Koujo Denka (NL)

Volumen 8

Capitulo 1: Buen Trabajo

Parte 5

“¡Romy, Lily, miren ahí!” grité. “¡Puedo ver fuego!”

“¡Dejen de tomar la iniciativa, Lynne-Ojou!” Romy espetó a través de nuestros orbes de comunicación. “¡Lily!”

“¡Sí, señora!” Lily respondió alegremente mientras ella y las otras criadas empujaban a sus grifos hacia adelante, alcanzando al mío.

Nubes espesas y oscuras descendieron sobre la capital real. El ejército de Lebufera parecía bloquear las comunicaciones mágicas, por lo que nuestros orbes solo eran efectivos a corta distancia. Solo pude captar algunos fragmentos de transmisiones rebeldes. Por orden de mi querida madre, el resto de nuestros jinetes de grifos también se habían adelantado, infiltrándose en el espacio aéreo de la ciudad y asaltando posiciones rebeldes. Por lo que pude ver, su dominio no fue cuestionado.

Aunque solo brillaban tenues luces del palacio real con cicatrices de batalla, las lámparas y las fuentes de maná seguían acudiendo en masa a la residencia de Algren. Desde el interior del edificio en llamas, sentí una furiosa tempestad de maná increíble.

“Onee-sama”, murmuré, presionando mi mano derecha contra mi corazón.

En ese momento, Romy y Lily llamaron una advertencia.

“¡Mira a tu alrededor!” “¡Algo está volando así!”

Un momento después, docenas de objetos masivos cayeron en picado de la capa de nubes oscuras. Llovieron sobre las fuerzas rebeldes, tanto en marcha como acampadas, y nos sorprendieron al estallar en imponentes infiernos. Las explosiones llenaron el aire de ondas de choque y nubes de polvo. Ni un solo proyectil había caído sobre estructuras civiles.

¡Qué increíble precisión!

“¿E-Eran esas rocas?” Murmuré, frenando a mi grifo.

“¿Están usando productos químicos?” Romy se preguntó casi al mismo tiempo. Mientras tanto, Lily exclamó: “¿Quién está lanzando montañas?”

Acabábamos de ascender a una altitud mayor y asumimos una formación defensiva circular cuando la voz de una mujer resonó en nuestros orbes de comunicación. “Llamando a todos los grifos en vuelo. Supongo que son Leinsters. Esta es Chise Glenbysidhe de los demisprites. Los enanos y los gigantes tienen muchas ganas de partir, así que esos ataques seguirán llegando. Tenemos observadores de artillería, pero tengan cuidado de no  quedar  atrapados  en  las  explosiones.  Los dragones también están a punto de lanzar ataques aéreos. Eso es todo lo que tengo que decir”.

Con eso, su mensaje terminó, y una segunda andanada de rocas, varios cientos esta vez, cayeron de las nubes, que se rompieron en pedazos mientras caían. Una vez más, las explosiones sacudieron el paisaje urbano.

¿Un demisprite? ¡¿Del oeste?!

“¡Lynne-Ojou, esta parece una oportunidad de oro!” instó Romy.

“¡En este momento, podemos entrar!” Lili estuvo de acuerdo.

Asentí y apenas había comenzado a maniobrar mi grifo cuando dos voces familiares brotaron de mi comunicador.

“¡Lyyynne! ¡¿Estás ahí?!” “¡Lynne-Ojou!”

“¡Tina! ¡Ellie!” Grité, desconcertado. Mi voz tembló, y las lágrimas nublaron mi visión.

“Lynne, ¿estás llorando?” preguntó Tina, unida a un balbuceo nervioso de Ellie.

“¡Yo… yo no estoy haciendo nada por el estilo!” repliqué. “¡Y tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos! ¡Tina, Ellie! Onee-sama está en la casa de los Algren y… ¿Tina? ¿Ellie? ¡Oh, cielos!”

La interferencia se había reanudado y habíamos perdido el contacto. Esperaba que hubieran recibido mi mensaje, pero no podía contar con ello. Aun así, con ellas a mi lado, ¡incluso detener a Onee-sama era una posibilidad! Y mientras tanto, nos acercábamos a la casa de los Algren y al humo negro y turbulento que la envolvía constantemente.

¡Onee-sama! ¡Por favor, cuídate!

