Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Capítulo 4: El Pasado en los Sueños

Parte 2

Miyo levantó los párpados perezosamente.

La ligera brisa, que traía un aroma verde que rozaba la piel, mecía tenuemente la larga cabellera negra de Miyo al pasar.

Se encontró con una casa tradicional de madera, cuyo jardín estaba a la sombra de un árbol. Ya sabía dónde estaba.

La casa Usuba del pasado…

Verdades del pasado que se le mostraron a través del poder de la Visión Onírica. El lugar donde su madre Sumi, antes del nacimiento de Miyo, y Usui, se habían conocido y habían creado recuerdos.

¿A qué momento del pasado había llegado?

Tenía la sensación de que el tiempo avanzaba gradualmente con cada una de sus visitas, aunque no podía asegurarlo.

Los ojos de Miyo se posaron en Sumi en su juventud, sentada a la sombra bajo el alero de la casa.

Su madre vestía un kimono de seda tsumugi con un vibrante estampado de glorias de la mañana, y su lustroso cabello negro estaba recogido con una encantadora horquilla decorada con flores, salvo algunos mechones que quedaban sueltos colgando detrás de ella.

Parecía la imagen de una joven doncella mientras permanecía en el porche de la casa, con la mirada perdida en la distancia.

Usui, que normalmente estaba al lado de Sumi en estas visiones, no aparecía por ninguna parte. Y sin embargo…

No podía ignorar lo que sentía en las tripas.

Cierto, era la misma sensación extraña que había experimentado la última vez que entró en este sueño.

Esto no es bueno. Necesito despertarme rápido.

Cuando ponía la mano en el tronco de un árbol, su firmeza y aspereza eran vívidas bajo sus dedos.

No podía quedarse así. En lo más profundo de su conciencia, sus instintos le decían que se pusiera en guardia.

“Te he estado esperando, Miyo.”

Dio un grito ahogado, como si la hubieran mojado con agua helada.

La voz que la llamaba desde un lado era lo bastante desapasionada como para provocarle un escalofrío, pero también podía oír en su tono lo que parecía un placer sin igual.

“Eres…”

Sus pupilas brillaban con una locura aterradora tras sus lentes redondas. Aunque iba vestido de estudiante y sus rasgos eran bastante más juveniles que ahora, la impresión que le causó fue la misma.

Naoshi Usui había reconocido claramente a Miyo y la llamó.

La sangre desapareció instantáneamente de su rostro.

“No tienes necesidad de ser tan cautelosa. No voy a hacer nada. Además, nadie puede aspirar a superarte en el mundo de los sueños, así que sería incapaz.”

Por muy cierto que fuera, no la tranquilizó.

El hombre que le había hecho daño a ella y a las personas de su vida estaba justo delante de ella; sería una auténtica locura bajar la guardia.

Sin embargo, había un problema fundamental que hacía extraña la situación actual.

“¿Por qué?”

¿Por qué era capaz de mantener una conversación con esta versión de Usui, que debería haber residido en el mundo de los sueños?

La característica más llamativa de la Visión Onírica era que permitía entrar en los sueños. Este atributo era totalmente único, incluso entre los demás usuarios de dones de la familia Usuba, y sólo Miyo podía usarlo. Entonces, ¿por qué Usui también podía usarlo?

Usui curvó los labios ante el murmullo estupefacto de Miyo.

“Hasta ahora pensabas que veías el pasado real en tus sueños, ¿verdad? Es cierto que puedes leer el pasado, el presente y el futuro con el poder de la Visión Onírica. Pero la verdad es que estas vislumbrando días pasados que se están reproduciendo en mis sueños.”

“¿Qué…?”

Miyo abrió los ojos ante la inesperada revelación.

Hasta ahora, había creído que en esos sueños vivía hechos reales del pasado, como si sólo viera recuerdos.

Así había sido cuando había mirado en el pasado de los Saimori mientras dormía. Aquellos sueños no habían pertenecido a nadie más. Ella simplemente había estado viendo el pasado en un sueño propio.

