SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 39: El Apodo del Guerrero (Parte 3)

Se hizo más grande.

Una rana… sí. Supo entonces que lo que había comido era una rana. Supo muchas más cosas que antes. Supo sobre ranas, serpientes y águilas.

La felicidad de tocar la lluvia cuando fue una rana.

La felicidad de deslizarse sobre el suelo cuando fue una serpiente.

La velocidad de dejar que el viento alzara su cuerpo cuando fue un águila.

Aprendió sobre la felicidad del cielo y de la tierra.

-Grrrrrr.

Y entonces se convirtió en león y descubrió la felicidad de matar.

La carne de un ciervo resultó ser deliciosa. Su aroma era agradable. El momento en el que hincó los dientes en el cuello del ciervo… ah, podría morir en ese mismo momento y ser feliz.

-Ah…

Si no se hubiera…

-¡Uh!

… encontrado con un ruidoso ser vivo.

-¡Aaaah!

El ser vivo huyó, mirando por encima de su hombro.

Instintivamente, la sombra salió a la persecución del ser vivo.

-¡A-ayuda! ¡Papá! ¡Papá! ¡Sálvame!

El ser vivo era ruidoso y lento. Incluso cayó en la tierra por sí solo.

¿Qué estaba haciendo?

La sombra no conocía el concepto de ‘caer’. Nunca lo había hecho. Ya que se había deslizado por el suelo y había volado, era la primera vez que se encontraba con un ser lo bastante estúpido como para caerse tropezando con sus propios pies.

-¡No quiero morir! ¡Papá! Ayuda…

Antes de que el ruidoso ser se hiciera aún más ruidoso, le clavó los dientes. La sangre corrió entre sus colmillos. Cuando notó que su boca estaba llena del líquido rojo, se detuvo por un momento. Estaba asombrado.

¡Qué delicioso aroma!

¿Qué era ese olor?

Se volvió adicto y borracho con el sabor de la sangre. Clavó sus dientes una y otra vez en el ser vivo e intentó tragárselo por completo. Sangre… piel… ¡huesos! Incluso los intestinos. Todo era agradable. Cuanto más profundamente hincaba los dientes, más cortas se hacían sus patas delanteras y más largas las traseras.

Sus patas traseras se convirtieron en piernas y las delanteras en brazos. La melena del león pasó a ser cabello.

Todo ocurrió en un instante. Se comió con calma los restos del ser vivo y, cuando terminó de tragar incluso los últimos pedazos, los recuerdos del ser vivo fluyeron a su mente.

-…

Humana.

Eso fue lo que el ser vivo dijo.

La humana había nacido en un pueblo rural. Creció recibiendo el amor de su familia. No estaba carente de afecto… pero sí de algo más. La salud de la humana era débil.

Enfermedad.

No había forma de curar la dolencia de la niña en aquella villa rural. E, incluso si la hubiera, no tenía nada de dinero. Los humanos de su familia murieron de uno en uno. Y esa joven humana se negó a morir tumbada en la cama.

-¡Quiero caminar hasta que ya no puedas más! ¡Quiero respirar aire fresco, aunque solo sea un rato!

Fue un error.

La humana se aventuró demasiado lejos. Había probado cuánto podía viajar antes de morir.

Y se había encontrado con la muerte. En su estómago.

-¡Niña! ¡Estelle!

No.

-¡Ah, ahí estabas!

Dejó de ser él mismo.

-¡Te dije que no te fueras sola! El bosque es un sitio peligroso. Nunca sabes dónde puede haber una bestia. No te vayas sin… pero, ¿¡por qué tus ropas están así!?

-…

La pequeña niña abrió la boca.

-Papá -sonrió-, creo que ya estoy curada.

Estelle.

Ese fue el primer nombre que recibió el Rey Demonio.

Una voz resonó en mi cabeza.

[Tu habilidad se está activando]

El campo entero se puso del revés.

El principio del cambio ocurrió bajo mis pies. Sombras. Sombras que empezaron a extenderse debajo de mí. Mi sombra cubrió el campo ennegrecido.

-Guooooo…

Algo se levantó desde la sombra.

-¡Guoooo!

Era un hueso.

El hueso humano, de un blanco puro, salió de las sombras. Parecía un demonio intentando escapar de su prisión.

‘Emperador de la Espada’ -pensé para mis adentros mirando en torno a mí-, querías saber por qué escogí el [Invocar cien fantasmas], ¿verdad?

