SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 49: Cómo Alzarse Contra El Mundo (Parte 3)

 

 

“¿L-luz?”, tartamudeó el Comandante de los Caballeros Sagrados del Templo de Dios.

El brillante resplandor blanco de luz que emergía de la joya disminuyó un poco. Gracias a eso dejé de necesitar cubrirme los ojos.


“¿Qué quieres decir con que él es la Luz?”

“Exactamente eso. Él es simplemente… simplemente la Luz”, gritó la maga. No tenía demasiada confianza en mi capacidad de leer la expresión de un hombre lagarto, pero en esa ocasión estaba seguro de que podía reconocer lo que sentía ella. Estaba conmovida. Sus ojos de serpiente relucían, llenos de lágrimas. “¿No puedes ver lo deslumbrante que es su alma?”.

“N-no lo sé…”

“¿Qué es lo que no sabes? ¿Tienes problemas en la vista? ¿O es tu cerebro el que no funciona bien?”.

El Comandante de los Caballeros Sagrados parecía abatido. Incluso su capacidad intelectual estaba siendo cuestionada.


“No, lo que quiero decir es que no sé a qué te refieres con la Luz”

“Ahhh”, gimió la maga lagarto. Después miró lentamente al Comandante. “Por eso los idiotas del Templo de Dios son tan…”

“¿Q-qué?”

“¿Entiendes siquiera a quién estás mirando ahora mismo? ¡Él es la Luz! ¿Por qué no te entra en la cabeza a pesar de lo deslumbrante que es su luz? ¿No tienes ojos? ¿Tienes apagado el cerebro? Un blanco puro… ¡No es un simple y ordinario rayo de luz, su Luz es de un blanco puro!”

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“Luz… ¿los rayos de luz no son siempre blancos?”

“¡Aaahhh! ¡Es increíble! ¡Da igual cómo lo diga, no consigo atravesar su grueso cráneo!”. La maga se golpeaba el pecho mostrando su irritación. *Bum, bum* Si estuviera un poco más enfadada, creo que se habría dado golpes en la cabeza en vez de en el pecho. Incluso el Comandante  de los Caballeros Sagrados se dio cuenta y se encogió de miedo. “¡Alguien con un alma así jamás nos mentiría!”, aseguró con rotundidad. “Incluso si nos mintiera, lo estaría haciendo por nuestro bien. Ah, estúpidos humanos. Vosotros, con vuestras almas corruptas, deberíais simplemente agachar la cabeza frente a él y obedecerle. ¡Este hombre es el emisario del Emperador Fundador! No… ¡tiene que ser un apóstol de la Diosa!”.

La maga de los hombres lagarto me miró. Sus ojos parecían estar buscando mi aprobación.

Y no era solo la maga. El ejército al completo, todos aquellos que se habían reunido en el campo de acacias contuvieron la respiración mientras me miraban.

“Sí”, dije orgullosamente cruzando los brazos. “Es así”, confirmé con mi expresión más solemne. “Soy el apóstol de la Diosa”.

“¡Lo sabía!”

Se escuchó un rugido. Todos los soldados empezaron a cuchichear. Después de la intervención del General del Imperio, también la maga de las Cataratas Sirena había garantizado mi identidad.

“Parece que él es la Luz”.

“¿Qué quieres decir? ¿La Luz?”

“Al parecer tiene una Luz deslumbrante. Esa espada también es bastante ostentosa”

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“Es la espada que una vez usó el Emperador de Aegim, o algo así”

“Eso quiere decir que es un noble que viene de alguna familia prestigiosa en algún lugar”

La mayoría de los soldados mostraron suspicacia cuando vieron por primera vez la Espada de Protección Sagrada. Sin embargo, esas expresiones habían cambiado y parecía que estuvieran pensando algo del estilo de ‘¡No puede ser!’.

Sin embargo, todavía faltaba convencer a una última persona para que el efecto fuera total.