Llevamos a nuestros grifos por encima de la casa, pasando por encima de los muros que la rodeaban.

¡Ni un enemigo a la vista!

Vi mi oportunidad y salté al techo, donde saqué rápidamente mis dos espadas. Le siguieron Romy y Lily, la primera armada con un martillo de mango largo y la segunda con las manos desnudas.

“Proporcionen apoyo aéreo”, ordenó el segundo al mando a las otras sirvientas. “Hasta que llegue Celenissa… Pia, toma el mando”.

“Sí, señora”, respondió Pia. Número nueve en el cuerpo, tenía el pelo castaño, suave y muy corto, y llevaba un pasador en el flequillo. “Que la fortuna la favorezca, Lynne-Ojou, Lily-Ojou, señora”. Luego condujo a las doncellas a una altura más alta, llevándose a nuestros grifos con ellas.

Lily se enfurruñó porque “no era una dama” mientras sacaba dos grandes espadas de la nada. Una vez que vi que estaba lista, corrí por el techo. Ella y Romy se colocaron detrás de mí.

La tempestad de maná se estaba volviendo cada vez más feroz.

“Onee-sama parece estar en el sótano”, dije. “Debemos encontrar un camino hacia abajo”.

“En ese caso…” “¡Haremos uno!”

Romy y Lily salieron disparadas delante de mí, derribando sus martillos y espadones. Una sección del techo estalló en una lluvia de escombros, dejando un enorme agujero. Una docena de caballeros estupefactos miraron hacia arriba desde el pasillo de abajo.

Nunca dejan de sorprender.

Yo me ocuparé de ellos. Mantente fuera de esto”, dijo el segundo

al mando del cuerpo de sirvientas, dándole un giro a su martillo.

Lily ignoró la orden, el cabello escarlata flotando mientras saltaba ágilmente con un enérgico “¡Woosh!”

“¡¿Una… una sirvienta?!” “¡I-Intrusos!”

“¡Ataque!”

“Haz sonar la ala—”

Lily dejó escapar un grito de alegría y giró en su lugar, dos grandes espadas gemelas en la mano. Flores de fuego giraron cuando ella derribó a todos los caballeros asustados en un solo golpe que cortó sus espadas, lanzas y escudos en pedazos.

“¡Ta-da! ¡Vamos, señora Lynne! ¡Y usted también, señora! ¡Vámonos!” llamó y echó a correr.

“¡Ey! ¡No tan rápido!” Grité, dejándome caer en el pasillo detrás de ella. Romy hizo lo mismo, murmurando que Lily estaba “en una reprimenda a nuestro regreso”.

El maná de Onee-sama aún se estaba volviendo más fuerte. ¡No tenía tiempo que perder!

Corrimos y corrimos a través de la casa Algren en llamas. Los caballeros y soldados enemigos se dispersaron ante nosotros, su desastrosamente baja moral posiblemente evidenciaba que alguien había roto su cadena de mando. Bajé corriendo una gran escalera, buscando el maná de Onee-sama.

¡Ella está… en el sótano, debajo de la parte trasera del primer piso!

Prácticamente     salté     las    escaleras     restantes, aterrizando en el vestíbulo principal, donde—

“¡Fuego!”

Una línea de caballeros salió de su escondite, lanzas listas, y lanzó una andanada de rayos. Flores de fuego se lanzaron delante de mí, desviando los hechizos. Lily se preparó para cargar, luego chilló y se detuvo en seco cuando Romy la agarró por la nuca.

“Espera.” El segundo al mando me miró y dijo: “Lynne-Ojou, por favor, adelante con Lily. Su humilde sirviente Romy se encargará de las cosas aquí.

“Romy…” vacilé, luego me recuperé y dije: “¡Por supuesto! Gracias”.

“Ése es el deber de una doncella. Confío en que lo entienda, ¿Lily-Ojou?”

“¡Yo… yo soy una sirvienta! ¡Una doncella!” Lily se enfureció, levantando sus grandes espadas gemelas cuando la sirvienta mayor la soltó. “¡Romy, gran malvada!”

