Zombie Darake no Kusatta (NL)

Volumen 1

Extra: Después De La Historia

“¡LADY Mizuha! ¡Feliz cumpleaños!”

“¡Feliz cumpleaños! Sacerdotisa Mizuha!”

“¡Mizuha! ¡Feliz cumpleaños a ti!”

Estoy dando un tranquilo paseo en un carruaje por la calle principal de la capital de Grantz, bordeada por todos lados por multitudes.

Alrededor del carruaje hay bandas que interpretan canciones pegadizas. Los caballeros del Reino de Grantz marchan al ritmo perfecto. Lo que parece un desfile se celebra enteramente en mi honor. Llevar un vestido azul claro que no me sienta bien no se me ha subido a la cabeza y me ha hecho pensar que todo esto es para mí — es innegable que este desfile es para mí.

“Me alegro mucho de que hayamos llegado a tiempo”, dice Cia, suspirando aliviada donde se sienta a mi lado.

Cia me preguntó por mi cumpleaños anteayer. He estado muy ocupada con el apocalipsis zombi desde que me lanzaron de mi cama a este mundo, y no es que haya un calendario por ahí. Por eso, me había olvidado por completo de mi cumpleaños hasta que ella me preguntó, pero como lo hizo, conté cuántos días habían pasado desde que me lanzaron aquí y me di cuenta de que hoy es mi cumpleaños.

Una vez que se lo dije a Cia, se decidió en el acto que había que celebrar mi cumpleaños, y a partir de ahí todo fue muy rápido. Sobre todo gracias a la voluntad de Cia, pero el rey y la reina se mostraron sorprendentemente a favor, y por eso todo fue tan rápido. Cuando se lo proponen, esta familia puede hacer realidad cualquier cosa absurda. Este fue el momento en que me preocupé por el futuro del Reino de Grantz por millonésima vez.

“Eh, pero ¿no crees que esto es pasarse de la raya…? Hubiera sido más feliz con algo pequeño.”

“Eres la sacerdotisa santa que ha salvado nuestro reino, Hermana Mayor. Tu nacimiento debería celebrarse a escala con tus grandes hazañas.”

Cia dice eso como si fuera algo natural, pero este desfile es difícil de aceptar para alguien que hasta hace poco era una chica normal de instituto. Lex se acerca al carruaje de Vianta, probablemente porque todavía tengo el ceño fruncido.

“Por favor, tranquilícese, mi lady. Nadie fue obligado a estar aquí. Los soldados se ofrecieron voluntariamente, y los ciudadanos vinieron porque quisieron.”

Desde luego, no veo a nadie que parezca descontento de estar aquí. Todos me animan con amplias sonrisas.

“¡Lady Mizuha, gracias por todo lo que hace!”

“¡Sólo estoy viva hoy gracias a usted, Sacerdotisa Mizuha!”

“¡Mizuha! ¡He despertado al amor gracias a ti!”

Un sinfín de palabras de agradecimiento, con algún que otro comentario extraño, me llegan desde la multitud. Los poderes que tengo como sacerdotisa no son míos, pero he pasado por muchas experiencias horribles, aterradoras, apestosas… y más apestosas. Por eso su gratitud se siente como si reconocieran lo que soporté por ellos, y eso sinceramente me hace feliz.

“B-Bueno… puedo aceptarlo, entonces”. Con timidez, desvío la mirada de Lex y la dirijo a la multitud.

Ha pasado poco más de un mes desde que me reuní con la Diosa Sadia. Muchas áreas aún no han sido reparadas, pero el proceso de reconstrucción avanza rápidamente gracias al trabajo de todos.

Si seguimos así, no pasará mucho tiempo antes de que pueda ver lo hermosa que fue la capital una vez — No, lo mucho más asombrosa se convertirá la capital de lo que era antes.

¡Voy a trabajar aún más para no perder a los demás, porque este es mi problema ahora!

◆◆◆◆◆

“Estoy agotada…” Me tiro de bruces en mi cama cuando terminan los festejos del cumpleaños. No he hecho un entrenamiento intenso ni he usado mis poderes; se trata simplemente de un caso de fatiga mental por ser el centro de mucha atención.

