Kami Tachi ni Hirowareta (NL)

Volumen 13

Capitulo 8

Especial: Los Males De Los Dioses Y Una Nueva Diosa

“Hmm…”

“Estoy perplejo…”

“¿Qué debemos hacer…?”

Mientras Ryoma rezaba por los No Muertos en la atalaya, los nueve dioses rodeaban una mesa, cada uno de ellos haciendo aparecer y desaparecer intermitentemente objetos en sus palmas. Alrededor de la mesa se podían encontrar expresiones de preocupación; la conversación se había estancado. Nadie había sugerido ninguna solución tangible a su problema.

Tras un largo periodo de estancamiento…

“¿Mm?”

“¿Qué, Gain? ¿Tienes alguna idea?” preguntó Tekun.

“No, un mensaje de Meltrize. Quiere hablar. Pregunta dónde estamos”, respondió.

“Oh, okay”. Con la esperanza desvanecida, los ojos de Tekun encontraron el aire vacío.

Los otros dioses parecen decepcionados, pero siguen con la conversación.

“¿Un mensaje de Meltrize? ¿Se despertó?” Preguntó Lulutia.

“Pensé que dormiría un siglo más”, dijo Kufo.

“Debe estar levantada… y sonaba urgente. Puede que haya pasado algo.

Le hice saber que estamos reunidos aquí. Ella aparecerá pronto”, dijo Gain.

Kiriluel se masajeó las sienes. “Fantástico. Otro problema en nuestro plato”.

“No lo sabemos”, señala Wilieris.

Todos los dioses, incluidos Serelipta, Grimp y Tekun, que no comentaron la llegada de Meltrize, compartieron el mismo pensamiento: ¿Por qué ahora? Mi plato ya está lleno.

Tras unos segundos de espera anhelante, una nueva diosa apareció en la mesa redonda. “Buenos días… ¿Qué es todo esto?”, preguntó somnolienta. La diosa parecía una niña pequeña, con rasgos de muñeca hasta el pelo rubio y los ojos azules. No se habría molestado en venir a ver a Gain sin una buena razón, pero su expresión carecía del cansancio presente en los rostros de los demás dioses. Hacía tiempo que los dioses no veían a Meltrize, y se sintieron aliviados al ver que parecía ella misma.

Aunque hubiera surgido algún problema, no era catastrófico.

“Cuánto tiempo sin verte, Meltrize”, saludó Gain. “Tenemos un pequeño problema entre manos. Si nuestra situación no mejoraba en un rato, iba a despertarte de todos modos”.

“Buen momento. Nuestra charla no iba a ninguna parte, de todos modos.

Tomémonos un respiro de nuestro problema y veamos qué tiene que decir Meltrize”.

“Secundo eso, Grimp. Estoy cansada”, se quejó Serelipta.

Los demás dioses también mostraron su acuerdo. La bebida elegida por cada dios se materializó en la mesa redonda, aliviando la tensión de la sala.

“Entonces… ¿De qué querías hablar, de repente?”. preguntó Gain a Meltrize.

“Háblame del Viajero”, dijo Meltrize. Su franqueza no era nueva, pero los otros dioses parecían un poco sorprendidos por su interés en Ryoma.

“¿Qué pasa? Normalmente no te interesan, Meltrize”, comentó Kufo.

“Dímelo”, repitió.

“Bueno, no sabemos por dónde empezar a menos que nos digas qué está pasando…”, dijo Kufo.

Meltrize inclinó la cabeza. “El número de No Muertos en el brote se ha reducido drásticamente en los últimos días. Gracias al Viajero, el que lanza extraños hechizos y domestica extraños limos”.

Meltrize era la diosa de la muerte y el sueño. Sus funciones abarcaban todo lo relacionado con la muerte, incluida la gestión de las almas que flotan hacia el reino divino tras la muerte. Meltrize podía realizar sus tareas habituales mientras dormía.

