Maou no Ore ga Dorei Elf wo Yome ni Shitanda ga

Volumen 16

Capitulo 2: Dicen Que La Vida Tiene Tres Estaciones Populares

Parte 3

Esto era una prueba de que realmente valoraba mucho la hechicería de Barbatos. Sin embargo, era precisamente por eso que no podía dar una respuesta descuidada.

“El hecho de que vengas a mí ahora significa que tú, gran Archidemonio, tienes un lugar al que no puedes llegar, y el tipo que debería haber sido capaz de llevarte allí está más allá de la recuperación… ¿Eso lo resume todo?”

“Hee hee, un inteligente, ¿no? Me gustan los chicos listos”. “Bueno, me alegro de oírlo.”

Con toda probabilidad, estas negociaciones habían estado originalmente destinadas al Archidemonio Furcas, ya que había lugares a los que sólo él podía llegar. Sin embargo, Furcas se había quebrado en cierto incidente. Tal y como estaba ahora, era un completo aficionado que no conocía el ABC de la hechicería. Tomando eso en consideración con la manifestación de demonios que Eligor acababa de mencionar…

“Un lugar al que sólo podrían haber llegado el Gato del Valle Furcas: sólo se me ocurre un lugar”, dijo Barbatos.

Eligor le sonrió en silencio. Esto bastó para informarle de que había dado en el clavo.

“Eso significa enemistarse con eso”, continuó Barbatos. “¿No es demasiado arriesgado? El asiento de un Archidemonio no lo equilibra”.

Enemistarse con Zagan, los otros Archidemonios y cualquiera de los portadores de Espadas Sagradas era lo suyo. Sin embargo, eso era lo único que no podía manejar. Podía perder la cabeza, y dudaba que Eligor o Marchosias pudieran protegerlo. Eso era lo que significaba escoger esa pelea.

Es más, es porque Furcas hizo eso que terminó más allá de la recuperación.

No sabía qué había visto el Archidemonio, pero no había garantía de que a Barbatos no le pasara lo mismo. Por muy tentadora que fuera la recompensa, el riesgo era demasiado grande.

“Estás más informado de lo que pensaba”, dijo finalmente Eligor. “Pero no debería ser un intercambio tan malo para ti. Marchosias puede preparar la recompensa que desees. Veamos… Por ejemplo…”

Hizo una pausa para darse aires, y luego volvió los ojos vendados hacia Barbatos.

“¿Una pista sobre cómo lidiar con tu hechicería siendo devorada, tal vez?”, terminó.

Barbatos entrecerró los ojos bruscamente. Si ella le hubiera ofrecido la cabeza del Archidemonio Zagan, se habría excusado. Después de todo, Barbatos iba a ser quien derrotara a Zagan. No dejaría que nadie más se llevara ese premio. Si alguien intentaba entrometerse, Barbatos empezaría por matarlo primero. Sin embargo, este Archidemonio estaba ofreciendo una pista para eludir la habilidad de Zagan.

Incluso después de todo un año, Barbatos aún no había encontrado una solución. Lo deseaba más que nada, pero tampoco quería la ayuda de nadie. Conseguir sólo una pista era un punto de compromiso demasiado preciso.

Qué coñazo…

Sin embargo, aquellas palabras sacudieron definitivamente el corazón de Barbatos. Mientras estaba allí sentado sin habla, Eligor terminó su copa.

“Perdona, ¿me he adelantado demasiado?”, preguntó. “No te pediré una respuesta de inmediato, pero espero que lo pienses un poco”.

Eligor sonrió y, tras dejar una generosa propina por las bebidas, se marchó.

Es una oferta tentadora, pero tiene que haber una trampa.

En cualquier caso, seguía siendo demasiado atractivo.

Quiero decir, ¡ese imbécil de Zagan siempre me da puñetazos, pero nunca dice una maldita palabra de agradecimiento!

Barbatos y Zagan estaban unidos por un contrato, pero no eran aliados y él no era el subordinado de Zagan. Era un buen acuerdo para trazar una línea clara a partir de ahora. Después de pensarlo tanto, Barbatos se postró sobre la mesa.

¿Qué hago entonces con la llorona?

Si cortaba lazos con Zagan, significaría anular la petición de custodiar Chastille. Ya estaba atrapado entre la espada y la pared debido a todos esos extraños rumores. La respuesta estaba clara sólo por el hecho de que se preocupaba por ello, pero Barbatos no se daba cuenta.

“No, incluso sin el contrato, puedo usar las sombras para quedarme… ¡No!

¡¿Por qué tengo que quedarme con la llorona?! ¡Deja de joderme!”

Los que estaban sentados en la mesa contigua retrocedieron ante el espeluznante hechicero que murmuraba para sí mismo postrado sobre su mesa.

“¿Qué le pasa…?”