Afortunadamente, no querían que diera un discurso. En mi mundo, casi siempre se espera que las personas a las que se celebra un gran evento como éste den algún tipo de discurso.

¿Habrían pedido uno si este mundo tuviera algún tipo de sistema de megafonía? Me da escalofríos sólo de pensarlo. No estoy orgullosa de ello, pero soy de los que se ponen nerviosos cuando el profesor me llama en clase. Estoy seguro de que me desmayaría o vomitaría si tuviera que hablar delante de un océano de gente.

De repente oigo que alguien llama a mi puerta.

“Lady Mizuha”, llama Lex desde el pasillo. “Pido disculpas por molestarla cuando está cansada, pero ¿puedo tener un minuto de su tiempo?”

“¿Ha pasado algo? No es otro zombi, ¿verdad?”

“No. Varios visitantes están aquí con regalos para usted.”

Vivimos en una ciudad recién liberada de los zombis, con su amenaza siempre a la vuelta de la esquina. Los regalos se me habían olvidado por completo, hasta el punto de que me quedo parpadeando en la puerta. Me siento culpable por recibir regalos, pero por otro lado, si quitas la parte de que tengo poderes de sacerdotisa, este es mi cumpleaños. La emoción se apodera de mí ante la perspectiva de recibir regalos.

Me apresuro a arreglar mi postura sentada y respondo a Lex.

“De acuerdo, ya puedes dejarlos entrar.”

“Los dejaré entrar en orden, entonces.”

Y así, permite que Rosso entre primero en mi alcoba. Rosso me entrega un brazalete brillante y reluciente. Me doy cuenta de que es caro, con diamantes del tamaño de la punta de mi dedo meñique decorándolo.

“¡Vaya! Es precioso. Pero, ¿cómo te lo has podido permitir?”

“Obviamente es algo que he preparado para usted, lady jefa.”

“¿Hay alguna joyería abierta todavía? No lo habrás robado, ¿verdad?”

“Uy”, gime Rosso, poniendo una cara claramente culpable en cuanto se lo pregunto. Su reacción lo dice todo. “Pero ya no lo hago…”

“Sigue siendo malo si lo hiciste antes. Regalar a alguien bienes robados es una bajeza. Y para eso, tienes que devolver las cosas que robaste antes. Voy a hacer que Lex investigue si has devuelto todo o no.”

“¡Lady Jefa!”

Esta es la forma correcta de tratar con él. Honestamente, no sería extraño que terminara en la cárcel por todos sus crímenes. Sé que en el fondo es un buen tipo, pero no puedo hacer la vista gorda ante sus robos compulsivos.

Iris es la siguiente, después de que la primera persona que me hizo un regalo empezara la ocasión haciéndome suspirar. Su regalo me da mala espina en cuanto entra en mi habitación, porque lleva algo del largo y el tamaño de su envergadura completa extendido de mano en mano, incluidos los hombros. No sé qué es definitivamente porque está cubierto por una tela, pero sólo puede ser eso.

Iris se quita el paño con pompa, y una sonrisa se dibuja en su rostro.

“¡Esta es la nueva estatua de la diosa¡”

“¡Te dije que dejaras de hacer eso! Espera, ¿por qué se parece a la bata que he llevado hoy…?”

“¡Investigué el diseño de antemano y me apresuré a terminarlo!”

“Da miedo lo bien preparada que estás.”

Quiera o no esta cosa, sigue siendo una estatua tallada de mí. Destruirla sería inquietante, así que acepto — o más bien confisco — la estatua, pero sinceramente no sé qué hacer con ella. Después de Iris, me visita una persona sorprendente: Sir Oden, el capitán de los Caballeros Reales del Reino de Grantz y el hombre más adecuado para la vida.

Caballeros y el hombre que hace honor al nombre de “el Rey Reinante de las Cargas”.

“Grantz — más bien, el mundo — debería priorizar su vida por encima de todo, Lady Mizuha. Por lo tanto, me gustaría regalarle este escudo.”

