Toradora! (NL)

Volumen 8

Capitulo 6: Duele Demasiado

Parte 2

 

 

“¿…Es verdad que la Tigre de bolsillo del grupo C está perdida?”

¡¿…Entonces la alumna perdida del grupo C es la Tigre de bolsillo?!”





La comunidad de estudiantes de segundo año clamaba mientras eran concentrados en el salón de madera reservado para las visitas en grupo. Tras la opaca ventana se podía ver la tormenta de nieve tal como se informó en el reporte meteorológico. Uno podía oír la ventisca golpear contra la ventana.

“Takasu, acabo de preguntarle a Koigakubo-sensei. La pendiente donde Aisaka cayó es un bosque de pinos, más abajo hay una vereda que está prohibida durante una tormenta. El personal de la pista de esquí ya ha comenzado a buscar a lo largo de todo el camino que conduce a la ladera, si a pesar de eso no la encuentran, es posible que tengan que llamar a la policía… ¡Takasu!”

“¡…!”

Ryuuji se sobresaltó por el sonido del aplauso frente a él y finalmente alzó su cabeza. Entonces se dio cuenta de que Kitamura lo miraba fijamente.

“¡Tranquilízate! ¡No te preocupes, la encontraremos!” “Sí…”

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Eso fue todo lo que Ryuuji pudo decir. Se hallaba sentado en una silla maciza esculpida de tal forma que pareciera un tronco de árbol, su mente todavía estaba aletargada como si todo fuese un sueño. Sus ojos estaban fijos en la quemadura de su mano derecha mientras pensaba. Esa idiota.

Esa Taiga tan tonta, por fin ha dejado que su torpeza la ponga en peligro.

Él la había visto caer de las escaleras, tropezar, chocar contra cosas y dejar caer comida mientras comía, pues todo eso era relativamente normal. Incluso casi había sido atropellada por un auto no hacía mucho. Aquella mano derecha también daba constancia de su gran torpeza. Había sido un milagro que ella se las arreglase para no salir seriamente lastimada a pesar de todos esos incidentes. Sin embargo, ese día finalmente había llegado.

Por un lado culpaba a Taiga por su torpeza, pero por el otro lado se culpaba a sí mismo por no darse cuenta que ella se había alejado de él, inclusive estando justo a su lado. Era tal como había pasado durante el baile de Navidad. Entre más reflexionaba, Ryuuji mantenía la esperanza de que esta vez pasara lo mismo que aquel día.

La última vez, Taiga se hallaba a salvo en su casa. Cuando él notó que ella había desaparecido solo necesitó correr para encontrarla ahí, tal como era de esperarse.

Pero esta vez…

Ryuuji inclusive temía mirar hacia la ventana ¿Y si no pueden encontrarla en éste clima? Inmediatamente apartó ese pensamiento. No, definitivamente eso no pasará. Puede que Taiga sea torpe, pero sus reflejos son excepcionales y su cuerpo es increíblemente saludable, ella sin duda lo superará. Tiene que haber una manera, tiene que haberla.

Ryuuji entrelazó sus manos y rezó cerrando los ojos con frialdad. Ni siquiera se percató que Noto y Haruta, quienes estaban sentados frente a él, lo miraban con preocupación.

Tiene que haber una manera… Sin embargo, detrás de esa esperanza, la idea de “¿Qué pasaría si?” seguía atormentándolo. Si tan solo pudiera regresar el tiempo, si pudiera volver a ese momento, yo definitivamente no apartaría mi vista de Taiga y podría sujetar su mano.

Jamás volveré a dejarla sola sin importar qué. Aunque la gente piense que nosotros tenemos una relación Padre-Hija, aunque obstaculice la independencia de Taiga o sus relaciones románticas. No importa lo que la gente opine de nuestra relación, incluso si eso implica tener que arrancarme los oídos para no escucharlos o deshacerme de mi cabeza para no pensar en ello.

Jamás soltaré la mano de esa idiota, aunque ella termine pateando mis piernas por detrás.

Si tan solo hubiera pensado en esto antes, si yo hubiera sabido que a Taiga le pasaría algo así, yo definitivamente no la hubiese dejado ir.

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No debí dejarla atrás, sin importar lo que la gente ignorante pensara. Y a todo esto ¿Por qué estas manos y estas piernas siguen aquí? “Pero qué gran tormenta…”

Ryuuji se dio vuelta al escuchar una voz detrás de él.

