Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 12

Capítulo 1: Llegada

Parte 1

La ciudad laberinto de Rapan era única en su tipo.

Rapan se encontraba en medio de un vasto desierto, atrapada dentro de una peculiar y enorme jaula blanca.

Cualquier persona curiosa que se acercara descubriría que esta jaula estaba construida con huesos, los de un behemoth muerto hace mucho tiempo. Las costillas, por sí solas, eran lo suficientemente grandes como para encerrar a toda la ciudad.

En un momento dado, la ciudad no había sido más que un pequeño oasis. Los restos del behemoth la habían transformado, y ahora estaba rodeada por un sorprendente número de laberintos, lo que la convertía en un destino atractivo para innumerables aventureros.

Gracias a estos aventureros que llegaban de todo el mundo, buscando hacerse ricos rápidamente, la ciudad se había convertido en un escenario donde se representaban tanto finales felices como tragedias.

Esta ciudad, envuelta en un torbellino de caos, es actualmente una de las más grandes y prominentes del continente Begaritt.

-Extracto de Vagando por el mundo del aventurero y autor Bloody Kant

***

Tenía un vago recuerdo de la información contenida en Vagando por el Mundo. Rapan era una gran ciudad de color tierra, enclavada en medio de sus característicos doce pilares blancos, con edificios hechos de barro y materiales obtenidos de las bestias de la región.

Había visto muchas ciudades con la misma estética en el Continente Demoníaco.

Dicho esto, este lugar era inesperadamente verde, tal vez gracias al oasis junto a los pilares de hueso. Incluso desde lejos, podía ver una línea de lo que parecían palmeras.

El ambiente también era único. Había algo parecido a un olor crudo en el aire, no muy diferente a los abarrotados mercados de esclavos.

“¿Sorprendido? Esos pilares son en realidad las costillas de un behemoth”.

Seguíamos caminando mientras inspeccionaba la zona cuando Galban me llamó jactanciosamente. Gracias a la formación actual de nuestro grupo, había hablado mucho con él últimamente.

Al hombre le encantaba presumir. Sus historias eran siempre increíbles y auto favorecedoras, con una veracidad cuestionable, pero fáciles de disfrutar si suspendías la incredulidad.

“Cuando el gran héroe, el Dios del Norte de segunda generación Kalman, visitó esta tierra, él y sus compañeros derrotaron a un behemoth que arrasaba el desierto. Se dieron un festín con parte de su carne y dejaron que el resto de sus restos se pudrieran, dejando lo que ves ahora: huesos que se niegan a descomponerse, testimonio del paso del tiempo.”

“Vaya.”

Así que esta tierra tenía alguna conexión con el Dios del Norte Kalman, ¿eh? Conocía algunas de las historias sobre él, pero nunca había oído nada sobre que hubiera matado a un behemoth.

Yo mismo había visto un behemoth mientras viajábamos, pero había sido demasiado grande como para considerar enfrentarlo. Había que estar loco para intentarlo. Me pregunté cómo lo había logrado.

Al parecer, el Dios del Norte había vencido a un Rey Demonio inmortal y a un enorme dragón, así que tal vez se había aficionado a derrotar a monstruos con cantidades colosales de HP.

“Las hormigas estaban entre los numerosos monstruos que se dieron un festín con la carne del behemoth caído, y son la causa de los numerosos laberintos de la ciudad. Cuando los monstruos devoran a otros más fuertes que ellos, dan a luz a su vez a poderosas crías. Esas hormigas mutantes cavaron innumerables nidos, y todos los nidos se convirtieron en laberintos”.

“Oh, ya veo”.

Cuando el behemoth murió, los bichos pulularon hacia él. Entonces comenzaron a reproducirse y a crear nidos. En el transcurso de muchos años, esos insectos empezaron a morir, los nidos empezaron a mutar, y así nacieron los laberintos.

Así es como sucedió, pensé.

Sin embargo, la parte de comer monstruos fuertes y dar a luz a una descendencia poderosa… Eso tenía que ser un cuento popular, no más creíble que las historias de cómo comer la carne de una sirena te daría la inmortalidad.

Si fuera cierto, entonces la gente del Continente Demoníaco, que consumía carne de monstruo a diario, debería haber sido mucho más fuerte de lo que era.

Los monstruos podrían ser una excepción especial a la regla, pero no me lo creí.

Espera. En realidad, ¿podría esto explicar el mayor índice de personas fuertes, como Badigadi y Kishirika, que nacen allí? Los propios monstruos no eran más que versiones mutadas de animales normales. Tendría cierto sentido si la gente también pudiera dar a luz a esos mutantes…

Oh, mierda. Yo mismo había comido bastante carne de monstruo. ¿Qué iba a hacer si mi hijo con Sylphie naciera y de repente declarara: “¡Soy el Emperador del Mundo Demoníaco!”? Podría encontrar un repentino parentesco con los pájaros que incuban sus huevos para encontrar una cría de cuco escondida entre ellos.

