Regressor Instruction Manual

Capítulo 66: Lo Más Importante

Jung Yoo-Ra y los demás miembros del Cisne Negro parecían estupefactos ante las palabras de Young-Ki. Era comprensible que tuvieran esa cara, sobre todo Jung Yoo-Ra, que probablemente pensó que esto había salido de la nada. Al parecer, falló al darse cuenta del trabajo que había hecho a sus espaldas.

Así era la opinión pública. Al principio podía parecer tranquila, pero una vez que se encendía, se descontrolaba rápidamente. Esto se aplicaba en situaciones en las que la víctima y el agresor eran obvios, justo como ahora. 

“Estás bromeando, ¿verdad?” preguntó Jung Yoo-Ra con los ojos bien abiertos. La mirada seria en Young-Ki lo decía todo. 

“Esto no tiene sentido” dijo un miembro del Cisne Negro.

“No, como la persona que lidera esta incursión, es una decisión razonable” Young-Ki lo corrigió.

Yoo-Ra llevó su mano derecha a la sien, como si tuviera un dolor de cabeza. Las mujeres de su grupo se veían igual de confundidas que ella.

“Entiendo tus intenciones, señorita Jung Yoo-Ra, y sé lo mucho que has contribuido hasta ahora. También sé que has trabajado más duro que nadie por este grupo, pero creo que será difícil para nosotros continuar así” continuó.

“¿Y me propusiste marcharme a pesar de saberlo?”

“No tengo otra opción. Será difícil continuar esta expedición con el ambiente actual. No estoy seguro de lo que piensas del gremio Cariano, pero la actitud que estás mostrando es completamente absurda” hizo un ademán para enfatizar esa última palabra.

“Bien, deja de lado la captura de la mazmorra. ¿Sabes las repercusiones que podría tener esto? ¡La relación entre nuestros gremios se vería afectada! Y todo sería por nada, después de todo, realmente no tengo ninguna mala voluntad contra el grupo de los Caria. ¡El verdadero problema es…!” Jung Yoo-Ra se volvió hacia mí, sin terminar su oración. Quería decir mi nombre, pero no podía. Sonreí levemente, y ella apretó los dientes. Era obvio lo enfadada que estaba con solo mirarla.

Pffft.

Su expresión me decía que estaba pensando en todas las maldiciones que existían en este mundo, así que era natural que quisiera provocarla un poco más.

Tampoco me olvidé de decirle algo a Choi Young-Ki.

“E-está bien, señor Choi Young-Ki. No hay necesidad de hacer esto” balbucee.

“No, Ki-Young. Esto será mejor para nosotros” puso una mano en mi hombro. “No me importa si esto afecta a nuestros gremios mientras las vidas de todas las personas aquí corren peligro. Mi máxima prioridad es mantenerlos con vida, y esta mujer y su desconfianza son un riesgo”.

“¿Estás diciendo que soy yo la que está creando conflictos?” preguntó Yoo-Ra, incrédula.

“Sí. Estoy seguro de que ya sabes cómo, así que no me hagas explicarlo”.

“Eso es…”

“Tus acciones han estado más allá de lo comprensible. Como alguien que ha pasado mucho tiempo aquí, estoy seguro de que entiendes mi decisión. Incluso si crees que tus acciones eran razonables, a la mayoría de los miembros de aquí les resulta incómodo estar contigo. Esta es tu última oportunidad para mostrarnos respeto a todos, Yoo-Ra” Young-Ki se cruzó de brazos, mostrando que no pensaba en no dar ni un paso atrás.

“No puedo creerlo…” murmuró. Ahora ambas manos estaban masajeando sus sienes.

Se negaba a aceptar la situación en la que se encontraba.

Se comporta como una niña.