Minori se sentó en una silla detrás de Ryuuji y miró por la ventana. Ella mordía sus labios al tiempo que se colocaba la gorra, se ponía sus guantes y subía la cremallera de su traje de esquí. Ryuuji frunció sus cejas al tener un mal presentimiento sobre eso.

“Kushieda… ¿Qué haces?”

“La tormenta es demasiado fuerte y hay que encontrarla rápido. Así que me voy” Una vez que terminó de hablar se incorporó, pero Ryuuji la detuvo inmediatamente. “¡¿Estás loca?! ¡¿Qué haremos si también te pierdes?!”

“¡No puedo sentarme aquí y esperar! ¡Todo estará bien, regresaré tan pronto como le eche un vistazo a ese lugar!”

Ella apartó la mano de Ryuuji sin siquiera esperar respuesta de él y comenzó a caminar hacia afuera. “¡Detente!” Kitamura también se percató de las intenciones de Minori y se dirigió hacia ella para detenerla. No obstante Minori se negó a escucharlo y empujó la mano de Kitamura para encaminarse a las escaleras que llevaban a la entrada del primer piso y salió. Ryuuji trató de sujetar sus hombros varias veces y se alteró porque ella continuaba retirando su mano.

“¡…Maldición…! ¡Yo también voy!”

“¡Y yo también! ¡Noto! ¡Haruta! ¡Por favor informen a la profesora de esto!”

“¡¿Qué?! ¡No pueden hacer eso!” Al escuchar que Kitamura también iba, Noto y los demás se levantaron rápidamente. Sin embargo, si ellos no habían podido detener a Minori, tampoco podían dejarla ir sola”

“¡¿Y ahora qué hacemos?!” Noto y el resto se apresuraron a informar a su profesora. Ami se quedó atrás, estaba sentada sola sin decir nada, su pálido rostro miraba hacia abajo y mantenía una expresión vacía.

Cada vez más visitantes emprendían el camino de regreso debido a la tormenta de nieve. Ryuuji y Kitamura alcanzaron a Minori quien caminaba trabajosamente con sus botas.

Sus gafas ya estaban cubiertas de nieve y sus pies se habían hundido en la suave capa de nieve varias veces. Ryuuji finalmente logró tomar la mano de Minori, asimismo Kitamura le tomó la otra mano y dijo:

“¡No te precipites, Kushieda! ¡Si en verdad deseas buscar a Aisaka, entonces debes tranquilizarte y mirar a tu alrededor!”

“¡…!”

Al escuchar la autoritaria voz de Kitamura, ella finalmente miró alrededor con cara de preocupación mientras asentía y recobraba el aliento.

Como los tres estaban a punto de ser arremetidos por otra poderosa ráfaga de viento, rápidamente sujetaron sus manos y marcharon adelante. El lugar donde había ocurrido la pelea entre Minori y Ami no estaba lejos de la cabaña de madera que estaba junto a la pendiente poco empinada de la pista de esquí.

“¡Hay indicios de que alguien cayó por aquí!”

Minori se acercó al borde saliente del acantilado y apuntó al sitio donde había caído nieve recientemente.

“¡Oye, no te acerques demasiado! ¡Es peligroso!”

“¡Pero Taiga está ahí abajo! ¡¡¡TAIGAAAA!!! ¡¡¡RESPÓNDEMEE!!!”

Minori estiró la parte superior de su cuerpo tratando de conseguir una mejor vista del fondo y Ryuuji la sujetó de su manga plantando sus pies firmemente en el suelo para evitar que ella cayera. La nieve frente a las puntas de los pies de Minori había comenzado a resquebrajarse debido a su peso. Ryuuji podía sentir un sudor frío recorriendo su espalda y apenas podía cerrar su mandíbula debido a su nerviosismo.

Ryuuji se aferró a Minori y miró abajo hacia la pendiente nevada cubierta de árboles. Apenas se podía ver el fondo… Si no fuese por la tormenta, ellos probablemente podrían encontrar algunas pistas del lugar donde Taiga resbaló.

“¿Eh…?”

Algo parpadeaba.

El objeto que parpadeaba se encontraba más lejos de donde ellos estaban buscando, se ocultaba debajo de una pequeña duna, escondido más abajo en un rincón difícil de divisar. El objeto continuaba titilando como una estrella solitaria en medio de un blanco cielo nocturno, emitiendo un débil brillo anaranjado.

