fuego y un martillo es todo lo que se necesita para templar el acero”. Él puede ser irritable, pero supongo que también puede cambiar bastante rápido cuando tiene una razón. Sería interesante si esa razón fuera una mujer…

—Erk…

— ¿Qué pasa? ¿Sabes algo que yo no sé? —Bordeaux le dio una mirada intrigada, pero Carol sacudió su cabeza vigorosamente, una expresión de preocupación apareció en sus bellos rasgos.

—No sé nada. Esto me pone en una posición difícil con respecto a los deberes que se me han asignado. Por favor, entiéndalo.

—Lo que quieres decir es que sabes algo al respecto. Pero lo entiendo. No te presionaré.

—Se lo agradecería. Aun así, no puedo acostumbrarme a ello.

Carol observó cómo Wilhelm continuaba protegiendo a sus aliados y matando al enemigo. En medio de violentas batallas con espadas, ayudaba a sus compañeros de escuadrón y les daba consejos. Fue una transformación profunda.

Si eso le hubiera hecho perder la concentración e impactado negativamente sus habilidades en la batalla, eso lo habría convertido en un problema, pero la destreza de Wilhelm no se había desvanecido en lo más mínimo, al contrario, podría haber sido aún más capaz que antes.

—…

— ¡Lo sé, Grimm, lo sé! Seguiremos haciendo retroceder al enemigo.

No dejemos que Wilhelm nos vea, había dicho Grimm. Los dos avanzaron a la primera línea. Bordeaux los vio irse, apoyando su hacha en ambos hombros.

—Hablando de cambios —, dijo él—, No creo que seas la misma persona que eras cuando conociste a Grimm, Miss Carol. Pero supongo que tal vez no te das cuenta. ¡Maldita sea, son todos tan jóvenes!

Bordeaux rió a carcajadas y miró a un lado, esperando que alguien estuviera de acuerdo con él. Pero era sólo la costumbre; el hombre a quien esperaba ver parado a sólo un paso detrás de él no estaba allí. Bordeaux tocó las heridas de su cara y se tronó el cuello. Entonces gritó:

— ¡Oye, guárdenme un poco! ¡Destruiremos a todos estos bárbaros!

Después de la lucha en el castillo, Bordeaux Zergev había seguido mejorando su técnica con el hacha. Ahora, mostró los frutos de toda esa práctica, sumergiéndose en la lucha a pesar de ser él mismo un comandante. Fue una batalla que encapsuló tanto lo que había cambiado en el Escuadrón Zergev como lo que no.

***

Después de que terminara el período de servicio defensivo asignado, el Escuadrón Zergev regresó a la capital por primera vez en dos semanas.

Llegaron a la ciudad a altas horas de la noche, y la mayoría de los miembros del escuadrón probablemente pasarían el primer día libre durmiendo. Pero Wilhelm, que quizás había luchado más que nadie en el escuadrón, se levantó temprano y dejó el cuartel.

Caminó a través del vigorizante y fresco aire, con su amada espada colgando a su lado. Cuando el guardia de la ciudad lo vio, se enderezaron y saludaron respetuosamente. Wilhelm les hizo un gesto con la mano de manera casual y se dirigió a la ciudad castillo. Pronto estaría en la plaza del distrito pobre. Ellos no tenían fecha ni hora fija. Ellos no sabían cuáles serían sus planes, y el propio Wilhelm no tenía días libres específicos.

Por lo tanto, era cuestión de suerte que la persona que él buscaba estuviera allí o no. Y en este día…

—Oh, Wilhelm. Viniste hoy.

Theresia, que había llegado primero, se dio la vuelta cuando notó a Wilhelm. El viento levantó su largo pelo rojo, y ella le sonrió. Wilhelm levantó una ceja. La fuente de su desconcierto era el lugar donde ella estaba parada: justo en medio del campo de flores.

—Conozco esa mirada —, dijo ella—. “¿Qué está haciendo esta chica?” es lo que te estas preguntando.

—Bueno, gracias por poner mis sentimientos en palabras. ¿Qué está tramando, “esta chica”?

—Yo diría que esa es la cuestión. ¿Qué estoy tramando? —dijo inocentemente Theresia. Entonces, de repente, levantó un pie descalzo. El dobladillo de su vestido levantó por el movimiento, mostrando un pálido muslo. Wilhelm rápidamente apartó la vista.

— ¿Qué es esto? —, dijo Theresia—. ¿Es demasiado estimulante para un joven de corazón puro?

—Deja de actuar poco femenina, tonta. Te lo dije antes, este lugar no es seguro. Si te muestras vulnerable, lo pagarás en algún momento.