“Aquí se reúnen aventureros y comerciantes de todo el mundo”, continuó diciendo Galban.

Los objetos mágicos se producían en masa.

Los utensilios mágicos y las armaduras volaban de las estanterías. No importaba cuántos cristales mágicos -también conocidos como piedras mágicas- o cristales imbuidos mágicamente tuvieras, nunca eran suficientes.

Mientras tus existencias fueran de cierta calidad, podías estar seguro de que se venderían a precios elevados. Esta era una tierra donde los sueños de los comerciantes se hacían realidad.

Es cierto que para llegar hasta aquí había que saber atravesar el desierto, entre otras cosas. Sólo unos pocos elegidos podían convertirlo en un hábito. El resto seguramente encontraría un comercio más rentable y seguro si se dirigiera al Continente Central.

Por otra parte, un pez en un estanque pequeño no sabía nada del océano. Galban parecía bastante borracho de su propio narcisismo, así que no iba a estropearle la diversión. La economía sólo funcionaba gracias a mercaderes como él.

***

Nos despedimos de Galban tras llegar a Rapan. Al parecer, su grupo iba a montar su tienda en las afueras de la ciudad. Nuestro tiempo juntos había sido corto, pero había aprendido mucho de su grupo, y ellos habían cuidado de nosotros.

“Gracias por todo”.

“Lo mismo digo. Si vuelves a necesitar algo, dilo”.

Fue una despedida rápida. Me despedí lo menos posible y sólo hice una reverencia a Balibadom y Carmelita. Las cosas habían sido un poco tensas al final, pero esperaba que no hubiera mala voluntad entre nosotros.

Ahora teníamos que buscar a Geese. O a Paul. Ciertamente esperaba que estuvieran aquí, ya que habíamos hecho todo este camino a toda prisa.

Todavía quedaba algo de tiempo antes de que se pusiera el sol, y normalmente, nos moveríamos para encontrar una posada primero, pero quizás deberíamos priorizar la búsqueda de esos dos en su lugar.

“¿Cómo vamos a hacer esto?” pregunté.

“Excelente pregunta”, dijo Elinalise. “Esta ciudad es lo suficientemente grande como para tener un Gremio de Aventureros, así que vayamos allí primero”.

“Entendido”.

Hubiera preferido dejar nuestro equipaje primero, pero bueno, esto funcionaba. De todos modos, quería quedarme en la misma posada que Geese y Paul si era posible.

***

Cuando preguntamos por la ubicación del gremio, nos señalaron el centro de la ciudad, el lugar habitual para estas cosas. Las personas que circulaban por las calles eran principalmente mercaderes.

La mayoría llevaba el mismo atuendo que Galban: un turbante, una tela sencilla y fluida que les envolvía todo el cuerpo, y barbas pobladas.

Caminaban por las calles, arrastrando camellos, y extendían sus mercancías para venderlas al borde del camino. Muchos iban tan bien envueltos que no se les veía nada de piel.

Entre los que levantaban aleros de tela había un individuo en particular que llevaba un traje sacado de Aladdin. Su tienda era un almacén general, que vendía lámparas de metal y vasijas con curiosos dibujos.

Todo tenía un sabor muy árabe. Seguro que, si tocabas una flauta, una serpiente roja sacaba la cabeza de un jarrón para echar un vistazo.

Al acercarnos al Gremio de Aventureros, vi a varias personas vestidas con atuendos familiares de aventurero. Tenía que haber mucha gente en esta zona que era originaria del Continente Central.

Todos tenían rostros desgastados por la batalla; probablemente eran aventureros de rango S especializados en el buceo en laberintos.

La mayoría llevaba ropa bastante ligera. Era peligroso salir a la cegadora luz del sol sin una amplia cobertura para proteger la piel, pero probablemente estaba bien mientras no se aventurarán a salir durante largos periodos.

***

El edificio del Gremio de Aventureros estaba tallado en una enorme roca, probablemente mediante magia. Me di cuenta inmediatamente porque se parecía a algo que podría haber hecho yo mismo, aunque la complejidad de su construcción superaba mis capacidades.

Había un exquisito relieve tallado en la entrada, y el interior, una vez que se entraba, estaba lo suficientemente bien ventilado como para sentirse refrescado.

El ambiente dentro del gremio era más o menos el mismo que el del resto de la ciudad, pero siendo el tipo de ciudad que era, no se veían aventureros novatos.

Todos parecían poderosos. Los que más me llamaron la atención tenían la cara y el cuerpo llenos de cicatrices. Todos parecían tener un pasado accidentado. Pero yo no. Había llevado una vida protegida: sin cheques, sin rayas, sin manchas.

“Bien, empecemos a preguntar por Paul y Geese”, dijo Elinalise.

“Me parece bien”, acepté. “Estoy segura de que encontraremos algo si preguntamos”.

