Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 5

Capítulo 1: Conmoción de Año Nuevo

Parte 4

Allí, vio a un grupo vestido con uniformes militares familiares.

“Sí, sí, lo siento. Si pudiera dejarnos pasar, ¡por favor y gracias!”

Godou estaba a la cabeza del grupo, llamando despreocupadamente a la multitud. Detrás de él había más caras que Miyo reconoció de la Unidad Especial Anti Grotescos.

“Somos la Unidad Especial Anti Grotescos del Ejército Imperial. Por favor, abran paso.”

Los transeúntes se apartaron ostentosamente a un lado de la calle al oír las palabras Ejército Imperial y ver al grupo de hombres uniformados.

“Muy bien, todos, hora de ponerse a trabajar. Arresten a estos tipos rápido.”

“Señor, sí, señor.”

Siguiendo las instrucciones demasiado descuidadas de Godou, los miembros de la Unidad Especial Anti Grotescos se abrieron paso entre la multitud, con la intención de arrestar a los miembros de la Comunión de los Dotados.

Godou vigiló a sus hombres unos instantes antes de acercarse a Miyo y Kiyoka con un gesto de la mano y una enorme sonrisa en el rostro.

“¡Muchas gracias por su cooperación al informar de esta actividad!” Dijo Godou.

“No hacía falta.” Gimió Kiyoka, llevándose la mano a la frente con cara de exasperación ante las bromas de su subordinado.

“Déjame decirte que realmente nos ayudaste. Un Comandante ejemplar, sí señor.”

“Ahora no es momento de bromas.”

“Aww vamos, tengo que seguir tonteando… ¿Cómo si no se supone que voy a seguir?”

Godou hizo ademán de hundir los hombros y soltar un suspiro, parecía absolutamente agotado.

Las cosas tenían que ser serias si Godou, que siempre estaba sonriendo y riéndose, parecía tan abatido.

“… ¿Has estado ocupado con el trabajo?”

Al oír la pregunta preocupada de Miyo, Godou levantó enérgicamente la cabeza.

“¡Sí! ¡Mil veces sí! He estado tan agobiado que estoy a punto de caerme muerto. Y sólo estamos a principios de año.”

“No te tomes en serio sus quejas, Miyo.”

“¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Haces que suene como si estuviera tratando de ganar simpatía a propósito o algo así!”

La mirada que Kiyoka dirigió a Godou, que parecía a punto de estamparse contra el suelo de indignación, fue excesivamente fría.

“¿Me equivoco? Siempre te haces el loco, ¿por qué ahora es diferente?”

“¡Pero es Año Nuevo! ¡Que estemos de servicio no significa que pueda soportar que me exploten así!”

“Te ofreciste voluntario para esto. Y tú fuiste quien me dijo que querías volcar toda tu energía en el trabajo para compensar tu larga baja médica.”

Ante la cortante respuesta de Kiyoka, Godou se cubrió la cara con ambas manos y gimió. “Horrible, sólo escucha con lo que tengo que lidiar.”

La Unidad Especial Anti Grotescos estaba realmente ocupada, pero al contrario de su actuación, Godou parecía estar realmente bien.

Dicho esto, el tiempo de respuesta de la Unidad Especial Anti Grotescos había sido realmente rápido.

Increíble. Trataron todo en un abrir y cerrar de ojos…

Nada más llegar la Unidad Especial Anti Grotescos, se llevaron a los miembros de la Comunión de los Dotados. El grotesco de la jaula por el que Miyo se había preocupado ya estaba seguro en manos de uno de los militares.

Era extraño preocuparse por la seguridad de una criatura sobrenatural, pero esperaba que pudiera evitar el exterminio.

La multitud que se había formado en torno a los miembros de la Comunión de los Dotados también empezó a disminuir gradualmente, ya fuera por el miedo o porque la represión militar mermó su entusiasmo.

Las cosas habían salido bien esta vez, pero esto era sólo la punta del iceberg.

“Bromas aparte, el área de actividad de la Comunión de los Dotados no hace más que ampliarse, y este tipo de discursos y demostraciones de disposición de grotescos se suceden cada vez en mayor número. De momento aún tenemos suficiente margen de maniobra para que pueda tomarse un tiempo libre, Comandante, pero no pasará mucho tiempo antes de que no seamos capaces de manejarlo todo sin usted.” Dijo Godou, a lo que Kiyoka asintió con calma.

“Bien. ¿Estamos más cerca de saber cómo la gente normal es capaz de ver estos grotescos?”

“No estoy seguro. No tenemos ningún espécimen, así que cualquier hipótesis que podamos tener será difícil de probar. Esta vez, aunque no está ileso, pudimos poner nuestras manos en uno de estos grotescos tan particulares, así que…”

Godou se interrumpió torpemente y miró de reojo a Miyo.