“¡No! ¡Por mucho que digáis, no estoy seguro!”, exclamó el Comandante de los Caballeros Sagrados dando un paso al frente. “¡Supongamos que eres el emisario del Emperador Fundador y también la propia luz! Pero, ¿por qué este joven…? Quiero decir, ¿por qué una persona así vendría aquí por sí misma, y por qué está bloqueando nuestro camino? ¿Lo habéis olvidado? ¡Tenemos una misión!”. El Comandante se mantuvo firme y apuntó al lugar que había a mi espalda. “¡Tenemos que quemar ese sitio!”.

La ciudad natal de Estelle. Ese era el paraíso del que hablaba el espectro vengativo.

“Su Santidad, el Papa, no estaba preocupado únicamente por la bruja. ¿Y los herejes que la siguieron? No podemos dejar que se escapen del castigo divino. ¡Si eres realmente el… apóstol de la Diosa, deberías liderar el castigo celestial!”

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“…”

Augh. Noté cómo alguien agarraba dobladillo de mi ropa desde atrás. Era el fantasma vengativo. Podía notar que estaba aterrorizada incluso sin darme la vuelta.

‘No pasa nada’, pensé relajadamente cruzando los brazos. ‘¡Las mejores mentiras están hechas, en otras palabras, de un 90% de verdad y un 10% de mentira!’. Recordando el consejo que me había dado Bae Hu-Ryeong, abrí lentamente la boca.

“Caballeros Sagrados del Templo de Dios, vigilad vuestro lenguaje. No os corresponde a vosotros decidir cómo se debe ejecutar el castigo divino. El castigo dado al grupo malvado es algo que yo decidiré”.

“¿Qué quieres d…?”

“He recogido todo el mal y el castigo divino ya se ha ejecutado”, dije con gentileza. “Es mi deber asegurarme de que el escarmiento caiga sobre los hombres”.

“Tu de… ¿tu deber? ¿A qué te refieres?”

“Te lo mostraré”, dije levantando mi mano derecha.

*Agitar*

En un instante, mis sombras se esparcieron a través del campo de acacias.

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-¡Guoooooo!

Los esqueletos empezaron a salir a gatas de entre las sombras. Los soldados gritaron, el Comandante de los Caballeros Sagrados se puso pálido al verlos y el resto de oficiales estaban tan sorprendidos que prepararon sus armas para el combate. Mientras tanto, el número de esqueletos que se habían alzado creció de unas docenas a varios cientos, y de cientos a miles.

Antes de que se dieran cuenta, el Ejército Continental estaba completamente rodeado.

[Reencarnar Cien Fantasmas]

Alrededor de 4.000 esqueletos se congregaron allí.

-¡Guooooo!

-¡Uwooooo! ¡Uwoooooooo!


Los monstruos gritaron ferozmente mientras aguardaban mis órdenes.

Como se podía ver, ya que el espectro vengativo seguía allí conmigo, todavía tenía [Reencarnar Cien Fantasmas] activo. Podía invocar tantos esqueletos como quisiera.

“¡Arg, son los demonios!”

Los soldados cayeron en confusión ante semejante espectáculo. 4.000 monstruos acababan de aparecer ante ellos. Y, además, habían surgido del suelo, como si estuvieran escapando del mismísimo infierno. Era una escena sacada del Purgatorio.

“Di-Dios todopoderoso…”, dijo temblando el Comandante de los Caballeros Sagrados. “¿Qué mierda son esos horrendos seres?”.

“Es mi deber”, respondí, colocando mi mano sobre la cabeza del espectro. Ella se agitó pero se quedó callada y quieta. “Mirad, ¿cómo podría esta bruja ser el único ser malvado de este ancho mundo? Todos y cada uno de estos fantasmas son malhechores que he subyugado. Son demonios a los que solo supera la bruja”.

“¿T-Todos estos monstruos?”

“Exactamente”. Miré al distante cielo con ojos entornados, como si fuera un héroe condenado a un destino trágico. “¡La Diosa me ordenó castigar el desbordante mal que ha corrompido el mundo! ¡Castigar y subyugar! Por eso me entregó esta habilidad”. Mi voz se había vuelto naturalmente sombría. “Ese es mi llamado, mi misión. Yo debo abatir todo el mal de este mundo. Es mi deber arrastrar a esos demonios al infierno. Lo que estáis viendo ahora mismo es mi Infierno”.