“Geese ya debe tener una red de información aquí, así que seguro que se enterará si vamos

a husmear usando su nombre… Oh, parece que no será necesario”. Seguí la mirada de Elinalise para descubrir a un hombre con cara de mono en un rincón del gremio. Estaba inmerso en una conversación con un hombre bestia que blandía una espada.

“Vamos, te lo pido”, suplicó Geese. “Tú también le debes una; lo sé”.

“Estás pidiendo lo imposible”.

“¿No puedes ceder esta vez? Esto es una carrera contra el tiempo”.

“Ya ha pasado un mes, ¿no? Está muerta”.

“No”, Geese negó con la cabeza. “No hay manera. Incluso si lo está, al menos tenemos que entrar y comprobarlo; encontrar sus restos. Vamos, te lo ruego. Yo mismo he visto tu habilidad; por eso estoy aquí. Incluso te pagaré el doble, si es lo que quieres”.

Tenía una mirada desesperada. No sabía que la comadreja podía poner esa cara. “Lo siento, pero prueba con otra persona. No tengo ganas de morir”.

Geese intentó durante un rato persuadir al hombre, pero al final el hombre bestia sacudió la cabeza y Geese chasqueó la lengua lo suficientemente fuerte como para que pudiéramos oírlo desde donde estábamos. “¡Tch, maldito cobarde! No puedo creer que te molestes en llamarte aventurero con esa actitud”.

“Sí, sí, di lo que quieras”. El hombre salió por la puerta sin siquiera mirar hacia atrás.

Era raro ver a Geese maldecir a alguien. A decir verdad, no sabía mucho sobre él. Sin embargo, Geese que había encontrado en el pasado había sido más desenfadado, y así lo dije. “Parece que está realmente arrinconado”.

“Oh, así es como suele ser, sin embargo”, dijo Elinalise. “¿De verdad? Yo tenía una impresión diferente de él”.

“Debe haber estado tratando de parecer más maduro frente a ti. Hey, ¡Geese!”

Geese giró la cabeza, buscando. Sus ojos se abrieron de par en par cuando nos vio y arrastró los pies hacia nosotros. “¡Oh, hey! ¡Si es Elinalise!”

“Siento haberte hecho esperar”, dijo ella.

El Geese soltó una carcajada vacía. “En absoluto, en realidad has llegado mucho más rápido de lo que pensaba”. Se le escapó una sonrisa mientras le daba una palmada en el hombro.

“En realidad, ¿cómo diablos has llegado aquí tan rápido, ¿hm? Sólo han pasado seis meses desde que envié la carta. Ahh, no debes haberla leído, ¿eh? Probablemente te perdiste mientras viajabas”.

“Hablaremos de eso más tarde. ¿Qué pasa con Zenith?” preguntó Elinalise.

Su rostro se nubló. “No muy bien. Te envié esa carta porque me imaginé que sería un asunto largo. Aunque, para ser sinceros… Bueno, de eso también podemos hablar después”.

Aparentemente, las cosas no iban bien, pero ya lo habíamos previsto. Mi esperanza excesivamente optimista de que lo habrían resuelto todo para cuando llegáramos se había demostrado rápidamente falsa.

“De momento”, interrumpí, “¿podrías guiarnos hasta dónde está mi padre?”.

Los ojos de Geese se abrieron de golpe cuando me miró. Entonces empezó a rascarse el labio superior. “Oh, oye… eres tú, ¿verdad, jefe? Sí que has crecido”.

“Y tú no pareces haber cambiado, señor Geese”.

“Puaj, ya basta. Eso me da escalofríos. Sólo llámame ‘novato’ como solías hacerlo”. Ahh, este intercambio seguro que me trajo recuerdos.

“Vaya, parece que ustedes dos son muy unidos”, comentó Elinalise divertida. Al oír eso, Geese sonrió. “Bueno, compartimos una celda juntos, ¿eh, jefe?” “Efectivamente”, dije, “seguro que me trae recuerdos”.

Ah, la nostalgia: el tiempo que pasé completamente desnudo en aquella celda de la aldea de la tribu Doldia. Fue después de cruzar el mar desde el Continente Demoníaco hasta el Continente Millis, de ser atrapado en un incidente de secuestro, y de ser arrastrado de vuelta a su aldea.

Entre los Doldia, los que se enfrentaban a delitos graves eran despojados de sus ropas y arrojados a una celda.

A mí se me dio el mismo tratamiento basándose en que había secuestrado a la Bestia Sagrada y había intentado cometer actos sexuales con ella. Eran acusaciones falsas, por supuesto.

¿Quién demonios intentaría cometer actos sexuales con un cachorro? De todos modos, fue allí donde conocí a Geese. Su crimen fue menor, provocado por su propia codicia. Había sido un ladrón bastante generoso.

“Ah, pero ya es suficiente. Te llevaré a donde está Paul”, dijo Geese, dando otra sonrisa vacía mientras dejábamos atrás el Gremio de Aventureros.