Senka Maihime (NL)

Volumen 2

Prólogo: Inquisidor Kanon

“¿Qu-Qué está pasando?”

El país estaba en llamas. Los cielos nublados reflejaban tenuemente la luz roja de las llamas que lo envolvían todo, desde el castillo en el que crecieron, hasta la pequeña ciudad del castillo en la que se escabulleron maliciosamente para jugar, y la maravillosa ciudad que estaba debajo de su casa. Cada calle, rincón y grieta arrojaba un espeso humo negro hacia los cielos.

En la cima de la colina que normalmente permitía una vista clara de la ciudad, los soldados que llevaban una armadura inusualmente llamativa observaban sin palabras la completa destrucción de sus hogares. Alguien en el centro del grupo de soldados, el único con armadura simple, dio tres pasos adelante.

“¿Por qué…? ¿Por qué esto…?”

Su voz clara, junto con el tintineo de su armadura, retumbaba sobre la colina sin importarle el casco de acero que llevaba.

“Inquisidor Kanon”.

Un solo soldado se arrodilló detrás del inquisidor Kanon y les hablo suavemente.

“Salgo por unos días y esto sucede… ¿Quién en el mundo se atrevió a…?”

La tierra natal de Kanon, Eshantel, era un país mucho más pequeño que sus vecinos, pero su poder militar rivalizaba con el del Imperio. Pero en pocos días, mientras estaban exterminando bandidos, el país cayó de alguna manera en una ruina indescriptible.

“Jejeje, qué desagradable, el Inquisidor de Eshantel.”

El susurro burlón y angustioso vino de detrás de Kanon.

“¿Quién está ahí?”

“¡Detente, Toshisaka!”

El soldado no hizo caso de las órdenes de Kanon y sacó su espada mientras se daba la vuelta. Poniendo toda su furia en su golpe, se dirigió hacia el objetivo, pero…

“Hehehe, demasiado lento. Demasiado lento… y demasiado débil.”

La punta de la espada fue detenida por un solo dedo blanco como la nieve.

¡Chasquido!

Se partió por la mitad, aparentemente sin ninguna resistencia.

“¿¡Qué…!? ¡Mi espada!”

Toshisaka se aseguró de que no mataría a su objetivo. Comprobó la posición del enemigo antes del ataque y planeó detener la hoja antes de que pudiera causar una herida mortal. Pero eso no explicaba cómo una persona normal podía detenerla con sus propias manos. Por no mencionar su espada, que era una obra maestra expertamente elaborada. Ninguna persona ordinaria debería haber sido capaz de partirla por la mitad con un solo toque. Estaba parado ahí en total shock, cambiando su mirada entre su espada rota y la chica de piel pálida y cabello rubio que apareció de la nada.

“Oh, lo siento. No creí que se rompiera realmente.”

La chica dejó caer casualmente la cuchilla rota ante ella mientras agitaba su mano para disculparse.

“Oye, tú. ¿Eres una Diva?”

Contrastando el tono casual de Kanon, sus ojos de orquídea brillaban con tensión. Kanon apretó los dientes, dobló el cuerpo y desenvainó la espada.

“Hehehe. Por qué sí, lo soy. Soy la Diva del Imperio, Eleanor, y él es nuestro comandante en jefe, Gil.”

“¿Eh? ¿Cuándo…?”

Las palabras escaparon de sus dientes apretados. Kanon debería haber estado en alerta máxima, pero de alguna manera, no vieron a la persona que estaba detrás de Eleanor.

Él mismo seria un gran problema.

Kanon pensó, lamiéndose los labios secos. Se dieron cuenta de la oportunidad que se les había concedido y no tenían intención de dejarla escapar. El Imperio era su mayor enemigo, entrometiéndose en los asuntos de Eshantel en cada oportunidad que tenían. Ahora que el comandante en persona había aparecido en el campo de batalla, no había duda de que estaban detrás de la destrucción que se había producido en su tierra.

“¡Entonces tomaré su cabeza y la montaré frente a las tumbas de mis camaradas caídos, Comandante!”

Y el responsable estaba de pie justo delante de ellos.

“¡Allí!”

Impulsado por la rabia, el Kanon con una armadura de acero saltó hacia el enemigo con tal velocidad que ni siquiera Toshisaka, un soldado veterano, pudo comprenderlo. La victoria de Eshantel se aseguró con este ataque que desafiaba la física. O eso creían, pero…

“¡Gahhhhhh!”

Como si un meteorito hubiera golpeado la colina, la tierra tembló bajo sus pies. Gritos desesperados llenaron sus oídos y una enorme cantidad de tierra y arena nubló su visión.

“¡Inquisidor!”

Ni siquiera el ejército de Eshantel, el más fuerte del continente, pudo hacer nada ante un ataque tan repentino y misterioso.

“Hehehe, ¿esperabas que dejara a alguien lo suficientemente tonto vivo, como para que intentara ponerle un dedo encima a mi querido hermano?”

Eleanor dijo con una voz encantadora desde detrás de la cortina de polvo.

“Eh… Supongo que el nombre de Demonio Rubio no es sólo para mostrarlo.”