Por eso había supuesto que sus visiones de la casa Usuba eran iguales.

Usui, la viva imagen de su yo más joven, contemplaba con afecto su antiguo hogar.

“Desde que me separé de Sumi, no he pasado un solo día sin soñar con estos tiempos de paz. Estos son mis recuerdos, reminiscencias de un tiempo que existió de verdad, representándose en mis sueños.”

“Así que todo esto es…”

“Estabas usando el poder de la Visión Onírica para entrar en mis sueños.”

Esa era la verdad tras la extraña sensación que había sentido la última vez.

Pensé que había estado viendo instantes o reminiscencias del pasado, pero me equivocaba.

Miyo había considerado esta visión del pasado como nada más que un teatro de marionetas superficial, cuando en realidad era producto de la conciencia de Usui. Era la visión del hombre que había perdido a Sumi y estaba dirigiendo a la Comunión de los Dotados para sumir al Imperio en el caos.

Miyo se había equivocado al suponer que era imposible que un personaje en sueños notara la presencia de un espectador.

Estos atisbos del pasado de la familia Usuba, que había empezado a ver tras su encuentro con Usui, eran en realidad los recuerdos del hombre convertidos en sueño.

“Seguía teniendo esta extraña sensación, como si alguien me estuviera observando. Pensé que podrías ser tú, y parece que tenía razón.”

Miyo dio uno y luego dos pasos atrás, poniendo distancia entre ella y Usui.

Si realmente se trataba de un sueño, no habría podido hacerle daño aunque lo hubiera intentado. Sin embargo, su aversión había vencido; no quería estar cerca de él.

Quiero despertarme lo antes posible, ¿por qué no puedo?

El tiempo seguía transcurriendo, pero la sensación de salir del mundo de los sueños y volver a la realidad no llegaba a ella. Miyo se sintió frustrada y molesta por su inmadurez como usuaria de dones.

Si huir estaba descartado, sólo podía hacer una cosa.

Miyo se armó de valor y clavó los ojos en Usui.

Iba a sacarle toda la información que pudiera. Al menos, debería aprovechar esta oportunidad de oro para ayudar a Kiyoka y a los demás en su trabajo.

Sobre todo porque aquí podía hablar con Usui sin miedo a su don.

“… ¿Por qué haces cosas que hieren a la gente?”

“¿Qué quieres decir con eso?”

Parecía que Usui también tenía intención de entretenerse con las preguntas de Miyo.

Antes de que se diera cuenta, la versión más joven de Sumi había desaparecido, y Usui y ella eran los únicos en el mundo de los sueños.

Usui se acercó a la sombra del alero donde Sumi había estado momentos antes y tomó asiento.

“Convirtiendo a la gente en usuarios de dones; engañándolos como hiciste con Kaoruko. Hay mucha gente que ha sido lastimada por lo que has hecho.”

“Ellos se lo buscaron. Fue su decisión. Si al final salieron perjudicados, no soy responsable de ello. ¿Denunciarías a una piedra en el arcén por hacer tropezar a la gente?”

“… No lo haría.”

Presionada por una respuesta, Miyo bajó los ojos. No tenía esperanzas de ganar una batalla lingüística.

Después de todo, Usui era tan elocuente como competente. Era experto en engañar a la gente y, en última instancia, también intentaba clavar sus garras en los corazones de los ciudadanos del Imperio.

Necesitaba poner en orden su mente antes de que se hiciera añicos.

“Hacer más usuarios de dones y secuestrar al emperador para apoderarse del país… Eso está mal. Si quieres cambiar algo, entonces debe haber alguna otra manera…”

“Ah, ahora lo entiendo. Esta es una oportunidad perfecta. Hablemos un poco.”

Usui interrumpió el apasionado argumento de Miyo.

El viento soplaba, haciendo que los árboles se balancearan y las hojas crujieran. La casa Usuba estaba preciosa a principios de verano.