“¿Te acuerdas? Es el de los rumores”. “¿Qué rumores?”

“La fuga”. “Aaah…”

“¡Los voy a masacrar a todos!” gritó Barbatos, pero, por alguna razón, los demás le miraron con simpatía, pareciendo animarle, e incluso le invitaron a una copa.

Alrededor del momento en que la reunión de Barbatos y Eligor terminó, Zagan salió a Kianoides. Éste era su dominio. Había levantado una barrera para poder espiar a los demás en momentos como éste, aunque no podía cubrir hasta el último rincón de la ciudad. La taberna a la que había ido Barbatos se usaba a menudo como lugar de reunión de hechiceros, así que Zagan la tenía cubierta.

Ese maldito Marchosias. ¿Elige ahora, precisamente ahora, intentar reclutar a Barbatos?

Sinceramente, a Zagan le importaba un bledo a quién fuera a servir ese idiota de Barbatos, pero ahora no era un buen momento. Necesitaba que el hombre fuera un puente entre la iglesia y los hechiceros. Precisamente porque era una absoluta escoria como hechicero, tenía sentido utilizarlo para semejante asunto. Dicho esto, Zagan dudaba que Barbatos hiciera algo para traicionar a Chastille, pero así era Barbatos. Era inteligente, pero de alguna manera seguía siendo estúpido. Así era él.

No puedo negar la posibilidad de que me acompañe sin pensar: “Hombre, es una buena mujer”.

Pensándolo normalmente, eso era totalmente imposible, pero Zagan había experimentado personalmente lo poco que importaba lo normal hasta un punto doloroso. Así de poco fiable e irreflexivo podía ser Barbatos. Hasta ahora, bastaba con darle un puñetazo en la cara cada vez, pero con Marchosias llamando a su puerta, Zagan no podía recurrir a eso.

“Parece que tendré que darle una pequeña advertencia”. Como tal, Zagan se dejó caer por la iglesia.

“—Hace mucho tiempo que no me visitas aquí.”

Zagan no había aparecido últimamente debido a la batalla con Shere Khan y a tener que lidiar con las secuelas, pero no era la primera vez que visitaba la iglesia. Los Tres Idiotas del Cielo Azul volvieron a armar jaleo, pero rápidamente le permitieron entrar. Bueno, tenían a alguien a quien debían temer mucho más que a Zagan, así que era lógico. Que Barbatos se llevara la peor parte de la atención pública había merecido la pena.

Zagan tomó asiento en el sofá de invitados del despacho de Chastille y una monja le ofreció té. Parecía tener unos quince o dieciséis años. Zagan no la había visto nunca, pero parecía mirarle con curiosidad. Era como si no poseyera ni una pizca de timidez, o no tuviera noción del miedo, o simplemente tuviera agallas de acero. Así la veía Zagan.

Son los ojos de alguien que ha superado la muerte muchas veces.

No parecía tener conocimientos de hechicería o esgrima, pero la fuerza humana no se medía en meras proezas marciales o hechicerías. Sólo por el hecho de que había detenido a Chastille con tremendo vigor cuando ésta se había medio levantado diciendo que prepararía un poco de té, Zagan podía ver que tenía mucho talento. Tomó un sorbo… y la bebida le pareció inesperadamente buena.

“Hmm, un sabor agradable. Debe de haber sido un proceso de prueba y error sacar este sabor”, dijo. “De una forma u otra, puedo sentir las dificultades por las que has pasado. Sacar tal sabor a una edad tan temprana… Chastille, será mejor que trates bien a ésta”.

Obviamente no estaba al nivel de Nephy, así que no se molestó en mencionarlo.

“¡Gracias a Dios…!”, exclamó la monja, embargada por la emoción. “¡Alguien con un sentido del gusto que funciona!”.

“Uhhh…” murmuró Zagan, dirigiendo una mirada suspicaz hacia Chastille.

He oído que su sentido del gusto es horrible, pero ¿es suficiente para que su asistente llore?

Empezaba a sospechar que la impresión que había tenido de que esa chica había vencido muchas veces a la muerte se debía a que había tomado el té de Chastille.

“Chastille…” dijo, elevando su cautela a sus niveles más altos. “No me dirás que no tienes ni puñetera idea de a qué sabe este té, ¿verdad?”.

“¡E-Eso no es verdad! ¡Yo también creo que el té de Rachel está delicioso!”

Zagan entrecerró los ojos, dudando de que dijera la verdad, y la monja empezó a asustarse y a sacudir la cabeza.

“Te equivocas; no es culpa de Lady Chastille”, dijo ella. “Es sólo que da la misma impresión cuando bebe mi té y el té del Señor Barbatos, ¡así que me puse ansiosa yo sola!”.

La forma en que trató desesperadamente de encubrir a Chastille en realidad la hizo parecer aún más lamentable.