Sabiendo esto, los demás dioses comprendieron que Meltrize se había percatado del aumento del número de fragmentos de alma liberados de los No Muertos por las manos de Ryoma, que habían ido a parar al reino divino.

“Entendí lo esencial, pero ¿por qué Ryoma haría eso?” Kufo preguntó.

“Hubo un brote de No Muertos, ¿no? Probablemente tomó una búsqueda”, sugirió Wilieris.

“Hey, ¿alguien le ha visto…? No, claro que no. Todos estábamos ocupados con nuestras cosas”, refunfuñó Tekun.

“Mira hacia otro lado durante unos meses y los humanos siempre están tramando algo nuevo”, dijo Serelipta, observando los eventos a continuación como un humano en la Tierra desplazándose en su teléfono.

“Oh, él está en la Ciudad de las Almas Perdidas ahora mismo. Por eso ha estado cazando no-muertos. Ahora entiendo por qué te llamó la atención, pero ¿eso realmente te hizo venir corriendo hasta aquí? Los humanos normales cazan a los no-muertos todo el tiempo”.

Meltrize añadió con naturalidad: “Desaparecer muertos vivientes, eliminar energía maldita y limpiar un poco la tierra, todo en un solo movimiento. Y

los limos que usa son raros”.

“Se adelantó y se ocupó de algunas cosas que llevaban tiempo. Sí, yo también tengo curiosidad”, dijo Serelipta.

Fernobelia habló por primera vez desde la llegada de Meltrize. “Basándose en lo que recordaba de las prácticas religiosas de su vida anterior, construyó un hechizo ritual como una especie de réquiem. El hechizo tiene un efecto muy amplio porque ha reunido fragmentos de varios rituales de la Tierra. Tiene aristas porque improvisó. La creación del hechizo fue casi accidental. Es un hechizo casi fortuito, pero funciona. Cualquier peligro que el hechizo plantee es tan minúsculo que puede ser ignorado”. Como dios de la magia, la palabra de Fernobelia era ley cuando se trataba de hechizos.

“Entonces no hay problema”, dijo Wilieris con una sonrisa.

Grimp lo reflejó. “Mucha más energía maldita últimamente, gracias a que la magia se ha vuelto más activa… No es que Ryoma lo sepa, pero le agradezco que nos eche una mano de todas formas”.

Ambos sorbieron su té.

“Más detalles sobre él”, exigió Meltrize.

“Ryoma es un tema un poco complicado”, dijo Gain. “Te enviaré la información”. Cerró los ojos en una breve concentración. Entonces, sin mediar palabra, Meltrize supo todo lo que Gain quería que supiera.

Sus cejas se fruncen ligeramente en señal de desagrado. “Entendido. El Viajero actual, Ryoma Takebayashi, es anormal. Siento indignación por el trato a las almas perpetuado por los dioses de la Tierra”.

“Hm. Compartimos tu sentimiento sobre los dioses de la Tierra. Pero no hay necesidad de preocuparse por Ryoma. Se llevó algunas viejas cicatrices con él, pero es un buen chico”.

“Y todos hemos estado un poco ocupados últimamente, pero viene a vernos de vez en cuando. Puedes hablar con él entonces, o contarle lo que quieras” dijo Kufo.

La expresión de Meltrize volvió a ser completamente neutra. “No tengo una mala impresión de él. Se necesita más información antes de que pueda juzgar su carácter, pero apruebo su reparto y limpieza.”

Lo había dicho sin un ápice de jovialidad, pero los otros dioses sabían, después de todos los años que habían pasado juntos, que Meltrize se alegraba de que le dieran la información que había solicitado.

“Volvamos a nuestra agenda, entonces. Nos gustaría conocer tu opinión al respecto, Meltrize”, dijo Gain.

“Permítanme que les explique y recapitule nuestra situación”, intervino Fernobelia.