Demasiado hermosa para Miyo y Usui solos.

“Deseo crear un mundo nuevo. Hacer un país gobernado por gente notable, por usuarios de dones, y eventualmente esparcir esa idea por todo el globo.”

Miyo repitió las palabras un nuevo mundo interiormente.

Destruir todo aquello con lo que no estaba de acuerdo y volver a construirlo todo de nuevo: era lo mismo que Usui había dicho en su anterior visita a sus sueños.

¿Significaba eso que le molestaban las partes del Imperio actual, y del mundo en su conjunto, que no eran exactamente como él quería?

“¿Es poder lo que buscas?”

Quería sustituir al emperador y moldear el país a su antojo.

Las afirmaciones de Usui parecían fanfarronadas irreales, como la visión del futuro de un niño pequeño.

Un país no era el juguete de un solo hombre.

“Eso no es exactamente así. El poder debe ser ejercido por quienes están capacitados para ejercerlo. Y nosotros poseemos la fuerza adecuada para hacerlo.”

Usui negó con la cabeza, arañando la grava del suelo con las uñas.

“El statu quo es erróneo. No hay ninguna razón en absoluto por la que los Usuba —porque los usuarios de dones notables en general— deban ser despreciados por la sociedad. Sin embargo, mira la realidad en la que vivimos. Todo el mundo vive en la ignorancia de quién ejerce la verdadera fuerza, y la gente común se convence a sí misma de que es excepcional, tomando el poder para sí mismos como si fuera su derecho.”

“…………”

“La estructura del país, donde el emperador reinante se sienta en la cima, también es errónea. El Don de la Revelación Divina apenas puede compararse con tu Visión Onírica o con los Dones de los Usuba, y todos ellos desprecian a cualquier otro usuario de Don fuera de su familia. Sin embargo, el gobierno los expulsa a las sombras. Esta debería ser una nación en la que los usuarios de Dones estuvieran al mando, y los miembros de la familia Usuba estuvieran por encima de todos.”

Los ideales de Usui no eran más que un mundo que se ajustaba a sus propios deseos.

Estaba culpando de su propia impotencia al mundo y al país, mientras intentaba derrocar el Estado de derecho. Miyo sólo podía sentir que se equivocaba en dónde centraba todos sus esfuerzos.

“… Parece que estás descargando tu rabia por no haber podido salvar a mi madre.”

Usui parpadeó, su expresión sugería que estaba sorprendido por lo que Miyo había señalado en su murmullo dolorido y desesperado.

Luego soltó un carcajada.

“Eres muy aguda. Verdaderamente la hija de Sumi. La forma en que no tienes pelos en la lengua, a pesar de tu carácter apacible, es como ella.”

Luego, sentado en el suelo con las piernas cruzadas y apoyando la mejilla en la mano, Usui continuó, con una sonrisa cada vez más amplia.

“Cuando me muestras ese lado tuyo, me dan ganas de ofrecerte el nuevo mundo que he creado en lugar de Sumi.”

Miyo se estremeció ante Usui, que le había “ofrecido el mundo” como si fuera un sentimiento totalmente natural, e instintivamente se frotó la parte superior de los brazos.

“Sé que tengo razón. Deberían ser los Usuba, y no el emperador, quienes supervisaran a los usuarios de dones. Y la Visión Onírica es el más poderoso de los dones Usuba. Es lógico hacerte reina del nuevo mundo.”

La versión joven de Usui habló con lo que casi parecía orgullo.

Por muy tardía que fuera esta comprensión, ahora Miyo sentía que por fin podía entender por qué la familia Usuba había evitado el centro de atención y había seguido regulándose hasta ahora.

Se trataba de contener desde dentro a personas atenazadas por la ambición, como el hombre que la precedía.

“Deberías ser capaz de entender lo que digo, Miyo. No me digas que nunca te pareció injusto que te oprimieran y abusaran injustamente de ti todos estos años.”

De repente, los recuerdos volvieron a ella.

