Eiyuu Ou (NL)

Volumen 7

Capítulo 4: Inglis, 15 Años: Escudero Y Capitán I

Parte 1

“¡Su Majestad! ¡Su Majestad!” Una áspera voz masculina resonó en la majestuosa y serena sala de audiencias del palacio real en la capital de Karelia, Chiral.

“Ah, Reddas. Tan animada como siempre. El rey Carlias suspiró desde su trono. “Así que has regresado. Excelente trabajo. ¿Tuviste éxito? ¿No te había ordenado que encontraras a Inglis y le enviaras un mensaje para que se dirigiera a la ubicación del Prismer? No la veo aquí.

“¡Si su Alteza! ¡Lady Inglis se complace en aceptar sus órdenes! ¡Me pidió que enviara gracias porque la enfrentarías a un enemigo fuerte!

El rey se rió. ¡Y pensar que estaría tan complacida de enfrentarse al flagelo de toda la superficie! ¡Qué chica tan valiente y atrevida! Entonces, ¿se dirigió directamente a Ahlemin?

Si el tiempo era esencial, esa era la elección adecuada. Al rey Carlias le hubiera gustado reunirse con ella y ver su reacción, pero no pudo protestar. Como rey, el destino de su país estaba en juego ahora que el Prismer había despertado, y aunque pesaba sobre él una cantidad inusual de preocupación e impaciencia que la presencia de Inglis probablemente aliviaría, no tuvo más remedio que comandar el mayor esfuerzo de guerra desde el Palacio.

“No, Lady Inglis llegará aquí en breve. Ella me envió adelante para informarte y hacer los preparativos”.

“¿Hmm? ¿Preparativos para qué?

“La ceremonia de nombramiento del nuevo capitán de la Guardia Real.

¡Lady Inglis aceptará el mando, que antes rechazó, antes de participar en la batalla decisiva! Sin embargo, ella insiste en que ella simplemente sea la oficial al mando interina y que se le permita continuar como estudiante en la academia de caballeros”.

“Ya veo. Eso está bien. Si realmente podemos emplearla en una emergencia como esta…”

En ese caso, su arreglo fue más allá de una promesa verbal de cooperar cuando apareció un enemigo poderoso; representaba la aceptación de la autoridad real. Fue un paso adelante. Sería necesario un salario y cosas por el estilo, pero eso no era objeto. Era un pequeño precio a pagar por poner tanto poder a su disposición.

“Entonces, Su Majestad, ¿da su aprobación?”

“Por supuesto. Fue nuestra petición para empezar. Inglis llegará pronto, ¿espero? Dadas las circunstancias, será simple, ¡pero prepárate para la ceremonia de todos modos!

Según los informes sobre el movimiento del Prismer, llegaría a las afueras de Ahlemin en unos pocos días. Tendrían que prepararse para la próxima batalla allí una vez que llegara Inglis, pero pasar un día más o menos en la capital no debería presentar ningún problema.

“¡Si su Alteza!” Los criados del rey Carlias se apresuraron a entrar en acción.

Mientras el rey los observaba dispersarse por el rabillo del ojo, le preguntó a Reddas: “¿Pero cómo llegó Inglis a su cambio de opinión? ¿Le dijiste algo en particular a ella?

“Lady Inglis dijo que, si va a luchar contra el Prismer en lugar de los Paladines, el propio caballero sagrado y las [Hyeral Menas] , debería tener un rango adecuado para ganarse la lealtad de nuestras fuerzas. Eso aseguraría el éxito sin problemas de nuestra misión… así como la preservación de la reputación de los Paladines.

“Ella está en lo correcto. Tiene buenos sentidos. El rey Carlias se dio cuenta de que Inglis probablemente tenía la intención de mantener las fuerzas actualmente en Ahlemin en reserva mientras luchaba sola contra Prismer.

Sin embargo, incluso si Inglis, una estudiante de primer año en la academia sin rango ni título, apelara a la orden real, sería inevitable que enfrentara un rechazo, si no que sus órdenes fueran ignoradas por completo.

El rango de Capitán de la Guardia Real, y por lo tanto el papel de coronel cuando actuaban como un regimiento de guerra, haría que su mando fuera mucho más persuasivo para la orden de caballería.

Ese era el papel de las filas, por así decirlo.

El peso de las palabras dependía de su hablante. E incluso si ella derrotara al Prismer, la pregunta de qué seguiría permanecía. Los paladines, después de su fracaso, seguramente se resentirían de que un simple estudiante de la academia de caballeros les hubiera robado la gloria. Pero si se acreditara en nombre de la Guardia Real y de su capitán, ese dolor sería mitigado. La Guardia Real era una de las dos grandes órdenes, su capitán era igual al caballero sagrado que era el capitán de la otra, los Paladines. Incluso si su ayuda fuera necesaria para derrotar al Prismer, los paladines estarían menos preocupados por su propia vergüenza y más interesados en celebrar el heroísmo de sus compañeros.