Por cómo hablaba de ello, Miyo podía imaginar que el grotesco encerrado en la jaula iba a ser objeto de experimentos. Godou debía de estar preocupado por si la ofendía.

Sin embargo, incluso Miyo sabía que las palabras bonitas no bastaban para mantener la sociedad en movimiento.

“No te preocupes por mí. Por favor, continúa.”

“Pido disculpas… Supongo que seguirán adelante con algún tipo de investigación. Aunque, bueno, probablemente seguirá siendo imposible alcanzar el nivel de conocimiento de la Comunión de los Dotados.”

“Imagino que tienes razón. Cuando vuelvas a la comisaría, quiero que pidas que comiencen la investigación de inmediato.” Dijo Kiyoka.

“Entendido.”

Godou hizo una reverencia y volvió a donde estaban los demás miembros de la unidad. Al fin y al cabo, Kiyoka no podría haber pedido un subordinado mejor.

Kiyoka se alborotó el flequillo, ligeramente irritado.

“Miyo. Lo siento, pero…”

“Lo sé. No pasa nada.”

Miyo fue capaz de adivinar correctamente los pensamientos de su prometido y le respondió con un gesto de cabeza antes de que pudiera terminar.

Lo había sabido desde el momento en que se encontraron con esta situación y Kiyoka le dijo que iba a informar a los militares.

“Toma esto.”

Le entregó tres pequeños trozos de papel blanco doblados. Eran iguales a los utilizados para crear familiares.

“Tienes el amuleto protector mejorado que te di antes, ¿verdad?”

“S-Sí.”

Eran familiares que había hecho en caso de emergencia.

Aunque Miyo no tenía visión espiritual, era una usuaria de dones, aunque apenas. Poseía el talento de un usuario de dones ligeramente superior a la media. Además, Kiyoka había introducido algunas mejoras en sus amuletos protectores que la ayudaban a invocar sus poderes.

Seguía siendo difícil para ella hacer un familiar desde cero, pero mientras tuviera algo de ayuda, al menos podría usar dispositivos sobrenaturales.

“Puede que tarde un poco en volver, pero quiero que esperes aquí. Intentaré no perderte de vista, pero deberías usarlo si pasa algo.”

Con esas palabras, se marchó de su lado. Vio cómo Kiyoka se abría paso entre la multitud que se dispersaba para seguir a sus subordinados.

Miyo sintió una punzada de soledad en el corazón.

Pero a la hora de la verdad, Kiyoka era un militar que debía proteger al país y a sus ciudadanos antes que a su prometida.

No podía insistir egoístamente en que se quedara a su lado porque no quería estar sola.

Kiyoka siempre pensaba en su seguridad ante todo. Incluso después de que detectara a los miembros de la Comunión de los Dotados, debió de asegurarse de llamar al grupo de Godou al lugar sin intentar detenerlos inmediatamente él mismo para priorizar su seguridad por encima de cualquier otra cosa.

Había visto bien a Kiyoka dando órdenes a los miembros de la unidad.

Incluso ahora, se estaba tomando la molestia de asegurarse de que Miyo pudiera defenderse y de que no se perdiera de vista. Estaba haciendo todo lo posible para proteger a Miyo de Usui.

Por eso, como esposa de un soldado, no tenía más remedio que verlo partir.

Yo tampoco puedo permitirme ser feliz y despreocupada.

Miyo apretó con fuerza el trozo de papel contra su pecho.

***

A la mañana siguiente, todos los periódicos tenían el mismo titular: “Grotesco visto en el Santuario el día de Año Nuevo.”

El propósito de cada artículo era dar una introducción detallada sobre las actividades de la Comunión de los Dotados, y se preocupaban a fondo de la cuestión de qué eran los grotescos.

Sin embargo, otros artículos adoptaron una postura crítica hacia el gobierno y los militares, cuestionándoles abiertamente por haber mantenido en secreto la existencia de los grotescos y los dones hasta ahora.

Naturalmente, Kiyoka llevaba con una mueca desde primera hora de la mañana.

Miyo no estaba segura de lo que debía decir mientras empezaba a colocar su desayuno en la mesa baja, una alineación de Año Nuevo de sopa ozoni, carne y verduras hervidas, y guarniciones en escabeche.

“Gaah… Miyo.”

“¿Sí?”

Kiyoka levantó los ojos del periódico y dejó escapar un pesado suspiro desde lo más profundo de sus entrañas.

“Hoy voy a la estación. Tú vienes conmigo.”

“De acuerdo.”

“¿Quieres leerlo?”

Miyo asintió con la cabeza, abrió el periódico que le tendía y hojeó las páginas.

Como ella esperaba, las palabras dones y grotescos saltaron de la página en no poca cantidad, junto con giros de frases que despertaban animadversión.

