Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 25

Capítulo 9: Haciendo las Paces con el Dios Ogro

Parte 2

Esa noche hubo un banquete en la costa cerca de Heirulil. Los ogros sacaron su licor desde la bodega y lo sirvieron a todos, incluso a nosotros. Resultó ser que los ogros tenían la tradición de compartir un trago después de hacer las paces con un oponente luego de una batalla. Ellos bebieron y dejaron todo seco. Esa era la forma de los ogros de hacer las paces.

Ante la insistencia de los ogros, yo bebí un buen número de tragos. A la mitad de la noche, cuando ya no podía beber más, dejé todo en manos de Atofe. Un concurso de bebidas estaba en marcha entre ella y los ogros, así que ella era bienvenida para mantener la fiesta viva.

Beber tanto me había hecho sentir enfermo, así que usé un antídoto para aliviar las náuseas y luego vagué a través de banquete por un tiempo. Me pareció extraño que cierta persona no estuviera ahí, así que me abrí paso hacia la playa. Ahí fue donde encontré a Sandor, bebiendo solo.

“Ah, Rudeus-sama,” dijo él. “¿Te molesta si me siento?”

“Para nada.” Me sentí junto a él y dejé salir un suspiro. ¿Qué estaba pensando en un lugar como este? Ya tenía una idea, incluso en mi estado un poco atontado. Él estaba pensando en Alek. Al final, Sandor le había pedido a Alek rendirse. Incluso como Dios del Norte, cuando enfrentó a su hijo, él de ninguna manera quiso matarlo. Eso no quería decir que yo iba a disculparme por hacerlo. Si hubiese huido de esa batalla y dejado libre a Alek, nosotros podríamos no haber estado teniendo este banquete. El Dios del Norte pudo haberse reunido con Geese, hecho equipo con el Dios Ogro, y habernos vuelto a atacar. A pesar de que él estaba reflexionando, yo no tenía la impresión de que Sandor creyera que mi decisión fue la equivocada. Él no había dicho nada, pero no permitiría que sus sentimientos se interpusieran en el camino de su juicio.

“Qué lástima lo de Alek.” “Sí.”

Estar en lo correcto era una cosa. Permanecer en silencio al respecto era otra.

“Ese chico… Él siempre fue talentoso. Podía blandir cualquier espada mejor que nadie. Cuando luchaba contra monstruos, él detectaba inmediatamente sus puntos débiles. Ningún otro de su generación podía derrotarlo.”

Me mantuve en silencio.

“Yo tenía grandes expectativas, sabe. Le pedí que aceptara la Hoja del Rey Dragón y el nombre de Dios del Norte. Me pregunto si eso no fue un error.”

Alek había estado inmerso dentro de fantasías de heroísmo hasta llegar al punto de la obsesión.

“Al final del día, Dios del Norte es solo un título. Él perdió su camino.” Sandor vació su vaso.

No había nada que yo pudiese decirle. Con más experiencia sobre sus hombros, él habría adquirido lo que necesitaba para merecer el título de Dios del Norte. Yo no podía decirle eso. Alek estaba muerto.

“Lo que está hecho, hecho está. Me pesará por un tiempo, pero usted no necesita preocuparse, Rudeus-sama. Era una batalla, tan simple como eso.”

“… ¿De verdad crees eso?”

“Escuché que usted tiene muchos hijos. Bueno… algún día, usted podría llegar a entenderlo.”

Los sentimientos de un padre que lamenta la muerte de su hijo todavía eran algo desconocido para mí. Esperaba que se mantuviera de esa forma.

“En fin. Espero que usted me acompañe lamentando la muerte de mi hijo.” “Así será.”

Nuestra conversación se apagó. Podía escuchar el choque de las olas en frente y voces alegres detrás de nosotros. Conversaciones sobre la última batalla se mezclaban con la música de celebración; te hacía entender que esa batalla realmente había terminado. No habíamos derrotado a Geese, ni siquiera lo vimos. Aun así, había terminado. Eso dejaba una ligera nube de incertidumbre sobre la reciente batalla. La lucha había terminado muy cerca de ser una victoria absoluta, pero había habido muchos momentos peligrosos donde la suerte había determinado el resultado. ¿Qué pasaría la próxima vez? ¿Podríamos repetir el desempeño de esta vez y ganar? Eso era pedir demasiado. Geese estaría de regreso con un nuevo plan en poco tiempo.

“Me pregunto quién es el apóstol final del Dios Humano,” fue lo que dije al final. No era el Dios de la Espada, ni el Dios del Norte, y aparentemente tampoco el Dios Ogro. Si Geese y el Rey Abismal Vita eran nuestras variables conocidas, había una más que actualmente me estaba eludiendo. El Dios Ogro había dicho que Geese huyó. Si mis predicciones eran correctas, él había tomado a quien sea que no apareció y salido de aquí, manteniendo sus fuerzas intactas para la próxima vez. Aunque algo me molestaba, algo que tenía que estar olvidando; la última pieza del rompecabezas. Debe haber habido alguien más que parecía un apóstol, y debí haber escuchado algo sobre posibles candidatos. Nada se me venía a la cabeza.