El apagado brillo fue bloqueado luego por más nieve que caía desde arriba, pero Ryuuji pudo verlo con claridad.

“¡Taiga…!”

Taiga cayó porque trataba de recuperar esto. Si puedo encontrarlo, entonces podré encontrarla a ella.

“¡¿Qué?! ¡¿Divisaste algo?! ¡¿Está Taiga ahí abajo?! ¡¿La encontraste?!”

“¡Creo que sí! Hay que darnos prisa y pedir… no, podría desaparecer pronto… ¡Maldición!

¡Kushieda, ve a buscar a los adultos! ¡Kitamura, quédate aquí, si no puedo ascender de

regreso, bien puedes tirar de mí o conseguir ayuda!” “No, yo…”

Minori quiso decir algo, pero inmediatamente cambió de opinión y asintió con la cabeza.

“¡…Muy bien, buscaré a alguien!”

Y regresó corriendo en dirección a la densa tormenta. Utilizando a Kitamura como referencia, Ryuuji comenzó a deslizarse lentamente por la pendiente.

A medida que la pendiente se hacía cada vez más empinada como para usar únicamente sus pies, Ryuuji comenzó a agarrarse de los árboles después de dar unos pasos hacia abajo y sacaba sus pies cada vez que éstos se hundían demasiado en la nieve. Su objetivo era la débil luz emitida por el pequeño broche de cabello.

¡Que no desaparezca! ¡Por favor no dejes que desaparezca! Ryuuji casi decía en voz alta sus pensamientos mientras continuaba con su descenso. Sólo un poco más… resopló y limpió la escarcha de sus gafas al tiempo que se aferraba a la nieve.

Él ya se había deslizado cerca de veinte metros. Es probable que ellos no puedan ver éste lugar desde la vereda de abajo. Llegó junto a un frondoso árbol de hoja perenne, recogió el broche para el cabello y miró a su alrededor.

“¡T…TAIGA!”

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Y justo debajo del broche, Taiga se encontraba enterrada a medias debajo de un cúmulo de nieve blanda, estaba acurrucada en un hueco dentro del árbol. Con cuidado de no tropezar, Ryuuji se dirigió hacia ahí plantando firmemente los pies en la nieve a medida que avanzaba y recogió su diminuto cuerpo.

“¡Taiga! ¡Taiga! ¡Taiga!”

Sacó de la nieve el suave cuerpo de Taiga y observó que su cabeza caía hacia atrás sin esfuerzo. Él la abrazó con fuerza mientras sentía su cuello… Todavía está cálida y aún tiene pulso. Pero después de caer desde tan alto, debe haberse golpeado la cabeza. Al advertir que un poco de fluido rojo emanaba de su frente, la respiración de Ryuuji se dificultó. No puede ser… Ésta fue la primera vez que él sintió que su corazón se estremeció por completo hasta alcanzar su columna.

“Me duele…”


Taiga gimió débilmente, Ryuuji se percató de que movía las cejas y fruncía el rostro. Ella sigue viva, gracias a Dios. Suspiró profundamente y miró hacia arriba a la empinada pendiente… Ahora no tengo tiempo para reflexionar o dudar. Y decidió cargar los cuarenta kilogramos del pesado cuerpo de Taiga cuesta arriba. No obstante, cada vez que ponía el pie en el suelo, la nieve debajo colapsaba debido al peso de ambos, lo que significaba que era imposible pisar firmemente. Parecía que no tenía más remedio que aferrarse a Taiga y esperar a que la ayuda llegase.

Frente a las sensaciones de desesperación e impotencia, Ryuuji dejó escapar un gruñido desde lo profundo de su garganta. En ese momento, Taiga repentinamente aferró el cuerpo de Ryuuji con su brazo.

“Me caí… Auu…”

Murmuró para sus adentros como si estuviese sonámbula. Parece que aún se encuentra bien, ya que se las está arreglando para sujetarse a mí.

Toradora! Volumen 8 Cap 6 Parte 1 Novela Ligera

 

Ryuuji hundió sus rodillas en la nieve una vez más y se arrastró lentamente hacia arriba sujetándose de las ramas de los árboles mientras ascendía. Quería hablarle a Taiga, pero no había forma de que pudiera hacerlo porque ahora tenía que apretar bien los dientes para evitar que Taiga se cayera.