El artículo destacaba que el gobierno ya había creado una unidad para deshacerse de los grotescos, la Unidad Especial Anti Grotescos. Sin embargo, el artículo cuestionaba que los impuestos del Imperio se invirtieran en una organización que, si las afirmaciones de la Comunión de los Dotados eran ciertas, descuidaba sus obligaciones.

¿Por qué escriben así sobre la unidad de Kiyoka?

Pocos ciudadanos del Imperio habían visto a la Unidad Especial Anti Grotescos llevar a cabo sus misiones.

Por otra parte, no cabía duda de que todos y cada uno de los habitantes de la capital habían oído la asertiva propaganda de la Comunión de los Dotados.

¿A quién era más fácil creer? Desde un punto de vista objetivo, era inevitable que surgieran opiniones como estas.

El problema era que, para empezar, los usuarios de dones no eran un grupo de personas muy conocido.

Dado que las generaciones de los emperadores habían heredado su gobierno en función de si poseían o no el Don de la Revelación Divina, el conocimiento sobre la existencia de los usuarios de dones se había limitado a un selecto grupo de personas relacionadas con los asuntos gubernamentales.

La mayoría de los ciudadanos del Imperio desconocían los detalles de la selección de los príncipes herederos y veneraban al emperador por la creencia de que descendía de un linaje divino.

Antes de la restauración Meiji, las altas esferas de la sociedad habían aceptado como algo perfectamente natural que los usuarios de dones lucharan contra los grotescos por orden del emperador. Pero en la época actual, en la que la ciencia había ganado terreno a lo místico, había incluso un importante grupo de nobles que había decidido que los dones y los grotescos eran dudosas tonterías.

En otras palabras, la cantidad de avistamientos de grotescos y la oportunidad de encontrarse con ellos había disminuido con respecto a épocas pasadas.

Por eso el público carecía de cualquier tipo de comprensión sobre las realidades de los Dones y las criaturas sobrenaturales.

Sin embargo, a Miyo le resultaba difícil tolerar estos artículos, que sólo se ponían del lado de la Comunión de los Dotados y difundían sus reivindicaciones mientras criticaban descaradamente a los militares por no hacer lo suficiente.

“No te alteres tanto.” Murmuró Kiyoka, que parecía captar sus oscuros sentimientos. “No puedes esperar mucho de la percepción pública de las cosas. Durante muchos, muchos años, los únicos que conocían la existencia de los usuarios de dones eran la clase dirigente y sus subordinados directos. Es demasiado tarde para preocuparse por ser malinterpretado.”

“Pero, después de todo lo que has hecho…” Insistió Miyo.

Si Kiyoka iba a ignorar lo que la gente decía de su unidad, entonces no tenía ni idea de dónde colocar sus desconsoladas emociones.

Inconscientemente, dejó caer los ojos y un suspiro salió de su boca.

En ese momento, Kiyoka apoyó una mano en su hombro para animar a Miyo.

“No te preocupes. Aun así, va a ser duro lidiar con la reacción del público en el futuro.”

Aunque las actividades de la Comunión de los Dotados eran individualmente de pequeña escala, hacían propaganda en ámbitos que reunían muchas miradas.

Si la prensa seguía informando sobre la historia y difundiéndola aún más, no cabía duda de que el consenso público se inclinaría por criticar al gobierno y a los militares.

¿Qué parte de la carga recaería sobre la Unidad Especial Anti Grotescos de Kiyoka, señalada como chivo expiatorio?

Por mucho que intentara animar a Miyo, no podía evitar sentirse melancólica ante los preocupantes acontecimientos que habían dado comienzo al Año Nuevo.

“Más importante, Miyo.”

“¿Sí?”

“¿Puedes poner en orden los preparativos para eso de lo que hablamos?”

Tras un momento de confusión, se dio cuenta de a qué se refería.

“Con eso quieres decir… Espera, um, ¿realmente vamos a seguir con eso?”

“El Príncipe Takaihito se mostró entusiasmado con la idea. Imagino que muchos se opondrán, pero debería ser factible si él es persistente al respecto.”

El príncipe heredero había propuesto recientemente una audaz estrategia a Miyo y Kiyoka.

Consistiría en colocar a dos personas objetivo de la Comunión de los Dotados, él mismo y Miyo, en el mismo lugar, para reforzar y concentrar su protección.

Dado lo sucedido hasta ahora, era evidente que Miyo era el objetivo, pero al parecer Takaihito también estaba en peligro. La Comunión de los Dotados había secuestrado al emperador para aprovecharse de su autoridad, así que era lógico que el príncipe heredero fuera una espina clavada, ya que era el verdadero poder tras el trono.

Eso sugería que iban a intentar deshacerse de Takaihito pronto.

Aquí es donde entraba su plan.