Ese fue el efecto que tuvo el rango. Y debe haber estado en la mente de Inglis cuando aceptó la oferta. El hecho de que ella estuviera considerando las consecuencias de la guerra también mostró que no mostró la más mínima expectativa de perder la vida en la batalla. Eso en sí mismo fue bastante alentador.

“Tan valiente, pero con buen ojo para la situación, es una chica tan inusual”, reflexionó el rey Carlias. Su destreza en el combate desafió las expectativas, sin embargo, al hablar con ella, se había quedado asombrado por su claro juicio y consideración. Podía sentir el ojo estratégico experimentado

escondido detrás de su apariencia vivaz y bonita. Una casi demasiado

experimentada para una chica de su edad, realmente era excepcional. Si ella tenía lo que le correspondía, es muy posible que no se hubiera sentido

satisfecha al someterse a su regla. Solo podía estar agradecido por la fortuna que ella había elegido para prestarle su fuerza por el bien de Karelia.

El despertar de un Prismer trajo tragedia. Incluso si fuera derrotado, el caballero sagrado que ejercía una [Hyeral Menas] contra él moriría. Esa era la verdad ineludible de la superficie, donde cayó el Prism Flow. Así era el mundo, que había existido desde mucho antes del nacimiento del rey

Carlias. Eso fue lo que sucedió cuando el Prismer que ahora se acercaba a Ahlemin se congeló en hielo. Un caballero sagrado muerto, otra cicatriz en los corazones de las [Hyeral Menas] . Era algo que no podía olvidar.

Tal vez Inglis podría romper la ley de ese ciclo de dolor. Aunque, a la larga, nada cambiaría.

Las vidas humanas eran cortas, e incluso si Inglis pudiera cambiar el rumbo del mundo, esos cambios no la sobrevivirían. Las [Hyeral Menas] y los

santos caballeros seguirían siendo necesarios. Superar una crisis una vez, eso era algo que podían hacer las personas adecuadas, pero para encontrar una solución estable a una crisis recurrente, se necesitaba un sistema, no individuos. Al encajar a las personas en ese sistema, se pueden esperar los mismos resultados estables cada vez. Las [Hyeral Menas] y los caballeros sagrados eran un sistema de este tipo.

Pero aún así, solo una vez, una excepción sería buena. Quería ver eso por sí mismo. Cada vez que los humanos cambiaban el rumbo del mundo, el rey Carlias se reía con ganas.

“Lady Inglis también dijo: ‘Ser humano es autocriticarse; esa autocrítica debe desarrollarse al máximo’”.

“Hmmm… ¿Pasó algo en Alcard?” “Bien-”

Antes de que Reddas pudiera responder más, un miembro de la Guardia Real entró corriendo en la habitación. “¡Su Majestad! ¡Señor Reddas! ¡Se acerca un barco desde arriba!

“¿Ha llegado Inglis?” preguntó el rey Carlias.

“Creo que dijo que quería evitar hacer una escena…”, respondió Reddas.

Inglis estaba a bordo de una nave del Frente Sangre de Acero. Aterrizar eso en el palacio real de todos los lugares seguramente causaría problemas; Inglis seguramente lo sabía. Lo último que Reddas había oído, había estado planeando que esperara a cierta distancia mientras visitaba el palacio.

“¡Iré a mirar!” el insistió. Salió de la sala de audiencias y miró hacia arriba. “¡¿Qué?! ¡¿De quién es ese barco?!”

No llevaba la cresta de ningún país u orden. A primera vista, no pudo determinar a quién pertenecía. Sin embargo, definitivamente no era el acorazado del [Frente Steelblood] en el que estaban a bordo Inglis y Rafinha, de eso estaba seguro.

“¡Listo para la intercepción! ¡No sabemos quién está a bordo! La voz de Reddas retumbó y los caballeros de la Guardia Real se tensaron. Muchas de sus fuerzas aún estaban desplegadas en la frontera norte, y otras habían sido enviadas como refuerzos a Alcard, por lo que las defensas tanto de la capital como del palacio eran, para ser francos, deficientes. Un enemigo podría estar tratando de aprovechar su debilidad actual.

El palacio se llenó de repente por orden de Reddas. “¡Sí, señor!”

“¡Prepárense para interceptar!”

“¡Revuelve los Flygears! ¡Formad un perímetro defensivo!”

“¿De quién es ese barco? ¡No parece ser el que lleva a Inglis!” Dijo el rey Carlias.

“¡¿Su Majestad?! ¡Es peligroso estar aquí! ¡Ese definitivamente no es el barco que lleva a Lady Inglis!” Reddas respondió.

“¡Entonces, alguien debe estar atentando contra mi vida en medio del caos causado por el despertar del Prismer y nuestras defensas debilitadas!”

“¡¿Pero quién?! El [Frente SteelBlood] está cooperando con nosotros…”

¡Boom-boom-boom-boom-boom-boom!

El barco desató una andanada de fuego de cañón. Llovió sobre el palacio, aplastando techos y destrozando paredes.

“¡¿Gaaah?!”

“¡¿Ahhhhhhhh?!”

La atmósfera majestuosa y serena del palacio se había transformado en un campo de batalla. Los caballeros cayeron uno por uno por el repentino ataque.