-Oh, sí. Desde luego.

‘Al principio yo también quería otra habilidad’.

La que fortalecía el Aura, claro.

El tajo rojo del Rey Demonio era realmente temible. ¿No sería genial poder hacer lo mismo algún día?

Pero, tras pensarlo un poco más, cambié de opinión.

‘Abrir carta de habilidad’.

Era una reluciente carta dorada.

‘Invocar a aquellos que he matado yo mismo como monstruos…’, murmuré para mí mismo mientras revisaba la carta. ‘Sin embargo, hay un problema. ¿Cuánta gente crees que he matado?’.

Bae Hu-Ryeong frunció las cejas.

-El Bastardo de las Llamas ese y tú mismo, ¿no? En total, dos.

‘Sí, podría verse así’, reí. ‘Pero, ¿por qué crees que la [Perspicacia de Detective] del Santo de la Espada dice que mi recuento de muertes es de 4.000?’.

-¿Qué?

‘Siendo honesto, es bastante malo. Y extraño. Sé que el suicidio era básicamente mi rutina diaria, pero… ¿maté a alguien al azar? Siendo sincero, solo a mí mismo. ¿Pero por qué el recuento de muertes supera las 4.000? Pensando lógicamente, deberían ser 2’.

-…

‘Así que… eso es lo que significa’, continué mientras miraba frente a mí. ‘Hay una determinada manera en la que la Torre cuenta las muertes’. Mientras miraba al campo de sombras. ‘Aunque la misma persona sea asesinada dos veces, cuenta como [2] y no como [1]’.

Los monstruos estaban saliendo de mi sombra.

Vi un puñado de esqueletos tratando de escapar de mi prisión.

‘Okey. Así que déjame que te lo pregunte de nuevo’. Era un ejército. Un montón de monstruos cubrían el campo. ‘¿Cuántas muertes crees que llevo?’.

Me suicidé 4097 veces. Maté dos veces a Yoo Soo-Ha porque la primera de ellas fui asesinado por el Santo de la Espada.

Eso sumaba 4099 veces.

Los remanentes de mi muerte se veían a las claras en el enorme campo.

“Joder…”, asentí con la cabeza, mirando satisfecho a la isla de muerte que había creado. “Guau, he muerto un montón de veces”.

Y, entonces…

-¡Gwoooooo!

… el ejército de huesos empezó a gritar.

-¡Kaaaaaa!

Los esqueletos enseñaron los dientes. Todos parecían idénticos. Sus cuerpos eran similares al mío, y su altura también era parecida. ¿No era evidente? Era porque todos ellos eran monstruos que probaban que yo había muerto.

‘Todo es igual, incluso el arma’.

Una daga. Todos los esqueletos blandían la misma daga.

Era el arma con la que tomé mi propia vida, y después la usé para matar a Yoo Soo-Ha.

“¡Imposible!”.

Pero yo era la única persona que miraba con calma las armas de los esqueletos. La Bruja y el Santo de la Espada miraba a su alrededor con expresiones atónitas.

“¿Qué es esto? Kim Gong-Ja, ¿es una habilidad tuya?”.

“Sí”.

“¿Me tomas el pelo?”. La Bruja parecía tremendamente sorprendida. “Diosa… ¡Una habilidad que invoca miles de monstruos! ¡Nunca había oído hablar de nada igual! ¡Así que este es el secreto detrás de tu subyugación del piso 10!”.

“Eh…”.

La Bruja parecía haber malinterpretado cómo superé el décimo piso. Podría corregirla, pero quedaría igualmente impactada.

“No, no es así, pero…”. Mmm. Bueno, lo que sea. “Sí, supongo que sí”.

“¡Lo sabía!”.

“Podemos hablar de eso luego”.

No había ninguna necesidad de corregir el malentendido en ese momento.

Hablar frente al Rey Demonio era algo que había que hacer con moderación.

-Tú… ¿cómo es posible que tengas la misma habilidad que yo?

El Rey Demonio también estaba sorprendido. Se quedó congelado. No tenía expresión, pero su voz traicionaba lo atónito que estaba.

Una lástima.

Si hubiera podido ver su cara, quizá me habría sido posible contemplar cómo fruncía el ceño.

“¿Tienes curiosidad?”. Organicé mis pensamientos y sonreí. “Pero… ¿qué debería hacer? Creo que no quiero decírtelo”.

-…

“Puedes seguir teniendo curiosidad. ¿O debería hablarte sobre la condición de tu vida? ¿Qué opinas?”.

