Koujo Denka (NL)

Volumen 8

Capitulo 3: I-Imposible

Parte 4

“Qué fórmulas al azar, y tan mal construidas”, opinó la ex duquesa. “Me atrevo a decir que la Iglesia del Espíritu Santo tiene una mano en esto. Oh Lily, quémalos a todos hasta convertirlos en cenizas. Nunca cesan de parlotear sobre la recuperación de la tierra santa y el advenimiento del Espíritu Santo, como si todo nuestro mundo pudiera explicarse en esos términos. ¡Cuánto más simple sería mi vida si pudiera!”

Los comentarios mordaces de la duquesa Leticia pusieron un rictus tenso en el rostro del hombre encapuchado. La criada, sin embargo, se rio y dijo melodiosa: “¡Me metería en problemas si hiciera eso! Quiero decir-”

“Me gustaría ese placer para mí, Letty” —dijo una nueva voz, justo cuando un enorme Fire Bird de color escarlata profundo se zambulló directamente hacia Lev. Los soldados de hechizos levantaron rápidamente sus enormes escudos, desplegando barreras resistentes al fuego y otras defensas mágicas, pero fue en vano. El hechizo supremo los atravesó como si fueran papel, reduciéndolos uno tras otro a cenizas.

“¡Todos, manténganse alejados!” Stella-Ojou gritó alarmada.

“¡Y levanten barreras resistentes al fuego!” añadió Karen.

“Mis damas, por favor retrocedan”, Anna nos dirigió alegremente. Inmediatamente obedecimos.

“¿Qué hay de mí?” preguntó Onii-sama Richard mientras lanzaba varias docenas de barreras resistentes al fuego.

“Eres lo suficientemente fuerte como para valerte por ti mismo”, respondió Lily alegremente mientras hacía lo mismo.

Por fin, todos los soldados de hechizos fueron completamente incinerados, y el temible pájaro llameante fijó su mirada en Lev.

“E-Esto no puede ser ha—”

¡Antes de que pudiera terminar su grito de incredulidad, el Fire Bird explotó! Llamas más allá de las que habíamos visto hasta ahora se tragaron al inquisidor, agitando el aire sobre toda la ciudad y derritiendo el hielo en el gran canal. Miré detrás de mí y vi a la guardia real y a las bestias agachándose frenéticamente.

Delante de mí, una mujer se apeó. Llevaba un uniforme militar escarlata y una gorra, y sostenía una espada en su mano derecha.

“¡Querida madre!” exclamé emocionada.

“Veo que llego elegantemente tarde”, respondió ella. “Estás a salvo, ¿verdad?”

***

Mi querida madre, la duquesa Lisa Leinster, y la duquesa emérita Leticia Lebufera, la Emerald Gale, tomaron posiciones delante de nosotros, con sus penetrantes miradas clavadas en el rugiente infierno.

“Se escapó”, dijo mi querida madre. “Debe haber preparado un hechizo de teletransportación para emergencias”.

“Él es rápido en la retirada”, estuvo de acuerdo la duquesa Leticia. “Debo felicitarlo por eso, si nada más. Bueno, no importa, por el momento.

Más adelante, pude ver a los grandes caballeros y su compañero hechicero manteniendo desesperadamente sus defensas mágicas contra el furioso fuego del infierno. Mientras tanto, en la orilla opuesta, nuestros súbitos refuerzos sometían a las filas enemigas a una feroz embestida. Su antiguo estandarte de batalla, ondeando en la brisa, llevaba una Shooting Star.

“Dios mío”, comentó Anna, cubriendo su boca con una mano. Es La brigada de Shooting Star. Ese es el maestro de batalla, el jefe Egon Io, al frente de la carga. Y el capitán de la infantería pesada enana con la impresionante hacha de batalla es el jefe Leyg Vaubel, el ‘Mata demonios’”.

¿La brigada de Shooting Star, héroes de la Guerra del Señor Oscuro?

La legendaria fuerza de combate, una vez aclamada como la más fuerte del continente, se había disuelto después de la muerte de su líder, “Shooting Star” Allen. Sin embargo, aquí estaba, derribando a nuestros enemigos.

Un círculo mágico floral especialmente grande lanzó una línea de objetos masivos a la refriega. Las tropas enemigas, que se habían aferrado a una apariencia de orden, rompieron filas y entraron en pánico cuando las rocas se Estrellaron contra los restos del puente, levantando nubes de polvo. Un anciano gigante canoso y barbudo con armadura completa los siguió a través del círculo mágico, con otra roca colgada de su hombro izquierdo.