En resumen, su problema podía resumirse en lo siguiente: el problema estaba ocurriendo en el Mar de los Árboles de Syrus, uno de los terrenos sagrados mantenidos por Fernobelia; un monstruo estaba causando este problema; lo que antes había sido un monstruo normal había crecido rápidamente a partir de la energía mágica del Mar de los Árboles; y, por último, los monstruos habían adquirido una habilidad problemática justo el otro día.

“Esta habilidad es la que une las almas de los muertos a la tierra”, añadió Fernobelia.

“Influir en las almas es un tabú… incluso para nosotros”, dijo Meltrize.

“Exactamente. El monstruo aún no es terriblemente poderoso, pero tiene el potencial de adquirir la fuerza suficiente para hacer lo mismo que están haciendo ahora los dioses de la Tierra. Aunque supiéramos que no puede, es demasiado peligroso para dejarlo solo”.

“El problema es simplemente la naturaleza del Mar de Árboles de Syrus”, dijo Serelipta con indiferencia.

Un nervio de la mejilla de Fernobelia se crispó, pero él accedió y continuó:

“Normalmente, las bestias divinas se estacionan en terrenos sagrados para vigilar la tierra y despachar a los intrusos. No era el caso del Mar de los Árboles de Syrus”.

Las bestias divinas protegían los terrenos sagrados como guardianes bien entrenados, pero consumían mucha energía mágica sólo para mantenerse.

Por ello, Fernobelia había experimentado con la creación de ecosistemas muy competitivos que rechazaban de forma natural a los monstruos y humanos foráneos.

Meltrize lo sabía, y volvió a inclinar la cabeza como si no entendiera por qué esto constituía un problema. “Fácil. Quítalo”.

“Claro, podría lanzar un rayo y deshacerme de esa cosa”, dijo Kiriluel. “Lo que nos preocupa es la producción de energía mágica. Mientras dormías, el Mar de Árboles de Syrus se convirtió en uno de los principales productores de energía mágica entre los terrenos sagrados”.

A pesar de este problema concreto, los ecosistemas diseñados por Fernobelia podían manejar factores externos como especies foráneas y humanos intrusos. Además de lograr su objetivo principal de ahorrar en el consumo de energía mágica al no utilizar una bestia divina, el ecosistema permitió que el propio suelo sagrado se expandiera, aumentando también su producción de energía mágica.

Kiriluel se lo explicó a Meltrize, y ella lo redujo a lo esencial: “Avaro de energía mágica”.

“Así es. Siempre que interferimos, tendemos a destruir el entorno local…”

dijo Wilieris.

“Teniendo en cuenta que apenas mantenemos el statu quo incluso pactando con los dioses de la Tierra, hemos dudado en apretar el gatillo en este caso”, dijo Tekun.

Ahora que habían descubierto el siniestro dominio de los dioses de la Tierra, los dioses de este mundo no querían saber nada de ellos. Pero estaban demasiado desesperados para dejar atrás su trato. Si lo hacían, acabarían desvaneciéndose, junto con el mundo que vigilaban, que existía alimentándose de magia y energía mágica, y todos los que lo habitaban.

Así que querían ganar tiempo suficiente para retrasar su próxima ganga y poner distancia entre ellos y los dioses de la Tierra. Si era posible, se esforzaban por resolver la causa principal: la falta de energía mágica. Y ahora mismo, el Mar de los Árboles era uno de los terrenos sagrados vitales para ese fin.

“Así que nos hemos esforzado por encontrar una solución”, terminó Gain.

“Entendido. Una pregunta”, dijo Meltrize.

“¿Qué pasa?” instó Gain.

“¿Lo sabe Ryoma Takebayashi?”

“No. La última vez que nos vimos, aún estábamos investigando el asunto.

Estoy seguro de que nos llamará al menos antes de ir al Mar de los Árboles.

Se lo diremos entonces. No me parece bien decírselo sin verlo cara a cara”, dijo Gain.