Me sentí ridículo por el hecho de que ella tratara de usar la política. Podría decir esto con confianza: esta mujer era incompetente. Excluyendo sus habilidades de caza y sus atributos, no era apta para ser una líder. Esto último se vio reforzado al ver cómo su expresión se tornaba extraña. Estrechando sus ojos, nos miraba a mí y a Young-Ki. Tal vez se estaba dando cuenta de un detalle…

… que ambos éramos cercanos a la Reina Mercenaria.

“Ahora lo entiendo, señor Young-Ki” dijo, riéndose entre dientes.

“No entiendo muy bien lo que dices”.

“Yo al menos confiaba en ti porque había oído que eras justo y leal, pero… supongo que este era tu plan desde el principio, ¿verdad?” preguntó con un tono acusador.

Obviamente.

“¿La Reina Mercenaria te prometió algo a cambio de cuidar de su novio? Estabas pensando en echar a nuestro grupo desde el principio, ¿verdad? Esto es realmente ridículo… actúas como inocente y justo, pero escupes estupideces. ¿Esto era lo que querías todo el tiempo? Supongo que la Reina Mercenaria dijo que te trataría bien si le dabas una buena impresión a ese bastardo de Lee Ki-Young” Yoo-Ra dejó de lado cualquier rastro de decoro que le quedara.

“Señorita Yoo-Ra, creo que está siendo demasiado dura. Hee-Ra, ella… no tiene nada que ver con esto” intervine.

Realmente está delirando.

“Guarda silencio, idiota” espetó.

“Por favor, cálmate. Tienes que ser más razonable” Young-Ki dio un paso hacia ella, mostrando la palma de su mano para señalarle que parara.

Verla armando alboroto era un espectáculo digno de ver. Era como si condujera un camión sin frenos de ocho toneladas hacia la casa de los Caria a toda velocidad. Estaba seguro de que mi forma de hablar y mi expresión la habían provocado hasta el punto de ponerse así, pero cayó en mi plan mejor de lo que pensaba.

“Debe ser agradable que la Reina Mercenaria te mime con suministros y objetos gratis. El control de la mazmorra te parece una broma, ¿verdad? No entiendo por qué te uniste al gremio Cariano si ibas a actuar así. ¿No sería mejor que te hubieras unido a Los Mercenarios Rojo?” preguntó, ignorando a Young-Ki.

“Señorita Yoo-Ra”.

Cuanto más hablaba, más decaía su imagen.

Jung Ha-Yan se puso incómoda ante las menciones de Cha Hee-Ra.

Su inesperado cambio de actitud sorprendió a todo el mundo. No, todos menos Choi Young-Ki. Parecía como si estuviera tratando de calmar su ira.

“Yoo-Ra, p-por favor, para” le pidió una de sus compañeras.

“Ya fue suficiente. De verdad” se unió otra.

“Suéltenme, zorras. ¿Creen que mi gremio se va a quedar de brazos cruzados cuando descubran lo que pasa? ¡Es obvio que el gremio Cariano y los Mercenarios Rojos están tratando de oprimirnos! Esto es injusto. ¡Tenemos que protestar! ¡No podemos quedarnos calladas!” les gritó. 

¡Paaam!

Jung Yoo-Ra, quien no paraba de decir cualquier cosa que se cruzara por su mente, se quedó sin habla. De hecho, todos enmudecieron. El calmado y estoico Choi Young-Ki golpeó la pared a su lado, dejando un agujero del tamaño de mi cabeza. 

Al parecer, ya había tenido suficiente. Ella insultó a sus compañeras, a todos en esta incursión, a nuestros gremios y hasta a Cha Hee-Ra. Su rostro palideció al darse cuenta de cuántas estupideces habían salido de su boca. Demonios, su ira silenciosa no iba dirigida a mí, y aún así mis piernas empezaron a temblar. 

Caí en cuenta después de recordar sus atributos. Sus fríos ojos oscuros llenos de intenciones asesinas hacían que se me cortara la respiración. Hyun-Sung debió darse cuenta, pues colocó su mano en mi hombro para tranquilizarme. No me atreví a agradecerle y romper el silencio que nos rodeaba.

