Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

El Sabio Van estaba sentado frente a Alice en una sala de su lujoso castillo, construido dentro de su mundo. Estaban celebrando una reunión de Sabios. Como este era el mundo de Alice, ella estaba allí en carne y hueso, pero Van era sólo una imagen.

—¡¿Esto es todo?! ¿Por qué eres el único aquí?— Alice había solicitado la reunión, pidiendo a todos los Sabios que se unieran.

—Ja, ja, ja. Normalmente no voy a reuniones como esta, pero pensé en venir a saludar a todos. Las cosas habrían sido bastante solitarias si no hubiera aparecido, ¿eh?

La participación en estas reuniones era voluntaria, y nada de lo que se decidiera aquí podría obligar a los demás, así que no tenía mucho sentido. Era más bien: “Si estás libre, reunámonos y hablemos”. Van había venido esta vez porque recordaba que había dicho que intentaría crear nuevos Sabios él mismo. Por supuesto, se había olvidado totalmente de eso, así que no había hecho ningún progreso. Aun así, le había hecho una promesa a Sion, así que había querido al menos dar una excusa por su falta de progreso.

—Sion viene normalmente a este tipo de cosas, ¿no?

—Sion está muerta, lo sabes.

—¿De verdad? ¿Había alguien lo suficientemente fuerte como para matarla?

Normalmente, los sabios no se interesan por las acciones de otros sabios. El intento de Sion de asumir el liderazgo sobre los demás era una notable excepción. Si ni siquiera ella iba a estar allí, sus incoherentes reuniones podrían volverse aún más caóticas, aunque con una asistencia tan baja, no había mucho miedo de que eso ocurriera.

—Había un tipo que coleccionaba Piedras Filosofales. Sí, déjame ponerte al corriente.

En su anterior encuentro, se habían enterado de que Santarou había muerto. Poco después de conocer a Yogiri Takatou, Lain, Sion y Raiza también habían muerto. Una mujer llamativa con Yogiri había tomado la propia Piedra Filosofal de Alice. Luego, Shigeto había aparecido disfrazado de Yoshifumi para atacar a Alice, por lo que probablemente Yoshifumi también estaba muerto. Después, Shigeto había invocado tres Piedras Filosofales. Había dicho que las había recogido de ninguna parte en particular, por lo que es posible que hayan sido tomadas de Sabios que ya estaban muertos, pero también era posible que otros tres Sabios hubieran muerto en algún momento. Por lo tanto, como máximo, nueve sabios habían muerto o perdido sus poderes, informó.

—Nueve, ¿eh? Eso es algo grande. No recuerdo cuántos Sabios hay, pero son casi todos, ¿no? En el peor de los casos, podríamos ser los dos últimos que quedan.

—Haces que parezca que no tiene nada que ver contigo.

—¿No es así? Todo lo que hacemos es cuidar de nuestros propios territorios, ¿verdad?

—¿Pero qué vamos a hacer? Sin los otros, ya no hay nadie que proteja esas regiones. Si aparece un Agresor, estamos perdidos, ¿no?

—El abuelo dice que no podemos hacer nada al respecto. No podemos cambiar el tamaño de las áreas sólo porque un Sabio muera— El Gran Sabio no intentó hacer nuevos Sabios ni dio las áreas a otro Sabio cuando uno murió. La decisión de cómo tratar las zonas no defendidas se había dejado en manos de los propios Sabios.

—Hablando de eso, ¿para qué has convocado esta reunión?

—Nada en particular. Perdí mi Piedra Filosofal, así que me preguntaba qué hacer.

—Supongo que eso tiene sentido. Pero tú hiciste esta habitación con tu poder, ¿verdad?

—Este tipo de papel maché es lo mejor que puedo hacer. Ya ni siquiera soy invencible en este mundo. Si alguien me ataca, estoy totalmente perdida.

—Tengo un montón de piedras filosofales. ¿Quieres una?