“De todos los lugares del Mar de los Árboles, el monstruo decidió asentarse en las ruinas de la aldea Korumi, adonde se dirige Ryoma. Seguro que se topa con él”, añadió Kufo.

“¿Por qué no le pedimos a Ryoma que se encargue del monstruo?”.

Serelipta propuso casualmente, ganándose las dagas oculares de los otros dioses.

“Yo pensé lo mismo”, dijo Meltrize. “Si nos involucramos, los resultados serán catastróficos. Si Ryoma Takebayashi trabaja solo, el efecto sobre el suelo sagrado será mínimo en cualquier caso”. La sugerencia de Serelipta puede sonar impulsiva, pero hay razón en ella. Luchar contra este monstruo requerirá una gran capacidad de combate y resistencia a los ataques mentales. De lo contrario, la batalla habrá terminado antes de empezar. Ryoma Takebayashi reúne estas condiciones. Podemos esperar a ver cómo le va”.

Los dioses callaron. Ella tenía razón. Precisamente por su enorme poder, los dioses no podían interactuar con el mundo de abajo sin dejar enormes huellas. No importa cómo lo rebanaran, muchas vidas cambiarían y muchas se perderían si los dioses se involucraran. De ahí sus dudas.

También era cierto que Ryoma podía enfrentarse al monstruo sin apenas afectar al mundo. Por supuesto, era una tarea altamente peligrosa que tendría que recaer enteramente sobre los hombros del muchacho.

“Protesto”.

“Esperaba que estuvieras de acuerdo, Fernobelia”, comentó Meltrize.

“Si te dijera que Ryoma no me importa, te estaría mintiendo. Es uno de los pocos humanos con los que realmente hemos tenido una relación más allá de los oráculos unilaterales. Pero no me opongo por eso. Esto está sucediendo en una tierra sagrada que está bajo mi cuidado. Es nuestro problema. Ni Ryoma ni ningún otro humano debe involucrarse. Las formas de vida en este mundo ya han dejado nuestras manos y han empezado a vivir por su cuenta”.

“La conclusión a la que llegamos no fue la de cortar nuestra participación por completo”, replicó Meltrize. “Si hablamos directamente con Ryoma Takebayashi, nuestro efecto sobre la humanidad será mínimo. Además, dudo que debamos tratarle igual que a cualquier otro humano, sobre todo porque puede viajar entre los reinos divino y humano. Los humanos ordinarios, incluso los Viajeros, necesitan el proceso de muerte y nacimiento para hacer este viaje. Por otra parte, ha ido y venido al reino divino varias veces, aunque sólo con invitación. En mi opinión, deberíamos considerarlo un ser que tiene un pie en el reino divino. Pedirle que derrote al monstruo es una opción que podemos tomar”.

“Un momento, eso es un salto de lógica”, dijo Kufo. “Claro, nos sorprendió cómo Ryoma pudo llegar hasta aquí, y lo hemos investigado. Por eso también sé que, por muy excepcional que sea, sigue siendo humano. Eso no se puede discutir”.

“¿Qué hay de malo en preguntar?”

“No es tan fácil, Serelipta. Ya sabes cómo reacciona la gente ante los oráculos. La gran mayoría de los humanos nunca puede negarse a lo que les pedimos”, dice Lulutia.

“Bueno, en el caso de Ryoma, aceptaría sólo porque ya va por ahí… A mí tampoco me gusta esto”, dijo Tekun.

“Me inclino por preguntarle. ¿Estoy contento con ello? No. Pero no podemos dejar a ese monstruo sin control, y Ryoma puede enfrentarse a él sin dañar el mundo. Además, está acostumbrado a enfrentarse al peligro”, dijo Kiriluel.

“Aun así…” Gain comenzó.

Los dioses debatieron con creciente pasión hasta que su encuentro se convirtió más bien en una pelea a gritos. Parecía que los diez seres divinos tardarían un poco más en llegar a una conclusión…