Shin no nakama janai to Yuusha (NL)

Volumen 9

Prologo: El Héroe Nunca Vacila

Tras una lucha sangrienta y difícil, atravesando incontables cadáveres de soldados, por fin recuperaron un país del ejército del señor de los demonios. Sólo para que Desmond de la Tierra se lo robara todo en una sola noche.

Mientras otros caían en la desesperación, Ruti la Héroe seguía caminando hacia delante sin demora.

“Hermano, ¿cómo lo retomamos?” dijo la Heroína al caballero que estaba a su lado. No se compadeció de los soldados que agachaban la cabeza ni intentó animarlos.

El Héroe simplemente actuó para salvar.

Era indomable. Intrépida. El Héroe siempre siguió adelante. Por eso la gente buscaba al Héroe.

Incluso en las garras del dolor y el sufrimiento, cuando sus mentes estaban fracturadas y sus corazones rotos, creían que mientras marcharan detrás de aquella muchacha, ella les conduciría a la salvación.

El Héroe nunca siente dudas. El Héroe nunca debe flaquear.

Todas las criaturas vivientes recibían Bendiciones Divinas. Así, no importaba cuán terrible fuera la traición, cuán terrible fuera la paliza, o cuántas vidas se perdieran, al Héroe nunca se le permitía vacilar. Ni hasta su último aliento.

“Sí, ese es el papel que se espera de mí”.

Cuando el nuevo héroe, Van, escuchó la historia de Ruti, su corazón bailó.

“Señor Demis, te agradezco la prueba que has puesto ante mí. Que sigas concediéndome mayores retos hasta que mi cuerpo, mi esencia, los camaradas que caminan a mi lado, hasta que todo se desmorone.”

Rezó desde lo más profundo de su corazón, arrodillado en la sala del capitán del Vendidad, el barco del señor de los demonios.

Esta cámara había sido una vez los aposentos privados de un anterior señor demonio. Ahora albergaba un altar que Van el Héroe había traído para poder ofrecer sus piadosas palabras a Demis.

Los miembros de la tripulación cantaron fuera de la sala un réquiem por su camarada que había perecido a manos de un monstruo.

Sus voces eran roncas y llorosas. Si Ruti hubiera estado allí, se habría entristecido, pero Van no sentía nada. Ni siquiera recordaba el nombre del muerto.

Porque el Héroe nunca flaqueó.