Dado que trasladar al príncipe heredero fuera del Palacio Imperial no era una buena idea, sólo Miyo y aquellos en los que se pudiera confiar serían admitidos dentro del Palacio Imperial. Entonces podrían concentrar sus defensas contra la Comunión de los Dotados, que consistía principalmente en guardias de la Unidad Especial Anti Grotescos, en un solo lugar… Esta era la eminente propuesta de Takaihito.

Pero al igual que trasladar a Takaihito fuera del palacio fue una mala decisión, se podría argumentar que dejar entrar a un gran número de forasteros en el Palacio Imperial era dudoso desde el punto de vista de la seguridad.

Por ello, el Ministerio de la Casa Imperial se había abstenido de aprobar la estrategia incluso en Año Nuevo. Miyo había descartado la propuesta como algo que sólo tenía posibilidades de hacerse realidad.

Pero ahora, por fin, el plan empezaba a ser real.

“¿Eso significa…?”

“Así es. A partir del día siete, cuando la agenda del Príncipe Takaihito se calme, la Unidad Especial Anti Grotescos trasladará su base de operaciones al Palacio Imperial y reforzará allí la seguridad.”

Antes de darse cuenta, Miyo se había llevado una mano a la boca.

Era bastante chocante que un plan tan absurdo —por irreverente que fuera decirlo así— hubiera sido finalmente aprobado. Lo mismo ocurría con el propio Takaihito, por supuesto, pero el esfuerzo que Ookaito, actuando junto con el príncipe heredero, debía de haber dedicado le resultaba insondable.

El Palacio Imperial era la residencia de la familia más estimada del Imperio, el núcleo de la nación. Era un recinto herméticamente cerrado, y había que mantenerlo así.

Kiyoka cerró los ojos y dejó escapar un suspiro.

“Por supuesto, tú también vendrás con nosotros. En cuanto a cuánto tiempo, veamos… Por favor, prepara suficientes cosas para medio mes de estancia.”

“De acuerdo.”

“Además.” Continuó Kiyoka una vez que Miyo respondió afirmativamente. “Haré que Hazuki y Yurie te acompañen como asistentes. Yo me encargaré de los preparativos.”

“¿Eso… está bien?”

Miyo se sorprendió por la inesperada buena noticia.

Las dos personas que necesitaban la protección del Palacio Imperial ahora mismo eran Takaihito y Miyo.

Normalmente, sería un honor simplemente para una plebeya como Miyo recibir el mismo nivel de protección que Takaihito. A pesar de ello, le preocupaba sentirse tan indigna de quedarse allí sola que no fuera capaz de comer.

Además, había supuesto que, si conseguía asistentes, tendrían que ser militares o del Ministerio de la Casa Imperial.

Sería un gran alivio si Hazuki y Yurie pudieran estar allí con ella.

Hermana es una usuaria de dones y la anterior esposa del Sr. Ookaito, así que puedo entenderlo, pero me sorprende que también consiguieran permiso para Yurie…

Estaba increíblemente agradecida a Ookaito y Takaihito, que debían de haber hecho todo lo posible para conseguirlo.

“Siento molestarte así.”

Miyo sacudió la cabeza al ver que Kiyoka bajaba la mirada con pesar.

“Está bien… haré todo lo que pueda para ayudar.” Respondió ella.

La única razón por la que las cosas habían acabado así era porque Usui había apuntado a Miyo. Estaba agradecida a Kiyoka, y desde luego no estaba enfadada por los problemas.

De hecho, debería haberse disculpado…

“Siento todos los problemas que sigo causando.”

Miyo apoyó los dedos en el tatami y bajó la cabeza.

¿Cuánto hacía que no lo hacía?

Desde que se mudó a esta casa la primavera pasada, había dejado gradualmente de postrarse en el suelo para disculparse. Apenas un año antes, se disculpaba así muchas veces al día, como si le resultara tan natural como respirar.

“Basta, Miyo.”

Le hizo gracia el tono ligeramente nervioso de la voz de Kiyoka y levantó la cabeza con una sonrisa.

Miyo sintió que aquí, en esta casa, a su lado, era la primera vez que realmente había podido convertirse en humana. Aprendió lo que era ser elogiada, que alguien simpatizara con ella. Ni siquiera podía cuantificar lo mucho que eso la había ayudado a sentirse una persona normal.

Por eso no había nada por lo que Kiyoka tuviera que disculparse. Miyo había recibido más de él de lo que jamás podría devolverle.

“Gracias, Kiyoka.”

Recibió sus palabras de afirmación en voz baja cubriendo su mano con la suya.

Esto realmente era suficiente para ella.

No necesitaba nombrar las emociones que sentía en el pecho ni decirlas en voz alta, simplemente las conocía.

Miyo apartó suavemente sus cálidos sentimientos de la vista, hacia las profundidades de su corazón.