“Ryuuji…”

La mano de Taiga tocó el rostro de Ryuuji y sus manos sin guantes sintieron las gafas de protección sobre sus ojos. Seguramente las confundió con gafas normales.

“Oh… ¿Kitamura-kun…?”

En efecto, Taiga había adivinado mal.


Pero no importaba ya que no era el momento oportuno para gritar “¡Soy yo!” De cualquier forma tengo que apurarme.

“Pensé que era Ryuuji… quien había venido a rescatarme… Pensé que tenía que ser Ryuuji… Lo lamento… Discúlpame”

La voz que escuchó parecía extrañamente aliviada, sin embargo todavía sonaba incoherente como si hablase entre sueños, lo que en realidad era un poco escalofriante. Taiga siguió utilizando su voz un poco más aguda que de costumbre y habló incoherentemente al oído de Ryuuji.

“Kitamura-kun, al parecer… tus poderes no funcionaron…”

El pie de Ryuuji se resbaló un poco e hizo su mejor esfuerzo para no gritar. Si Taiga no se hubiese aferrado a Ryuuji, ambos hubieran caído al fondo.

“…Lo siento mucho Deidad de los corazones rotos, pero al parecer mis oraciones no funcionaron… Yo desee que mi amor por Ryuuji desapareciera por completo… Pero mi deseo no se hizo realidad… Quería volverme más fuerte… Pero fue inútil…”

Ryuuji rápidamente utilizó su mano derecha para asir a Taiga quien por poco se le resbalaba.

Apretó los dientes con todas sus fuerzas y la sujetó firmemente, luego miró hacia arriba.

Kitamura nos ha visto y nos está gritando. Ya casi llegamos.

“…Mas yo aún… Amo a Ryuuji… Pese a que deseaba que él saliera con Minorin… al final, me sigue doliendo, duele demasiado… No puedo soportarlo más…”

“……”

“Soy tan inútil… Traté muy duro de dar todo de mí… Dije que lo haría… Sin embargo, sólo pude esperar a que alguien me rescatara… Soy tan débil… Demasiado débil… Soy patética…”

Las lágrimas de Taiga continuaron emanando de sus ojos fuertemente cerrados, sus manos ya habían perdido fuerza. Ryuuji sostenía ahora el peso de Taiga con una sola mano y trataba furiosamente de aferrarla mientras ascendía, pero su pié resbaló y perdió el equilibrio.

Cuando ambos estaban a punto de caer… “¡¿Eh…!?”

Una mano firme apareció frente a él, se trataba de un escuadrón de adultos vestidos con trajes de esquí fosforescentes. En cuestión de un segundo trasladaron a ambos hacia arriba. Seguramente eran el personal de la pista de esquí, o incluso la policía.

“¿Se encuentran bien? ¿No están heridos?”

“¡Yo estoy bien! ¡Pero Taiga, ella está sangrando!”

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Ryuuji le gritó a la persona que ayudó a colocar una manta encima de él sin importarle quién era. El adulto con traje fosforescente asintió comprensivamente y tomó en brazos a Taiga antes de alejarse.

No consiguió sentarse derecho, solo pudo yacer en la nieve mientras recuperaba el aliento como si acabara de ser abatido por una fuerza muy poderosa.

Todo lo que podía ver frente a él era la blancura… La blancura de la tormenta de nieve. Sin embargo otra tormenta también causaba estragos en su mente.

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Ryuuji sabía que en ese momento Minori estaba corriendo hacia él al igual que Kitamura. Al fin se había dado cuenta de qué era ese ‘algo’ que ellos no querían decir y también se percató de su propia estupidez.

Era como hacer un nudo malhecho con una cuerda, el cual finalmente había sido desbaratado debido a un fuerte tirón. Como la fuerza era demasiada, la cuerda estaba a punto de romperse; pero si esto pasaba, ni siquiera Ryuuji sabía cómo todo podía terminar.

“…Kitamura, quiero pedirte un favor”

Ryuuji le dijo a su mejor amigo, quien lo llevaba en su hombro y lo miraba con preocupación. Apretó su estómago con todas sus fuerzas para no dejar que Kitamura se percatase de su voz temblorosa.

“¿Podrías decirle a todos que fuiste tú quien rescató a Taiga? Te ruego que no me preguntes por qué te pido esto. Si Taiga pregunta, dile por favor que ella estuvo inconsciente todo el tiempo y que no dijo nada. ¡Te lo imploro… Por favor!”