“¿Dormur Gang, el ‘Rompemontañas’?” murmuró Onii-sama Richard. “¿Todos los viejos soldados han regresado al frente?”

Tina, Ellie y yo nos dimos la mano y saltamos de alegría, vitoreando.

“¡Oh, vaya!”

“¡I-increíble!”

“¡Hay muchos de ellos!”

Mi querida madre desenvainó su espada de nuevo y soltó un rápido corte hacia adelante, dispersando el infierno y revelando a los ancianos condes. Zani parecía herido.

“Ahora”, dijo con frialdad, “¿les importaría explicarse?”

Sentí mi piel chisporrotear mientras las llamas llenaban el aire. Estaba furiosa.

“¡Oh Lisa, déjame un poco!” Intervino la duquesa Leticia, girando su lanza con una sonrisa intrépida. “Tengo una historia con estos cachorros”.

Hayden y Harclay habían salido ilesos de las llamas de mi querida madre. Sus ojos se entrecerraron.

“Duquesa Leticia”.

“Te recordamos con cariño”.

“Oh Haag, Haig, ¿y ese pequeño Zaur que veo allí?

¿Seguramente no has olvidado mis lecciones para ti y Guido?”, preguntó la ex duquesa con tristeza. El viento giró en simpatía con su maná.

Los ancianos grandes caballeros no respondieron. En cambio, Hayden dijo en voz baja: “Ha llegado nuestro momento. ¿Lo hacemos, Haag?

“Ciertamente lo haremos”, respondió Harclay.

Zani se levantó, apoyándose en su bastón. “¡Haag, Hayden, estaré a su lado hasta el amargo final!” declaró, sus rasgos se pusieron en una sombría determinación. Sin embargo, el alcance de sus heridas era evidente. No estaba en condiciones de enfrentarse a mi querida madre.

Hayden y Harclay agarraron a su viejo amigo por la nuca. Con un gruñido de esfuerzo y una muestra de fuerza asombrosa, lo lanzaron en medio de la Orden Violeta y la guardia de Algren, que todavía luchaban por mantener la línea en la orilla opuesta. Luego, usando magia de viento para amplificación, gritaron:

“¡Huguemont! Sandra! ¡Retroceder! ¡Cumpliremos con nuestro deber final!”

“¡De ahora en adelante, Slavarin comandará la Orden Violeta! ¡Te prohíbo que mueras en vano! Zaur, aprecio tu espíritu, ¡pero no cuestiones las órdenes de tus mayores!”

Zani sacudía furiosamente la cabeza incluso cuando los jóvenes caballeros y hechiceros lo levantaron. Los caballeros de la Orden Violeta, que habían luchado incluso cuando la batalla se volvió contra ellos, anunciaron la retirada.

No me digas que estos viejos planean…

“Bien”, dijo Hayden, su rostro se volvió pacífico. “Suficiente es suficiente.”

“Le dejamos el resto a usted”, agregó Harclay. Luego, con una voz que cruzó el Gran Puente, rugió: “¡Oficiales leales, caballeros y soldados del este!”

Amigos y enemigos por igual se congelaron cuando Hayden tomó el grito. “¡Hemos perdido esta guerra!

¡Sin embargo, la Casa Ducal de Algren y sus vasallos son la espada y el escudo del este! ¡La próxima batalla del reino les espera!”_

“¡Este no es el campo de batalla en el que deberías morir! ¡Defiende un reino renovado en una nueva era! ¡Que toda la culpa de esta tonta guerra caiga sobre nuestras viejas cabezas!

“¡No confundas lo que debes proteger! ¡Y nunca, nunca, lo olvides de nuevo!

“¡No nos disculpamos ni pedimos perdón!”

Hayden y Harclay bramaron mientras balanceaban sus lanzas, conjurando docenas de tornados para bloquear la brecha entre los extremos del puente caído.

“¡¿Qué?!” Tina gritó con asombro. “I-increíble…” murmuró Ellie.

“¿C-Cómo pueden lanzar tantos hechizos avanzados a la vez?” Me preguntaba.

Entonces, ¡este es el poder de las Alas de Algrens!

Stella-Ojou y Karen nos lanzaron miradas de advertencia. Su mensaje fue claro: “¡No te descuides!”

Rápidamente volvimos nuestra atención a los grandes caballeros, quienes se inclinaron profundamente.