“¡Detengan esos cañones! ¡Flygears, acérquense y destrúyanlos!” Mientras Reddas ladraba órdenes—

¡Golpe!

Parte de la placa de metal exterior de la nave enemiga estalló repentinamente, aunque no por un ataque. Parecía haber sido purgado deliberadamente, revelando…

“¡¿Qu-?! ¡¿El alférez de Venefic?! ¡¿Es ese un barco Venefic?!” “¡Qué audacia invadir tan lejos!”

El falso pretexto había valido la pena. Karelia se encontraba en un confuso

estado de emergencia mientras se esforzaba por responder al Prismer. El Rey Carlias había oído que incluso el [Frente SteelBlood] estaba cooperando para proteger los pueblos y aldeas a su paso. En medio de todo esto, nadie tuvo tiempo de mirar con recelo a un acorazado de origen desconocido que volaba por encima. Incluso si alguien tuviera sospechas, podría descartarse fácilmente como una nave del [Frente Steelblood] .

Y el hecho de que ahora ondearan abiertamente la insignia de guerra de Venefic significaba que se consideraban seguros de su victoria. Al mismo tiempo, seguramente tenía la intención de mostrar que Venefic se había llevado a Chiral.

“¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!” Un escuadrón Flygear despegó del buque de guerra Venefic. A la cabeza iba un caballero con una risa tan estruendosa como la de Reddas. “¡Rey Carlias de Karelia, Su Majestad! Es un honor

conocerte, ¡pero ahora debo despedirme! ¡Soy Ross Rochefort, un general de Venefic! ¡Tomaré tu cabeza como mi trofeo de esta batalla!”

“¿¡General Rochefort!? ¡¿Así que ese es el hombre que usó una [Hyeral Menas] contra nuestras fuerzas, así que esa es una [Hyeral Menas] como arma?!” Reddas jadeó.

La mano de Rochefort agarró un gigantesco escudo dorado alrededor tan alto como él. Podían ver su resplandor divino.

“Debe ser…”, dijo el rey Carlias. “¡Pero esas son palabras audaces de alguien que usa tales bendiciones celestiales para un simple robo! ¡Más audaz de lo que permiten tus actos!”

Rochefort señaló su propia cabeza. “¡Estrategia, estrategia! ¡No me importa lo que digan los demás, esto es por el bien de la chica que debo proteger!

¡Nadie más vale nada! ¡Ahora muere! ¡Morir! ¡Muere, muere, muereeee!” Apuntó su escudo al rey Carlias y se preparó para cargar.

“¡Ponerse en forma! ¡Conviértete en un muro para proteger a Su Majestad!” ordenó Reddas. “¡No necesitamos derrotar al enemigo! ¡Solo necesitamos ganar tiempo!”

Si pudieran hacer que la lucha se prolongara lo suficiente, tal vez Rochefort, ejerciendo una [Hyeral Menas] , quemaría su poder. Reddas había oído que Rochefort había ejercido la [Hyeral Menas] incluso durante su batalla con los paladines en la frontera. No podría durar mucho usando aún más poder

aquí.

¿Y tú, Reddas? preguntó el rey Carlias. El rey parecía haber adivinado algo sobre la situación por las órdenes de Reddas.

“Lo siento, Su Majestad. Escuché de Lady Inglis…”

“Así que ella vio incluso tan lejos… Verdaderamente insondable. ¡Sí, aunque! ¡Si ganamos tiempo, ella llegará! ¡Debemos aguantar hasta entonces!”

“¡Si su Majestad!” Reddas y los caballeros rodeados asintieron con la cabeza. Sus filas se unieron fuertemente cuando se colocaron en una formación defensiva.

“¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Eso no te ayudará!” Rochefort saltó de su Flygear, disparando luz hacia atrás desde su escudo para impulsarlo hacia adelante por el aire, y cargó contra los caballeros que se interponían en su camino.

“¡Aaaaggghhh!” Los gritos surgieron cuando los Flygears destrozados cayeron del cielo.

“¡Gracias por agruparte así por mí! ¡Hace mi trabajo más fácil!” “Puaj…! ¡Extendido! ¡Apártense y distráiganlo!” ordenó Reddas.

“¡Eso tampoco te salvará a ti!” Rochefort respondió, mientras la luz salía disparada de las gemas de su escudo, cortando a los soldados a su alrededor.

“¡Aaaah, no!” Los gritos continuaron. En un abrir y cerrar de ojos, el número de caballeros que protegían al Rey Carlias se había reducido a la mitad.

“¡Ja, ja, ja, ja! ¡Tontos! ¡Estáis tirando vuestras vidas! ¡La sola idea de que unos cuantos idiotas como tú puedan detener la verdadera forma de una [Hyeral Menas] es una locura! ¡Indignante! ¡El colmo de la insolencia!”

“Puaj…! ¡No seas arrogante!” un caballero gruñó. “¡Pero su poder es abrumador!” otro lloró.

“¡Esto es lo que se supone que debe usarse contra un Prismer! ¿Cómo se supone que…?