“¡Tú! ¡Discúlpate con ella ahora mismo!” Zagan gritó. “¡¿Cómo puedes dar la misma impresión entre aguas residuales y té?!”

“El té de B-Barbatos no es tan malo como para compararlo con las aguas residuales”, dijo Chastille.

“Si no son aguas residuales, entonces veneno. ¡Eso es suficiente para matar a un hombre!”

La monja que estaba a su lado asintió enérgicamente.

Así que le hicieron beber el té de Barbatos, ¿eh? Qué lamentable…

Zagan sabía lo mala que era la cocina de Barbatos. Incluso afirmar que no era mala significaba que ya no se podía aplicar ninguna lógica normal a Chastille, lo cual tenía sentido, ya que la propia Chastille había sido desterrada de la cocina de Nephy después de que ésta hubiera probado un bocado de la cocina de Chastille. Sin embargo, Barbatos y Chastille no tenían ni idea de lo malos que eran, así que era imposible persuadir a ninguno de los dos.

“Bueno, da igual”, dijo Zagan, sacudiendo la cabeza. “No he venido aquí a criticar tu asqueroso sentido del gusto”.

“No recuerdo que haya necesitado nunca ninguna crítica…”

Ella realmente es exactamente como Barbatos…

Aguantando de algún modo las ganas de darle un puñetazo, Zagan puso una expresión seria.

“¿Qué ha pasado con esos rumores en la iglesia desde entonces?”, preguntó.

“Nada ha cambiado…” respondió Chastille. “Siguen diciendo que me fugué, y ahora difunden medias verdades sobre mi relación con Barbatos. Tengo la sensación de que es aún peor que antes”.

Era de esperar después de que Barbatos pasara todos los días con ella a la intemperie. Tal y como estaba previsto, los rumores se estaban extendiendo bien. Probablemente era fruto de la publicidad de Gremory. La abuelita tenía mucho talento en momentos así, lo que era un problema en sí mismo.

“Seguro que es duro, pero ¿puedes aguantar un poco más?”. preguntó Zagan, haciendo una mirada de simpatía como si esto le doliera en el corazón. “Yo también estoy haciendo un movimiento. Seguro que los rumores se acallan pronto”.

“¿De verdad puedo creerte…?”

Incluso Chastille empezaba a sospechar que la estaban engañando.

Desde que empezaron los rumores, los dos han estado siempre solos en su despacho.

¿Cómo no iban a difundirse rumores obscenos? Más bien, debido a que Gremory había estado difundiendo esta noticia por todas partes, estaba mucho más allá del control de nadie en este momento. Así que, en realidad, todo iba bien. Por eso sería problemático que Barbatos se hiciera matar estúpidamente.

“Pero…” Dijo Zagan, con cara de que le costaba mucho decir esto. “Hay un problema. Por eso estoy aquí”.

Chastille no se dio cuenta de que había cambiado descaradamente de tema.

“¿Algún problema?”, preguntó enderezando la postura. “Sí, se trata de Barbatos.”

Esa sola palabra bastó para que la monja golpeara la mesa y se inclinara hacia delante, excitada.

“¿Qué?”

“Oh, no, por favor, no se preocupe por mí”, dijo la monja, deslizándose hacia un rincón de la habitación y desapareciendo silenciosamente.

Puede que sea mejor que Kuu matando su presencia… ¿Quién demonios es esa chica?

Incluso podría haberse acercado al territorio de Kuroka. Por un segundo, sus habilidades incluso hicieron sospechar a Zagan que Chastille estaba intentando poner en marcha un nuevo lado oscuro de la Iglesia.

“¿Le ha pasado algo?” preguntó Chastille, sin cuestionar siquiera el comportamiento de la monja.

“S-Sí. En realidad…”, haciendo una pausa en busca de gravedad, Zagan habló en tono pesado. “Ese idiota fue seducido por cierta mujer”.

“Uhhh… Con eso, ¿quieres decir…?”. dijo Chastille, con los ojos convertidos en puntos.

“Es una hechicera, y resulta que está justo en su zona de ataque. Él fue notablemente sacudido por sus avances, por lo que me hizo curioso “.

“Barbatos también es un hombre. No es extraño que una mujer intente seducirle, ¿verdad?”. dijo Chastille con una sonrisa. Luego tomó un sorbo de té y continuó hablando con expresión serena. “Yo creo en él. Puede que se ponga un poco alegre y altanero, pero es uno de los nuestros. No se irá sólo por eso”.

Chastille se mostró a la vez digna y resuelta.

Me sorprende que pueda presumir así.

Si iba a actuar así, era mejor que saliera con el hombre, pero no era razonable pedirles a esos dos que empezaran una relación honestamente. Esto era suficiente progreso en un nivel emocional, al menos.

