Infinite Dendrogram (NL)

Volumen 16: Las Posibilidades Tartareanas

Prólogo: Otra Primera Elección

Marzo, 2044, Benetnasch.

Una chica había muerto de hambre ante mis ojos.

Mi recuerdo de los acontecimientos posteriores era borroso.

Recordaba haber gritado a pleno pulmón, luego haberme desconectado frenéticamente y haberme precipitado en la cama, con la manta cubriéndome como el abrumador remordimiento que sentía.

Muchas preguntas rondaban mi mente mientras yacía allí. ¿Por qué elegí Caldina? ¿Por qué elegí imágenes realistas? ¿Por qué caminé por esa calle? ¿Por qué… por qué elegí Infinite Dendrogram?

Se suponía que era un juego, nada más. Un juego realista, pero un juego al fin y al cabo.

Pero para mí, era… demasiado real.

Estaba totalmente convencido de que había entrado en una ciudad desierta, a pesar de no haber estado en ningún lugar así en mi vida.

… Y me había hecho sentir que realmente había presenciado a un niño morir de hambre.

El momento de su muerte volvía a mí cada vez que cerraba los ojos.

“¿Por qué…? ¿Por qué…?” No podía borrar ese recuerdo por mucho que lo intentara.

Era la primera vez que veía una muerte tan cruel. La conmoción y el pesar que sentí se me pegaron como alquitrán.

Reviví el momento en mi mente una y otra vez. Incluso sentí la sensación de ese trozo de comida que ella había deseado tan desesperadamente antes de morir mientras se escurría de mis dedos.

“Si hubiera podido… al menos…” Si hubiera podido darle ese bocadillo, tal vez mi arrepentimiento no habría sido tan profundo.

Pero eso ya no era una posibilidad.

No podía deshacer el pasado.

La chica muerta no podía volver a la vida.

Su final prematuro e injusto rondaba mi memoria.

“Es un juego… sólo un juego… pero…” Un personaje de un videojuego había muerto, no había más.

Pero mi corazón no podía dejar que terminara así.

Seguí llorando y lamentándome durante horas.

Pero entonces, pensé en una cosa más.

“… Un funeral… para ella.”

No podía cambiar el hecho de que la chica estaba muerta, pero encontré esperanza en la idea de que podía aliviar mi pesar si ponía unas flores en su tumba y rezaba una oración por ella.

“También debería… preparar algo de comer…” Con las manos aún temblorosas, tomé mis implementos y me volví a conectar a Infinite Dendrogram.

***

El tiempo que había pasado en el juego era el triple del que había pasado en tiempo real.

Era de noche y, como aquí no había tantas luces como en la vida real, la ciudad estaba a oscuras. No me había alejado mucho del callejón donde había encontrado a la chica, así que pude volver a él en un santiamén.

“Ella no está aquí… Bueno, por supuesto que no está.”

La niña no aparecía por ninguna parte. Sólo podía suponer que su familia se la había llevado y enterrado, o la iglesia si no tenía parientes.

En ese caso, al menos tenía que poner algo de comer en su tumba y rezar por ella.

Para averiguar dónde estaba enterrada, hablé con el patrullero cercano.

“Disculpe.” Le dije.

“¿Hm? ¿Qué pasa, Señor Maestro?” Preguntó.

“Umm, me gustaría saber dónde encontrar la tumba del niño que estuvo aquí.”

“¿Niña? ¿La hija de quién?”

“Era una chica que murió en ese callejón de ahí…”

“… Oh. Los huérfanos que mueren en las calles son enterrados en las afueras de la ciudad, al norte.”

“¡G-Gracias!” Expresé mi gratitud antes de salir corriendo.

“Pero es mejor no ir allí…”

No podía oír completamente la voz detrás de mí.

Me dirigí al norte de la ciudad y, finalmente, encontré el lugar. Estaba a más de diez minutos a pie de la puerta.

Allí, en las arenas, había varias zonas grandes cercadas con vallas lamentables.

Parecían las vallas que rodean los cementerios, pero estas zonas eran cualquier cosa menos eso.

No había lápidas, ni siquiera tumbas.

No había más que montones de cadáveres.

Sobre las arenas secas yacían cadáveres resecos y momificados, esqueléticos cuya carne había sido consumida por los insectos y otros más frescos de los que aún se alimentaban, todos juntos para crear una imponente montaña de muerte.

“… Egh…” Antes de darme cuenta, estaba vomitando.

El miedo que sentí y mi confusión por cómo se podía permitir que existiera algo así abrumaron mi mente como un torrente impetuoso.

“… ¿Eh?”

Y entonces me fijé en un cartel junto a la entrada.

Decía “Eliminación de cadáveres de indigentes”. Debajo había una explicación:

“Como en Cortana no hay lugares donde enterrar a los indigentes que no pueden pagar impuestos, y como no hay fondos para cubrir los gastos de combustible de la incineración, hay que dejarlos aquí para que los elementos y/o la fauna local se ocupen de ellos.