Mientras la lluvia de guijarros y polvo se asentaba, las figuras de Eleanor y Gil aparecieron en medio del impacto.

Justo al lado de ellos estaba Kanon, tomando la larga lanza de Eleanor con su espada.

“Hehehe, esto es un poco decepcionante. Esperaba más del Inquisidor que supuestamente puede igualar a las Divas. No sólo eso, sino que este poder es…”

“¿Qué quieres decir con eso?”

Kanon se burló de la sonriente Diva mientras luchaba por mantener su lanza a raya. La espesa sed de sangre que rodeaba a los dos era prácticamente visible.

“Envaina tu arma, Eleanor. Inquisidor, ¿puedo pedirle que haga lo mismo? Hemos venido a hablar”.

En medio de esa atmósfera tensa,

Gil se acercó casualmente a ellos, como si estuviera dando su paseo de la tarde.

“¡Tch!”

Kanon una vez más no se dio cuenta de su presencia.

“¿¡Quieres hablar después de haber causado estragos en mi país!? No te molestes.”

Kanon se repliega y da un paso atrás, disparando su palpable sed de sangre a Gil, que no se inmuta en absoluto.

“¡M-Mi querido hermano!”

“No te preocupes”.

Sujetó a Eleanor con una mano y caminó hacia Kanon.

“Permítame comenzar nuestra discusión con un simple hecho: Su país no fue destruido por nosotros.”

“…”

Gil comenzó su explicación a pesar de la actitud aparentemente sin cambios de Kanon.

“Es cierto que nosotros, el Imperio, queremos este país. ¿Lo entienden? ¡El país!”

“¿Qué significa eso?”

Kanon dio un paso adelante sin ocultar su ira, pero Gil se detuvo justo delante de ellos y puso una expresión muy seria.

“El país. Eso significa sus ciudadanos, su tierra, sus recursos, su cultura, sus edificios. Queremos todo. ¿Cree que nos molestaríamos con su tierra en su estado actual, desprovista de vida y valor?”

Gil le echó una mirada aguda al Inquisidor.

“Una tierra devastada…”

Kanon dijo dolorosamente.

“Vine aquí para advertirte del Rey Demonio, pero parece que llegué demasiado tarde…”

Kanon finalmente vio el misterioso cristal en las manos de Gil, que tenía una llama verde esmeralda ardiendo en su interior.

“¿El Rey Demonio? ¿Y qué demonios es ese cristal?”

¿Qué tonterías está diciendo?

Los ojos de Kanon fueron atraídos por el cristal.

“El nuevo gobernante de Althos es el Rey Demonio. O eso dicen los rumores…”

Por supuesto, esos rumores fueron difundidos por el propio Imperio, pero Gil continuó con la cara seria.

“Viendo lo que ha pasado aquí, supongo que ya no podemos llamarlos rumores.”

“¿Dices que el rey de Althos, que es, de hecho, el rey demonio, vino aquí y destruyó mi país? Me suena a un cuento de hadas”.

“También la existencia de Divas. Si los rumores son ciertos y Alnoa es en verdad el Rey Demonio, entonces es mi deber como residente de este continente reunir a las Divas y sellar el mal como fue profetizado.”

Kanon quiso burlarse de él otra vez, pero recordó algo.

“Espera, si Althos es… Feena… ¿Qué le ha pasado a la Diva de Subdera?”

Kanon accidentalmente dejó escapar su apodo. Gil se acercó al aturdido Inquisidor y le susurró la respuesta al oído.

“Quién sabe… Pero los rumores dicen que las Divas de Freiya y Subdera fueron encarceladas o sometidas a control mental después de aceptar la propuesta de matrimonio de Alnoa.”

“No… Entonces Feena…”

Escuchando los posibles peligros en los que Feena puedo haber caído, Kanon distraídamente susurró su nombre con los ojos fijos en el cristal.

“El resurgimiento del Rey Demonio es un peligro para todos los seres vivos de este continente. Como tal, tengo una propuesta para usted: Dejemos nuestras pequeñas disputas a un lado por el momento y formemos una alianza para someter al Rey Demonio. Por supuesto, el Imperio está más que dispuesto a echar una mano”.

“Bien. Estoy de acuerdo.”

El casco de acero asintió de acuerdo con la propuesta dócil e inocente.

“¡Inquisidor Kanon! Estamos tratando con nuestro enemigo jurado, así que por favor sea más cauteloso…”

“Toshisaka. ¡No olvides que soy tu amo mientras se desconozca el paradero de mi padre! ¿Todavía tienes alguna objeción?”

Kanon le respondió en un tono tranquilo pero agudo.

“El inquisidor Kanon…”

Asintió con la cabeza, maldiciendo su propia insolencia. Ya era demasiado tarde. Mientras estaba allí de pie en silencio, Kanon cayó en la trampa cuidadosamente colocada del Imperio. Las palabras de Gil resonaron a través del cristal, llegando a los oídos del joven Inquisidor justo cuando estaban llorando la pérdida de su país y su fracaso hacia sus amigos. Como si el mismo diablo los hubiera atraído usando su mayor debilidad…