La monja de la esquina tenía un pañuelo en la nariz. El hecho de que estuviera manchado de rojo brillante era algo preocupante. En cualquier caso, Zagan no había venido aquí para escuchar a Chastille presumir de Barbatos.

“¿Ese Barbatos?”, preguntó. “Ese Barbatos”, afirmó.

Chastille estaba aparentemente en modo de trabajo, lo que tenía sentido, ya que la había visitado durante el día. No vaciló ni un instante. Al ver que su amigo jurado actuaba con tanta fiabilidad, Zagan le devolvió una sonrisa de admiración.

“Este es el mismo tipo que casi se mata por intentar robar mis grimorios, luego actuó como si nada y lo intentó de nuevo. El mismo que sabe que le van a dar un puñetazo, pero no piensa en las consecuencias y abre la boca para arruinar el momento. ¿De verdad va a estar bien? Para que lo sepas, es listo, pero un idiota innato”.

Una pequeña grieta recorrió la máscara del modo de trabajo de Chastille.

Demasiado blanda, Chastille. Deberías saber lo malo que puede ser.

La falta de credibilidad de Barbatos era tan grave que Zagan ni siquiera podía pensar en nadie con quien compararlo. Por mucha fe que tuviera Chastille, su comportamiento habitual era demasiado sórdido. No había nada en lo que creer a un nivel fundamental, así que lo único que tenía para seguir adelante era el deseo de creer en él.

“Pero quiero decir, ¡B-Barbatos es, um…!”

Chastille estaba claramente descompuesta, con los ojos desviados a derecha e izquierda. Y como para agravar aquello, Zagan le susurró con voz de preocupación.

“No quiero decir nada sobre tu relación con él, pero estamos hablando de Barbatos. Pensé que debía hacértelo saber”.

“¡¿Relación?! N-Nosotros no.…” Chastille se interrumpió y se llevó una mano al pecho. Le corría sudor frío por la frente.

“Umm, ¿qué… clase de mujer era?”, preguntó tímidamente.

“Veamos… Una hechicera de pelo largo cuya vista está sellada. La reconocerás si la ves. Parece que tiene unos veinte años. Entonces,

¿cómo decirlo…? Es exactamente el tipo de mujer que prefiere Barbatos”.

No había muchos hechiceros que llevaran una venda tan ominosa. Con eso, Chastille se puso en pie como si no hubiera un momento que perder.

“¿Z-Zagan? Lo siento, acabo de recordar que tengo asuntos urgentes que atender”.

“Eso parece. Me he dejado caer sin avisar, así que no te preocupes por mí y adelante”.

Tras ver cómo Chastille se alejaba a toda prisa, la monja se acercó a él arrastrando los pies.

“¿Es verdad lo que acabas de decir?”, preguntó. “Sobre el señor Barbatos y otra mujer, quiero decir…”

“Es verdad”.

“El Señor Barbatos es una persona realmente horrible, pero cuando se trata de Lady Chastille, no es de los que hacen nada para, por ejemplo, molestarla o hacer que le odie, ¿sabes?”.

Los ojos de Zagan se abrieron de par en par. A pesar de pertenecer a la iglesia, esta chica parecía saber juzgar a las personas. En ese caso, se dio cuenta de que estaba bien decírselo.

“No mentí”, dijo Zagan, saboreando su té. “Ahora mismo, una fuerza externa le está buscando. Le están ofreciendo una tentadora recompensa y parece que está dudando. Sin embargo, sería problemático que se lo llevaran, así que le toca a Chastille dar un paso al frente”.

“¡Lo entiendo perfectamente!”, dijo la monja, levantando un pulgar mientras le chorreaba sangre por la nariz.

Era un tipo de sonrisa con el que Zagan estaba muy familiarizado.

Aaah… Es una de las de Gremory y Manuela.

Zagan actualizó su lista interna de personas con las que no quería relacionarse.

A estas alturas, no tenía forma de saber que acababa de complicar aún más las cosas.

“Es realmente incómodo no poder entrar y salir de otras ciudades, sobre todo porque no tenemos suficientes materiales ni alimentos”.

En la capital de los oprimidos, Foll puso una expresión indescifrable. Estaba en una habitación del edificio más grande de la capital. Ella era la Archidemonio que gobernaba este dominio, así que manejaba sus asuntos diarios desde aquí. Bueno, en términos de la escala de la capital, esto era más parecido a la sala de consulta de la casa del anciano. Se estaba acostumbrando bastante a su nuevo uniforme, por lo que su presencia como Archidemonio parecía un poco más pronunciada. Las gemelas Nephilim, Dexia y Aristella, estaban a su lado, poniendo la misma expresión que ella mientras ayudaban a organizar toda aquella información y proponían planes. Foll iba a permitirles salir a la ciudad y comer unos buenos dulces como recompensa.