La forma en que Choi Young-Ki reaccionó era un poco exagerada; me hacía pensar si su líder significaba algo más para él. Cha Hee-Ra era más popular de lo que pensaba basándome en su reacción. Quería felicitarlo por no blandir su espada inmediatamente en esta situación.

Quisiera reclutarlo…

Si Park Deok-Gu no estuviera aquí, habría pensado en una forma de traer a Choi Young-Ki a nuestro grupo. A pesar de estar tan enfadado, el hecho de que era capaz de controlarse demostraba sus nervios de acero ante situaciones complicadas.

Jung Yoo-Ra seguía temblando bajo la mirada de Young-Ki. Basándome en sus atributos, ella tenía la habilidad de resistir esta energía, pero aparte de eso, estaba seguro de que se había dado cuenta del error que había cometido.

Eso es genial.

Era como si una bomba estuviera a punto de explotar.

“¿Has terminado de hablar?” preguntó Young-Ki tras un largo suspiro.

“Yo-yo…”

“Me gustaría que te fueras ahora mismo”.

“E-exageré y siento lo que acaba de pasar, pe-pero…” tartamudeó.

“¡Te he dicho que te vayas ahora mismo! No quiero saber nada más de ti. Pero soy justo, contrario a lo que piensas, así que cumpliré mi promesa de darte tu parte” la interrumpió con un grito, bajando poco a poco su tono.

¡Pam!

Otro golpe, esta vez más leve.

“Te pedí que te fueras. No volveré a repetirme”.

Qué bien.

Noté lo pálida que se puso su cara. Aunque lo único que pude hacer era sonreír, me sentí muy gratificado. Se me puso la piel de gallina conforme una sensación electrificante me recorría.

“Por favor, abandona la mazmorra inmediatamente, señorita Yoo-Ra. El Gremio del Diablo tampoco quiere seguir trabajando contigo”.

Los líderes de los grupos hablaban formalmente delante de mí para ser respetuosos, pero las voces que oí detrás de mí daban un poco de miedo.

Los demás, envalentonados por el segundo puñetazo de Young-Ki, empezaron a alzar la voz. La maldecían a la par que le exigían que se marchara. Se sentía como una cacería de brujas. Yoo-Ra se mordió los labios tan fuerte, que un hilillo de sangre se asomó. No podía hacer otra cosa que no fuera mirar con impotencia. Sus ojos se volvieron brillosos, señal de que le costaba contener sus lágrimas.

Qué bonita.

Observar la situación desde lejos siempre me daba una sensación de liberación, especialmente si la situación había sido creada por mis propias manos.

Unos instantes después, Yoo-Ra empezó a moverse. Pasó a mi lado, dedicándome una última mirada de desprecio y un golpe con su hombro. El maravilloso sentimiento de la victoria me bañó por completo.

Oh, amigo…

Por supuesto, no me sentí amenazado ni asustado por ella. Ahora mismo, necesitaba pensar en lo que iba a pasar después de esto. La loca podía apuñalarme por la espalda por el rencor que me tenía, así que tenía que ser más detallista en mis planes.

Había visto muchos casos en los que la gente perdía la vida por decir una cosa equivocada y, aunque solo debería aplicarse en la sociedad moderna, supuse que aquí era igual. 

Entablar más discusiones con ella ya no sería una lucha política, sería acoso unilateral. 

Para este capítulo…

De las dos cosas más importantes en política, aún quedaba una.

“Pongámonos en marcha” dijo Choi Young-Ki.

“De acuerdo”.

“Siento haberlos incomodado” agregó.

“No pasa nada. En realidad estamos…”

Se trataba de los medios de comunicación.

Estoy seguro de que ella piensa que se acabó.

Pero… yo era más despiadado de lo que ella pensaba. Meterse conmigo le saldría muy caro.