“Nos disculpamos por la demora.”

“Y siéntete verdaderamente agradecido por tu paciencia”.

“Hayden, Harclay”, dijo mi querida madre malhumorada.

“Oh cachorros, ¿Guido puede haber olvidado todo lo que aprendió de mí?” preguntó la Duquesa Leticia, con una mirada sombría. Una ráfaga repentina y salvaje sacudió no solo las fortificaciones, sino también las ramas del Gran Árbol mismo. Su maná indignó la creencia.

Los grandes caballeros levantaron la cabeza y respondieron:

“Asumimos toda la responsabilidad por este desastre”.

“No estábamos satisfechos con las políticas de la familia real”.

“Mientes”, pronunció mi querida madre.

“¿Esperas que creamos esas tonterías después de todo lo que ha pasado?” exigió la duquesa Leticia.

Nos tensamos, al igual que la guardia real y la milicia. Entonces los viejos caballeros estallaron en sonrisas.

“Lo recuerdo como si fuera ayer, duquesa Letty”, dijo Hayden, mirando con nostalgia a lo lejos. “Todos éramos muy jóvenes cuando el ex duque y nuestros padres nos llevaron, junto con el duque Guido, para aprender lo que significa ser un caballero y escuchar la historia de la última batalla de Shooting Star de tus labios”.

“Si no fuera por esos días y tus enseñanzas”, continuó Harclay en la misma línea, “habríamos dejado nuestros cadáveres en algún campo de batalla hace mucho tiempo. El duque Guido siempre decía eso.

“Sus ojos son tan claros”, murmuró Tina para sí misma. “Pero se ven tristes”.

Hayden y Harclay miraron hacia el cielo y cerraron los ojos.

“Cuán verdaderamente tontos hemos sido, arrastrando a los jóvenes a esta guerra absurda, para morir por nada e incluso… para matar a las bestias que deberían haber defendido”.

“Hemos caído de la caballería y merecemos ser juzgados como criminales. Sin embargo, aunque el duque Guido fue envenenado y encarcelado en su lecho de enfermo, ¡su preocupación siempre fue por el futuro del reino! ‘Mi vida no tiene importancia’, nos reprochaba cuando tratábamos de salvarlo. ‘Esta insurrección ya no se puede detener, la enfermedad es demasiado profunda. Fui demasiado lento para buscar ayuda. Pero incluso si el nombre de Algren se arrastra por el barro y nuestra línea falla, debemos defender a nuestro rey, nuestro país y su gente de las garras malvadas de la iglesia’”.

Un silencio atónito recibió esta revelación.

Yo… ¡No puedo creerlo! ¿El viejo duque Guido Algren ordenó a sus grandes caballeros y a Zani que se unieran a la rebelión?

“¿Quieres decir que usó la Casa Ducal de Algren como cebo para los nobles y otras fuerzas en connivencia con la Iglesia del Espíritu Santo?” preguntó Stella-Ojou. “¿Y reclutó a sus Alas para dar credibilidad militar a la rebelión?”

El sacrificio involucrado nos dejó sin aliento.

“Avergonzado como estoy de admitirlo”, respondió Hayden con tristeza, luchando por pronunciar las palabras, “no logramos transmitir sus enseñanzas a la próxima generación”.

“No podemos ofrecer excusas a los caídos ni a las bestias”, continuó Harclay en el mismo tono desolado. “¡Sin embargo, aun así!”

“¡Nosotros… queremos que sepas esto, al menos!”

“Esta es nuestra propia decisión. El duque Guido nos prohibió estrictamente hablar de ello.

Los grandes caballeros lloraron mientras hacían su sincero llamamiento a mi querida madre y a la duquesa Leticia.

“Nuestro único señor, Su Excelencia, el duque Guido Algren, es un vasallo leal tanto al reino como a la corona. ¡Él nunca—nunca podría rebelarse!”

“No tenemos derecho a pedir esto a Sus Altezas, pero por favor, por favor… por favor, cuando todo esto termine, informen a Sus Altezas, a los tres duques y, aunque dudo en sugerirlo, a Su Majestad también”.

Juntos, concluyeron: “¡Te lo suplicamos, concédenos esto a cambio de nuestras viejas cabezas!”

El silencio cayó sobre el Gran Puente.

¿Podría… podría ser esto realmente…

Finalmente, mi querida madre dijo: “Muy bien”.

“Entiendo”, agregó la duquesa Leticia. “Tienes mi palabra.”