Sujetando a Ryuuji, Kitamura le dijo en voz baja:

“Hay algo que Aisaka me pidió que no dijera a nadie…”

Ryuuji no podía ver la expresión de Kitamura tras sus gafas.

“…Cuando me encontré con ella en Año nuevo, se veía bastante deprimida y rezaba seriamente dirigiéndose a mí… la Deidad de los corazones rotos ¿Podría ser que tenga algo que ver con eso?”

Ryuuji no respondió, no pudo hacerlo. No sabía qué tipo de sonido haría si tratase de hacerlo.

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“Tiene algo que ver con eso ¿cierto?… Ya veo… la Víspera de navidad… y luego el año nuevo… Ya veo”

“No fue culpa de nadie y ciertamente tampoco fue tuya…” Dijo Kitamura y asintió con la cabeza aunque su voz se había desvanecido en medio de la ventisca.

***

 

 

Al final, Taiga no sufrió heridas graves. El cielo la había bendecido con un cuerpo fuerte para compensar su torpeza.

“Tenía un corte en la frente, pero en general se encuentra bien”. Eso fue lo que la profesora les dijo durante la cena. Después de crear tal conmoción, Taiga sin duda estaría sumamente apenada y querría morirse de la vergüenza.

Se escucharon por todas partes los suspiros de alivio provenientes de los estudiantes, una persona entrometida incluso levantó su mano y preguntó “¿Entonces ella se nos unirá en las actividades de mañana?”

Sin embargo, la respuesta de la solterona (30 años) fue inesperada.

“Aisaka-san permanecerá esta noche en el hospital y su madre vendrá a buscarla mañana

para llevársela a casa. Sería muy agotador para ella tener que viajar en autobús”

Ryuuji por poco dejó caer los palillos.

Su madre… ¿Quiere decir, su verdadera madre? Ni siquiera hizo acto de presencia en la escuela cuando Taiga fue suspendida y ahora viene hasta acá, en medio de la nada simplemente para llevarse a Taiga? ¡Además, no es como si tuviese heridas graves!

“¿No es genial, Taka-chan? ¡Taiga está bien~!” “…Emm, sí…”

Ryuuji esbozó una sonrisa casual a Haruta, cuyos ojos estaban fijos ahora en el bolsillo del pecho de Ryuuji.

“¿Eh? ¡Taka-chan, recuperaste ese broche!”

Después de recogerlo en la nieve y colocarlo en su bolsillo, lo había olvidado completamente. El idiota de Haruta murmuró cerca del oído de Ryuuji y le dijo:

“Por cierto~ ese broche era el regalo que planeabas entregarle a ‘cierta persona’ ¿verdad? Vi algunos envoltorios de navidad cuando te disponías a tirarlo a la basura, ahora sé por qué…”

“Sí…”

La mente de Ryuuji seguía atrapada en aquella tormenta de nieve.

Él se encogió de hombros para confirmar las suposiciones de Haruta sin percatarse en absoluto de su entorno debido a que tenía demasiadas cosas en qué pensar.

Esa fue la razón por la cual no se dio cuenta de que ‘cierta persona’ estaba sentada no muy lejos de él y filtraba todo el ruido de fondo concentrándose únicamente en la voz de Ryuuji como si fuese un radar. Y cuando escuchó la conversación de esos dos, inmediatamente comprendió todo.

Ella finalmente reparó en cómo sus acciones habían causado tanto daño involuntariamente.

Minori se incorporó en silencio y lentamente se escabulló fuera del restaurante sin que nadie lo notase, luego corrió por todo el frío pasillo hasta llegar a la vacía sala de descanso.

Ella se dejó caer en el sofá donde Ryuuji se había sentado anteriormente, enterró su rostro entre sus rodillas y lloró. No conocía el origen de su tristeza, pero sólo sabía que odiaba mucho sus manos, aquellas pequeñas y femeninas manos que no eran lo suficientemente grandes para cubrir todo su rostro bañado en lágrimas.

Minori se acurrucó y lloró en silencio empleando aquellas manos para cubrir su rostro.

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La tormenta de nieve debería terminar al día siguiente.

Sin embargo, el sonido de la ventisca golpeando la ventana seguía siendo suficientemente temible como para asustar a un niño y el cristal se sacudía sin parar.

 

-FIN DEL VOLUMEN 8-

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