“En efecto. Para ser honesto, yo tampoco tengo idea. Tal vez hay un apóstol diferente, trabajando en un lugar diferente.”

¿Un apóstol diferente en un lugar diferente? Al escuchar eso, pensé en mi casa. El Dios Ogro no la había atacado, pero alguien más pudo haberlo hecho. Nosotros aún no teníamos forma de regresar a casa. Habíamos logrado la paz aquí… pero tomó más tiempo del planeado. La guerra pudo haber estallado en Sharia mientras nosotros estábamos celebrando nuestra victoria.

Suspiré. No tenía caso seguir pensando en eso. Estaba preocupado, pero tenía que dejar las cosas en Sharia a las personas en Sharia. Solo que, no quería saber qué se sentía el perder a un hijo. Yo estaba luchando porque no quería conocer esa sensación.

Bebí otro trago y lo bajé a través de mi garganta junto a esas preocupaciones. Quería regresar a casa pronto.

“¿Qué es eso?” Sandor levantó la vista. Su mirada estaba apuntando hacia el océano. “Hay algo ahí, ¿no?”

Yo también miré. Era de noche, y el océano estaba totalmente negro. No podía ver nada. No había más que el sonido de las olas. Eché un vistazo con el Ojo de Visión Distante, pero seguí sin ver nada.

“¿Por dónde?” pregunté.

“Mire. Ahí. Se está acercando.” Mis ojos aún no podían ver nada. Me concentré en mi visión por un tiempo, pero aún nada. Tal vez Sandor estaba borracho y viendo cosas.

“¿Debería iluminar el lugar?” sugerí. “… ¿No puede verlo?”

“No puedo ver nada. Tal vez tu vista es demasiado buena, Sandor.”

Sandor frunció el ceño, confundido. Es justo, yo no podía decir algo así teniendo el Ojo de Visión Distante. Tal vez estaba mirando en la dirección equivocada porque estaba ebrio.

¿Será más arriba?

“… ¡No puede ser! ¡Rudeus-sama, cierre sus ojos demoniacos!” “¿Eh? Ah, um, bueno.” Cerré mis ojos.

“¡Así no, deje de canalizar poder mágico en sus ojos demoniacos! ¡Absolutamente nada!”

No respondí, pero sí hice lo que él dijo y corté el flujo de poder mágico hacia los ojos demoniacos, tanto al Ojo de la Premonición como al Ojo de Visión Distante. Ahora estaba viendo con mis ojos normales.

“… Qué.” ¡Lo vi! Algo estaba saliendo del océano hacia la playa justo ahí. Era enorme. De dos metros y medio de alto… cerca de la misma altura del Dios Ogro. Estaba usando una armadura dorada. Tenía seis brazos. Sobre su hombro… sobre su hombro había una persona. La persona, usando una túnica con un diseño extraño, bajó la capucha incorporada para revelar un rostro demasiado familiar.

“¡Vaya, vaya! ¡Qué casualidad encontrarme contigo aquí, Jefe!” Era un hombre con cara de mono.

Geese. ¡Geese Nukadia!

“Aw, esto apesta. Y yo pensando que llegaríamos a tierra sin que nos vieran, pero aquí están. No tuvimos suerte, ¿eh?”

“¡Buajajaja! ¡Siempre debes esperar que tus planes salgan mal!” “Heh, tienes mucha razón en eso.”

El hombre usando la armadura dorada respondió al comentario de Geese. Yo reconocía esa voz. Nunca podría olvidar esa risa.

“Badi-sama…” dije.

Era Badigadi.

¿Por qué está aquí? ¿Por qué está usando eso? ¿Por qué está con Geese? ¿Acaso el Dios Ogro nos traicionó? ¿Sandor los llamó? De seguro no, pero… vamos… ¿qué?

Un millón de pensamientos diferentes atravesaron mi mente, pero no pude transformarlos en palabras. Un escalofrío inconmensurable surgió desde lo más profundo de mi ser. Que esa armadura dorada estuviera aquí era malo. No sabía exactamente de qué forma, pero podía darme cuenta de que era siniestra. Este era un oponente que me mataría en un instante si luchaba en mi condición actual.

“¡Ha pasado mucho tiempo, Rudeus! ¡Lo mismo para ti, Alex!”

Sandor estaba mirándolos inexpresivamente, pero su frente brillaba de todo el sudor que se había reunido ahí. Me daba la sensación de que él sentía que debía atacar ahora, pero que no podía moverse.

“Tío. ¿Qué lo trae aquí?”

“¿Qué más? ¡Yo soy un apóstol del Dios Humano!” declaró Badigadi. Sin dudarlo, y con su cabeza en alto, él dijo que era el apóstol final.

“… Entiendo.”

Así que era eso. Tenía sentido. ¿Acaso no lo habían insinuado todos los demás? Tanto Orsted como Kishirika me habían dicho que existía una gran probabilidad de que Badi fuera un apóstol. Quien había traído a Ruijerd a la aldea Superd fue nada menos que Badigadi.