Cuando vivía en su antigua casa, se había preguntado por qué las cosas eran tan injustas más veces de las que podía contar.

Miyo también se había sentido enfadada cuando supo que tenía el poder de la Visión Onírica; se lamentaba de no haber despertado antes a sus poderes y se preguntaba por qué había vivido esa tortuosa existencia todos esos años.

Pero Usui sigue equivocado.

Puede que los Saimori fueran tontos, pero ella no creía que eso significara que tuviera que controlarlos o desear algo parecido. Ni una sola vez había deseado eso.

¿De verdad podía decir Miyo que era mucho mejor que los Saimori?

¿Cómo podía Usui estar tan seguro de que no acabaría haciendo lo mismo y no perjudicaría a nadie, sin crear él mismo la más mínima injusticia?

Convencerse a sí mismo de que era superior y capaz de dirigir el país, y obligar a los ciudadanos a que se resignaran a ello… Impudente ni siquiera empieza a describirlo.

“No lo entiendo. No necesito ese tipo de poder en absoluto.”

“¿En serio?”

“¿Eh?”

De repente el tono de Usui se volvió agudo. Sonaba casi como un depredador salvaje apuntando a su presa.

“¿De verdad crees que será suficiente para proteger lo que más aprecias?”

“…………”

“Sigues pensando que estarás bien mientras seas la única persona herida porque tú mundo es muy pequeño. Pero al final aprenderás. La gente a la que aprecias saldrá herida y sufrirá, y no podrás evitar mirar atrás, pensando todo el tiempo que las cosas podrían haber sido diferentes si hubieras sido más fuerte.”

Si alguien querido por Miyo saliera herido, ¿podría decir que ese poder no le atraía?

Los ojos de Usui, que temblaban por el dolor de haber perdido a la mujer que más había amado, lo decían todo.

Una mancha oscura se extendió en su corazón. Sintió como si hubiera otra versión de ella, susurrándole al oído: “¿En serio?”

Pero no podía flaquear. No había forma de que el camino de Usui fuera el correcto.

“… No necesito un mundo en el que todo sea exactamente como yo quiero que sea.”

Consiguió responder con una voz patéticamente temblorosa.

A partir de ahí, estaba claro que no podría negar lo que Usui estaba diciendo.

“Voy a conseguir lo que busco. Estoy seguro de que podré convertirte en la reina del mundo, pero supongo que volverás a negarme el honor.”

Pero, sorprendentemente, Usui apaciguó su tono de halcón, concediendo el punto con pasmosa facilidad.

Naturalmente, Miyo no podía sentirse tranquila, pero aun así dio un suspiro de alivio y respondió con un firme movimiento de cabeza.

“Así es. Me niego.”

“Bien. Pero eso no es suficiente para que me rinda.”

Cuando Usui se puso en pie, el hermoso paisaje de vívida vegetación que los rodeaba pareció difuminarse ligeramente.

“He seguido por este camino desde antes de que nacieras, durante más de veinte años, y nadie puede interponerse en mi camino. Ni tú, ni nadie.”

Su expresión era una mezcla de deleite y terrible convicción.

El corazón de Miyo latió aún más rápido, sin que se disiparan ni su inquietud ni su terror.

“No te ayudaré.”

Cada palabra ponía sus nervios a flor de piel, y una vez más dejaba clara su postura tanto a Usui como a sí misma.

Si ella le mostraba alguna abertura, él la aprovecharía inmediatamente.

… Cálmate, Miyo. Tranquila.

Incapaz de parpadear ni un instante, se convenció a sí misma.

Sólo tenía que seguir rechazándolo y aguantar hasta despertar del sueño.

Pero, por alguna razón, no podía deshacerse de la ominosa sensación que tenía. Como la suciedad acumulada sobre una ventana, había algo que no se había limpiado bien.

“No. Vendrás a mi lado, pase lo que pase. Hay varias maneras de hacerlo, ya ves. Especialmente ahora que el poder y la autoridad están a mi alcance.”