—No sé si puedo confiar en que no olvides que me prometiste una de inmediato.

—Ahh. Sí, lo siento. Me olvidé de mi promesa de hacer más Sabios. Vine aquí hoy para disculparme con Sion por eso.

—¿Por qué no intentar hacer algunos nuevos Sabios ahora? Puedes lanzarlos en algunas de las zonas vacías.

—Oh, sí. Lo pensaré— Una unidad M de Belm probablemente sería lo suficientemente fuerte como para trabajar como Sabio fuera del continente. Eso es lo que había pensado cuando Sion le había preguntado lo mismo.

—Aunque no voy a apostar por ello.

—Tu falta de confianza me duele. De todos modos, por ahora, te traeré una Piedra Filosofal.

—Hablando de eso, ¿por qué tienes más de una?

—¿No lo sabes? El abuelo me pidió que me encargara de todos los extras. Cada vez que un candidato a Sabio se convierte en Sabio de pleno derecho, voy y le doy una.

—Oh sí, supongo que también me diste la primera. Pensé que sólo estabas allí como representante del Gran Sabio.

—¿Crees que es injusto?— preguntó Van.

—La verdad es que no. Tener más de una es un desperdicio para mí. Una es suficiente.

—¿Dónde estás ahora?

—La isla donde está el Imperio de Ent.

—Supongo que podré encontrarte si voy allí.

—No voy a contener la respiración— dijo Alice. —No parece que vaya a venir nadie más, así que supongo que podemos dar por terminado el día.

—La traeré. Lo juro— Terminado el encuentro, Van volvió a tomar conciencia de su cuerpo.

Abrió los ojos. Estaba rodeado de paredes de carne. Eran como músculos desnudos, como si estuviera dentro del tracto digestivo de algún organismo enorme. El suelo y el techo eran iguales, así como el sofá en el que estaba sentado y la mesa que tenía delante. Estaba dentro de la Seyla en constante expansión. Van estaba dando dirección a su crecimiento, utilizándolo como material para construir.

Decidió preparar la Piedra Filosofal antes de que se le olvidara. De pie, se acercó a una de las paredes de carne, que se abrió para él. La brecha reveló un pasillo hecho del mismo material, por el que caminó.

Mientras caminaba, el pasillo cambiaba de forma, creando un camino hacia su destino. Llegó al núcleo de la Seyla. Había una forma casi humana pegada a una de las paredes del interior. Alargando una mano, la figura se abrió y de ella surgió algo parecido a una lengua. En esa lengua había diez piedras transparentes. Eran la totalidad de las Piedras Filosofales que el Gran Sabio había dejado a su cuidado.

Cuando alargó la mano para coger una, se dio cuenta de que algo iba mal. Las piedras estaban conectadas entre sí. Aunque antes eran diez piedras distintas, habían empezado a fundirse en una sola. Mientras las observaba, empezaron a transformarse. Se fundieron y crecieron, tomando el color de la piel antes de que les crecieran brazos y piernas, adoptando una forma humana.

A medida que aumentaba su peso, se desprendió de la lengua y golpeó el suelo, sin dejar de crecer. Mientras Van observaba atónito, las piedras terminaron de transformarse en una chica que parecía tener quince o dieciséis años.

—Oh, ya veo. Por eso se supone que las guardamos dentro de los seres vivos para almacenarlas— Nunca había ocurrido nada parecido cuando había sacado las piedras antes, así que puede que fuera una especie de advertencia por si acaso.

La chica se sentó en el suelo de Seyla. Inconscientemente había formado una barrera para impedir que la Seyla la infectara. Miró a Van confundida.

—Esto es malo. Si no puedo devolverlas a la normalidad, acabaré rompiendo mi promesa de nuevo…

Más que el hecho de que las piedras se hubieran transformado en una chica delante de él, le preocupaba no poder cumplir su promesa de entregar una Piedra Filosofal a Alice.