—Alcalde de Cortana, Douglas Coin.”

Gracias al cercano punto de guardado y al oasis, Cortana era una ciudad floreciente a pesar de su árido entorno. Sin embargo, su área era limitada y, a diferencia de las grandes ciudades de los demás países, no podía expandirse mucho más allá de su tamaño actual.

Como Cortana era la ciudad que ejemplificaba el ideal de Caldina de “el dinero mueve el mundo”, se necesitaba dinero para conseguir una tumba. Los vagabundos no podían pagar las tasas, así que todos eran arrojados fuera de la ciudad, como si los gastos incluso de enterrarlos en la arena fueran demasiado elevados para las autoridades.

Pasé un buen rato de pie ante las “tumbas”… las pilas de cadáveres, sin decir ni una palabra. Pude leer perfectamente la explicación del cartel. La función de traducción automática me lo puso fácil.

Sin embargo, no podía entenderlo, por mucho que lo intentara.

Mi mente comprendió el significado, pero mi corazón no pudo.

Había un razonamiento detrás de estas acciones, pero seguía sin tener sentido que alguien actuara así. Mi sociedad en el mundo real daría un entierro adecuado incluso a los más desafortunados.

Esto me pareció menos realista que todo lo que había experimentado desde que llegué a Infinite Dendrogram.

“… Ah.”

Jadeé cuando por fin lo vi.

En lo alto de la pila, sobre un cadáver que en su mayor parte era hueso, había restos que aún conservaban piel y cabello, y el cuerpo de la chica que había muerto ante mis ojos.

Me quedé inmóvil. Había venido a darle una oración junto con una ofrenda de flores o bocadillos.

Pero ahora, ni siquiera podía hacer eso.

Cayendo de rodillas, aparté la mirada de ella.

“¿Eh…?” Y entonces, mi visión se detuvo en una señal diferente.

Decía: “Cualquiera es libre de llevarse los cadáveres, pero resucitar a la gente usando la Nigromancia está prohibido dentro de las murallas de la ciudad.”

La primera mitad de la frase me chocó. Sin embargo, la idea de que cualquiera pudiera llevarse los cadáveres me pareció adecuada para este lugar inhumano. Teniendo en cuenta que haría espacio para más cadáveres, incluso podría llamarse “racional”.

Dejando eso a un lado…

“¿Nigro… mancia? ¿Volver a la vida a la gente?”

Esas palabras implicaban que era posible que los muertos volvieran a vivir.

Espera… ¿quizás era posible? Un mundo con magia puede tener hechizos de resurrección, después de todo.

“A-Ahhh…” Pero traer de vuelta a los muertos usando magia era inmoral. Como mínimo, iría en contra de la fe que había seguido hasta ahora.

Pero si… si fuera algo que pudiera hacer…

Si fuera posible…

“Y si… hiciera desaparecer este remordimiento…”

… Entonces que se joda la moralidad. ¡Déjame hacerlo!

En el momento en que ese pensamiento cruzó mi mente, mi mano izquierda comenzó a brillar de color púrpura…

“Muy bien. Entonces esa será mi naturaleza.”

… y una chica desconocida apareció a mi lado.

“… ¿Eh?”

La mejor palabra para describirla era “púrpura”. Tenía el cabello morado y llevaba un vestido morado al estilo de la antigua Grecia.

Sus ojos, sin embargo, eran de otro color: un negro profundo y llamativo.

“¿Quién… eres?”

“Mi nombre es Persephone. Nací de tu carne, de tu alma y del lamento de tu corazón. Soy tu Embryo —Tipo Maiden—Castillo/Territorio.”

“¿Perse… phone?”

“Encantada de conocerle, mi Maestro.” Dijo la muchacha con una reverencia propia de una dama. Compartía nombre con la reina del inframundo y, al parecer, era mi Embryo.

“Entonces, ¿usarás mi poder en este mismo instante?” Preguntó.

“¿Poder…?”

“Mmhmm. Soy capaz de devolver la vida a esta chica.”

“… ¡¿EN SERIO?!” Exclamé. Me había agarrado a sus hombros antes de darme cuenta.

“Aunque no soy más que una cría en mi primera forma.” Continuó. “Para resucitar a alguien, necesito su cuerpo fresco, y el tiempo que estará vivo es breve.”

“¿Qué quieres decir…?”

“Puedo traerla de vuelta… por sólo tres minutos.”

Necesitaba un rato para procesar esas palabras.

“Tres… minutos.” Apenas era tiempo. Apenas comparado con el tiempo que la mitológica Persephone había ofrecido a Orfeo cuando descendió al inframundo para traer a su esposa de vuelta a la tierra de los vivos.

Fue tan poco tiempo, de hecho, que en lugar de traerla de vuelta sólo para morir de nuevo minutos más tarde, tal vez era mejor dejarla como estaba ahora.

Pero… tres minutos…

Eso fue suficiente para…

“Entonces…” La bolsa de aperitivos que llevaba en la mano crujió al moverse.

Y entonces, hice mi elección.