Eiyuu Ou (NL)

Volumen 7

Capítulo 5: Inglis, 15 años: Escudero y Capitán II

Parte 1

La espada forjada a partir de las escamas de Fufailbane fue la clave para una nueva técnica compuesta que incorporaba tanto la tradición del éter como la del dragón: [Eter Cross Lore] , lo llamó Inglis.

“No está nada mal. Aterrador, de hecho”, murmuró Rochefort con disgusto.

Inglis lo sujetaba por la nuca. “Si hubiera tomado la peor parte de eso, ni siquiera habría dejado un esqueleto atrás, te agradecería que no apuntaras esa cosa a los humanos”.

Inmediatamente después de su segundo disparo de conocimiento del dragón, Inglis activó [Aether Shell] y se adelantó a toda velocidad y lo salvó.

“Solo hay unas pocas personas que se quedarían quietas y tratarían de tomar eso. Y te salvé, así que espero que no te importe”, respondió Inglis, radiante.

Hizo una pausa antes de preguntar: “¿Por qué me salvaste?”

“Porque eso habría sido un desperdicio. Si estás muerto, no puedo pelear contigo. Una vez que te recuperes, luchemos de nuevo. Yo me encargaré del Prismer resucitado, así que no te preocupes por eso. De hecho, preferiría luchar yo mismo.

“Suerte con eso. Si puedes sonreír así mientras derribas un Prismer, será el mundo más pacífico. Sin embargo, dejaré pasar la revancha. Realmente no quiero que me envíen de vuelta a rehabilitación justo después de que me recupere”.

El escudo dorado que llevaba brilló y volvió a su forma humana. Arles inclinó la cabeza profundamente hacia Inglis. “¡G-Gracias! ¡Muchas gracias por salvar a Ross!”. Su amor por Rochefort era palpable en su reverencia, al igual que su preocupación por él y su amable disposición. Se sentía totalmente en desacuerdo con la audaz misión suicida de Rochefort.

Inglis estaba satisfecha, después de haber luchado duro contra el dúo, pero aún tenía algunas preguntas persistentes. “¿Por qué decidiste hacer esto de todos modos?”

“F-Fue por mi bien… Soy la única [Hyeral Menas] de Venefic, así que… Si pasa algo, todo recae sobre mí… Pero si conquistamos Karelia y hacemos nuestras [Hyeral Menas] , ser capaz de compartir la carga…”

Rochefort había estado preocupado por el destino de Arles después de su muerte. Y, bueno, la motivación tenía sentido. Un país con una sola [Hyeral Menas] no tuvo más remedio que presionar todo sobre ella. Karelia tenía tanto a Eris como a Ripple, cada uno de los cuales podía cargar con la mitad de la carga. Pudieron continuar con el arduo trabajo de defender Karelia en gran parte porque podían animarse mutuamente; su fuerte vínculo era obvio. Si Venefic hubiera conquistado Karelia, naturalmente habría

asumido sus [Hyeral Menas] , y luego habría sido tres, lo que reduciría significativamente la carga de Arles.

“No importa cuánto discuta con los tacaños en Venefic, no van a lanzar más [Hyeral Menas] . Mi única opción era quitárselos a otra persona; se suponía que sería mi último destello de gloria. Sin embargo, no esperaba que resultara así. Nunca sabes lo que te depara el mundo… Rochefort se encogió de hombros de forma autocrítica.

“¡Debes pensar tan horriblemente de nosotros por lo que hemos hecho!” Arlés dijo. “Pero no pude detenerlo, ¡lo siento mucho!”

“No necesitas disculparte, Arles”, dijo Rochefort. “Fui yo quien te invitó a hacerlo, vamos con eso”.

“No, no necesitas disculparte conmigo”, dijo Inglis. “Tengo que tener una buena pelea de todo esto. Gracias.” Ella se inclinó ante ellos.

“Ross, esta chica…”

“Sí, está loca. Incluso más de lo que soy. Fascinante.” Rochefort se rió.