Me entrega un escudo de metal del doble de mi tamaño. Este escudo sería definitivamente capaz de bloquear a los zombis que cargan sin romperse. Sin embargo…

“Um, se necesita toda mi fuerza sólo para sostenerlo…”

“Entonces debes empezar a entrenar. ¡Gajaja!” El señor Oden deja escapar una risa sincera. Incluso si entreno duro, este escudo no funcionará con mi físico. Pero mantengo la boca cerrada, ya que temo que responda a mis objeciones con un “¡Entonces no tienes más remedio que ponerte a ello, muchacha!”

Después de que Lex me ayude a apartar el escudo, doy la bienvenida a mi siguiente visitante.

“¡MiZUha! Hoy seguro que llevarás este anillo de compromiso—”

“Mándalo a casa.”

La puerta se cierra en la cara de Keith. Puedo oír su voz chirriante alborotando en el pasillo durante un rato antes de que sea arrastrado gradualmente. Los soldados deben haberlo escoltado fuera del castillo por mí.

El cansancio se apodera de mí. Dando un fuerte suspiro, me desplomo en la cama.

“Me alegro de que me hayan hecho regalos, pero… tengo poco que decir al respecto… Sí…”, o quiero decir nada grosero cuando me dieron esos regalos con buena intención. Pero no sólo son cosas que no sé cómo usar, sino que me preocupa incluso dónde ponerlas. Hablando con franqueza, no estaba contenta con nada de eso.

“¿O-Oye, Lex? Nadie más viene con regalos, ¿verdad?”

“No lo creo. Lord Rowadan fue el último que vi en la fila.”

“Entiendo. Hmm.”

“¿Pasa algo?”

“No pasa nada”, respondo sin entusiasmo, mirando varias veces a Lex y alejándose de él. Él frunce el ceño y ladea la cabeza.

Realmente quiero preguntarle si tiene un regalo para mí. Pero me da demasiada vergüenza sacar el tema antes. Mientras me retuerzo impacientemente y hago girar los pulgares, Lex se anima a hablar.

“En realidad… también he preparado un regalo para ti. ¿Lo aceptarás?”

“¿Qué…? ¿L-Lo has hecho?” No puedo decirle que he estado súper ilusionada con lo que me ha comprado. “Por supuesto, aceptaré cualquier cosa que esté dentro de los límites aceptables. Siempre y cuando no sea mercancía robada, una estatua espeluznante de mí, o un escudo tan grande que me aplaste debajo.”

“Por favor, tenga la seguridad de que no es nada especial como lo que le dieron los otros. Por favor, espera un momento”. Lex sale temporalmente de la alcoba para recuperar el regalo que dejó en otro lugar. Regresa poco después con una flor que crece en una maceta lo suficientemente pequeña como para que pueda sostenerla con ambas manos.

“¡Oh, vaya! Esto es tan bonito…”

Los pétalos de la flor son pequeños y tienen el mismo glamour que un vestido elegante. Al igual que las personas que me trajeron regalos antes, Lex no ha perdido su imagen de bicho raro, así que me había preparado… para que viniera algo extraño, haciendo de esto una sorpresa inesperada. Una buena sorpresa, por supuesto.

“Dime, ¿cómo se llama esta flor?”

“Del… Delphi… Mis disculpas, he olvidado el nombre completo.”

“¡Alguien está desprevenido! Pero me encanta porque el azul claro es mi color favorito.”

“Una vez le dijiste al maestro Pino el significado de tu nombre, así que lo usé como referencia.”

Una vez le había mencionado a Pino de pasada que mi nombre significa “flor azul claro”. Aparentemente, Lex recordaba esa conversación. Para el tipo que normalmente tiene la cabeza en las nubes, es misteriosamente un operador suave cuando se trata de estas cosas.

“Permítame decirlo una vez más. Un muy feliz cumpleaños para usted, Lady Mizuha”, dice Lex, sonriéndome suavemente desde el otro lado de las flores celestes.

Me dijo que no era un regalo especial, pero para mí, éste es el regalo más especial de todos.

“Gracias… Lex.”

Hacer que el apocalipsis zombi de otro mundo sea mi problema no fue tan mala idea después de todo.

-FIN DEL VOLUMEN 1-