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“Oh, Dios mío…”, se lamentó la maga de los hombres lagarto. Había lágrimas fluyendo desde sus ojos. “¿Todos estos malhechores tan malvados como la bruja…?”.

Asentí. “Efectivamente”.

“Sin… sin que nosotros lo supiéramos… ¿el Apóstol de la Diosa, por sí mismo, solo, haciendo que el castigo cayera sobre el mal que campaba por el mundo…?”.

“Eso es”.

“Oh, Dios mío…. Nadie reconoció siquiera al Señor Apóstol… ¿Cómo puedes tener un Infierno así? ¿Cómo puedes, que no eres más que un mero humano, por ti mismo…? Oh, Apóstol de la Diosa, ¿estarás bien…?”.

“Mmm”, asentí, aún con los brazos cruzados. “¡Ese es mi deber!”. Con toda seriedad, toda solemnidad. “No es necesario que vosotros hagáis caer el castigo por separado. Tampoco hace falta dar escarmiento a los peones de la bruja. Ya he subyugado a todos los que eran malvados. Los malhechores se lamentarán y sufrirán en agonía para siempre bajo mi sombra. ¡Puedes decir que yo soy su Infierno!”.

“Ah… Oh, luz sagrada…”. La maga se rompió por completo mientras sollozaba. “¿Cómo no me di cuenta de lo blanca y sagrada que era tu luz? Esta tonta finalmente ha percibido tu luz. ¡Sin saberlo, tú has salvado nuestro continente sin descanso alguno!”.

Asentí una vez más. “¡Efectivamente!”.

Las mayores mentiras consisten en un 90% de verdad y un 10% de mentira. Aunque el proceso estaba repleto de falsedades, el final era cierto. De hecho, ya que el resultado era el que debía ser, no importaba demasiado, ¿no?

-Hijo de… -Bae Hu-Ryeong tenía una expresión orgullosa- ¡Veo que no me queda nada por enseñarte! ¡Has aprendido bien!

‘Oh, todo ha sido gracias a tus consejos, maestro. ¿Cómo podría este indigno pupilo tuyo volar ya del nido?’.

-No, no, no, Zombie. Tu inmoralidad ya ha trascendido la mía… -se lamentó Bae Hu-Ryeong con un suspiro- Este, tu maestro, es tan inocente y puro como un niño, así que no puedo gestionar tener a mi cargo a un hijo de puta como tú…

‘Eres demasiado humilde. Todavía tengo mucho que aprender de la horrorosa personalidad de mi maestro. Retira tus palabras’.

-Maldito cabrón. ¿Nunca has oído la expresión ‘el discípulo superó al maestro’?

‘Para nada, maestro. Aún me falta mucho para llegar a ser como tú’.

Discípulo y maestro seguimos alabando la personalidad del otro. En días como ese, cualquier relación puede convertirse en un desastre. Pero, en realidad, la escena que se desarrollaba era tan discreta como hermosa y cálida.

“De cualquier forma…” dije mientras desactivaba el Reencarnar Cien Fantasmas. *Flush* Los 4.000 esqueletos desaparecieron en un instante. El ejército continental observaba, atónito, el grotesco espectáculo de mi sombra mientras absorbía a todos los monstruos como si un barco se hundiera en el mar. “No necesitáis preocuparos más por la bruja y sus peones. Mientras yo esté aquí, ellos sufrirán para siempre dentro de mi Infierno. Esa es la voluntad de la Diosa, y este es Su divino castigo”.

“…”

“¿De verdad pretendes rechazar la digna voluntad de la Diosa?”.

El Comandante de los Caballeros Sagrados titubeó.

“Si… si puedo preguntar… oh, sagrado Apóstol… ¿Estás completamente seguro de que esos atroces demonios están a buen recaudo? Lo que este humilde creyente quiere decir es que… si escaparan y salieran al mundo, el daño que causarían va más allá de nuestra imaginación…”

“Sin duda”, asentí. “Básicamente, lo que quieres es confirmar si esos demonios están verdaderamente apresados bajo mi sombra”.