“Sin embargo”, dijo Inglis, “el resto quedará en manos de Su Majestad, y no tengo control sobre sus decisiones”. Si el Rey Carlias decidiera ejecutarlos, Inglis no podría detener eso. Si los encarcelaba, probablemente ella podría entrar y sacarlos, pero entonces no podría quedarse en Karelia y estaría

causando muchos problemas a Rafinha, Rafael y el resto de su familia. No valdría la pena el costo.

El rey Carlias se acercó a ellos, aunque con paso inestable. Era increíble que ya pudiera caminar. “Estos dos serán tomados como prisioneros de guerra”, pronunció. “Serán juzgados en una fecha posterior… Primero, deben curar sus heridas”.

“¡Su Majestad!” Arlés jadeó.

“Eso es lo que desea Inglis, ¿no es así? así lo haré. Una vez más, ella me ha salvado del peligro. Yo le agradezco.” El rey Carlias inclinó la cabeza ante Inglis mientras hablaba.

“¡No tienes que hacerlo! ¡Solo hice lo que vino naturalmente! Inglis inclinó delicadamente la cabeza y se arrodilló frente al rey Carlias, provocando

entusiasmo entre los caballeros.

“¡Ah, señora Inglis! ¡Muy elegante!” “¡Y tan hermosa!”

“¡Impresionante, Lady Inglis!” dijo Reddas. “Ya estábamos asombrados por ti, ¡pero ahora estamos aún más profundamente impresionados!” Los

caballeros asintieron junto con sus palabras. Pero no todos compartieron esa apreciación.

“Ah, lo sabía. Fue solo ‘¡Oh, se ve fuerte! ¡Todo bien! ¡Quiero pelear! ¡Me voy! Clásico Chris…” Rafinha se había unido en silencio a Inglis, murmurando para sí misma. “No hay necesidad de agradecer a la chica que acaba de decidir que quería hacer un lío”.

“¡Shhh, Rani! ¡Se supone que no debes decirles eso!”

Si tenías la suerte de encontrarte con un enemigo poderoso, participabas en la batalla. Era natural que lo hubiera hecho. Por eso no exigía que le

agradecieran, pero los demás eran libres de hacer las suposiciones que quisieran. Si había que tomarlo como patriotismo o lealtad, no le importaba. No cambió lo que realmente sucedió, por lo que, en la mente de Inglis, no había problema con que otros atribuyeran erróneamente sus motivos.

“¿Hmm? ¿Qué fue eso?” preguntó el rey Carlias.

“¡Oh nada!” Inglis respondió. “De todos modos, lo siento, pero desafortunadamente dañé las paredes y el canal. Me disculpo sinceramente”.

“Eso no importa. No pretendo sancionarte por el daño. Lo hiciste bien.” El rey Carlias asintió a Inglis. He oído noticias de tus hazañas en Alcard.

Recompensaría tu valor, ¿qué deseas?

“Si… serías tan amable de condenarlo a pelear conmigo nuevamente después de que se recupere”.

Inglis había ganado muchas cosas en Alcard: un nuevo poder: saber sobre dragones; una espada de escamas de dragón, una que podría resistir su éter con todo su poder; y carne de dragón, ambas deliciosas y curativas.

Pero todavía le faltaba algo, un enemigo con el que pudiera luchar cuando quisiera.

Quería profundizar en la misma tecnología de Evel que había replicado a Ian. Quería llevarse a Fufailbane a casa con ella. Sin embargo, el dragón mecánico, que supuso que portaba la tecnología de Evel, se fusionó con Fufailbane y partió hacia Highland. Habría sido bueno asegurar al menos a uno de ellos, pero aquí estaba ella, todavía con la necesidad de alguien con quien luchar cuando quisiera.

De repente sintió que le tiraban de la oreja por un lado.

“¡Vamos, Chris! ¡No digas una tontería como esa! ¡Eso es demasiado!

¿Acabas de salvarlo y ahora quieres someterlo a un destino peor que la muerte?

“¡Ay! ¡Eso no es cierto! Es una prueba divina que simplemente nos permite ser constantemente muy efectivos para mejorarnos unos a otros. ¡Estoy

seguro de que le encantará!

“No me importa ser regañado por una mujer hermosa”, dijo Rochefort,

“pero prefiero que no sea mi vida para siempre. Solo córtenme la cabeza en su lugar.