Un grito de sorpresa brotó de los caballeros rebeldes cuando el hechizo supremo Fire Bird los atacó, atravesando casi cien barreras y atravesando sus pesados escudos también. ¡El pájaro caído golpeó las enormes puertas delanteras de frente, abriendo un enorme agujero en ellas y dejando todo el salón en llamas a su paso! Mientras los restos de las puertas se encendían, Lily clavó sus espadas en el suelo. Luego, cruzando los brazos, de una manera que no pude dejar de notar que enfatizaba su pecho, dijo: “¡Uf! Así se hace, yo Miré con reproche a mi prima, reflexionando que no podía aspirar a igualarla en combate.

Las tropas rebeldes entraron a raudales por la entrada principal.

“¡Lynne-Ojou! ¡Lily!” Romy gritó agudamente.

“¡Bien!” respondimos y salimos a toda velocidad por un pasillo. Detrás de nosotros, pude oír el estruendo de la batalla. Pronto llegaríamos a las escaleras del sótano. Y luego-

“¡Lynne, detente!” Lily gritó ansiosamente.

Me congelé justo cuando una llamarada de color carmesí oscuro brotó del suelo delante de nosotros. Para nuestro asombro, atravesó el primer piso, luego el segundo, tercero, cuarto… hasta el techo y más allá. El fuego siniestro parecía casi vivo, como serpientes cubiertas de espinas, mientras se deslizaba sobre paredes y pisos, expandiendo su dominio.

¿Qué hace algo así debajo de una residencia Algren?

Un infierno pinchó mi piel, y el hedor de la carne quemada picó mi nariz. Espadas y lanzas fueron clavadas en las paredes, el piso y el techo. Los restos de yelmos y armaduras yacían junto a docenas de caballeros inmóviles, inconscientes, creía. El emblema de la Iglesia del Espíritu Santo colgaba en el centro de la habitación, pero había sido cortado en dos, al igual que el altar y los pilares. Debajo de la pancarta desgarrada, una mujer joven con un uniforme negro azabache hecho jirones agarraba a un hombre con los colores de Algren por el cuello. Sus alas de fuego carmesí oscuro revolotearon y sus dos espadas quedaron clavadas de punta en el suelo.

El hombre, Greck Algren, gimió: “A-Ayúdame… ayúdame”.

“¡Onee-sama!” Grité. “¡Por favor, detén esto!”

Descuidadamente arrojó a Greck contra una pared. Dejó escapar un último gemido, luego se quedó en silencio, evidentemente inconsciente. ¡¿Onee-sama había demolido sola al alto mando rebelde?!

Mientras me tambaleaba, Lily gritó:

“¡Lydia-chan!”

“Dijo que Allen está muerto”, murmuró Onee-sama. “Y ese Grant sabe dónde. Así que reduciré todo a cenizas e iré a la capital del este”.

“O-Onii-sama es—”

“¡Él está mintiendo!” Lily me interrumpió. “¡Quítate de encima, Lydia!”

Onee-sama sacó sus espadas del suelo y dijo: “¿Te interpondrás en mi camino?” Levantó las espadas con indiferencia y dimos un respingo cuando su maná se disparó repentinamente. Las llamas se derramaron de sus siniestras alas, engendrando innumerables serpientes espinosas de fuego. “Si lo haces…”

“¿Qué?” Murmuré, atónita. “¡Lynne!” Lily gritó.

Sentí una perturbación en el maná de Onee-sama. Lo siguiente que supe fue que ella había desaparecido y reaparecido a mi lado.

¡Ese hechizo de teletransportación en el que estaba trabajando Onii-sama!

Reaccioné sin pensar y bloqueé con mi fiel espada, una hazaña que nunca podría haber logrado si no fuera por mi entrenamiento diario. Aun así, grité y Lily gruñó mientras volábamos contra una pared. Con un tintineo metálico, la hoja de mi espada cayó de punta al suelo, cortada a la mitad de su longitud. Luché por ponerme en pie, usando la espada de repuesto de Onee-sama como apoyo. Entonces se me escapó un pequeño chillido.

Los ojos de la Dama de la Espada, Lydia Leinster, se habían vuelto carmesí, y ocho alas oscuras y ardientes del mismo tono se extendían detrás de ella. La marca de Blazing Qilin cubría su brazo derecho, extendiéndose hasta su mejilla.

E-Ella es solo… como un…

“D-Demonio”, murmuré, aturdida.