“Ruego su perdón, pero eso es correcto…”

“Muy bien”.

*Clap*

Chasqueé los dedos y un esqueleto brotó. Lo había escondido en mi sombra, pero no había cancelado su invocación. El monstruo se alzó entre el Comandante y yo. Aturdido, él retrocedió un par de pasos.

“Ah… oh, sagrado Apóstol… ¿por qué este esqueleto está…?”

“Eliminaré todas tus sospechas”, le corté. Le di una palmadita al esqueleto en el hombro antes de ordenar “Cien Fantasmas, recuperad vuestros recuerdos”.

*Frsch*

Un agua sucia brotó de la sombra del esqueleto, trepó por sus huesos blancos y se adhirió a ellos. Primero formó los músculos. Luego la piel. Después, las ropas. En un parpadeo, en vez del esqueleto huesudo, había aparecido un atractivo hombre.

“¡Urgh! Qué… ¿Qué coño? ¿Qué carajo?”. Era un hombre atractivo, pero con unos modales horrendos. “¿Qué coño…? Uh… tío… ¡hijo de puta! ¿Qué he hecho para que me odies tanto como para ponerme en este estado? ¡Que me jodan! ¿Qué coño te he hecho?”.

Tenía una mirada fiera.

Sí, por supuesto. Había devuelto sus recuerdos al Emperador de las Llamas Yoo Soo-Ha.

“¡Puto loco de mierda! ¡Te mataré! ¿Cómo te atreves, tú, montón de mierda? ¡Te destrozaré aunque sea lo último que haga!”.

“Como puedes ver…”, dije tranquilamente, con la mano todavía en el hombro de Yoo Soo-Ha y mirando a los comandantes. El Emperador de las Llamas intentó moverse, pero era inútil. Era imposible para él desafiarme sin importar lo mucho que lo intentara, ya que yo era su ‘Amo’. “… este hombre es también una persona malvada, comparable a la bruja”. Mi expresión era amarga. “No, puedo asegurar que es peor aún que la bruja. Ella era un monstruo desde el principio, pero este hombre nació como humano para después hacer todo tipo de cosas terribles y malvadas. Quemó todo lo que se cruzó en su camino…”

“¡Te mataré! ¡Voy a matarte!”. No eran necesarias más explicaciones. “Hijo de p—. ¡Te cortaré la p— y haré que te la comas! ¡Te sacaré las tripas y me haré un collar con ellas!”.

El ruido de los insultos y las amenazas resonó en el campo de acacias. Uno de los Cien Fantasmas, Yoo Soo-Ha abrió la boca y dejó escapar las barbaridades más malsonantes que jamás se habían escuchado en ese mundo.

Mientras la ristra de insultos seguía y seguía, los comandantes y oficiales se iban poniendo cada vez más pálidos. Menos de 60 segundos más tarde, Yoo Soo-Ha había descrito hasta 15 maneras distintas de matarme. Era absurdo.

“No, espera, me cago en todo, ¿y quién coño es toda esa gente! ¡Eh, lagarto! ¡Tú, orejas picudas! ¿Qué coño estáis mirando? ¿Vosotros también queréis que os —?”.

Un minuto más tarde, ya no solo me insultaba a mí, sino a todos los presentes. Poco después la lista de injuriados incluía a los familiares de todo el mundo en aquel lugar. Después amplió su repertorio con 10 formas nuevas en las que podría matar a toda aquella gente.

“Qué… qué desagradable… ¡Qué oscuridad…!”. La maga de los hombres lagarto estaba atónita. “Ni siquiera necesito usar la Joya de la Reina. Ese hombre tiene el alma de un demonio”.

“Ciertamente”, gruñó el Capitan de los Elfos Exploradores. “He visto muchos humanos tontos a lo largo de los años, pero… hacía muchísimo que no me encontraba con un hombre tan desagradable y malvado”.

Ooooh. Regocíjate, Yoo Soo-Ha. Finalmente alguien ha reconocido tu grandeza. Y, además, había ocurrido en ese mismo mundo.

-Oye, Zombie, ¿no estás profanando a los muertos?