“¡Mira, él no quiere!” Rafinha insistió. “¡Ese tipo de cosas es solo para bestias mágicas! ¡De ninguna manera! ¡¿Bueno?!”

“¡Si, vale!” Respondió Inglis.

“¿Eh? Seguro que te lo tomaste con calma.

“¿Entonces eso significa que puedo tener una bestia mágica como mascota?” Entonces renunciaré a Rochefort y simplemente haré eso.

“¡Absolutamente no! ¡¿Qué te pasa?!”

“¡Awww, pero acabas de decir que estaba bien! ¡No es justo, Rani!

“¡Luchar contra ellos y tener uno como mascota es completamente diferente! ¡De todos modos! ¡No! ¡No significa no! ¡¿Bueno?!”

“Puaj…”

Arles inclinó profundamente la cabeza hacia Rafinha. “Gracias…”

“No, de nada. Lamento que Chris estuviera diciendo cosas tan absurdas como esa. En primer lugar, solo concéntrate en mejorar. Estoy seguro de que estará bien”, respondió Rafinha, primero sonriendo y luego como si acabara de darse cuenta de algo. Luego, se inclinó muy profundamente ante el rey Carlias. “¡L-lo siento, Su Majestad! Sólo estaba-”

“No, no me importa. ¡Bien entonces! Alguien, encuentre un lugar para que este hombre se recupere. [Hyeral Menas] de Venefic! Te pongo bajo arresto. Confío en que no se oponga.

“¡P-Por supuesto que no! ¡Te agradezco desde el fondo de mi corazón por salvar a Ross!”. Arles se inclinó muy, muy profundamente ante el rey Carlias.

Rochefort resopló con desdén. “¡Qué conmovedor, Su Majestad! Perdonando la vida de un general enemigo que casi te mata. Debes estar tan loco como esa chica. Sonrió con falta de sinceridad, pero el rey Carlias no

era de los que se dejan afectar por el sarcasmo o las provocaciones. Había resistido la humillación de Evel cuando el Highlander había visitado el palacio. Comparado con eso, las palabras de Rochefort pueden haber sido simplemente graciosas.

“Hmm… ¿Cuál es más loco, sin embargo? ¿Mi acto de perdonarlos a ustedes dos, o nombrar a esta chica como capitana de una orden de caballeros? El rey Carlias respondió con una sonrisa.

Rochefort se rió. “Solo una broma… tal vez. Perdóname.”

El rey Carlias dejó que el silencio se cerniera sobre la habitación por un momento antes de ordenar: “Llévatelos”.

“¡Si su Majestad!” Reddas y los caballeros asintieron y se llevaron a Rochefort y Arles.

“Oh, bien, Su Majestad se da cuenta de que hacer de Chris el capitán de una orden de caballeros es tan aterrador como casi morir…”, murmuró Rafinha mientras los observaba irse.

“Eso no es muy agradable”, objetó Inglis. “Incluso si puedo entrenar con él, me aseguraré de que no esté gravemente herido”.

“Eso no es lo que quise decir—”

Mientras Inglis y Rafinha discutían, el rey Carlias los llamó. “Rafinha…”

“¿Eh? ¿Ah, sí?” Rafinha estaba un poco nerviosa, ya que era la primera vez que el rey Carlias la llamaba directamente.

“Tú también me salvaste la vida. No una, sino dos veces. Déjame agradecerte—”

“¡Oh, no fue nada, Chris dijo lo mismo, pero era lo más natural! ¡Eres nuestro rey, después de todo!”

Mientras Rafinha se ponía de pie en atención respetuosa, el rey Carlias sonrió. “¿Qué deseas? Tus logros no son menores que los de Inglis.”

“¡Oh, está bien! Al igual que Inglis, en realidad no… Inglis apretó los labios de Rafinha para cerrarlos.

“¡¿Wuhveh vu vunh, Hlif?! (¡¿Qué estás haciendo, Chris?!)”

“¡Ella tiene un deseo! Pero no parece que pueda decirlo, así que hablaré por ella”. Una sonrisa astuta se dibujó en el rostro de Inglis.