-¡No puedo perdonarte! ¡Esto no debe ser permitido! -el Rey Demonio gritó como un león herido- ¿Cuánto tiempo vas a burlarte de mí? ¡Diosa! ¡Mi odio! ¡Mi arrepentimiento! ¡Prometiste aceptarlo todo! ¡¿Cómo puedes…?!

“¡Santo de la Espada!”.

No escuché lo que el Rey Demonio estaba diciendo. Él tenía sus asuntos, y yo mi papel que desempeñar. El Rey Demonio era mi enemigo. Si el enemigo estaba preocupado, eso era una oportunidad para mí.

“¡Por favor, luchad junto a los esqueletos! Si nos ayudas, ¡no nos quedaremos atrás!”.

“Muy bien. Pelear junto a monstruos es espeluznante, pero… es mejor que ayudarte a ti”.

“¡Gracias! Y, maestra de Dragón Negro, por favor, ayúdame. ¡Nosotros podemos derrotar al Rey Demonio juntos!”.

“Lo sé. ¡Simplemente no seas una carga!”.

El Santo de la Espada blandió su arma y la Bruja hizo explotar su Aura. Ambos parecían haber decidido que seguirían mis órdenes hasta que el Rey Demonio fuera derrotado. Asentí y grité hacia mis muertes.

“¡Cien Fantasmas!”. Los huesos gruñeron. “¡Mostradles en qué sois los mejores!”, ordené. “¡Asesinad y sed asesinados!”.

El ejército obedeció mis órdenes.

-¡Gwooooo!

Los esqueletos corrieron al campo de batalla. Eran ligeros porque estaban hechos solo de huesos. Uno saltó, aterrizó sobre un orco y le cortó el cuello con la daga.

El esqueleto agitó la daga como un loco. Su hoja desgarró los ojos, la boca y el cuello del orco, que gritó y se desplomó sobre el suelo. Debido al impacto, el brazo izquierdo del esqueleto se rompió, pero eso no lo detuvo. Simplemente se dirigió directo hacia su siguiente presa.

-¡Kieeeek!

Desde algún otro sitio, un trasgo gritó de dolor. Había un esqueleto tan dañado que solo quedaba la calavera, pero había usado sus dientes para arrancarle el brazo al trasgo.

-¡Gwooooo!

-¡Kiiii!

Alrededor del trasgo había otros esqueletos. Todos estaban dañados en algún lado. Un brazo roto. Una pierna que faltaba. Una cabeza desaparecida.

Pero todos tenían dagas. ¡Kiiiik! El trasgo se revolvió, pero fue inútil. Los esqueletos lo rodearon y bajaron sus dagas.

La sangre lo salpicó todo.

-Wow… joder -chasqueó la lengua Bae Hu-Ryeong-. Mira lo tenaces que son. Me pregunto a quién se parecen. Un ejército de monstruos que no le teme a la muerte. Qué coño… ¡eso da un miedo que te cagas!

Hubo una masacre en el campo. El Rey Demonio tembló de ira.

-¿Cómo osas?

Su sombra seguía produciendo aguas residuales. Si aquella agua sucia fuese sangre, hubiese pensado que era la sangre del Rey Demonio. Él estaba desesperado.

-¡Tú no estás cualificado! -su angustia resonó en el cielo- Alguien de otro mundo -se quejó mientras golpeaba el suelo-, alguien que no tiene una vida propia, intención malvada u odio hacia este mundo. ¿Cómo osas detenerme?

La voz se extendió por el cielo y la tierra.

“¿Qué importa de dónde sea yo?”, contesté. “Ahora estoy justo aquí. Pero si todavía dices que no estoy cualificado…”.

Los ecos aún no se habían desvanecido cuando escuché una voz dentro de mi cabeza.

[La Torre te está imponiendo un apodo]

Como si alguien que me hubiera estado observando durante mucho tiempo me estuviera bendiciendo. Como si me felicitaran tras liberarme de la prisión del tiempo.

[Tu apodo es Rey de la Muerte]

La voz resonó.

[Respeto para el rey que cosecha muerte]

Sí.

Alguien me recordaba.

A pesar de que había muerto una y otra vez.

Alguien sabía la razón por la que estaba allí.

Eso era suficiente.

“No interfieras”, dije mientras levantaba mi espada. “La Torre reconoce mi cualificación”.

Rey de la Muerte.

Ese fue mi segundo nombre.