—Oh, eso no me preocupa. Después de todo, tengo a un gran espadachín malote conmigo, ¿no? —dijo ella con un guiño. El gesto hizo que la voz de Wilhelm se le atascara en la garganta. Pasó una mano nerviosamente por su pelo castaño mientras se acercaba obedientemente a ella.

—De acuerdo, suéltalo. ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Redescubrir a tu niña interior y jugar descalza en la tierra?

— ¡Q-Qué grosero! Puedo redescubrir mi niña interior si quiero. Y de todos modos, ¡no estoy jugando en la tierra! ¡Estás completamente equivocado! ¡Ciego! ¡Insensible!

—Dios, ¿por qué has tenido que exagerarlo?

Era una mujer de emociones intensas. Ella rio de corazón, pero también se enfadó sinceramente. Él creía que nunca se cansaría de sus risas y gritos, sus sonrisas y sus ceños fruncidos. Ese pensamiento dejó a Wilhelm un poco exasperado consigo mismo.

—La respuesta correcta es… ¡estoy plantando semillas para unas flores nuevas!

— ¿Nuevas semillas?

Mientras él se quedaba pasmado por su perfil, Theresia se había vuelto impaciente y había soltado la respuesta ella misma. Pero eso sólo hizo que Wilhelm la mirara con curiosidad.

Theresia señaló el campo y dijo:

—Sí, así es. La estación cambiará pronto, así que las flores también tienen que cambiar, ¿no? Me apena ver que mis flores se marchiten, pero puedo cultivar otras nuevas para la nueva temporada.

— ¿Cultivarlas? Nunca te he visto regar esta cosa.

— ¡E-Es verdad que mayormente dejo que se cuiden solas, pero yo soy la que les dio el primer empujón! Y planeo cuidarlas bien esta vez. ¿Así que tal vez podrías ser tan amable de no burlarte?

Theresia siempre tenía que devolver el doble de lo que recibía cuando sentía que le habían hecho daño. Sin embargo, al final de esta diatriba, Theresia miró el campo y añadió:

—Además, si no hubieran flores aquí, no tendría excusa para venir más.

—…

Wilhelm dejó de respirar. Una excusa. Ese había sido su entendimiento tácito cuando se conocieron aquí.

—…

Theresia venía a chequear sus flores, Wilhelm a practicar su arte con la espada. Pero la fachada de ellos ya estaba casi rota. Ellos habían descuidado sus supuestos objetivos, Theresia en su mayoría, y Wilhelm en su totalidad. No era, por supuesto, que Wilhelm tuviera menos devoción por su espada. Era simplemente que ahora su razón para venir aquí era Theresia.

Ambos lo sabían, seguramente. Sin embargo, nunca lo dijeron en voz alta, y continuaron encontrándose de esta manera. Debe haber sido por miedo al cambio.

Incluso ahora, mientras él continuaba siendo golpeado como el acero, para ser remodelado, no parecía darse cuenta.

Wilhelm se volvió, incapaz de soportar más su mirada.

—Sabes… hay algo que me gustaría reportarte, también.

— ¿Reporte? —Theresia lo miró con extrañeza.

Podía sentir los ojos de ella sobre él.

—Sí —, dijo él—. Reconocieron mis actos en combate. Se habló de algún premio o algo así, y… ahora soy un caballero.

—…

Podía sentirla a ella aguantando la respiración. Ante su reacción, Wilhelm hizo un puño, con cuidado de mantenerlo donde Theresia no lo veía. El factor decisivo en su ascenso a caballero fue que había ayudado a frustrar el ataque demi-humano en el castillo. El cambio en el comportamiento de Wilhelm después de eso, junto con una recomendación de Bordeaux, había sellado la promoción.

En el pasado, Wilhelm podría haber rechazado este premio, pero ahora lo aceptó con gratitud. Se enorgullecía de esta evidencia de que sus logros habían sido reconocidos. Su conciencia tampoco le permitía desdeñar los esfuerzos de Bordeaux y de sus otros compañeros para conseguirlo.

Luego estaba el hecho de que ser caballero le agradaba en el fondo de su corazón.

— ¿Oh? Felicidades. Supongo que esto te acerca un paso más a tu sueño.

— ¿Mi sueño?

El pensamiento había sido tan confidencial que el comentario de Theresia lo tomó por sorpresa.

Ella se llevó la mano a la boca como si la mirada asombrada de Wilhelm la divirtiera.

—Usas tu espada para proteger a la gente, ¿no? Y un caballero es alguien que protege a la gente.

Ella parecía muy segura de eso, y sus labios se alzaron, por alguna razón, a lo que él creía que era orgullo.

Finalmente, eso tuvo sentido para él. Él grabó su sonrisa en su memoria para que ella siempre estuviera entre las cosas por las que él luchaba para protegerlas.