‘Sí, es verdad’.

-¿No te parece demasiado?

‘Aunque haga esto, en realidad es un castigo ligero para todo lo que Yoo Soo-Ha hizo. Además, señor Emperador de la Espada, tú dijiste que yo era el Rey Zombie. El Rey Zombie quiere acosar un poco a un desgraciado muerto viviente, así que… ¿no crees que es bastante apropiado?’.

-Mmm -Bae Hu-Ryeong asintió, estando de acuerdo-. Ahora que te escucho, la verdad es que tienes razón. En pura lógica, no puedo refutarlo…

‘¿Verdad?’.

-Tal y como se esperaba de ti, Zombie. Tu inmoralidad es mucho más impactante que la mía.

Eso solo era su opinión.

*Clap*

Volví a chasquear los dedos.

“Baila”.

“Qué… ¿qué co…? ¿Pero qué…?”

En cuanto le di la orden, Yoo Soo-Ha empezó a bailar claqué. Sus tacones repiqueteaba alegremente en el sendero de flores. *Tac, tac, tac* Su baile era bastante hábil, como si en su día se lo hubiese pasado bien yendo a pubs y clubs.

“No, espe… ¡espera! ¿Qué es esto? Jodeeer”

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“Sigue bailando”.

*Tac, tac*

El estilo de baile de Yoo Soo-Ha pasó del claqué al swing. Fuera bueno o malo, realmente tenía talento para el baile. Cuando terminó con el swing, pasó inmediatamente con una danza Kazatsy.

“¡Te voy a matar!”, gritó Yoo Soo-Ha mientras seguía bailando. “Te ma… ¡te mataré! ¡Hijo de puta! ¡Maldito desgraciado! ¡Te atreves a…! ¡A mí!”. Incluso mientras chillaba, su danza no se detuvo.

Todo el mundo pudo comprobar que, por mucho que insultara, ver a alguien decir esas cosas mientras bailaba no era nada intimidante. Incluso si el mismo Hitler se levantara de la tumba y empezar a hablar, nadie podría tomárselo en serio si lo hacía mientras bailaba la danza Kazatsky, tal es el poder de esa danza.

“Joder. ¡Joder! ¡JODER!”

Parecía que Yoo Soo-Ha estaba experimentando el poder del baile. Tras darse cuenta de que nada de lo que intentaba funcionaba, se resignó a seguir insultando y diciendo ‘joder’ mientras su cuerpo se enfocaba con entusiasmo en los pasos de baile. Era una fantástica música de fondo para una escena inolvidable.

“Mmm”.

Miré al Comandante de los Caballeros Sagrados. “¿Sigues preocupado?”. Él abrió la boca, pero no dijo nada. “Los demonios no pueden desobedecer mis órdenes. Puedes descansar tranquilo”.

Al final, el Comandante se postró ante mí.

“Oh, Apóstol de la Diosa… ¿puedo preguntar tu nombre?”, dijo con voz temblorosa. Todos los componentes del ejército continental me estaban mirando.

Acepté sus miradas con orgullo y crucé mis brazos de nuevo. “Mi nombre es Gong-Ja”.

El Comandante inclinó la cabeza. “¡Seguiré sus órdenes, señor Gong-Ja!”. El militar, que había gritado e insistido hasta el final en que tenían que quemar la aldea, finalmente se rindió.

Y, entonces…

 

[Felicidades}

 

Una agradable voz se dejó oír.

 

[Fase Normal Despejada]
[Misión Secreta ‘Guerrero de un Mundo Detenido’ completada]

 


También había otra voz menos agradable.

‘¡Otra vez, hijo de perra!’. El dueño de esa voz estaba dando vueltas, frustrado. ‘¡Desgraciado loco! Probablemente eres el primero en despejar una misión como esta. ¡No, seguro que eres el primero! Wow, ¿de qué agujero se arrastró este chalado? ¡Tengo que admitirlo, Kim Gong-Ja!’

‘¿Qué es lo que admites?’.

‘Eres… ¡la Luz de todos los idiotas!’.

Una opinión irrelevante.

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