¿Cómo pude olvidarlo? Sentí que la última pieza encajaba en su lugar.

“Yo llevé a Ruijerd a la aldea Superd a petición del Dios Humano. Luego, como preparativo para la batalla, fui a recuperar esta armadura desde donde había estado sumergida en medio del océano. ¡No tienen escapatoria! ¡Con esto, el Rey Abismal Vita, el Dios de la Espada, el Dios del Norte, el Dios Ogro, y yo, con nuestros poderes combinados, vamos a derrotarte a ti y al Dios Dragón Ors—”

“¡Oye, oye, para!”

“¿Qué sucede ahora? Justo cuando estaba llegando a la mejor parte…” “Dijiste demasiado. No hay necesidad de decirles tanto.”

“Buu, no eres nada divertido. ¿Cuál es el punto de tener un plan si no vas a regocijarte revelándolo al final?”

Geese rascó su rostro y se encogió de hombros de la impotencia.

Con lo que Badi dijo, todo encajó para mí. Yo había estado en lo correcto. El Dios de la Espada, el Dios del Norte, y el Dios Ogro no eran apóstoles del Dios Humano. Si hubiese permitido el escape del Dios del Norte Kalman III, la batalla habría continuado. El grupo de cacería no habría sido cancelado. Aún estaríamos atrapados en ese punto muerto en el bosque.

Mientras tanto, estos dos habrían llegado a la Isla Ogro. Ellos habrían acabado con la guardia personal de Atofe y aliviado los temores del Dios Ogro. Luchar solo contra el Dios del Norte y el Dios Ogro había sido lo suficientemente difícil. Si Badi se hubiese unido a ellos, nosotros habríamos estado condenados.

Ahora era diferente. El Rey Abismal Vita estaba muerto. El Dios de la Espada, muerto. El Dios del Norte, muerto. El Dios Ogro se había retirado. Solo teníamos que enfrentar a Geese y Badi.

“Ah, sí, sé todo al respecto, Jefe. El Dios Humano me contó cada detalle sobre tu victoria en el bosque. Apuesto a que piensas que nosotros no tenemos esperanzas al aparecer ahora.”

Geese no sería de ninguna ayuda en una batalla. Eso quería decir que podíamos ganar… Podíamos ganar, ¿cierto? ¿Por qué él estaba tan relajado?

“Yo no estaría tan seguro de eso. Este caballero de aquí es una leyenda viviente, ¿sabes?” Ante la palabra leyenda, Badi se inclinó hacia atrás de forma arrogante.

“Hace cuatro mil doscientos años, yo, el más poderoso de los reyes demonio, arrastré conmigo al Rey Dragón Demoniaco Laplace…”

Tragué saliva. La armadura de Badi, como para hacerse notar, comenzó a brillar. “Yo soy el Dios de la Lucha Badigadi. Puedo acabar con ustedes por mi cuenta.”

Por supuesto. Por supuesto. Esa era la armadura del Dios de la Lucha. Todo su cuerpo irradiaba un aura siniestra. Era como el escalofrío que había sentido enfrentando a Orsted cuando él estaba luchando en serio. Mi instinto me dijo que no podía ganar.

Justo en ese momento, Badigadi extendió sus brazos de par en par. “¡Yo soy el Dios de la Lucha Badigadi! ¡Sirviente del Dios Dragón, Rudeus Pantan—!”

“¡Yo soy Alex Kalman Rybak, el Dios del Norte Kalman II! ¡Rey Demonio Inmortal Badigadi, yo lo reto a un combate mano a mano! ¡En nombre de los reyes demonio inmortales, confío en que usted honrará mi desafío!”

Badi se congeló. Luego, él miró hacia Geese a su lado con una expresión indecisa. “Hrmm… Yo iba a desafiar a Rudeus a un duelo.”

“Solo recházalo.”

“No puedo. Existe una antigua regla que dice que un rey demonio no puede rechazar un desafío.”

Geese se veía como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.

Quién sabe cuánto control tenía el Dios Humano sobre Badi, pero Geese al menos no tenía a Badi completamente bajo su pulgar. Yo tampoco tenía mucha confianza en poder controlar a alguien como Badigadi y Atofe.

“Rudeus-sama.” Sandor susurró en mi oído mientras ellos hablaban. “Le conseguiré algo de tiempo. Mientras lo hago, por favor, retroceda, reúna sus fuerzas, y elabore un plan.”

“¿Qué hay de ti?”

“Moriré aquí.”

Me quedé sin aliento. No pude dar una respuesta de inmediato. Finalmente logré asentir. Ahora mismo, yo no estaba armado. La Mark I estaba a mano, pero yo no estaba usándola. Esta no era una cuestión de márgenes de seguridad. Yo no tenía absolutamente ninguna posibilidad de ganar. Incluso si luchaba junto a Sandor, yo solo me metería en su camino. No había más que desventajas en que yo luchara aquí, ninguna ventaja.

“Gracias,” dije, para luego salir corriendo hacia la aldea. Detrás de mí hizo eco un feroz choque de espadas.